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La tradición. La historia. El magnetismo. Decir “The Open” es hablar de uno de los torneos más emblemáticos del golf. Que rota sus escenarios y va del mítico St. Andrews o Carnoustie, en Escocia, al Royal St. George’s, en la bahía de Sandwich, al este de Londres y sobre el Canal de la Mancha. Típico link, esas canchas sin árboles, sin defensas para el viento que proviene del mar, con espesos roughs de los que sacar la pelota requiere muñeca firme y fuerza. Y búnkers que no son precisamente una instancia de tránsito en el juego, sino auténticas trampas de arena que pueden sacar de foco al más encumbrado. Suelen decir risueña y exageradamente los aficionados de fin de semana que “para salir de esos búnkers a veces es necesario un abogado”.
La cancha de 7200 yardas de par 70 (35-35), remodelada con la ubicación de búnkers para contrarrestar (o tratar) la potencia de los jugadores de estos tiempos, es intimidante desde su hoyo 1. Las caras de los protagonistas se transforman cuando con su driver o hierro, desde el tee, le marcan a la gente que la pelota va desviada sobre los costados de los fairways. Síntoma elocuente de que ya saben las dificutades que afrontarán con el segundo tiro. Por eso, lo esencial es no desviarse del carril central. Royal St. George’s, como tantos links semejantes, no perdona los errores. Aunque a decir verdad, el viento no pareció molestar a quienes salieron por la mañana (hay una diferencia de cuatro horas con la Argentina) y hubo bastantes buenos scores. Quizá la lluvia de los días previos ayudó para la recepción de los tiros y ofició como alivio. Lo que no se altera es el espectáculo especial que da la tribuna natural del hoyo 6, una pintura semejante a la que se suele ver en las carreras serranas de rally, con la gente apostada para ver a los protagonistas.
Claro que no todo salió como lo imaginaron, inclusive, campeones de Majors, como el español Jon Rahm, reciente ganador del US Open en Torrey Pines, ex número 1 del mundo y quien llegó a este British Open con muchas ilusiones de otro gran logro, para superar, incluso, a la leyenda ibérica Severiano Ballesteros, que conquistó cuatro Majors (3 de ellos, en el British), pero nunca dos en una temporada. Y así se vio al fornido español luchando contra la cancha, abundando de pares en su tarjeta de los primeros 18 hoyos, pero mostrando su contrariedad y fastidio cuando uno de los búnkers le tendió una celada. Son comunes la incomodidad y los tiros desde la arena que no cobran la altura debida, pegan en los bordes... y terminan con la pelotita regresando al lugar de partida, como le sucedió a Rahm. Y a veces es peor aún, porque sacarla demanda dos o tres golpes (y un mayor fastidio, claro).
Búnkers para enloquecer hasta a un campeón
The bunkers at Royal St George's can cause trouble for even the very best.
— The Open (@TheOpen) July 15, 2021
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Finalmente, Rahm cerró su vuelta con un birdie en el 18 que le brindó una tenue sonrisa para concretar un score de 71 (+1). Dos birdies, un bogey y un doble bogey (el par 4 del 9), precisamente el del búnker que lo desarticuló, marcaron su paso por la primera vuelta, para compartir el 74º lugar.
Un Abierto Británico que también tiene a dos argentinos en la carrera. Uno de ellos, el aficionado Abel Gallegos, que ya vivió el año pasado la experiencia de jugar el Masters de Augusta y tenía pendiente su participación en The Open, cancelado en 2020 por la pandemia. El día tan esperado para este chico, de 19 años, bonaerense de 25 de Mayo, llegó y no lo olvidará jamás. “En Augusta me cruzaba con Koepka, con las grandes figuras del circuito a quienes veía por primera vez, y me distraía un poco. Ahora ya los conozco y me puedo focalizar más en el juego”, le contó a LA NACION antes de su debut en el British.
Y en rigor, tuvo una actuación muy razonable: una tarjeta de 73 golpes (+3), producto de un mejor desempeño en la ida, donde se fue con un par 35 (bogey en el 6 y birdie en el 7). En el trayecto de regreso, Gallegos cometió bogey en el par 4 del 10 y doble bogey en el par 5 del 14. Quedó 115º y deberá esmerarse a fondo en los segundos 18 hoyos para tener la chance de superar el corte y disfrutar también del fin de semana.
El otro argentino, de mayor experiencia, es el chaqueño Emiliano Grillo, quien salió en el turno tarde. Le tocó subir el par en dos ocasiones en los primeros 11 hoyos (1 y 11), pero luego tuvo sus chances para recuperarse y logró concluir su vuelta en el par 70, con birdies en el 14 y 17. Así, se posicionó en el puesto 48º y con buenas posibilidades de superar este viernes el corte clasificatorio, para lo cual, claro, deberá repetir una tarea equilibrada.
