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Germán Chiaraviglio, un guerrero que jamás se rindió: todo por lo que pasó para llegar a una final olímpica
El atleta santafecino superó lesiones y barreras mentales para conseguir su sueño; la cronología de su lucha desde 2006 hasta los Juegos de Río
"Un guerrero hace lo que ama", le dice el personaje de Nick Nolte a un gimnasta que se quedará afuera de los Juegos Olímpicos en la película "El guerrero pacífico". De alguna manera, esa fue la filosfía de Germán Chiaraviglio : jamás dejó de saltar, que es lo que ama. En 2006, se consagró campeón en el Mundial Junior de Pekín, con una marca de 5,71 metros. Apenas tenía 19 años. Pasaron nueve años para que consiguiera superar su marca. Fue el año pasado, en los Juegos Panamericanos de Toronto, con un registro de 5, 75 metros. Luego, llegaría a la final del Mundial de atletismo de Pekín, y en Río de Janeiro, a la final olímpica. Pero entre aquel salto de 5, 71 y el de 5, 75, Chiaraviglio no hizo más que luchar contra la adversidad.
En la Argentina, un país sin tradición de atletas, en donde lo que manda es el fútbol, muchos cargaron sobre las espaldas del santafecino una ilusión que no se corresponde con los hábitos e intereses criollos. Pedirle a Chiaraviglio que sea nuestro Serguei Bubka fue desproporcionado e injusto. En Pekín 2008, con tres intentos fallidos, se despidió rápido de los Juegos. Después, sobrevino otra pesadilla. Por una lesión, sufrió nueve perforaciones en su tobillo izquierdo para que renaciera un hueso que estaba sin vida. Eso le generó una fractura por stress. Esa recuperación le llevó un año y ocho meses sin competir hasta que volvió en marzo de 2011. Primero, fue campeón nacional en el Cenard. Luego, fue segundo en el Sudamericano de Buenos Aires. Y en septiembre, en los Juegos Panamericanos de Guadalajara saltó 5, 50 metros. Es cierto, aún estaba lejos de su mejor marca, pero para él, el resultado fue extraordinario.
Físicamente, ya estaba recuperado, aunque a veces todavía le dolía el pie. Ahora, enfrentaba otro difícil round: combatir contra su mente para volver a creer en que él podía saltar más alto. “Muchos años de no saltar alto te bajonean bastante. Porque saltar 20 centímetros menos, 30 centímetros menos de lo que salté cuando tenía 19 años…Y me decía: ‘la pucha, ¿hasta cuándo? ¿Será que no me da más, o seguiré compitiendo?, ¿Volveré a este nivel?’”, le dijo Chiaraviglio a la LA NACION tras su medalla de plata de Toronto.
Algunos dejaron de creer en él, y le quitaron el apoyo. Pero el no se rindió. "Tiene una fortaleza extraordinaria. Otro persona hubiese dejado", confió alguna vez a este medio su madre, Mirian Ermácora. 2012 y 2013 no fueron años sencillos para Chiaraviglio. "Germi es pensante", apreció Mirian en esa misma charla. Entonces, el santafecino decidió "abrazarse a aquellos cosas" que le hacían bien y le daban confianza. Como por ejemplo, un ejercicio de fuerza de piernas, que no es específicamente de salto de garrocha, y otros de velocidad. Así, en 2014 ya tuvo "mejores sensaciones". En 2015 fue medalla de plata en los Panamericanos y después llegó a la final del Mundial de Pekín.
Criado en una familia de atletas, Chiaraviglio se nutrió de los conocimientos del salto en garrocha desde niño. A los 9 años ya saltaba. El cuarto que compartió con su hermano Guillermo, aún está repleto de posters con atletas y trofeos de todo tipo. Su hermana Valeria, también saltadora de garrocha, lo aconseja y a veces lo acompaña en los entrenamientos. En este derrotero plagado de obstáculos, su psicólogo Marcelo Márquez y su entrenador Roque Ríos también ocuparon un espacio importante.
Antes de la final de los Juegos Olímpicos de Río, Chiaraviglio dijo que saldría con "el cuchillo entre los dientes" a pelearla. Y lo hizo. A pesar de la lluvia, y de una final accidentada, en el que lo tuvo como protagonista porque se le cruzó un juez antes del salto y porque no funcionó el mecanismo mecánico del parante, el santafecino le peleó hasta el final. Después de saltar 5, 50 metros en tres intentos, no pudo superar los 5, 65 en tres y finalizó 11°.
¿Y por qué no abandonó cuando todo parecía negro? Lo responde él mismo: "Soy un apasionado de lo que hago. Soy bastante cabeza dura. Yo creo que hubiera sido mucho más duro decirle a mis nietos ´lo podría haber intentado´". Dixit Germán Chiaraviglio , el guerrero que elevó sus sueños a alturas inimaginables cuando el porvenir se presentaba oscuro.
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