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Un argentino en muletas, salsa a todo volumen y botineras en chárter: cóctel de un día que Ecuador no olvidará
El vestuario visitante del Monumental fue una postal de felicidad; la selección celebró en la intimidad bajo la batuta de Antonio Valencia; por una lesión, Gustavo Quinteros, el entrenador, apenas puede caminar
El de ayer fue un día histórico en Ecuador. Diez horas antes de que la selección saliera al Monumental, un saludo entre dos políticos había alterado al país: el presidente, Rafael Correa, le había dado la mano a Jaime Nebot, el alcalde de Guayaquil. Las webs de noticias corrieron a contar que eso no pasaba desde hacía 8 años menos un día: el 9 de octubre de 2007 se habían dicho "hola" por última vez. Y con eso se entretuvieron los portales y los ecuatorianos durante todo el día. Hasta que llegó la noche y su selección de fútbol rompió todas las tapas de los diarios del país: a editarlas de nuevo.
Hoy es un día histórico en Ecuador. Es que, como cada 9 de octubre, se celebra la Independencia de Guayaquil, y eso se llama feriado nacional. Algo de eso comentaba Luis Chiriboga, presidente de la Federación de Fútbol de Ecuador desde hace 17 años, en la puerta del vestuario visitante del Monumental: "Esta victoria se va a celebrar en grande". El hombre estaba contento, decía, porque además quien había conducido al equipo a gestarla había sido Antonio Valencia, el tren que pasó por encima cuantas veces quiso a Emmanuel Mas; Toño, como lo llaman en su país, hasta ayer estaba pagando el precio de ser el mejor: no le perdonaban una. Y su débil performance en el Mundial de Brasil, más su decisión de operarse y perderse así la última Copa América, lo habían dejado a tiro del ojo implacable de los hinchas.
Por una cosa, por la otra o por todas a la vez, Toño se puso el equipo al hombro y también la celebración: mientras hablaba Chiriboga –un hombre afecto a los escándalos domésticos, tanto que los programas de chimentos de Ecuador lo acusaron de llevar a su amante al Mundial y "mancillar el honor de su familia"–, el jugador del Manchester United hacía temblar las paredes del vestuario con su música. "Salsa, mucha salsa", apuntó un utilero de la selección respecto del gusto de la estrella del equipo.
Si Toño bailaba, Xenia Véliz esperaba por verlo dar un paso, aunque sea. Vestida con los colores del equipo, clavó sus codos contra las vallas que separaban a los jugadores de la prensa, mientras mostraba orgullosa las fotos que se había sacado con sus ídolos. "Esta es con mi arquerito bello", describía. Y era Alexander Domínguez quien posaba a su lado, efectivamente. Ella y tres amigos más llegaron a Buenos Aires desde Portoviejo, la capital de la provincia de Manabí. "Yo estaba segura de que íbamos a ganar", se pone seria para resultar más creíble. Xenia se subió anoche al vuelo chárter que devolvió al plantel de Gustavo Quinteros a Ecuador.
En Argentina se quedó la mayoría de los 3 mil hinchas visitantes que se hicieron notar en el codo de la tribuna Centenario. Se trata de quienes viven en el país, jóvenes estudiantes que vinieron a especializarse en diversas áreas. Osados, se animaron a gritar "ole" cuando el partido terminaba. Tenían motivos: Ecuador nunca había podido ganar aquí, en nueve partidos jugados. Si lo logró ayer, en parte se lo debe al hombre que menos se movió en la noche: su entrenador. El argentino Quinteros tiene inmovilizada su pierna izquierda por haberse roto el tendón de Aquiles menos de un mes atrás, jugando al fútbol con amigos. Por eso, sus ayudantes le dejaron en la puerta del vestuario una silla de ruedas eléctrica para que entrara a la cancha. El hombre bascula entre ese carrito moderno y un par de muletas tradicionales.
Durante el partido, las indicaciones las daba su asistente Luis Suárez, que ofreció una definición curiosa en la conferencia de prensa: "Nos salieron los planes en un noventa por ciento". Tal vez se lleve a la tumba el enigma del diez por ciento restante.
Como sea, Quinteros acrecentó ayer el respeto que se había ganado en Ecuador como técnico de Emelec, al que llevó a ganar dos campeonatos seguidos. Ese fue el germen de su salto a la selección. "No me sorprende que le haya plantado cara a Argentina aquí. En Emelec salía a atacar en todas las cancha", precisa Víctor Pérez, periodista de Gama TV.
Menos preocupado por esos detalles andaba Juanito Cazares, uno que conocía bien el estadio por haberse formado en las juveniles de River. Salió rumbo al ómnibus con una sonrisa dibujada y un reproductor puesto a un volumen que cortaba el aire: "Eso se llama bomba, es un ritmo del Valle del Chota", explica, didáctico, un enviado radial que pasa rápido.
Todos parecen apurados, como si quisieran llegar pronto a Ecuador a disfrutar del feriado. No hay vueltas: el de ayer y el de hoy no serán días que pasen de largo en las efemérides del país.
Así llegaba el primer gol de la TRI, Frickson Erazo marcaba y así se lo festejaba en el #DibluFanFestpic.twitter.com/zl4owHsJi4&— Radio Diblu FM (@RadioDiblu) octubre 9, 2015
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