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Valentín Barco: ¿El primer superclásico y el último? Por qué pudo haber sido su partido final en Boca
Desde este lunes se sumará a los entrenamientos con el seleccionado Sub 20, que jugará el Mundial de la categoría en nuestro país; su contrato vence a fines de 2024, pero lo siguen desde Europa
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Alguna vez, allá por 2021, cuando ya mucho se hablaba de él y sus habilidades como lateral izquierdo, Valentín Barco pisaba el River Camp para jugar con Boca el superclásico de reserva, en una de sus tantas experiencias a lo largo de su vida en el club. Fue noticia, pero no sólo por el “simple” hecho de hacer un golazo en el que gambeteó detrás de la mitad de la cancha, la pisó dos veces para dejar a otro rival en el camino, abrir el juego con un “no look pass” y abrir el pie dentro del área para colocar un fuerte remate al segundo poste. Fue también por lo posterior: tras la alocada corrida, sus pies apoyaron el césped tras un saltito que culminó con sus manos detrás de sus orejas. Sí, el “Topo Gigio” de Juan Román Riquelme reversionado por un nene de 16 años. Ahora, con dos velitas más sopladas, tuvo su primer enfrentamiento con River en la primera. Ya siendo el súper conocido Barco por el que Jorge Almirón apostó sin que el pulso le temblara, aunque se fue masticando bronca por la derrota por 1-0.
Saltó al campo entusiasmado, con ganas de ya pisar el mismo verde del Monumental pero con el pitazo inicial ya dado por parte de Darío Herrera. Sus pruebas de sprint durante el calentamiento, casi siempre por delante del resto, eran pequeñas muestras de su ansiedad. Aunque también se tomó un tiempo muy acotado para la reflexión personal: mientras el resto se tomaba unos segundos para recuperar el aire, él miraba fijo hacia a la pelota y le daba toques cortos alejado de cualquier protagonista. El hincha de River tenía claro que debía apuntar ahí en su hostilidad, sin hacer nada diferente a los otros jugadores xeneizes: cuando la voz del estadio lo nombró (justo hizo una pausa previa), el estadio entero se llenó de silbatina, aunque una menor a la que recibió Sebastián Villa por sus cuestiones judiciales.
Por eso fue, quizás, el movimiento de sus manos cacheteándose sus piernas cuando ya el primer tiempo estaba avanzado: Boca jugó poco y nada por su sector, por lo que corrió mucho más para marcar que para escalar con el balón. Es cierto también que en los diez minutos iniciales no la pasó bien, porque -contrariamente- uno de los lugares por el que más intentó lastimar el conjunto de Martín Demichelis fue su espalda y el trecho entre su posición y la del stopper Nicolás Valentini.
Milton Casco, Nicolás De La Cruz y, a veces, Ignacio Fernández se juntaban para triangular velozmente por esa punta. Entonces, las veces que por fin pudo tomar contacto con la pelota e intentó salir ante algún rebote o despeje, aquel trío lo deglutió en el rápido retroceso. Falto de confianza en el juego y tan frío por su poca actividad, no aprovechó la única ocasión que tuvo para avanzar con espacios cerca de la mitad de la cancha y prefirió hacer un cambio de frente que terminó tan desviado que Luis Advíncula debió retroceder para llegar a ella sin que saliera del campo: “¡Burro!”, se replicaron los gritos en las tribunas.
Burlas que continuaron en el segundo tiempo con imprecisiones que se repitieron en Barco. No se trató de una jornada inolvidable para la joven promesa. Incluso, lo sufrió. Paradójicamente, River no pudo aprovechar las facilidades que hubo a la espalda del “Colo”, que en reiteradas veces debía agachar la cabeza mientras tomaba impulso para intentar acercarse a ese hueco a donde iba la pelota.
Lo mejor del superclásico
Almirón decidió que su partido finalizara a los 42 minutos del complemento, con el 0-0. En su lugar ingresó Agustín Sandez, que cuatro minutos después fue el protagonista de la polémica jugada en la que Herrera decidió pitar el penal que desató el gol de Miguel Borja para el triunfo millonario y, luego, el escándalo a golpes de puño y patadas por el festejo innecesario de Agustín Palavecino.
Es momento de parar para Barco, aunque también de seguir creciendo. El de anoche era su último partido antes de sumarse a la selección sub-20 que comanda Javier Mascherano y jugará el Mundial de la categoría en los próximos días. Encima, lo hará con la bronca de que se equipo cayó. Sí puede absorber la tranquilidad de saberse muy considerado por el entrenador, incluso, cuando le toque a Frank Fabra volver de la lesión.
Se irá al Sub 20 y se podría perder los próximos 7 partidos con la camiseta de Boca. Si hace un buen Mundial, podría ser vendido. Varios clubes de Europa lo siguen hace tiempo, y su cláusula de salida es de 10.000.000 de dólares, una cifra “alcanzable” por cualquier poderoso del Viejo Continente. Cuando renovó su vínculo hace poco hasta diciembre de 2024, el lateral le había pedido al Consejo de Fútbol mantener la cláusula de salida. El City Group es uno de los interesados, pero no el único.
Barco jugó su primer (¿y último?) superclásico, pero será uno que quedará en su retina apenas por el desmadre que causó la derrota sobre el final en el Monumental.
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