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Superclásico. La pulseada está clara: el ataque de River contra la defensa de Boca
El duelo pondrá frente a frente la potencia millonaria en la ofensiva y la robustez de la última línea xeneize
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River y Boca tienen las cartas a la vista. Los músculos se mantienen activos para el choque del domingo próximo, en el Monumental, con el atractivo del regreso del público a los estadios desde el comienzo de la pandemia de coronavirus. El nerviosismo empieza a crecer y cada uno analiza virtudes y falencias. Propias y ajenas. Y allí, como en la rivalidad misma, surgen diferencias. Los millonarios luchan el título con Talleres a fuerza de un ataque latente, con goles y potencia. Los xeneizes, en cambio, reverdecieron en el campeonato sobre los cimientos de una defensa en cada partido más rocosa. Hay apuntes. De un lado y del otro.
Un bloque en el fondo xeneize
Boca irá al Monumental, para enfrentar a River el domingo, atravesando un buen momento. Invicto en los ocho partidos que –hasta aquí– dirigió como DT confirmado, Sebastián Battaglia armó un equipo que mantuvo la tendencia defensiva de dar las grandes seguridades del último tiempo, pero también potenció las ofensivas con respecto al final del ciclo de Miguel Ángel Russo. No obstante, lo que sucede exitosamente en la última línea (y el arco) saca una ventaja sobre la labor en el ataque, que va creciendo a pasos cortos.
No hay que confundir: así como el xeneize, por momentos, sufre cuando el rival acecha, también esta nueva versión crea más oportunidades que el de enfrente. Luego, los resultados se producen a la inversa, ya que desde el fondo transmiten calma y adelante hacen goles, pero sin una abultada cantidad.
Esa falencia que arrastraba el equipo de Russo fue lo primero que consiguió modificar el ex volante central mediante el protagonismo que pregona en su identidad. Sus dirigidos venían de partidos en los que ni siquiera exigían al arco rival: en los anteriores 14 encuentros, Boca había convertido nada más que seis tantos, siendo Sebastián Villa el único delantero en marcar y gracias al 3-0 sobre The Strongest, de Bolivia, por la zona de grupos de la actual Copa Libertadores
Con el actual técnico, Luis Vázquez hizo sus primeros dos goles, y los refuerzos Nicolás Orsini y Norberto Briasco anotaron uno cada uno. De todas maneras, de los ocho encuentros en sólo uno pudo imponerse por una diferencia mayor a un gol: en el 3-1 a Platense, con el zapatazo sobre la hora de Pavón, otro atacante. Por eso computa nueve goles en favor, casi uno por partido, también influenciados por los de Lisandro López (zaguero), “Pulpo” González y Rodrigo Montes (volantes) y el que Rosario Central se hizo en contra.
Así es como su punto fuerte está en la última línea, algo en lo que Battaglia no necesitó trabajar demasiado. Carlos Izquierdoz y Marcos Rojo fueron y son los pilares de la formación: ahí se apoyan los laterales (hoy Luis Advíncula y Frank Fabra) y la ayuda es mutua con el arquero Agustín Rossi. Esa zaga jugó en siete de los ocho encuentros, sufriendo apenas dos goles y logrando cinco vallas invictas: en ningún compromiso recibieron más de un tanto.
Juntos vienen de un desempeño sobresaliente frente a Colón, que eleva más las expectativas para el superclásico: entre los dos ganaron 8 de 9 disputas por abajo y 6 de 8 pelotas aéreas, recuperaron once veces, despejaron en nueve ocasiones e interceptaron seis balones.
“Con Marcos [Rojo] me siento cómodo. Es un jugador de mucha jerarquía y se me hace fácil jugar con él”, elogió Izquierdoz en la conferencia de prensa de ayer. Inclusive, el capitán dejó una línea sobre la delantera: “Somos conscientes de que tenemos que generar más situaciones de gol y minimizar las chances del rival”.
