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Walter Kannemann, el argentino de Gremio: “Sand se juega la vida en cada pelota”
Campeón de la Libertadores con San Lorenzo en 2014, el zaguero del equipo brasileño palpita la gran final de la Copa y afirma: "No somos más favoritos que Lanús"
PORTO ALEGRE.- Desde su fundación, en 1903, Gremio fue identificado como “el club de los alemanes del Sur”, en virtud de la gran colonia de ese país que se radicó en el estado de Río Grande Do Sul. Su primer presidente fue Carlos Bohrer, y cuando obtuvo las dos copas Libertadores, en 1983 y 1995, el cargo lo ocupaba el doctor Fabio Koff. Sin descuidar esas señas de identidad que remiten a la contracción al trabajo y la esquematización germánica, también es el club del que surgieron Ronaldinho y Renato Gaúcho (ex delantero y actual DT), dos espíritus libres, símbolos inequívocos del “jogo bonito” que es patrimonio del Brasil más al norte y costero.
Veintidós años después, a las puertas de las finales que le pueden dar la tercera Libertadores, Gremio mantiene esa conexión alemana con un argentino: el zaguero Walter Kannemann . “Mi apellido es de ascendencia alemana. Nací en Concepción del Uruguay, pero me crié en La Matanza. Futbolísticamente soy un producto del barrio, de haber jugado con amigos y también del baby-fútbol”, expresó en diálogo con LA NACIÓN el defensor de 26 años, formado en San Lorenzo y con un paso por Atlas de México antes de incorporarse en julio de 2016 a Gremio.
En Porto Alegre, Kannemann está acompañado por quien es su novia desde hace tres años. “Acá mi vida es muy parecida a la de Argentina. Se consigue yerba de nuestro país, se toma mate y come asado. Son gaúchos, la paso bien”, dijo el defensor, con pinta de gladiador por su entrega física y fuerte temperamento, lo cual no le impide controlarse: sólo una vez fue expulsado en 74 partidos con la camiseta del tricolor, además de 23 amonestaciones. Viene de marcar el gol del triunfo ante San Pablo en el Brasileirao que ya fue campeón Corinthians, con Gremio en el segundo lugar a falta de tres fechas.
–¿Con qué expectativas esperan la final ante Lanús?
-Con mucha euforia. Acá a la gente le gusta mucho la Copa Libertadores. El clásico rival (por Inter) tiene dos copas, igual que Gremio, y ahora tenemos la posibilidad de pasarlo.
-Claro, los títulos de Gremio son de 1983 y 1995. Y los de Inter más recientes, en 2006 y 2010. ¿Eso les genera más presión?
-El año pasado ganamos la Copa Brasil, hacía 15 años que Gremio no ganaba un título. Entonces la gente está ilusionada. Inter acaba de ascender a primera, tiene un equipo fuerte, puede pelear el campeonato el año que viene. Es todo muy parejo.
-¿Se sienten favoritos ante Lanús?
-No, para nada, para nada. Sabemos que Lanús es un muy buen equipo. Conozco a la mayoría de los jugadores de haberlos enfrentado. Hoy ya nadie gana con la camiseta, si bien Gremio tiene más historia que Lanús en la copa.
-¿Preferías a Lanús antes que a River?
-No, no lo pensé. Aunque no lo haya parecido, nosotros tuvimos una semifinal muy difícil (ante Barcelona de Guayaquil) y no nos fijamos en quién nos podía tocar.
-¿Qué fue lo mejor que mostró Gremio en la copa?
-Equilibrio, saber cuándo atacar y cuándo defender. No hay problemas en si todo el mundo tiene que correr y meter.
-¿Se proponen sacar alguna ventaja de local?
-Es un partido de 180 minutos. Pase lo que pase en Porto Alegre, no se define nada. Cualquier resultado positivo que podamos sacar, Lanús está en condiciones de revertirlo de local. Más viendo lo que pasó con River. Puede pasar cualquier cosa, esto es fútbol.
-¿Qué análisis hacés de Lanús?
-Es un equipo trabajado, con buen control de la pelota. Tiene jugadores muy inteligentes y experimentados. Sabe a lo que juega. No llegaron a la final por la suerte.
-¿Lo marcaste alguna vez a Sand?
