Gata Kamsky encontró su lugar en el mundo
Ahora, el norteamericano de origen tártaro Gata Kamsky, de 33 años, disfruta con lo que hace. Su nombre volvió a ocupar un lugar de privilegio en el mundo del ajedrez.
A dos años de su regreso, después de casi una década de ausencias forzadas en los certámenes de elite, ayer, en la ciudad de Khanty Mansiysk, un punto en la inmensa geografía de Siberia, se adjudicó la Copa del Mundo de Ajedrez, tras batir en la final al español Alexei Shirov por 2,5 a 1,5, luego de hacer tablas en la última partida.
Con este éxito, Kamsky se clasificó para disputar el año próximo un match a doce juegos frente al búlgaro Veselin Topalov, para determinar a un nuevo desafiador al título mundial de la FIDE; el ganador se enfrentará con el vencedor del otro duelo que protagonizarán el gran maestro indio Viswanathan Anand y su par ruso Vladimir Kramnik. Así el nombre de Gata Kamsky vuelve a brillar junto a las mejores estrellas del reino del ajedrez; como si se tratara de un volver a vivir.
"Vuelvo porque en verdad amo este juego, y esto, jugar al ajedrez, es lo que más me gusta hacer", le dijo Gata Kamsky a LA NACION, en agosto de 2005 cuando visitó la Argentina para participar del Campeonato Continental de las Américas. Tenía entonces 31 años, un título universitario de abogado y había conformado una familia. Con su decisión de volver a los trebejos había sepultado un pasado de dolor y mucha bronca.
En 1996, tras ser subcampeón mundial -perdió la final ante el ruso Anatoly Karpov y percibió 500.000 dólares-, su papá, Rustam, un hosco ex boxeador, confundió hazaña con fracaso y lo obligó al retiro. " No sirves para esto, mejor búscate otra carrera ", le dijo sin culpa ni remordimiento, sentimientos ajenos a ese pétreo corazón.
Gata, con 22 años y razones parecidas al miedo, no cuestionó el mandato familiar y archivó el ajedrez en un rincón del corazón.
Los años de estudios universitarios despertaron romances con dulces inquietudes y amargos desencantos; dieron paso al casamiento y más tarde a la emancipación de su progenitor.
Dos años después, en Siberia, Kamsky se impuso de manera brillante en una competencia que por eliminación directa reunió a 128 maestros. Pasó las siete ruedas sin ceder ninguna partida. En las semifinales venció al prodigio noruego Magnus Carlsen y en la final al español Alexei Shirov.
Kamsky y un regreso con gloria; su vida de novela aguarda nuevos capítulos.
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