Es una pena que las paredes no hablen, porque las del hotel Hilton en Puerto Madero tendrían mucho para contar. Si entre las paredes de ese hotel se tomaron cinco años atrás decisiones de profundo impacto en el mundo olímpico –un nuevo presidente del COI y la sede de los Juegos del 2020-, el mismo escenario confirmó hoy que la política en el deporte no es para aficionados.
Diez de la mañana, segundo subsuelo y la Confederación Sudamericana de Fútbol ( Conmebol ) reunida para su congreso anual ordinario. Ya habrá tiempo para validar el presupuesto anual en una votación con reminiscencias de los congresos del comunismo búlgaro (cien por ciento de los delegados aprueba las cifras). Lo más interesante está por llegar, porque el fútbol sudamericano va a condecorar a un presidente.
"Sabemos que llega con demora, pero la justicia llega", dice Alejandro Domínguez , presidente de la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol). Y Mauricio Macri sonríe. Dice que es una "sorpresa" que la Conmebol lo honre de esta manera, y añade una confesión algo amarga: "Cuando uno tiene estas responsabilidades, las sorpresas no suelen ser noticias agradables". El video que le ofrece la Conmebol a Macri es agradable y bastante más. Se glosan los títulos en sus 12 años como presidente de Boca y aparece incluso una foto del Maradona del 81, que nada tiene que ver con la gestión boquense del hoy jefe de Estado. Está llamativamente cerca de lo hagiográfico.
El espectáculo es observado por la plana mayor del fútbol mundial. Está Gianni Infantino , presidente de la FIFA, pero también Aleksander Ceferin , jefe de la UEFA y Victor Montagliani, titular de la Concacaf. No están los jefes de las confederaciones de Asia y Oceanía, pero sí pasó por Buenos Aires el jeque Hamad Al-Thani, poderosísima cabeza de Qatar 2022, ese Mundial que parecía de ciencia ficción y está ya casi a la vuelta de la esquina.
Domínguez Wilson-Smith –el presidente de la Conmebol tiene tres apellidos- sonríe de oreja a oreja, porque está a punto de dar a conocer la gran sorpresa del día. "Presidente –le dice a Infantino-, le hago entrega de una carta firmada por las diez federaciones que integran la Conmebol para que el Mundial de 2022 se juegue con 48 equipos".
Ceferin y Montagliani no lo pueden creer. Aseguran que no tenían ni idea de la movida de Domínguez, que se sube a la que es quizás la decisión más polémica de la gestión de Infantino: 48 equipos en vez de 32 a partir del Mundial 2026.
En público, el presidente de la FIFA es prudente: "Es algo muy interesante y tenemos que estudiarlo en serio". Pero el tema va en serio, y podría tener derivaciones insospechadas.
El Hilton arde. El lobby es escenario de buena parte de los encuentros, previstos o espontáneos, mientras que las suites de Infantino y Domínguez concentran reuniones más delicadas. Por los pasillos se ve a caras locales: Rodolfo D’Onofrio, Daniel Angelici, Matías Lammens y Víctor Blanco. Ni noticias de Hugo Moyano.
En la noche del lunes hubo cena con Angelici como anfitrión, en la del martes les tocó a D’Onofrio y Lammens, en tanto que la del miércoles reunió a todos en el Campo de Polo, donde la presencia de una docena de campeones del mundo de 1978 y 1986 fue el hit.
La televisión también juega su juego entre las paredes del Hilton, con Ignacio Galarza, CEO de Torneos, a la cabeza de su equipo. No hay deporte sin TV, y eso Torneos lo sabe muy bien. ¿Habrá "partido patriótico" de la selección el 25 de mayo? "No", dice Galarza sin inmutarse, la FIFA no permite amistosos en esas fechas.
"Querido Chiqui", dice Infantino en un momento de su discuros. Claudio Tapia , el presidente de la AFA, es "Chiqui" para todos. Y a "Chiqui" se lo ve infinitamente más cómodo que hace un año en su traje de máximo jefe del fútbol argentino, aunque para hablar con Ceferin necesite un intérprete, porque Tapia no habla inglés. Esloveno, Ceferin es el presidente de la UEFA más argentino de la historia: es íntimo amigo de Hernán Zupan, líder de la comunidad eslovena local, y visitó ya varias veces el país. Podría decirse además que el presidente de la UEFA es de River: en una de sus visitas al país jugó un partido de fútbol, seguido de asado, con Marcelo Gallardo, Enzo Francescoli y el propio D’Onofrio, entre otros.
Pero la alta política deportiva está muy lejos de ser un partido de fútbol. Lo deja en claro Domínguez en un momento de su discurso en ese oscuro segundo subsuelo en la fresca mañana del otoño porteño.
"La justicia suiza nos informó de la existencia de 32 millones de dólares a nombre de Nicolás Leoz y sus testaferros y de seis millones de dólares a nombre de Eduardo Deluca. Solicitamos su restitución".
Leoz, paraguayo, fue presidente de la Conmebol durante 27 oscurísimos años, Deluca, argentino, fue su secretario general. Aunque sean otros tiempos, el pasado vuelve de tanto en tanto.
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