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Todo lo que sucede detrás del regreso de Riquelme a Boca
Angelici anticipa su vuelta del exterior para la reunión de CD de pasado mañana; muchos dirigentes no celebran su reaparición; el plantel está dividido
El mundo Boca está aturdido, otra vez, con las vueltas de Juan Román Riquelme. El número 10, que cerca estuvo del retiro, de jugar en Tigre o en Palmeiras, se comunicó con Carlos Bianchi, inquieto por el discreto andar xeneize en el verano y le ofreció volver, a pesar de que días atrás advirtió que no iba a retornar jamás. Detrás de esa situación surge un universo paralelo. Muchos dirigentes no lo quieren, por diferencias del pasado. El plantel está dividido, entre el afecto por Román y las críticas futboleras del conductor. Bianchi, alejado de aquellos años de conductas rígidas, acepta la hipótesis, preocupado por el juego colectivo. Y cree, como en años anteriores, que tiene la sapiencia para frenar cualquier conflicto a futuro. Mientras, una realidad: pasado mañana, a las 17, habrá una reunión de comisión directiva, presidida por Daniel Angelici, que adelantará su regreso del exterior para definir la cuestión.
Todos creen (casi todos, en realidad) que los dirigentes no tienen otra alternativa que permitirle el regreso (en las mismas condiciones, con el mismo contrato) y sólo con una firma y la invitación formal a presentarse en las prácticas se resolvería el asunto. Pero no es tan sencillo: Riquelme siempre genera polémica, más aún luego de pedírsele que volviera y su posterior negativa. En realidad, ahora, los dirigentes están en una posición incómoda: sienten que no pueden negarse. Si Boca no funciona en los próximos compromisos (como ocurrió en el gris verano), una supuesta negativa a Román sería un juego peligroso.
Por eso, el silencio de los principales dirigentes. "Riquelme nunca se fue. Quiero lo mejor para Boca, y en este caso es que Riquelme vuelva a jugar", expresó, desde Suecia, Juan Carlos Crespi, que suele ir a contramano de la mayoría. El plantel, eso sí, está dividido. Los que lo quieren, los que lo evitan. Éstos no hablan en público, pero los primeros se sucedieron en toda la jornada. Un nuevo, como Chiqui Pérez, advirtió: "Dios quiera que venga y nos dé una mano". Uno antiguo, como Javi García, hoy arquero de Tigre, comentó: "A Riquelme lo noté muy mal y quiere ayudar a Boca". Y el señalado como su joven sucesor, Leandro Paredes, se explaya: "Riquelme es un referente muy grande para nosotros". Y hasta cree que pueden jugar juntos.
El trabajo del Virrey, que no presiona a los dirigentes, pero les advierte el interés de contar con el número 10, será lograr la armonía, la convivencia, como ya ocurrió en los viejos años dorados. Lo que hoy tiene claro es que Boca no puede pelear a lo grande con lo que tiene a mano. Es más: ayer dirigió la práctica más extensa, con numerosas indicaciones en varios frentes.
En el entrenamiento, las voces de los socios fueron evidentes: quieren que vuelva Román y dejan de lado los desplantes. Sigue siendo el ídolo. Y hasta una figura mundial como Iniesta exige su retorno : "Me gustaría verlo a Riquelme otra vez, todos deberíamos aprender de él".
La pelota, ahora, la tienen los dirigentes. Si pudieran, la arrojarían al lateral.
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