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Superclásico: Enzo Pérez y Pol Fernández mueven las palancas en las salas de máquinas de River y Boca
El partido del domingo ya se vive a través de sus protagonistas; Gallardo encontró a su prolongación dentro la cancha y Battaglia hizo una nueva apuesta por un volante con más manejo de la pelota
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En la comparación global entre ambos, River aparece como un equipo más consolidado, con un estilo y una identidad de juego impregnados hasta el tuétano, mientras que Boca todavía no define una partitura, más allá de hacerse cargo del mandato histórico de imponerle condiciones al rival en busca de la victoria.
Este parangón colectivo se puede trasladar a un puesto neurálgico en cualquier estructura: la del volante central. River ya pasó las tres temporadas con Enzo Pérez instalado como el vigía que ordena y equilibra, que atiende las necesidades tácticas y transmite un liderazgo que reconocen sus compañeros. Es el director técnico que Marcelo Gallardo tiene dentro del campo. Para completar el combo, camino a su quinto año en River ya se ganó la idolatría de los hinchas.
En este Boca de Sebastián Battaglia aún en fase experimental en algunas funciones, el vital triunfo ante Estudiantes en La Plata le dejó un balance positivo el ensayo de Guillermo Pol Fernández como N° 5, en lugar de Jorman Campuzano. El volante, que cumple su tercera etapa en el club tras una salida poco clara hace más de un año, le dio fluidez al juego y tuvo despliegue para implicarse en la recuperación de la pelota. El entrenador apostó en un partido de riesgo –hasta se ponía en duda su continuidad si había un paso en falso muy profundo- por una variante que había funcionado en el segundo tiempo de la goleada a Central Córdoba (Rosario) por la Copa Argentina.
Ambos están llamados a ser protagonistas esenciales en el superclásico del próximo domingo, a las 19, en el Monumental, con el arbitraje de Darío Herrera. Tanto Pérez como Fernández transmiten la sensación de que mejoran a sus equipos. La diferencia es que mientras el de River ya pasó por los más diferentes exámenes en el puesto, el de Boca, sin ser un neófito en la función, tiene muchos menos kilómetros recorridos que los que completó como un interior que enlaza más con el ataque.
“Enzo estuvo bien, prolijo, fue de menor a mayor. Lo importante era que se recuperara bien, que pudo jugar más de 70 minutos”, dijo Gallardo tras la goleada 4-0 a Gimnasia sobre el jugador que reaparecía tras una distensión en la pierna derecha. Con 36 años cumplidos en febrero, el mendocino muchas veces acusa el desgaste de un puesto que no permite guardarse nada.
“Pol rindió muy bien, se sintió cómodo, esperemos que siga creciendo. Los mediocampistas tuvieron más confianza, levantaron el nivel y eso es bueno para el equipo”, expresó Battaglia sobre la alternativa en el centro del campo que venía macerando en los últimos tiempos y se decidió a implementarla de movida luego de la desteñida imagen dejada en la derrota contra Huracán. Pol (30 años) también quedó satisfecho: “Me tocó jugar en otra función y salió bien, así que me voy contento. Tanto Seba como Mariano (Herrón, ayudante de campo) conocen el puesto y traté de apoyarme en eso, de escuchar sus consejos. Estaré a disposición para lo que se el técnico plantee en el próximo partido”.
Contra Estudiantes, la planilla de Pol tuvo números por demás satisfactorios. Quedó primero en el rubro pases completados (51 de 57), primero en envíos largos precisos (8 de 9) y segundo en pelotas recuperadas (9), por detrás de Juan Ramírez. Perdió siete balones, el registro más bajo del equipo junto con Marcos Rojo, mientras que en el otro extremo quedó Frank Fabra, con 25 pérdidas.
