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Emiliano Grillo: “Quiero agregar una medalla olímpica a mi escritorio”
En una de sus mejores temporadas en el PGA Tour, el golfista chaqueño arranca este jueves la segunda etapa de la FedexCup, pero también se proyecta a un torneo singular
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A punto de debutar en la segunda escala de la FedEx Cup, Emiliano Grillo habla desde Illinois con otro estatus de golfista. Mucho más maduro y aplomado. Por fin, el chaqueño pudo recoger los frutos de varios años de lucha como miembro del PGA Tour. De aquella aparición fulgurante como novato en 2015, con una consagración en Napa, California, a un segundo título esquivo en las siguientes temporadas. Muchas veces víctima de su ansiedad o por un puñado de errores en algún hoyo, no lograba dar un nuevo zarpazo en la máxima gira. Hasta que en 2023, luego de recalibrar su juego una y mil veces, encontró la inspiración y la fortaleza mental en Fort Worth, Texas. Fue un triunfo que lo llenó de confianza, le provocó un significativo ascenso en el ranking mundial (hoy figura 35°), lo metió de cabeza en los playoffs y le abrió múltiples beneficios para 2024. Entre ellos, el regreso al Masters.
–¿Qué es lo más positivo de esta temporada?
–Sin dudas que la victoria en el Charles Schwab Challenge, contar con la chance de llegar a la última etapa de los playoffs en Atlanta y saber que me garanticé jugar en Augusta en 2024, algo que hace algunos años no lo tenía. Pondría las tres cosas en ese orden.
–¿Qué hay que hacer desde este jueves en la cita de la FedEx Cup, en el BMW Championship?
–Nada cambia: en cada torneo tenés que jugar desde el fairway, poner la pelota lo más cerca de la bandera y tratar de meter el putt. Pero ésta es una semana que siempre premia a los que más largo pegan; las condiciones están un poco blandas, así que los que alcancen mayores distancias tendrán una ventaja.
–Al margen de las estadísticas, ¿cuál fue la temporada en la que mejor te sentiste?
–La mejor fue la primera. Era un año en el que no tenía conciencia de lo que estaba haciendo y simplemente intentaba jugar mi mejor golf. En 2018 jugué bien con el putter pero no pegué correctamente desde el tee. Al año siguiente volví a jugar bien, pero no tanto alrededor de la bandera y sí en las otras facetas del juego. Era cuestión de poner todo junto, de tee a green, y es lo que se dio este año. También, como consecuencia de un trabajo de muchos años trabajando arriba del green.
–¿Cómo combatiste esa ansiedad que te aquejaba y te alejaba de la chance de ganar? ¿De qué forma mejoraste?
–Antes me frustraba, porque un día no podía rendir sobre el green y pegaba bien, o al revés. Por ahí jugaba en un buen nivel y terminaba 40°. Esa frustración me superaba un poco. Fue clave ser paciente y mirar a largo plazo; es lo que trato de hacer todas las semanas. A veces, en el hoyo 2, hoyo 3, hoyo 6 del primer día, uno ya quiere ir bajo par, en vez de pensar que son 72 hoyos. Diría que el golf es un deporte de maratón, más que de carreras. Por ahí son pequeñas carreras internas, pero al fin y al cabo es una maratón.
–¿Recurrís a un psicólogo o lo estás manejando solo?
–No, todos los golfistas sabemos muy bien lo que tenemos que hacer. Es simplemente hacerlo o no. Es esa estrategia de estar en el momento, de pensar golpe por golpe y saber que es una maratón. Es algo que sabemos todos, pero se trata de implementarlo, porque a veces no tenemos esa disciplina que se necesita para ponerlo en práctica. Por ahí, con los días, los meses y los años, uno va a aprendiendo a lograrlo.
–Y esos demonios internos, esas malas rachas o bajones deportivos, ¿cómo se contrarrestan?
–Uno se maquina estar jugando bien; imaginate lo otro. Es cuestión de ir al otro día y empezar de cero, volver a tus bases y practicar cosas distintas. O quizás estás en el camino correcto, pero te toma un poco más de tiempo, o los análisis que hay que hacer son diferentes. Hay que levantarse al día siguiente y dar la cara en la zona de práctica, no te queda otra.