Los datos de la Liga Profesional exponen que, con respecto a River, cae en casi todas las estadísticas de ataque, pero ostenta mejores números en su tarea defensiva durante las 13 fechas: menos goles (con 0,62 de promedio supera los 0,77 riverplatenses), más vallas invictas (seis contra cinco) y menos faltas cometidas (14,08 contra 15,62).
El Boca de Battaglia se prepara para ir al Monumental. Con las defensas altas, pero con la necesidad de aumentar el poder de fuego.
En Núñez, goles repartidos
Mientras en Núñez cada vez genera más incertidumbre la continuidad de Marcelo Gallardo una vez que termine su vínculo con el club en diciembre próximo, el entrenador sigue buscando la mejor versión de su equipo para sostenerse hasta el final en la lucha por la Liga Profesional, ese objetivo que lo mantiene alerta y activo. En medio de una marcada transición futbolística, en los últimos ocho partidos ha logrado seis triunfos y dos empates para sostenerse como escolta del líder Talleres. Pero, más allá de los resultados positivos, todavía no ha conseguido recuperar esa confianza perdida y el equipo suele mostrar dos caras: una cuando ataca y una cuando defiende.
Ofensivamente, River tiene variantes de sobra y es el conjunto más goleador del campeonato con 26 festejos en 13 encuentros. Hoy cuenta con Julián Álvarez en un momento brillante con la chapa de ser el jugador más determinante del equipo, pero también aparecen Braian Romero como carta goleadora, Nicolás de la Cruz y Jorge Carrascal como volantes ofensivos de peso en la creación, las figuras juveniles de Santiago Simón y Benjamín Rollheiser como alternativas con buenas respuestas y la jerarquía de Matías Suárez, que arrastra la sinovitis en su rodilla y todavía no sabe si podrá estar desde el arranque.
Una de las grandes virtudes del millonario a lo largo de todo el ciclo Gallardo es no depender exclusivamente de un jugador para lastimar en el área rival. Por eso no es casual que los goles se los repartan entre Álvarez (5), Romero (5), De la Cruz (4), Carrascal (3) y Suárez (3). Además, de acuerdo con las estadísticas de LPF Data, River lidera en el torneo en goles (2 por partido), remates (15,85), remates al arco (5,46), posesión (64%), pases (563,2), efectividad de pases (82%). Además, a Boca también lo supera en centros (está 5°, con 22,38) y efectividad en centros (23%). En todos los puntos ofensivos, el equipo del Muñeco le saca una ventaja a su rival.
Así y todo, los números fríos no dicen todo. Y River ha mostrado pocos partidos de convencimiento total. Generar peligro está en su ADN, claro. Pero también sostiene hace tiempo “zozobras defensivas” –tal como lo definió el DT– que lo complican y lo ponen en peligro. Adaptándose todavía a la partida de Gonzalo Montiel y con David Martínez aún sin el alta médica a tres días del clásico, el cruce con Boca será una prueba de fuego para la línea de fondo que hace tiempo arrastra falencias en el retroceso, en la pelota parada y en los posicionamientos.
Si el equipo solo tiene 10 goles en contra a pesar de las repetidas desatenciones y únicamente Colón y Godoy Cruz le anotaron dos veces (en ambos partidos perdió 2-1) se debe en parte por el gran trabajo de Franco Armani, una de las figuras excluyentes del presente millonario. Y el propio Gallardo lo sabe. “Soy exigente con nuestras formas. River es exigente. Tenemos que progresar en el juego y sufrir menos los partidos, pero soy bastante optimista en cuanto a los resultados. Por momentos jugamos bien y por momentos no”, destacó el entrenador tras la última victoria contra Central Córdoba.
El superclásico del próximo domingo puede ser determinante para este River en transición. Necesita ganar para seguir consolidándose como candidato, pero también precisa una actuación convincente para alejar dudas y enfilar a fondo el camino.
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