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Un proyecto social con el ADN de Estudiantes que se abrió a refugiados y tiene al fútbol como idioma
Un grupo de amigos que se juntaban a jugar en Tel Aviv transformaron la idea original en una filial del club platense, cuyo equipo incluye a exiliados de diversos países con un eje humanitario.
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La pasión y la idiosincrasia pincharrata que nace y se expande desde La Plata también se puede descubrir en la filial de Estudiantes denominada “Ruso Prátola”, a 12.000 km de distancia, en la ciudad Tel Aviv. Allí, al norte de Israel, sobre las costas que baña el mar Mediterráneo, un grupo de amigos sentó en junio de 2017 las bases a un proyecto social y deportivo que lleva el nombre de un fallecido emblema del club y hoy encierra mucho más que aquella hazaña de ser campeón de la Liga y de la Copa en la temporada de su surgimiento. Lo competitivo es la anécdota en medio de un sinfín de historias multiculturales.
El equipo que viste la camiseta albirroja a rayas verticales es el que logró dar vuelta el partido definitorio por la Copa de la Liga Regional IFLI que perdía por 2-0 y ganó por 4-2, luego de atravesar eliminatorias ante conjuntos más poderosos. Pero, sobre todo, es el grupo humano que trabaja con el objetivo central de construir una sociedad unida, fuerte, libre de estigmas y de odios, integrado por personas “de diversas nacionalidades, culturas, idiomas y religiones”, según retrata Eliel Nehmad, que preside a la réplica platense, fue parte clave del armado original y actualmente integra el cuerpo técnico. Aquella coronación ante el Raanana FC se recuerda con una sonrisa, pero el crecimiento despierta infinitamente más emociones.
“Nació como algo de amigos juntándose a jugar al fútbol, armando notas con los resúmenes de los partidos y gestando un evento solidario anual, pero todo se fue transformando. Un abogado, Luis Álvarez Gelves, parte de la comisión directiva de Estudiantes, conoció el proyecto, se interesó y tiempo después me contactó con Juan Sebastián Verón, el presidente del club, en un viaje mío a la Argentina. La Bruja se sorprendió, mostró entusiasmo, le gustó”, confiesa Eliel, un porteño de 37 años radicado en suelo israelí desde 2006, tras vivir un tiempo en México con su padre y hermanos. A Nehmad lo sonroja saberse presidente, se siente más cómodo como “uno de los fundadores” e infla el pecho cuando destaca los “dos factores influyentes de esto: somos fanáticos de los valores sociales de Estudiantes y tenemos ganas de crecer”. Lo particular es que la mayoría de los integrantes nunca estuvo ni cerca de Buenos Aires.
Inicialmente jugaban en una cancha de siete. Hoy son 25 en el plantel y participan de lo que sería una Liga Regional, con 30 participantes en dos divisiones. Eliel fue uno de los primeros arqueros, junto a Udy Grimberg, un israelí de padres argentinos y fanático de la cultura pincharrata que mutó al rol de entrenador en 2019. “Inicialmente hicimos un partido a beneficio con la filial del Tottenham, donde la entrada eran alimentos y donaciones para una ONG que cuida a niños refugiados de guerra y la repercusión fue tan importante que nos contactó una ONG contra la violencia. Dimos con un chico de 17 años, Muhammad Mo Daoud, quien fue el primer africano que incorporamos y todavía sigue con nosotros. Él vino desde Sudán, hace más de tres años que juega y fue el primero que llegó a los 100 partidos con el equipo”, ejemplifica sobre el mediocampista central.
Es un refugiado, como su compatriota Musa Abulgasim, quien atravesó Egipto durante 26 días ayudado por beduinos para cruzar la frontera. Era un 1º de enero y dos de sus amigos murieron en el intento. Luego, por seis meses fue retenido por el gobierno “en un lugar totalmente cerrado” y estuvo en un centro de detención por un año antes de recuperar la libertad. “Me acerqué a Estudiantes porque iba a ver los partidos con unos amigos cuando me mudé al sur de Tel Aviv y descubrí que integraban el equipo personas de varios países. Era una buena forma de conocer gente distinta y eso me llenó de energía y enseñanzas”, asegura Musa. A ellos se unieron exiliados de Nigeria o Costa de Marfil. Otros son inmigrantes argentinos, colombianos, alemanes, rusos y colombianos que desafiaron otro estilo de vida. También participan jóvenes israelíes que interpretan la importancia de la inclusión.
“Estamos comprometidos con valores como la familia, el trabajo, el esfuerzo, la diversidad, la integración... Eso lo llevamos como bandera. Los hinchas que hay en la filial nos ayudan a sostener al equipo y el padrinazgo de los chicos de la ONG. Por eso no cobramos ninguna participación. Lo hacemos por gusto, como plataforma de contención, a pulmón. Entre tanta diversidad, el fútbol termina siendo el lenguaje universal”, resalta Eliel. “Para muchos, que no conocen a nadie ni tienen familia, es la oportunidad de acercarse a otra gente, y para nosotros, de darles una mano desde la asesoría hasta ayudarlos a obtener un trabajo”, focaliza quien se desempeña en comercio exterior en una empresa y está feliz de tener como tarea extra la dirección del proyecto, respaldado por su familia.
“Esta idea le cambió la forma de pensar a algunos sobre los inmigrantes o refugiados, y hasta hemos tenido el caso de un sudanés que venía a vernos y nos pedía que le consigamos la camiseta de Estudiantes. Hay un periodista asiático, Ury Levi, que ama al fútbol argentino, se enamoró de nuestro equipo y nos ayuda a difundirlo por todo Israel”, detalla Nehmad. Son más ejemplos de lo que genera esta “máquina solidaria”, como le gusta llamar al emprendimiento que los reúne cada semana, con los entrenamientos, que muchos se ocupan de intercalar entre uno o dos trabajos, y los juegos del fin de semana. En medio de ello, los asados, juntarse en alguna casa a ver al Pincha, compartir los eventos religiosos, “ser una gran familia”, dice. La pandemia obligó a algunos ajustes.
Este sábado será la primera fecha del nuevo torneo, que sigue las reglas de la Asociación de Fútbol Israelí y desde hace dos años no permite que jugadores profesionales se sumen a los planteles, como hacían antes los que tenían pocos minutos en sus equipos de Primera División. “No sabemos aún si habrá público. Acá hubo un rebrote de Covid, estamos en la tercera etapa de vacunación y hay mucha incertidumbre”, contextualiza, y se pregunta también por la situación en su tierra. La causa humanitaria que impulsan tiene como principal sostén al ADN pincha.
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