-No, nunca tuve la oportunidad de jugar en contra de él. Lo veo muy fuerte e inteligente. Su voluntad y condiciones técnicas la tienen pocos delanteros. No da una perdida. Se juega la vida en cada pelota, no lo hace cualquiera en su posición.
-¿Cómo fue tu adaptación al fútbol brasileño?
-Buena, llegué a un plantel muy capacitado, de buenas personas. Es un fútbol muy físico, se juega fuerte, a mil por hora, son muchos partidos. Hay que estar bien preparado. Gracias a Dios, el club y mis compañeros hicieron todo para que pueda desempeñarme tranquilamente y también disfrutar del fútbol.
-El fútbol gaúcho tiene una tradición de ser más aguerrido que el carioca o el del norte de Brasil. ¿Encaja más con tu estilo?
-Sí, se puede decir que sí. Acá, en el Sur, el fútbol es más parecido a Uruguay y la Argentina. Aparte de intentar jugar bien se valora mucho la voluntad y la agresividad.
-Se viralizó un video tuyo antes de la semifinal contra Barcelona en el hacés movimientos como de un boxeador, muy tenso. También se recuerda la previa del partido con Vélez, cuando fueron campeones con Pizzi, en el que antes de salir a la cancha le pegás un golpe a una puerta y te tienen que vendar. ¿De dónde viene tanta intensidad?
-Cada jugador tiene sus maneras de reaccionar en momentos de tensión y presión. Algunos se mojan la cara, otros se pegan en el pecho, otros saltan. A mí me sirve para liberar tensiones y despejar la cabeza en esos momentos. Me dicen que soy como un guerrero, uno trata de estar lo mejor posible.
-¿Cómo es Renato Gaúcho como técnico, qué te pide?
-Lo que más nos pide a los defensores es seguridad y tranquilidad. La primera misión del zaguero central es defender. Y una vez recuperada la pelota, tratar de dársela lo más limpia posible a los volantes.
-¿Cuáles son las individualidades más destacadas?
-Yo te nombraría al equipo. De la formación que salió campeona el año pasado de la Copa Brasil, cinco o seis jugadores ya se fueron. Hubo muchos cambios. Hubo muchos lesionados, entre ellos Douglas y Maicon, que son muy importantes. Acá se juega mucho, llevamos más de 70 partidos en el año. Yo ya sumo 54 partidos, nunca jugué tanto en un año. Sumale los viajes. Es mucho.
-En San Lorenzo hiciste un gol clave para que se salvara del descenso y después fuiste campeón de la Copa Libertadores ¿Qué recuerdo tenés de todo aquello?
-Hoy lo pienso y es increíble cómo en dos años pasamos de jugar una Promoción a estar en el Mundial de Clubes. Tuvimos un plantel muy bueno, unido, tirando todos para el mismo lado. Esa fue la clave.
-¿Te fuiste en el momento justo de San Lorenzo, era una oportunidad que debías aprovechar?
-Sí, porque a veces al jugador de las inferiores no es debidamente reconocido por los dirigentes. Llega un momento en el que uno siente que cumplió e hizo todo y debe pensar en su futuro.
-¿Qué director técnico te marcó en tu formación?
-Hay varios que me ayudaron. Fernando Berón, Juan Barbas, Alfredo Grelak. El “Gallego” Esteban González fue muy importante; lo tuve en cuarta división, en uno de mis momentos más difíciles. Me habían bajado de la primera a la reserva, de la reserva a ser suplente en la cuarta. La verdad que me quería ir de San Lorenzo, a otro lugar donde me tuvieran en cuenta. El “Gallego” me bancó mucho. Después, Caruso Lombardi me volvió a dar una oportunidad en la primera.
-Jugaste la final del Mundial de Clubes contra Cristiano, de quien dijiste que no le ibas a pedir la camiseta ni un autógrafo, sino que lo ibas a marcar duro. ¿Vas por la revancha ahora?
-Ojalá tenga la suerte, pero una final de Libertadores es muy difícil. La ilusión está.
-¿Qué te dejó tu paso por el fútbol mexicano?
-Me hizo madurar mucho de la cabeza, ver otras cosas, conocer gente muy buena fuera del ámbito futbolístico. Aprendí a jugar en un fútbol en el que se permitía muy poco roce y disputa de la pelota. Aprendí a saber cuándo hay que ir y cuándo no. Me costó porque fue otra cosa, un fútbol muy diferente.
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