–Decís que en tu primera temporada no tomabas conciencia. ¿Cuándo la tomaste al jugar frente a esos monstruos del PGA Tour y cuándo sentiste que te hiciste un lugar en el circuito?
–En realidad, cuando hablaba de la inconciencia me refería a que jugaba porque era mi deporte, mi trabajo y no tomaba dimensión de lo que significaba cada golpe. Capaz que este año es quedar 51° del ranking o en ese entonces era figurar 126°. Al haber ganado en el primer torneo como miembro del PGA Tour, sabía que tenía por delante dos o tres años libres de jugar y podía hacer lo que quería y me divertía. Pero luego, al haber torneos como la Presidents Cup, los Juegos Olímpicos, el Tour Championship o los majors, empecé a ponerme presión encima. En vez de dejar que los resultados vinieran a mí, yo intentaba buscarlos.
–En aquel hoyo 18 de la cancha del Colonial, te equivocaste y viste cómo tu pelota navegó en el desagüe. Pese al error se te veía enfocado y finalmente te impusiste en el playoff y ganaste el torneo este año. ¿Qué cambió en tu entorno?
–Cambió la perspectiva de mi vida. Fui papá el año pasado y creo que, por ese motivo, si juego bien o no, a los 10 minutos no me modifica nada. Antes era un tema de demostrarme a mí mismo; hoy es saber que el proceso iba a demandar un largo tiempo. Al mismo tiempo, es entender que vuelvo a mi casa y tengo a una personita a la que no le importa si juego bien o mal, qué hice o qué no; para mi hijo, que yo esté con él es todo. André me cambió mucho como persona, entonces trato de hacer todo como un ejemplo para él. Claro que tengo mis rachas de enojo, mis momentos de frustración y me importa jugar bien, pero después de salir del campo, si no hice algo, solo trato de hacerlo mejor al día siguiente.
-Las tomo como una herramienta para mi trabajo. Por un lado, miro las cosas que me interesan y las malas las tomo como una energía a mi favor; las intento usar como motivación. Tengo esa pequeña voz dentro de mí que me dice que uno puede salir adelante. También hay mucha gente que le está prestando atención a lo que escribo y trató de trasladar una enseñanza. O sino, simplemente escribo algo para divertirme, pasar el rato o despejarme. Hay muchas cosas que conviene tomar a la ligera, que no tiene sentido perder el tiempo ni darle pelota. Trato de ver las buenas noticias buenas y no tanto las malas. En Argentina tenemos más malas que buenas, así que intento dejar las malas de lado y ver el lado bueno del mundo.
–Te convertiste en un gran referente en el golf de la región. ¿Los jugadores latinos te piden consejos o recomendaciones?
–Siempre me consideré una persona abierta hacia los que vienen de abajo, o por ahí me pregunta mucha gente que yo he idolatrado de chico, acerca del swing y del juego. Y siempre respondo con sinceridad y honestidad. Pero yo juego al golf para mí, para nadie más. Se podría decir que también juego para mi familia.
–Recibiste muchas críticas por haberte ausentado para Tokio 2020, pese a que estabas clasificado. Ahora se te abre la chance para los Juegos Olímpicos de París 2024...
–Cuando jugás para Argentina estás representando a 40 millones de habitantes y cien mil golfistas, pero al fin y al cabo, el que va y juega soy yo. Desafortunadamente, para Tokio 2020 tuve que tomar una decisión muy personal. Podría dar cuatro o cinco motivos por los cuales no fui, pero quedan para mí. En definitiva, me pongo primero antes que a todos y París 2024 es un objetivo del que tengo muchísimas ganas de formar parte y sería un orgullo. Desde chico, siempre disfruté de los torneos amateurs en representación del país. Competir en los Juegos Olímpicos es una experiencia única; en Río 2016 pude terminar entre los primeros ocho. Esperemos en París poder figurar adentro de los primeros tres. Llevar una medalla a mi ciudad sería una de las cosas que nunca soñé y que ahora tengo la chance de concretar. Los objetivos para 2024 son los mismos de siempre, pero no me molestaría agregar una medalla olímpica a mi escritorio.
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