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Sergio Batista: “Cuando Messi maduró, cuando vio que le tocaba, arrancó su liderazgo”
“Si en 2026 está jugando, Leo tiene que estar en el Mundial”, avisa el Checho, campeón del mundo en México 86; las idas y vueltas con Maradona y la respuesta para De Paul
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Cambió el mundo. Ir a jugar a Europa podía esperar… o no ocurrir jamás. Tenerife vino a buscarlo en 1985, pero el “Checho” Batista prefirió quedarse en su Argentinos Juniors que le pagaba lo mismo. Hasta que el ‘88, un tal Maradona le dijo que se lo llevaba al Napoli. Pero el dueño del club, Corrado Ferlaino, tenía otros planes: compró al brasileño Alemão. “Uhhhh, estalló Diego…, ¡para qué! Creo que todos sus problemas con Ferlaino empezaron ahí, empezaron por mí”, bromea Sergio Batista a sus 60 años. La sonrisa desaparece cuando también recuerda que casi no le quedaron camisetas de la epopeya en México. Se las robaron. “Sólo conservo una camiseta de la final con Alemania. Se la había regalado a mi cuñado en el mismo Azteca…, y se la volví a pedir para tener algo. Tenía toda mi carrera en dos bolsos grandes en la casa de mi vieja. Entraron y se llevaron únicamente esos dos bolsos, nada más, muy extraño, ¿no? La que más me duele es esa casaca azul N°2 que usé contra Inglaterra, porque no hay más, las habíamos hecho exclusivamente para ese partido”. Y la bronca se le instala en el rostro.
Pero la condición de campeón del mundo es inviolable. Eterna. Cuando a la final de Qatar le quedaban 20 minutos y la Argentina ganaba con autoridad, un agente de la FIFA apareció en el palco del estadio Lusail que ocupaba el “Checho”. Se acercó en silencio y le susurró al oído: “Señor Batista, si su selección sale campeona, usted y el señor Pumpido entrarán con la copa”. Asombro, silencio. “Me asusté un poquito; entré a pensar, me fui del partido, me puse muy nervioso y la cabeza se me disparó para cualquier lado. El planeta iba a estar mirando. Entonces, sólo quería que terminase el partido, que ganemos y que ese momento pasara rápido. Pero no, vinieron el alargue, los penales… No, no, sufrí muchísimo. Hasta que agarré la copa. Ahhh, entonces quería detener el tiempo. Íbamos caminando despacito con Nery, íbamos hablando y decíamos “que dure, hagamos que dure”. La teníamos otra vez, ahí estaba, con sus 6 kilos y 140 gramos…” El registro del peso exacto, legado maradoneano.
“¿Por qué yo? No lo sé”, responde. Desconoce el honor. “Imagino que Nery por su cargo en la Conmebol..., pero también había muchachos campeones del ‘78, podría haber sido uno y uno… Nunca supe el criterio que utilizó la FIFA”, confía. “Checho” no se lo olvidará jamás del reencuentro con la copa. “Ahora la toqué más que en el ‘86. En México la habré rozado apenas dos veces… Diego no la soltaba, no se la daba a nadie. Tengo una sola foto con Diego y la copa, en la vuelta olímpica que dimos en el complejo del América cuando volvimos a la concentración… pero la tiene él, jaja. No se la daba a nadie, era de él. Y bien ganada la tenía”. El campeón le da paso al hincha que vibró en Qatar con los siete partidos. “Estuve tranquilo en general. Quizás me puse un poco nervioso contra Holanda, porque te empatan un partido que parecía resuelto, y naturalmente también en la final. Pero en el Mundial, como también me había sucedido antes, esta selección me transmitió seguridad. Sabía que ganaban. Ganaban a los 20 minutos o a los 80, pero yo siempre sentía que ganaban”.
- “A Scaloni hay que bancarlo y darle las llaves del predio”, dijo alguien en abril 2020, cuando todavía el ciclo era una incógnita.
