¿Y si no soy futbolista? Crystal Palace, el club inglés que lanzará un proyecto para ayudar a que los jóvenes le ganen al trauma del rechazo

¿Cuál es el hilo que une a Simone Biles, Michel Phelps, Naomi Osaka, Andrés Iniesta, Serena Williams y el club Crystal Palace, hoy integrante de esa élite llamada Premier League? Esos nombres emblemáticos han logrado, gracias a sus testimonios, que la salud mental se haya vuelto un tema central en la agenda del deporte mundial. Lejos de esos focos que atraen los grandes deportistas, la institución afincada en el sur de Londres desarrolla un camino que puede marcar un hito: que el fútbol se ocupe de los que quedan afuera.

La importancia de los psicólogos y el acompañamiento diario resultan una parte más del entrenamiento para que los deportistas puedan afrontar las exigencias de su trabajo y también de su vida personal. En diciembre del 2021, el club que en la temporada 2012/2013 volvió a formar parte de la Premier League decidió crear un novedoso proyecto llamado “Aftercare programme” (programa de atención para “el día después”), destinado aquellos jugadores juveniles que quedan libres en la fase de desarrollo profesional (de entre 18 y 23 años), que se lanzará en los próximos meses.

El programa, que tiene tres años de duración, será el primero en lanzarse en Reino Unido en los próximos meses y tiene como objetivo ayudar a los jugadores a superar con programas especializados el trauma del rechazo. El objetivo es ayudarlos a encontrar un nuevo club, un programa educativo o un trabajo. El presidente del Palace, Steve Parish dijo al respecto: “La función principal de la Academia es, por supuesto, producir futbolistas para el primer equipo del club, pero también tenemos el deber y la obligación moral de nutrir y guiar a los mas de 200 jugadores que tenemos a nuestro cargo”

Cuando queda libre, puede que para ese joven sea el fin del mundo. Allí, el rol del club adquiere otro significado: guiarlos en la próxima etapa de su viaje. “Cualquiera sea el camino, queremos ofrecerles nuestro apoyo para que puedan alcanzar el éxito. Aunque no sea aquí, queremos ayudarlos a dar el paso a otra área del fútbol, pero esencialmente entendiendo que todavía tienen más opciones y una vida para vivir. Una puerta puede cerrarse, pero otra nueva se abrirá”, reflexiona Parish en la web oficial del club. Otros clubes ingleses como Liverpool o Southampton también ofrecen programas de apoyo al jugador, pero el proyecto del Palace es el único que se compromete a largo plazo.

Casas bajas, ambiciones altas

El Crystal Palace es un club Inglés que fue fundado en 1861 por guardianes del Palacio de Cristal –una edificación de hierro fundido y cristales construida en el Hyde Park en Londres– pero recién en 1905 logró profesionalizarse. Cuenta con un estadio muy tradicional llamado Selhurst Park ubicado en el barrio de Croydon, al sur de Londres, una zona de clase media trabajadora muy pintoresca. Sus casas bajas, una pegada al lado de otra, convierten en un complejo laberinto para los choferes de los equipos visitantes, ya que es muy difícil acceder al estadio.

En 2010 cuatro hinchas (Steve Parish, Martin Long, Jeremy Hopkins y Steve Browett) decidieron poner dinero de su bolsillo para sacar al club de la crisis que venía atravesando. Lograron organizar las finanzas, el plantel, el funcionamiento del club y todo comenzó a mejorar. La final que el Palace jugó en Wembley ante el Watford por el ascenso a la Premier League en 2013 fue considerada el partido más caro del mundo, ya que el ganador se llevaba 300 millones de libras esterlinas: el triunfo le dio al club la inyección económica definitiva para ampliar horizontes.

Con el paso del tiempo, el club logró hacerse de un amplio terreno donde se construyó el predio destinado a las inferiores, justo enfrente de donde se entrena la primera división. “Al no estar dentro del top 5 de los grandes clubes Ingleses, el Palace le presta mucha atención e importancia a las divisiones inferiores, porque de allí salen las jóvenes promesas que le permiten al club que sigan ingresando grandes sumas de dinero gracias a sus ventas. El marfileño Wilfried Zaha, ahora de regreso en el club tras haber sido vendido al Manchester United, y el inglés Aaron Wan-Bisakka (hoy en el United) son un claro ejemplo de esto”, le cuenta a LA NACION el argentino Julián Speroni, un ídolo del club, el arquero que más partidos jugó con la camiseta del Palace: sumó 405 entre 2004 y 2019 (278 en Championship y 93 en Premier League).

Una academia en todo sentido

La “Academia” es lo que en Argentina se denominan divisiones inferiores: reciben chicos desde los 9 años. El complejo del Palace posee piscina, salas de rehabilitación, aulas con apoyo escolar, zonas de análisis, espacios abiertos para comer, clínica de readaptación, gimnasio, un polideportivo y varios campos de fútbol. Además cuenta con el “Hybrid Education Programm” (Programa de educación híbrida), donde se ayuda al chico de entre 12 a 18 años a lograr un buen rendimiento escolar. “Mi hijo Thiago (13), forma parte de las inferiores del club. Y una de las cosas que más destaco es que el Palace está en continuo contacto con la escuela y con los padres para conocer cómo se comporta el chico, cómo es su rendimiento y sobre todo para saber si tiene dificultad en alguna materia en particular”, amplía Speroni. Y agrega: “En caso de que esto ocurra, se le destina una profesora particular que lo ayuda a mejorar”. Nada es obligatorio: recibir ese tipo de ayuda es una decisión que toma cada familia.

El objetivo del Crystal Palace es que el chico logre desarrollarse lo mejor posible ya que se estima que sólo el 1% llega a primera: que la vida no convierta en el fútbol o nada. De hecho, a los 15 años, aquel que forma parte de la Academia tiene la posibilidad de comenzar a hacer el curso de entrenador.

Las estadísticas dicen que en el futbol argentino, de cada cien chicos que se desempeñan en las divisiones inferiores de los clubes AFA, solo entre uno y tres logran ser profesionales. El resto de los jóvenes tienen que buscar otras actividades para poder subsistir. “El concepto ideal es que ya en juveniles el jugador comience a prepararse para tener otro oficio además del fútbol. Es tan bajo el porcentaje de los que llegan que hay que ayudarlos a que sean adultos responsables. Tienen que definir si le gusta un idioma para después ser traductor, si le gusta ser mecánico o electricista. Esto ayuda a que todos tengan una salida laboral y puedan sentirte importantes, útiles y a gusto”, apunta Marcelo Roffé, psicólogo deportivo de amplia trayectoria.

“Cuando era joven tuve muchos compañeros que nunca llegaron a primera y de pronto se encontraron sin herramientas y sin saber qué hacer con su vida. Por eso este proyecto me parece sumamente importante, porque los chicos saben que el club los va a respaldar y no les va a soltar la mano”, concluye Speroni.

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