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Sobran nombres, falta equipo: el raro caso Boca
Llegaron nueve refuerzos para conformar un plantel de 33 jugadores que aún puede tener modificaciones, lo que le suma presión al cuerpo técnico para armar la columna vertebral
Cuando Boca culminó su participación en la Copa Libertadores, con la dolorosa eliminación frente a Independiente del Valle, la palabra reconstrucción se hizo presente en el vocabulario del club y de su cuerpo técnico. Sin embargo, 43 días después del tropiezo internacional y a uno del desquite ante Lanús, no sólo no está afianzada la columna vertebral del equipo, sino que las piezas que completan el rompecabezas siguen desparramadas en el tablero.
Refuerzos que llegan, pero que no saben si serán titulares o si emigrarán sin siquiera ponerse la camiseta. Jugadores elogiados hasta ayer y que hoy ya forman parte del listado de negociables o viceversa. Gritos y gestos públicos del entrenador a sus dirigidos durante los partidos y la cada vez más frecuente decisión de hacer entrenamientos a puertas cerradas son pinceladas que describen el presente xeneize, con más incertidumbre que tristeza.
El equipo de la Ribera parece haber desperdiciado un tiempo de oro. Más allá de los dos esporádicos encuentros por la Copa Argentina, pasaron 97 días desde el último partido por el torneo local (el mayor receso de los últimos 30 años). Eso, sumado al retraso en las gestiones para el rearmado del plantel ofrece un escenario complicado: los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto comenzarán el campeonato de primera división sin haber logrado ensamblar las piezas a tiempo, con futbolistas que todavía no están plenos en lo físico y otros que dicen presente en las prácticas, pero que no son considerados y que mañana mismo pueden vestir otra camiseta.
El paso del club de la Ribera por el mercado de pases fue otra vez resonante, dejando bien en evidencia su poderío económico. Pero al mismo tiempo se da una situación curiosa: las nueve incorporaciones deberán ganarse su lugar entre los titulares, en un contexto donde, según declaró el DT, “jugará el que esté mejor”. Pareciera que la abundancia (33 profesionales) resulta contraproducente y le dificulta la tarea al DT. Un día juegan unos y al otro, los nombres varían. En algún punto, puede ser algo positivo porque todos tendrán chances, pero sería un arma de doble filo. Será un enorme desafío para el cuerpo técnico mantener la armonía general y, sobre todo, el ánimo de los que no jueguen, aunque puertas adentro hay coincidencias acerca de que a este plantel le sobran 5 o 6 nombres.
Los refuerzos atraviesan momentos de desconcierto. Santiago Vergini, uno de los cuatro que llegó para el choque copero con Independiente del Valle, fue una de las novedades de la lista de buena fe previa a las semifinales, pero ni siquiera fue al banco. Darío Benedetto debutó ante el conjunto ecuatoriano en la ida, pero no formó parte del partido desquite. Fernando Zuqui, de buen rendimiento hasta aquí, fue suplente de Gonzalo Castellani en la práctica de fútbol de anteayer, y Walter Bou, el primero en sumarse, es segunda o tercera opción como delantero.
Con Ricardo Centurión se produce otra extraña situación. Durante varias semanas, la dirigencia, con el aval del cuerpo técnico, insistió y negoció con el futbolista para lograr destrabar su vínculo con el San Pablo. Pero una vez aterrizado en Boca, el hombre, que se imaginaba titular, todavía no debutó. A Sebastián Pérez, campeón de América con Atlético Nacional, le falta la puesta a punto y Wilmar Barrios y Nazareno Solís aún no saben si serán cedidos a otros clubes.
Estos casos se replican en hombres que ya estaban en el plantel. A Fernando Tobio lo dejaron ir, para, unas semanas después, ir a buscarlo y proponerle renovar el vínculo, lo que generó pérdida de trabajo con el grupo. Desde el arribo de los Mellizos, Pablo Pérez siempre fue un fusible, por su inestabilidad emocional dentro del campo de juego. Pudo haber emigrado en julio, pero bastó que Independiente posara sus ojos en él e hiciera una oferta muy tentadora, para que el volante sea considerado una pieza fundamental del engranaje. Andrés Cubas es otro caso incomprensible. Hasta hace dos meses era un mediocampista con ADN xeneize y un gran futuro, que supo esforzarse para recuperar su lugar en el equipo, un eslabón. Pero hoy está relegado y con chances de emigrar. Federico Carrizo podría escribir la misma historia: con actuaciones destacadas y goles importantes en la Copa Libertadores, su presencia fue cada vez menor en el campo de juego, y hoy es tercera o cuarta opción. Leonardo Jara fue elogiado en el primer semestre por su polifuncionalidad. El ex Estudiantes de La Plata rindió como lateral derecho e izquierdo, y también cumplió cuando ocupó un lugar en el mediocampo. Pero su presente es completamente distinto. Sin lugar entre los 11, hasta se pensó en negociarlo. Algo similar sucede con Castellani. En julio, Guillermo lo convenció para que no renueve su préstamo con Lanús y regrese a Boca. El jugador lo hizo, pero el DT lo dejó afuera de la lista de buena fe de la Libertadores. Pese a la frustración, el volante siguió entrenándose y cuando hubo práctica de fútbol jugó para los suplentes. A excepción de anteayer, justo el día que el Granate manifestó interés por gestionar un nuevo préstamo por él y por Leonardo Jara, a quienes inscribió anteanoche en el libro de pases de la AFA.
La novela del arquero se suma a este panorama de indecisiones. Guillermo hizo público su deseo de incorporar a Agustín Marchesín, un arquero de trayectoria que pueda disputarle el puesto a Agustín Orion, porque no le tenían confianza a Guillermo Sara. Cuando el Santos Laguna plantó bandera y rechazó cualquier oferta por su arquero, el desenlace pareció extraído de una comedia de enredos, que suena a parche: Con la partida de Orion (que quería irse al exterior y terminó en Racing), el nuevo Nº 1 de Boca es Sara y el suplente es Axel Werner, de apenas 20 años.
En este contexto, hasta Carlos Tevez queda expuesto: el nuevo esquema planteado por el cuerpo técnico (4-2-3-1) debería potenciar al Apache, quien este año estuvo muy lejos de ese delantero desequilibrante que volvió al club en 2015. Con un adicional: ya sin el Cata Díaz, tendrá la responsabilidad de llevar la cinta de capitán y será la voz de mando del plantel, tanto dentro como fuera de la cancha.
Boca tiene un plantel como para conformar al menos dos equipos competitivos, pero la realidad del calendario marca que sólo disputará el torneo local, que recién tendrá un campeón a mediados de 2017. La Copa Sudamericana la verá por televisión (por aquel 0-4 frente a San Lorenzo, en febrero) y en la Copa Argentina, única chance que tiene el equipo xeneize de acceder a la Libertadores del año próximo –en caso de ganarla–, chocará en octavos de final contra Lanús, un equipo que sabe a lo que juega, es el actual campeón del fútbol argentino y sus engranajes están muy bien aceitados.
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