Enzo Pérez en acción
Reinaldo Merlo fue N° 5 de River durante 15 años, entre 1969 y 1984. Respondió a la consulta de LA NACIÓN sobre la influencia de Pérez y Fernández: “Enzo está hecho, acostumbrado al puesto. Se mete bien entre los dos centrales y también sabe con la pelota, la entrega bien. Y además tiene un muy buen acompañante en Enzo Fernández. A Pol lo vi contra Estudiantes, y también lo hizo muy bien, le dio un estilo a Boca, le mejoró la salida de la pelota. Le vino bien a Boca. Creo que le falta el oficio de moverse entre los dos centrales, conocer los secretos del puesto, y un mayor entendimiento con Cristian Medina. Enzo Fernández recupera y llega al gol, eso no lo hace Medina, que recibe y pasa, mientras que Enzo Fernández conduce, es un socio ideal para Pérez”.
Lo que une a Enzo y Pol es que no son dos mediocentros de cuna, se han ido reconvirtiendo. De hecho, en el Racing campeón con “Chacho” Coudet, Fernández fue casi un enganche. Hace un par de años, Enzo respondía en la página oficial de la Conmebol: “La posición que más me gusta es la de media-punta. Ser libre dentro de la cancha. Si hubiera sido más egoísta durante mi carrera y hubiese pensado sólo en mí, me hubiera quedado jugando ahí”.
La palabra de Pol Fernández
En las inferiores de Boca, Fernández tuvo entre sus formadores a Pablo Griffa, que comentó en el programa radial “Cómo te va”: “Arrancó de N° 8, pero en los años que estuvo con nosotros fue N° 5, con la cancha de frente. Sabe mucho de ese puesto, siempre está bien posicionado. Puede ser el cerebro de Boca le va a dar muchas alegrías. Tiene el panorama de Sócrates con la garra del Tolo Gallego. Es un futbolista atómico”.
Casi un extremo derecho en sus comienzos en Godoy Cruz, Enzo empezó a jugar en posiciones más intermedias en Estudiantes de La Plata. Escuchaba los consejos del “Chapu” Braña, como después lo hizo con Javier Mascherano en el seleccionado y con Leo Ponzio en River. El técnico portugués Jorge Jesús, en Benfica, fue el que lo ubicó en el círculo central. Por sus buenos rendimientos lo contrató Valencia por 25 millones de euros. Después cumplió el sueño de River, jugar en el equipo del que es hincha. Al principio, como ladero de Ponzio. En la final de la Copa Libertadores ante Boca del Santiago Bernabéu, ante la necesidad de revertir la desventaja por el gol de Darío Benedetto, Gallardo reemplazó a Ponzio por Juanfer Quintero y le dio a Pérez la manija del círculo central. Desde entonces, se adueñó del puesto, primero con Exequiel Palacios de lugarteniente y ahora con Enzo Fernández como escudero destacado.
Gallardo también hizo de maestro en el aprendizaje: “Me explicó que cuando me viniera la pelota mirara antes si podía jugar atrás con un toque o, ya perfilado, ir hacia adelante con un pase para ganar terreno. Yo no era un 5 como lo que soy ahora. Ahora soy un 5 más de la vieja época”.
Marcelo Espina, que en su carrera también hizo el viaje de enganche clásico al doble pivote en su etapa en Colo Colo, aprueba la reubicación de Fernández: “Si Boca quiere tener la posesión, necesita a alguien como Pol para que la saque limpia desde atrás. Para el que jugó de enganche, como Pol, con la cancha a la espalda, cuando baja y tiene todo de frente se le facilita. Es un jugador fantástico, interpreta todo. Campuzano juega mucho hacia atrás y lateraliza, es otra cosa”.
Mostaza Merlo fue un volante de contención de neto recuperador. “A partir de que en Europa retrasaron a (Andrea) Pirlo se empezó a usar un N° 5 más técnico, que distribuye bien, como (Leandro) Paredes en el seleccionado, acompañado por un volante de ida y vuelta, como (Rodrigo) De Paul. Yo cortaba y la tocaba corta. Pero no quiero hacer una comparación porque son épocas distintas. River lo tiene con Enzo Fernández, lo puede herir a Boca. Medina no tiene el mismo ida y vuelta. Hay que ver si Battaglia no lo pone a Campuzano a la derecha, como terminó contra Estudiantes. A Boca le falta un Enzo Fernández”.
Con Enzo Pérez y Pol Fernández al mando de las palancas en la sala de máquinas, el superclásico empezará a encontrar un rumbo.
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