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Superliga: la moda de los símbolos que dejan su casa detrás de nuevos desafíos
Marcos Díaz tiene 32 años, es un muy buen arquero y se convirtió en un símbolo de Huracán, luego de atravesar históricos momentos durante las últimas seis temporadas. Logró la Copa Argentina y la Supercopa Argentina 2014 y se sostuvo con atajadas inolvidables, bajo el calor del afecto de los hinchas, más allá de discusiones con las autoridades y algunos días oscuros en tantos años. Pasó a Boca, detrás de la órbita de Gustavo Alfaro –otro pase que causó revuelo, en este caso de un entrenador, también desde Parque Patricios hacia la Ribera–, con cierta tensión en el ambiente. "Si Huracán me vuelve a llamar, volvería. Me dio y me ayudó mucho. Siempre voy a estar agradecido y nunca le voy a cerrar la puerta", contó días atrás el hombre al que algunos bautizaron como King Kong. "Se va de Huracán un jugador que se convirtió en ídolo. Un personaje fundamental de la historia reciente del club", asegura Alejandro Nadur, el presidente del Globo. Darío Cvitanich tiene 34 años, volvió a Banfieldhace dos temporadas, luego de largos años en el exterior, que incluyeron destinos diversos, como Francia, México y Estados Unidos. Ya había tenido una experiencia en un gigante de nuestro medio, Boca. Pasó a Racing, en una medida que provocó el dolor del sentimiento en el Sur más profundo. El fino goleador, estratega del ataque, debió escribir una carta de despedida, acompañada por un mensaje en las redes sociales, que suscribía: "Gracias por tantas muestras de cariño, a los hinchas a los que conocen el club, a los de siempre; me hubiese gustado despedirme de otra manera, pero ya encontraré el momento para hablar. Un abrazo a todos".
El mercado de pases de la Superliga, que vuelve a la escena hoy, con tres partidos de la 16° fecha –aunque en realidad, regresó con el clásico entre San Lorenzo y Huracán y las dos derrotas de River en continuado–, estuvo marcado por el fervor del despecho, del sentimiento frustrado. Los que en otras áreas denominan "jugadores franquicia", que abandonan sus casas con rumbos, en teoría, más ambiciosos. O que se alejan detrás de renovados sueños, pero dejan en el pasado reciente cuentas pendientes, heridas abiertas. Como ocurrió con Mauro Zárate, de Vélez a Boca, un semestre atrás. Y como Díaz y Cvitanich, hay otros casos. Luis Rodríguez, emblema de Atlético Tucumán, voló a Santa Fe en un pase que sigue generando polémica.
A los 34 años, el Pulga va a jugar en Colón. "Me toca partir, me toca elegir un nuevo equipo, tomar un desafío importante para mi vida futbolística", es una de las frases que eligió el ídolo frente a una sorpresa mayúscula de los tucumanos, en un video que compartió el Decano en su sitio oficial. "Soy lo que soy gracias a la camiseta que vestí durante 11 años", contó, más allá de que su partida fue tomada como una salida política, porque Rodríguez pretendía involucrarse en la coyuntura provincial. "Fue una decisión dura. La propuesta de Colón fue muy buena, y no se le puede decir que no. Pero además fue consensuada con los dirigentes de Atlético, porque al club le va a quedar una buena plata por mi transferencia", aclaró el delantero, que solo había vestido otra camiseta, la de Newell’s, en 2010/2011.
Pablo Pérez era el capitán de Boca. Había arribado en 2015, luego de un fugaz paso por Málaga. Las pasó todas: sufrió, disfrutó, se enfadó con los hinchas y salió campeón de tres títulos locales y una Copa Argentina. Virtuoso en el juego y alborotado en la marca, fue asociado –tal vez, de modo injusto–, con el exceso de tarjetas amarillas y como una de las caras de las históricas derrotas contra River. A los 33 años, pasó a Independiente. "Los ciclos se terminan cuando uno juega mal o no juega. En Boca terminé jugando todos los partidos", se defiende el volante.
"Hablamos con Daniel (Angelici), nos pusimos de acuerdo y teníamos como una salida pactada. Hablamos tranquilos y lo llevamos muy bien. Quién haya tomado la decisión, sean los dirigentes o yo, ya no interesa", fue su reflexión. Los hinchas xeneizes le habían quitado el aliento meses antes de la finalísima del Bernabéu.
Fabián Rinaudo debutó en Gimnasia, volvió, estuvo tres temporadas en el Bosque y hoy, a los 31, el referente del Lobo se incorporó a Rosario Central, el equipo que le ganó la final de la Copa Argentina. A los 30, Matías Suárez se presenta en River y hasta es increpado por un hincha de Belgrano en vivo. Es cordobés, hincha celeste y volvió de Europa hace tres temporadas. "Me fui mal de Belgrano porque yo quiero mucho al club. Pero no podía decirle que no a River", suscribe. El fútbol los potencia, pero también puede derribar sentimientos.
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