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British Open. ¿Putts de 50 metros? La táctica de los jugadores para contrarrestar los greens dobles en la mítica cancha de St. Andrews
El comienzo del Abierto Británico permitió conocer la estrategia de los jugadores ante uno de los grandes enemigos que enfrentan en la cancha escocesa
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ST. ANDREWS, Escocia.- El viento puede pasar de ser insignificante a mediano y a poderoso en el Old Course. Es muy posible que llueva, o que parezca que va a llover, y nadie sabe durante cuánto tiempo. La gente se viste con capas -después de todo, esto es Escocia en julio- y se pasa el protector solar.
Pero a pesar de todos los trucos que requiere un Open Británico en St. Andrews, siempre se vislumbra una constante, peligrosa como un búnker: algunos de los greens más grandes que se pueden encontrar en cualquier parte del mundo, a menudo porque se comparten con otro hoyo.
“Nunca te acostumbras a ello”, dijo el sudafricano Ernie Els, que está jugando su sexto Open en el Old Course, que tiene siete greens dobles. Precisamente este jueves, día de comienzo del British Open, Els, cuatro veces campeón de un Major, se situó en un green y se enfrentó a un putt de unos 150 pies, es decir, unos 46 metros. “Estaba en un lado y la bandera estaba en el otro”, dijo.
La característica de estos greens es una firma del encanto agreste y mendaz de St. Andrews, el tipo de lugar en el que un jugador a veces sólo puede ver el cielo desde un búnker. Los greens dobles -e incluso los enormes que, de alguna manera, sólo sirven para un hoyo- hacen que, de forma rutinaria, el hecho de llegar al green suponga la mitad de la batalla por lograr el par de la cancha. Y según ha señalado la BBC, pueden exigir más de 11 kilómetros de caminata.
Al célebre sudafricano Gary Player, ganador de tres Abiertos Británicos, pero nunca de uno en St. Andrews, le gusta contar una historia sobre cómo, con su pelota a unos 80 metros de una bandera del Old Course, un día le pidió a un caddie una línea. Recibió una respuesta pícara: “No puedo darle una línea, pero puedo darle un yardaje”.
“Es muy difícil jugar en greens de ese tamaño”, dijo Player en una entrevista en mayo. “Elimina mucho el chipping. Así que tienes muchos putts largos, y cuando hay viento, tener putts largos hace muy, muy difícil dejar cerca la pelota”.
El estadounidense John Daly, el hombre de la vestimenta estrafalaria y ahora de la barba profusa, ganador del Open de 1995 en St. Andrews y que jugó en el campo este jueves, dijo que los greens del día habrían sido desalentadores sin importar el clima. “Nunca he tenido más putts de 70, 80 y 90 pies en mi vida (entre 21 y 28 metros. En mi vida vi algo así”, dijo Daly. “Pusieron las banderas en buenos lugares. Eran banderas de domingo. Eran brutales. Es difícil acercar la pelota al hoyo con viento o sin viento”.
Parte de la estrategia de Daly en 1995 se basaba, como muchos esquemas de St. Andrews, en el “lag putt”, en el que un jugador considera no sólo un primer golpe a la bandera, sino también un segundo. El enfoque tiene sus detractores desdeñosos. Pero también tiene un largo historial de victorias.
“Vas a tener algunos putts realmente largos aquí, no importa cómo golpees, y sólo tienes que embocar en dos”, dijo Tiger Woods, un especialista en esta forma de arte, en 2010. “Muchas veces puedes hacer tres putts, puedes ir por aquí, por allá, y sumar un número alto porque estás muy lejos del hoyo. Y si sopla el viento, pegar un wedge de 30, 40, 50 pies (9 a 15 metros) sucede mucho”.
Pero Woods ya era un veterano del Old Course, y muchos jugadores de élite tienen poca experiencia con los dobles greens, que son más comunes en Japón que en Norteamérica y Europa. Eso no impidió que Takumi Kanaya, uno de los jugadores más destacados de Japón, dijera el jueves que los greens de St. Andrews le habían dejado deslumbrado. Cuando se le preguntó cómo intentaba jugarlos, se rió.
Dylan Frittelli, que participa en su quinto Open pero su primero en St. Andrews, señaló el reto que supone simplemente dirigir el tráfico en un green muy concurrido, por jugadores de dos grupos diferentes. “Es una especie de distracción cuando estás tratando de pegar un putt y estás saludando: ‘¿Tú? ¿Yo? ¿Sí? ¿No?”, dijo. Pero se alegró de haber evitado las trampas, con sólo un puñado de intentos de putt más allá de los 80 pies (24 metros).
Un gran putt de Ernie Els para birdie
2002🏆
— The Open (@TheOpen) July 14, 2022
2012🏆
2022⌛️?#The150thOpen pic.twitter.com/HJ3ViiuFev
“Puede ser bastante desagradable si tienes putts de 150 o 200 pies (45 o 60 metros)”, dijo Frittelli, que agregó que no recordaba haberse enfrentado nunca a un putt competitivo de más de 120 pies (36 metros). “Tengo un pequeño sistema que no voy a decir exactamente cuál es en caso de que otros chicos lo consigan, pero se trata de ir a ritmo, sólo tratar de sentirlo, verlo y tratar de llevarlo al hoyo”.
Danny Willett, que empató en sexta posición en el Open de 2015, el anterior que se disputó en St. Andrews, fue un poco más comunicativo. Con pocas excepciones, dijo, veía que cada enorme green tenía dos o tres secciones claramente definidas. “Hay que seccionarlos imaginariamente y golpear así, en secciones”, dijo. “De lo contrario, se pueden ver algunos golpes de 40 o 50 pies (12 o 15 metros). Así que son greens grandes, pero si obviamente vas a intentar hacerlo bien y jugar correctamente, tienes que limitar tu enfoque e intentar elegir en qué sección estás intentando golpear”.
De hecho, hay triunfos, incluso cuando los golfistas tienen dificultades en otras partes del campo. Ian Poulter, el inglés que se ha unido a la serie LIV Golf, respaldada por Arabia Saudita, comenzó su Open con abucheos que insistió en que no escuchó antes de que diera su golpe de salida.
Los greens de St. Andrews
Cameron Young took the fight to the Old Course this morning and carded a superb 6️⃣4️⃣
— The Open (@TheOpen) July 14, 2022
Watch highlights of his First Round at #The150thOpen 👇 pic.twitter.com/TCmJbd2G9o
Llegó más tarde al Nº 9, donde el green es simplemente una monstruosidad pensada para un hoyo, con uno bajo par. Su golpe de salida puso la bandera al alcance de la mano, y entonces recurrió, según su propia descripción, a una estrategia extraña para un intento de putt que, según los oficiales del Open, fue de al menos 160 pies (48 metros). “Le pegué dos medidas hacia la derecha”, dijo. Funcionó, bien para el eagle.
“Mira, cualquier cosa dentro de 6 pies (2 metros) desde 150 pies (45 metros) es un putt infernal en St. Andrews”, dijo Poulter, que señaló un 69, tres bajo par.
The New York Times
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