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Súper Tapia, el campeón mundial: la obra de Don Julio y la “refundación” del fútbol argentino
Chiqui Tapia sacaba pecho en Asunción. La misma Conmebol que solo cuatro años atrás lo había echado del Consejo de la FIFA, lo condecoró este último lunes y lo declaró “mejor dirigente del mundo”. Son palabras textuales del presidente Alejandro Domínguez, cuya Conmebol, en 2019, castigaba también a Leo Messi, suspendido y multado, después de que el capitán argentino denunciara “corrupción” para que Brasil ganara la Copa América de ese año en su país. En defensa de Messi, Tapia le había escrito a Domínguez una carta en la que ponía “en duda que se hayan observado los principios de ética, lealtad y trasparencia que usted recurrentemente invoca”. “Ante la gravedad de las expresiones vertidas”, Domínguez le retiró “la confianza” y lo echó del cargo. Argentina ganó la Copa América siguiente. Más importante aún, se coronó luego campeón mundial en Qatar. El lunes, Tapia y Messi fueron reyes en Asunción. El sabor de la victoria.
Tres días antes, en la fiesta del Monumental contra Panamá, Sergio Goycochea, maestro de ceremonias, había mencionado hasta cuatro veces en apenas segundos el nombre de Tapia. El dirigente recibió esa noche una distinción especial de Torneos, la empresa que ganó derechos eternos para televisar a la selección, tiempos en los que Alejandro Burzaco pagaba coimas a Julio Humberto Grondona, según confesó arrepentido el entonces CEO ante el tribunal del FIFAGate. Los hombres pasan y las instituciones quedan. Burzaco sigue hoy a la espera de su sentencia en Nueva York. Y Grondona, sabemos, murió apenas después del Mundial de Brasil 2014. Treinta y cinco años como presidente de la AFA, hombre fuerte de la Conmebol y vice senior de la FIFA. Una carrera que construyó poder sin ostentarlo y que llegó hasta Zurich, impulsada por Diego Maradona y la conquista del Mundial 86.
Siempre hay un pasado. Fueron los dos éxitos mundialistas previos los que ayudaron a construir el predio de la AFA en Ezeiza que Tapia rebautizó ahora con el nombre de Messi en lugar del de Grondona. Primero fue la recaudación de Argentina frente a Resto del Mundo en 1979 (el partido fue por el primer aniversario de la Copa de 1978). Y el impulso definitivo fue México 86. Ezeiza era una “selva inundada” que el DT Carlos Bilardo supervisaba luego de cada práctica de la selección en el cercano club de Empleados de Comercio.
Sin casa propia, la selección también trabajaba en canchas prestadas (River, Vélez, Ferro, Español) y hasta en los bosques de Palermo o en los terraplenes de la Autopista Ricchieri. Las primeras prácticas en el predio, a fines de 1989, recordó el colega Andrés Burgo en la web de TyC Sports, incluían rugidos de los animales del zoológico de Jorge Cutini que estaban enjaulados a solo cien metros de distancia. Imposible olvidar una de las imágenes más entrañables del muy buen documental de 2022 de HBO sobre Bilardo: el DT empujando una carretilla y dando indicaciones cuando la zona era puro bosque.
“Es innegable que es una obra de Don Julio, que no hubiese permitido este homenaje en vida”, justificó Luis Segura, entonces presidente de la AFA, cuando impuso el nombre de Grondona al predio, el 28 de octubre de 2014, ante los hijos que descubrieron la placa del presidente fallecido. “Grondona, inmortalizado en su gran obra”, adhirió al acto la propia Conmebol.
Aquella ceremonia fue dirigida por Ernesto Cherquis Bialo, por entonces director de Medios y Comunicación de la AFA. Vuelto desde hace años al periodismo, Cherquis recordó días atrás en Infobae el rol de “Don Julio” para la obtención y construcción del predio y su comodato por 99 años. Y cuestionó su placa ahora desplazada. Tiempos nuevos, la imagen de Tapia, el presidente-jugadorista, abrió en cambio el jueves pasado en el Monumental la fila de posters en la zona de vestuarios de los campeones del mundo. Primero estaba Tapia. Luego los jugadores y el DT.
Si en 1986 Grondona rechazó presiones del Gobierno nacional para desplazar a Bilardo apenas meses antes del Mundial, Tapia arriesgó, apoyó y acertó ahora con Scaloni. Si Grondona levantó Ezeiza, Tapia inyectará otros 9 millones de dólares para mejoras. El nuevo presidente impuso en 2021 el nombre de Maradona a la sede de la AFA de la calle Viamonte. Ahora decide el cambio de nombre en Ezeiza. No desplaza a Grondona por el FIFAGate. Lo hace porque, así como Grondona se abrazó a Diego, él se abraza a un Messi inmenso (tampoco es un dato menor que los predios deportivos lleven nombres de deportistas).
Como sea, después de la felicidad popular de Qatar, Tapia, más todopoderoso que nunca, se paseó con la Copa hasta en salas de teatro. Afirma que le tocó “refundar” el fútbol argentino. No lo entendieron así, semanas atrás, los hinchas de Estudiantes de Caseros, que lo insultaron enojados por una caída polémica contra Instituto que malogró el ascenso (Barracas Central, su club, mejor protegido, sí llegó a Primera en apenas cuatro años). Tapia se convirtió en el primer presidente en la historia de la AFA que exigió sanciones por haber sido insultado en una cancha. Los hinchas de Estudiantes, a destiempo de todo, no cantaban “Muchachos”. Furiosos, le decían “Chiqui Tapia botón”.
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