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A 35 años de la tragedia de Heysel: Juventus-Liverpool y una avalancha que dejó 39 muertos y 600 heridos en una final de la Copa de Europa
El 29 de mayo de 1985 quedó marcado como uno de los días más tristes en la historia del fútbol profesional. La tragedia de Heysel, una de las páginas más negras, significó un antes y un después para este deporte. Aquella final de la Copa de Europa entre Juventus y Liverpool en Bruselas, Bélgica, iba a ser una jornada alegre. Pero sucedió todo lo contrario: tras una avalancha provocada por hinchas ingleses, murieron 39 simpatizantes y más de 600 personas resultaron heridas. Increíblemente, el partido se jugó. Aunque ya nada volvería a ser igual.
Ya desde antemano, una hora antes del compromiso, en el vetusto estadio que cobijó a 60.000 personas, una serie de avalanchas provocaron el caos y el pánico. Los ingleses -ebrios, drogados- generaron todo tipo de desórdenes. Los proyectiles volaban de un lado al otro. Según varios videos, apenas fueron seis policías los que trataron de intervenir entre los 20.000 hinchas británicos -más de 200 eran hooligans- y los simpatizantes italianos. Y allí comenzó el infierno.
El terror se sembró en el famoso sector Z -llamado neutral- de Heysel. Así, tras una avalancha, centenares de personas se aplastaron contra las vallas que separaban las tribunas del terreno de juego. Al cabo, sería una trampa mortal. Muchos murieron por asfixia y aplastamiento. De los fallecidos, 32 eran italianos hinchas de la Juventus, cuatro eran belgas, dos franceses y uno británico. Los cadáveres, concentrados en un espacio anexo al complejo, se podían ver desde diferentes partes del estadio. Previo a eso los habían colocado sobre el césped de la cancha o en la pista de atletismo. El repaso de las imágenes de la época son todavía espeluznantes. Y todo pudo observarse en vivo y en directo.
Increíblemente, la final se desarrolló igual (90 minutos después de lo previsto), a pesar de la negativa de los futbolistas. Liverpool, que defendía el título, se medía al equipo liderado por Michel Platini. De un lado estaban Bruce Globbelaar, Ronnie Whelan, Kenny Dalglish e Ian Rush; del otro, el mejor jugador de la época, el francés Platini, y una delantera temible formada por el polaco Zbigniew Boniek y el mítico Paolo Rossi.
Nunca se entendió la decisión del jefe de la policía local, Johan Mahieu, y el alcalde de Bruselas, Hervé Brouhon, quienes temían que surgieran incidentes mayores en la ciudad en caso de una suspensión. El propio Platini, de penal, marcó el único gol en el que presumiblemente sea el título más triste en la historia de "La Vecchia Signora". Aunque en los registros quedara grabado como la primera gran consagración de la Juventus a nivel continental.
Recordando a las víctimas de Heysel.https://t.co/YlUtDonyexpic.twitter.com/tQLDT4VgOo&— JuventusFC (@juventusfces) May 29, 2020
"No conocíamos la magnitud de la tragedia que acababa de ocurrir y por eso jugamos, porque nos obligaron a ello", declaró un tiempo después el legendario Paolo Rossi, ex atacante juventino y goleador en el Mundial de España 1982. "Jugamos el partido, pero el fútbol había desaparecido de la final", dijo Platini, autor del tanto de la victoria, a la mañana siguiente.
En un principio, el estadio de Heysel fue cerrado. Ya en 1995 fue remodelado y rebautizado como Rey Balduino. Se pusieron placas conmemorativas tanto ahí como en Anfield, la casa de Liverpool. Cada año, en esta fecha, varias coronas de flores se colocan para que no se escape de la memoria una de las peores tragedias en la historia del fútbol.
We remember the 39 football fans who lost their lives at Heysel Stadium in Belgium on this day 35 years ago.You'll Never Walk Alone. pic.twitter.com/x9Gfd5GJ2A&— Liverpool FC (at [R]) (@LFC) May 29, 2020
Un antes y un después
Aquella masacre provocó una revolución, marcó a toda una generación y dejó abierto un debate sobre la violencia que rodeaba al fútbol y la seguridad en los estadios. De hecho, dos semanas antes, 56 personas habían muerto en un incendio en el estadio de Bradford, en Inglaterra. Este país, desde ya, quedó muy mal parado durante varios años en el nuevo esquema que se fue diagramando en Europa.
Tras el episodio, la justicia británica culpó a 14 hooligans de Liverpool, y la UEFA puso mano dura a los violentos británicos:los clubes ingleses fueron expulsados de las competiciones europeas por cinco años; Liverpool fue sancionado con 10 años (luego reducidos a seis). Un ejemplo visible resultó la Supercopa de Europa de 1985, que no se disputó debido a que Juventus tenía que enfrentarse al Everton inglés.
Por otro lado, la UEFA debió indemnizar a los familiares de las víctimas. Este partido, también, resultó fundamental para cambiar los estándares de seguridad con respecto a los estadios alrededor del continente. Una de esas modificaciones fue el retiro de las vallas de seguridad en las canchas. Solo los estadios calificados por la UEFA y la FIFA como "categoría 4" podían albergar finales de competiciones europeas. Se colocaron cámaras de seguridad, se prohibió la entrada con botellas de vidrio y los palos de las banderas. Asimismo, se eliminaron de todos los estadios las zonas sin asientos. Finalmente, se establecieron medidas para que los hinchas de ambos equipos estuvieran separados por cordones de seguridad. Hay que decir, también, que los requisitos no siempre se cumplieron de acuerdo a lo pautado.
Inglaterra y su fútbol ya habían entrado en una crisis profunda para la época. Cabe destacar que entre 1976 y 1984 los clubes de ese país habían ganado siete de los ocho trofeos de la Copa de Europa, hoy conocida como Champions League. Liverpool, Nottingham Forest y Aston Villa habían colocado a los británicos como los dueños indiscutidos del continente.
Así, tras la sanción, muchas de sus principales figuras como Gary Lineker, Mark Hughes o Glenn Hoddle buscaron nuevos destinos fuera de las fronteras británicas porque no querían perderse el roce y el nivel de competencia que obtenían a nivel internacional. El mapa dio un giro absoluto. Ya nada sería lo mismo.
No obstante, cuatro años más tarde, en 1989, durante la disputa en Sheffield de una de las semifinales de la Copa de Inglaterra entre el Nottingham Forest y Liverpool, el exceso de simpatizantes en el estadio de Hillsborough provocó una nueva tragedia. Otra vez el terror: 96 personas murieron aplastadas contra las vallas del estadio a causa de una avalancha. Posteriormente se comprobó que la policía falsificó pruebas para esconder su responsabilidad y denigrar a los hinchas de los Reds.
Diversas investigaciones al respecto determinaron que los responsables fueron los organizadores y los encargados de la seguridad. Es más: en 2012 se publicó un informe final en el que se implica directamente a la Policía de South Yorkshire por negligencia en los controles. El entonces primer ministro, David Cameron, asumió los errores y pidió disculpas.
Lo cierto es que Heysel jamás se podrá olvidar. El saldo fue trágico: 39 muertos y más de 600 heridos. Un día negro en la historia del fútbol. Y un episodio que marcó el principio del fin de los hooligans ingleses.
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