Entre los que se lucieron en el arranque del torneo, hubo dos que dominaron la mañana. El sudafricano Louis Oosthuizen redondeó una tarjeta perfecta de 64 (33-31) (-6), con seis birdies y 12 pares. Demostrando que el impacto por perder el US Open en los últimos 18 hoyos con Jon Rahm no lo abatió ni mucho menos: quiere revancha rápida. Y dio su primera señal. La historia de Oosthuizen es peculiar. Ganó su único Major en St. Andrews, en 2010, y desde entonces es un constante animador de los grandes torneos. De hecho, ha ocupado la posición de escolta en seis certámenes de ese rango desde entonces, incluidos dos este año (US Open y PGA Championship). ¿Cuánto lo afecta? “Depende de si lo has perdido o de si alguien te ha ganado. Creo que en ambos Majors de este año me ganó un mejor golf al final. Tienes que superarlo rápidamente, de lo contrario te va a frenar para volver a rendir. Trato de sacarme eso de la cabeza antes de los torneos y centrarme en cada golpe”, sostuvo como receta. Y le da resultado. Sólo le está faltando volver a dar un impacto final.
El otro destacado de la jornada es el estadounidense Jordan Spieth, el hombre que impactó a los 21 años en 2015 con un doblete en Majors (Augusta y US Open), dos temporadas más tarde se impuso en el British y luego ha tenido oscilaciones. Pero como se sabe en el golf, cuando un campeón de Majors se para en el tee del 1 nunca hay que descartarlo como uno de los candidatos: ya sabe lo que son las presiones y cómo ganar los torneos que desviven a los profesionales. Como Oosthuizen, y ya con más maduros 27, Spieth también concretó 6 birdies, aunque pagó el bogey en el par 3 del hoyo 3 y terminó con 65 (-5). Una tarjeta que también presentó su compatriota Brian Harman (31-34), con 7 birdies y dos bogeys.
No fue el mejor comienzo para el irlandés Shane Lowry, defensor del título, que concluyó con 71 (+1), con cuatro birdies y cinco bogeys. Aunque mostró sus manos con un tiro espléndido desde el rough que cautivó a todos. Fue el segundo impacto en el par 4 del hoyo 12, dejó la pelota casi dada y bajó el par.
El tiro mágico del defensor del título
"Now there's your shot of the day"@ShaneLowryGolf is fighting hard after a tough start!
— The Open (@TheOpen) July 15, 2021
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¿Cómo le fue a Bryson DeChambeau, el pegador que ha revolucionado el golf en los últimos tiempos y que entregó la postal de la primera jornada con una coreo sobre el green con Spieth? Similar a lo realizado por Lowry: cuatro birdies y cinco bogeys, para un score de 71 (+1) y posicionarse temporariamente entre los mejores 75 del torneo. “El driver apesta”, dijo el Bombardero luego de su intermitente actuación, lo que le ocasionó el apercibimiento posterior de la firma que le suministra los palos (Cobra). Como graficó el líder Oosthuizen para tratar de explicar su tarjeta de 64, “lo esencial en Royal St. George’s es no perder la paciencia”. Y ese factor no es, precisamente, uno de los aliados de DeChambeau. Habrá que ver cómo lo domina. En ese sentido, mejor le ha ido de arranque a su compatriota y “enemigo mediático” Brooks Koepka, con tres birdies y dos bogeys, para sellar un 69 (-1) y quedar 32º, expectante.
La perla de Snedeker y el derrumbe de Mickelson
After almost acing the 16th, Brandt Snedeker does this at 17🤯
— The Open (@TheOpen) July 15, 2021
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La joya del día fue la del estadounidense Brandt Snedeker. Estaba uno arriba en el tee del 16, con un birdie y dos bogeys. Y de pronto, se alinearon los planetas. Birdie en ese 16 (de par 3) y un águila en el par 4 del 17. De esa manera, terminó con 68 (-2), entre los primeros 19º y a cuatro de Oosthuizen.
El impacto inesperado fue el de Phil Mickelson, campeón de seis Majors y que este año, con 50 años, marcó un récord al triunfar en el PGA Championship en Kiawah Island: el jugador de mayor edad en ganar uno de los grandes. Pues bien, su primera vuelta en el British Open, certamen que conquistó en 2013, fue una pesadilla. Causó extrañeza y un dejo de melancolía, luego de verlo exultante hace unos meses, presenciar su recorrido de 80 golpes (+10), con una tarjeta que incluyó nada menos que 8 bogeys y un doble bogey en el 18, como para rematar una jornada olvidable. Al punto de que quedó... último, compartiendo el puesto 155º con el australiano Deyen Lawson.
“Ya pasó mucho tiempo de mi triunfo en el Latin America Amateur Championship, en México, pero no me lo voy a olvidar nunca”.
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