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Un invento de copa dejó a Lanús feliz y triste a Racing
El trofeo Bicentenario, creado a instancias de los dos clubes y oficializado por la AFA, fue para el último campeón, que en el descuento ganó 1-0 con gol del paraguayo Montenegro
Los dirigentes del fútbol argentino son muy creativos, salvo para las soluciones de fondo que reclama su deteriorada estructura. De la manga se sacaron esta copa, salida de las cabezas de los presidentes de Racing y Lanús, y promulgada oficialmente por una AFA que es más un sello que una institución.
La excusa era que ni Racing ni Lanús, campeones de los torneos Transición 2014 y 2016, habían tenido la posibilidad de disputar la Supercopa Argentina, porque los fixtures serían inextricables hasta para Pitágoras. Entonces dieron a luz la Copa Bicentenario, una nombre solemne para conmemorar los 200 años de la independencia argentina. Un trofeo nacional que tuvo definición por una vía paraguaya, cuando quedaban 30 segundos para ir a los penales.
Lanús, que pretende hacer de la posesión todo un estilo, lo resolvió de contraataque en un descuido de Racing. Lo hizo con dos de sus hombres más veloces: el lateral José Luis Gómez, que en el hábitat que mejor lo contiene volvió a ser el jugador que casi ni se vio en los Juegos Olímpicos, y el paraguayo Miguel Almirón, que como interior o extremo es una amenaza para cualquier defensa. No por mucho tiempo más se lo verá en nuestras canchas porque su destino europeo es inexorable.
Gómez, que en el segundo tiempo se soltó más y condujo la pelota por zonas más centradas, aceleró por el medio y asistió a Almirón, que prendió el turbo, se sacó dos marcadores de encima y envió el centro atrás para que tocara al gol Brian Montenegro, delantero de 23 años, recientemente contratado a Nacional de Asunción, y que hasta un par de días antes no sabía si iba a poder jugar porque no se completaban los trámites de su pase. Debutó, jugó 17 minutos –ingresó por el intrascendente Aguirre– y le dio a Lanús su primera copa nacional y el quinto título en la historia (dos torneos locales, una copa Conmebol y una Sudamericana).
A Racing, el tiro le salió por la culata. A su presidente Víctor Blanco se le ocurrió esta copa, que en caso de obtenerla habría puesto al club como el más ganador de copas nacionales, con 13, una más que Boca. Once de ellas (sobre todo las Honor Municipalidad de Buenos Aires y Carlos Ibarguren) fueron conquistadas hace 100 años, cuando nació el apelativo la Academia, que exaltaba las virtudes del juego criollo y tomaba la posta del dominio de Alumni con una impronta futbolística británica.
Racing había empezado a ganar en los escritorios con un sorteo que determinó que este único partido se jugara en el Cilindro de Avellaneda, pero lo perdió en la cancha tras 90 minutos con más imprecisiones que juego, más lucha que ideas. Una final bastante fea, que dio para que la vista se fuera hacia las tribunas para contemplar esa postal de un partido con las dos hinchadas ques se había vuelto infrecuente en nuestro fútbol. Lanús, que fue campeón en las canchas de Boca (2007) y River (2016), sumó otro coliseo prestigioso a su historial.
Festejó a lo grande, de cara a sus 14.000 hinchas, con cánticos que se mofaban de Racing, cuyos hinchas estaban bajos los efectos del mazazo de haber perdido en el descuento. Los que reaccionaron lo hicieron despidiendo con cuestionamientos a Sava, que tendrá un arduo comienzo de temporada. En el receso casi se queda sin el apoyo dirigencial, y ya no tiene a Saja y Milito para amortiguar un ambiente que se le está poniendo en contra. La próxima eliminatoria de la Copa Argentina ante Olimpo –podría adelantarse al fin de semana si se posterga el comienzo del campeonato– tiene un peso considerable para el crédito de Sava. En esta semana habría una noticia importante para Racing con la llegada de Agustín Orión, que rescindirá contrato con Boca. El arquero necesitará empezar a atajar muy bien desde los entrenamientos para ganarse el favor de un hincha que rechaza su contratación. De entrada, a Orion le juega en contra su identificación con Boca y algunos antecedentes de entuertos de vestuario, de los que Racing estaba inmunizado con el pacto de paz que garantizaban Saja y Milito.
Hubo pocas caras nuevas. En Racing, el vehemente lateral izquierdo Insúa y media hora final del volante “Pulpito” González, al que le costó encontrar su lugar al lado de Aued. En Lanús, el mencionado Montenegro. Fue el partido de despedida para Cerro (lo espera Boca) y para el arquero de Lanús Matías Ibáñez (pasa a Temperley).
Lanús celebró y Racing quedó herido. Por rara que sea la copa, en el fútbol argentino no hay resultados inocentes.
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