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Video análisis del campeón: una selección argentina contracultural que se ganó el afecto de la gente
Con Di María como punta de lanza en la final ante Brasil y más “ataques directos” que gambetas y firuletes a lo largo de la Copa América, el equipo de Scaloni tuvo una búsqueda repetida para la conquista del título
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No fue la Argentina de la posesión. Todo lo contrario: cuanto más rápido lanzaban los avances, más chances tenía el equipo argentino de hacer el gol. Fue raro igual, porque un equipo que formaba habitualmente con muchos N° 10 de alma o mediocampistas ofensivos debería tener una tenencia del balón superior al 65%. Sin embargo, esta selección de Scaloni fue contracultural. Salió campeón con ataques directos, sin tantos firuletes o gambetas (que los hubo) con más pases y remates, pero igual se ganó el afecto de la gente.
Si se arranca por el epílogo, el esquema de la final ante Brasil fue el mismo que durante toda la Copa América: 4-4-2, aunque la diferencia fue que arrancó desde el minuto cero Angel Di María (como volante por la derecha) y Lo Celso (por la izquierda); en el centro, Paredes y De Paul; como uno de los delanteros, Messi. Sin contar al autor del gol del título, cuatro enganches que a lo largo de sus carreras fueron reconvertidos en distintos roles. Pero este equipo se hizo más fuerte jugando con el corazón en la mano y transformando la virtud colectiva por encima de cualquier individualidad, por máxima que sea, que haciéndose fuerte desde la posesión.
Di María fue el mejor exponente para los “ataques directos” del campeón. Así se vio en el gol a Brasil, con esa corrida y definición de emboquillada tras un gran pase largo de De Paul, en una búsqueda que no fue casualidad, sino algo trabajado y pensado desde las fortalezas propias y determinadas lecturas de cómo podían complicar al equipo de Tite. Incluso el propio Di María reconoció tras el partido que le pidió esos lanzamientos a De Paul porque sabían que el lateral izquierdo podría tener inconvenientes para esa cobertura.
El gol de Di María fue a los 21 minutos de la primera etapa, pero en ese tiempo inicial también hubo búsquedas similares. La postura de los perfiles invertidos, en este caso que un zurdo como Di María arranque como mediocampista externo por la derecha, acorta los caminos al gol. Porque cada pase que lo sintonice para que él “ataque el espacio” lo iba a encontrar recibiendo el balón de cara al arquero rival, ganando segundos para definir con libertades, como en la acción del 1-0.
En el video se puede ver, además, que esa búsqueda la selección la repitió a los 6 minutos y a los 36, antes y después del 1-0. En la primera, el ataque directo lo generó Lautaro Martínez, con un lanzamiento largo apuntado para Di María entre Thiago Silva y Lodi; cortó justo el zaguero central, pero fue un aviso. En la segunda, el intento llegó desde un lanzamiento largo de Paredes: tras un tiro libre en campo argentino por una falta a Lautaro Martínez, el ex Boca lo buscó largo de nuevo para que Di María encare en su duelo con el lateral Lodi. Fue la acción en donde pisó mal y se lesionó el tobillo.
Durante el mismo partido, de nuevo lo más claro se generó así: la Argentina pudo hacer el 2-0 en tres toques, en la jugada que armaron con un ataque directo entre Messi y De Paul (a dos minutos del final del segundo tiempo); pero el 10 no llegó firme a la definición y el arquero Ederson le ganó la posición.
Si la forma de atacar de la selección no fue aislada en la final ante Brasil, tampoco en el resto de la Copa América. En el camino recorrido, de los 12 goles varios fueron con “ataques directos”, gestados a partir de un contragolpe o con acciones respaldadas, pero casi siempre buscadas a máxima aceleración, reuniendo en las mismas acciones lo más difícil de conjugar en el fútbol: velocidad y precisión. Así fue el gol de De Paul a Ecuador tras pase de Messi (1-0); el 2-0 de Lautaro Martínez a Ecuador tras una asistencia del 10; la anotación de Messi a Bolivia luego de un pase de Agüero (3-0) y el gol de Papu Gómez a Paraguay tras un pase filtrado de Di María.
Para el recuerdo, aquel “gol retro” de Angel Di María a Nigeria que también valió un título: fue por los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Un contraataque para el equipo de Sergio Checho Batista en el cual Messi lo asistió, el zurdo recorrió varios metros y definió de emboquillada. Fue para otro 1-0 y para otra vuelta olímpica. Para confirmar que las casualidades no existen.
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