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En el Masters de Augusta rezan por la espalda de Woods: qué le pasa a Tiger
Es fácil imaginarse hoy a los hombres de saco verde con semblantes preocupados, yendo y viniendo intranquilos por los exclusivos salones del Augusta National. El motivo de la angustia es Tiger Woods, que decidió no participar la semana próxima en The Players y prolongó la incertidumbre para la defensa del título del Masters, que se jugará del 9 al 12 de abril. ¿Llegará a condiciones al primer Major del año? ¿Su asistencia está en duda? Brotan los interrogantes.
"Mi espalda no está lista para jugar la próxima semana, estoy triste por perderme uno de los mejores torneos de la temporada, nuestro torneo", escribió Tiger, para excusarse de su presencia en el TPC Sawgrass de Ponte Vedra Beach, en Florida. No se trata de cualquier certamen: The Players tiene el mejor field de golfistas de la temporada, cuenta con la mayor bolsa de premios (2.250.000 dólares) y representa la vara exacta de nivel con miras a un desafío mayúsculo como el Masters.
It was not an easy decision, but I will not be attending @THEPLAYERSChamp. I have to listen to my body and properly rest when needed. My back is simply just not ready for play next week. I'm sad to miss one of the best events of the season, OUR Championship.&— Tiger Woods (@TigerWoods) March 6, 2020
Que el astro se saltee esta cita hace demasiado ruido, es el indicador de que algo no está bien con los tiempos de recuperación de su físico. Una cosa es la estrategia de Tiger de elegir la participación en torneos específicos del calendario –mismo plan que emplea Roger Federer en el ATP Tour a sus 38 años–; otra es que se vea obligado a pasar de largo una escala esencial para evaluar su nivel, tal el caso de The Players, que ganó en 2001 y 2013.
Parece que no hay más alternativa que el reposo: sus achaques físicos a los 44 años no le dan tregua, y eso que su 5° y última visita por el quirófano había sido su salvación, la fórmula para renacer y adjudicarse nada menos que su 15º major, luego de una sequía de grandes de 11 años. Aquella cirugía en la espalda, practicada en abril del 2017, significaba tomar un camino arriesgado. Pero la exitosa fusión de vértebras a la que se sometió lo devolvió a los primeros planos y le hizo recobrar esa mirada de lince a la hora de ir a la caza de un título.
A nadie le llamó demasiado la atención que Tiger se excusara de formar parte el mes pasado del WGC México Championship, en donde había jugado muy bien el año pasado, en el debut de esa cancha en Chapultepec (10º). Tampoco inquietó su baja del Honda Classic, a minutos de su casa en Florida. Ni siquiera movió la aguja que haya eludido el Arnold Palmer Invitational en Bay Hill, que concluirá este domingo. Aunque definitivamente encendió la alarma con su negativa para The Players, cuyos campeones alcanzan otro status para lo que sigue de sus carreras.
Hay quienes sostienen que lo que vive hoy el californiano es una "nueva normalidad", esto de aparecer en el PGA Tour en forma aislada, con muy poca continuidad. Son los mismos que afirman que debe asumirse el fin de la Tigermanía como tal, más allá de que los fanáticos no estén preparados para aceptarlo. Sucede que 2018 y 2019 fueron años demasiado buenos, casi surrealistas, luego de la conquista del último torneo de la FedEx Cup en Atlanta, el Masters y el Zozo Championship de Japón, que lo colocó en la misma línea de Sam Snead como máximo ganador en el PGA Tour (82 campeonatos). Evidentemente, esa racha triunfal confundió y causó un impacto tan grande que se consideró el regreso más importante de un deportista de cualquier disciplina en la historia.
Ahora, su cuerpo le vuelve a pasar factura. Esa nueva normalidad, que se refleja en prácticas de hasta seis horas antes de una vuelta oficial, entrenamientos limitados y torneos selectivos, lo corren del foco y el problema se traslada a los resultados. De hecho, su última actuación en el circuito, a mediados de febrero, le dejó un sabor amargo: vueltas finales de 76 y 77 para terminar 68º y último entre los que superaron el corte. Igual, con Tiger nunca se sabe: le quedan tres posibles torneos para reaparecer antes del Masters (Valspar Championship, WGC de Austin y Valero Texas Open) y su performance entre magnolias y azaleas se proyecta impredecible.
Solo su entorno más íntimo sabe la gravedad de sus molestias y en qué medida su espalda se ve afectada; el alcance de su dolencia está guardado bajo siete llaves. Tiger apenas entregó una pista hace poco menos de un mes, cuando confesó que se siente "rígido" algunos días, especialmente en las mañanas frías durante los torneos. En esos casos opta por no moverse más de la cuenta durante el swing y sobrelleva el asunto como puede mientras camina los fairways. A esta altura de su carrera está clara la limitación que le impone su físico: sus huesos vuelven a crujir. No solo está en juego buena parte de la atracción deportiva del Masters, sino un gigantesco negocio económico que se acrecienta alrededor de su figura. Por eso es que los hombres del saco verde van y vienen, meditabundos…
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