-Fui yo, esa frase es mía. Lo banqué, siempre. Era un técnico nuevo, nadie sabía que podía dar por su inexperiencia. Todo eso es verdad. Pero se habían hecho tan mal las cosas durante muchos años que yo entendía que, si habían elegido a un técnico, había que darle plena confianza. Y no sólo rumbo a Qatar, sino por ocho años. Afortunadamente como ahora ocurrió, pero yo lo dije en 2020. Yo pasé por la selección, había dirigido muchas cosas antes, llegaba con experiencia… ¿Y? No te garantiza nada. Cuando Lionel perdió en la Copa América de 2019, más creí en él. Al técnico de la selección siempre hay que apoyarlo y Scaloni fue de menor a mayor. Siempre lo noté seguro, capaz de convencer a un grupo. Y firme, nunca noté que le temblara el pulso para poner y sacar más allá de los apellidos. El técnico tiene que ser así. Yo creo en los proyectos, no íbamos a ningún lado si seguíamos como veníamos, cambiando cada dos por tres. Lo hizo muy bien, y calladito la boca. Y mirá que podía hablar después de las eliminatorias y de la Copa América de Brasil… ¿Y ahora? Más, y sin embargo, sigue calladito la boca. Y hay jugadores que él llevó a la selección, que están para el próximo Mundial. Le salieron bien las cosas, sí, pero él trabajó para que le salieran bien. No fue de pedo, ¿eh?
-¿Quemó los libros? Tenía un equipo de memoria, y pierde a Lo Celso. No le rinden Paredes ni Lautaro, y aparecen Alexis, Enzo y Julián Álvarez… Hace cambios, modifica los esquemas…
-Y todo le rinde… Y los jugadores que entraron estuvieron entre los mejores del torneo. Pero eso él lo sabía, y por eso los llevó. Claro que necesitás un poquito de suerte, porque si a Lautaro le salen los tres goles que le anularon contra Arabia, por ahí Julián no hubiese jugado. Pero para mí, Scaloni tenía claro todo. Él cambiaba los esquemas cuando todavía faltaba mucho, no para cerrar un partido… Para hacer eso tenés que estar muy seguro, lo tenés que haber ensayado mucho…
-¿Lo subestimamos…?
-Nos sorprendió y calló a todos. Pero no estaba mal dudar de él en un primer momento… Las que a mí no me gustan son las críticas que condenan y descalifican. “Burro, no sirve para nada…” No, no. Lionel no ha sido ningún improvisado, tenía todo estudiado.
-¿Tuviste trato directo con él?
-Nunca. Pero es un tipo inteligente y humilde.
-¿Qué es lo más difícil de ser DT de la selección? ¿Administrar egos, lidiar con los dirigentes, convivir con las críticas?
-Saber convivir con todos y convencerlos a todos. Todos esos puntos que dijiste… Hay que saber lidiar, el cargo de técnico de la selección llega hasta el gobierno nacional. Es muy duro, no es fácil ser técnico de la selección. Hoy no te ceden pibes de la Sub 17 y hasta de la Sub 15…, no es fácil, y tenés que pelearte. Hoy no ganás más con la camiseta, lo vemos en los sudamericanos. No engañás a nadie. Tenés que bancarte cada cosa… y a veces te tenés que ir. Entiendo a los entrenadores de inferiores que quieren ganar, y generalmente no es culpa de ellos, sino de sus dirigentes que les exigen y les exigen porque quieren mostrar que en su gestión se coronaron en la 6ta o en la 8va división. ¿Y? Si no te dan ni un sándwich ni una Coca por eso… En cambio, que te citen para la selección sí es un premio. El rótulo de técnico para los muchachos que están en las inferiores no debe existir, ellos no son técnicos ni deben sentirse técnicos por más que se hayan recibido… El técnico es el de Primera. Ellos son formadores, que es más importante todavía, y deben pelear por esa consideración.
-Pero les piden victorias, títulos…
-La culpa es de los dirigentes y de la línea que ellos bajan, con el coordinador de inferiores, como línea de gestión. Una condición sería aclararles: ‘Miren que ustedes nunca van a dirigir en Primera, por bien que les vaya, y aunque pierdan 20 partidos van a seguir en su categoría’. El directivo tiene que ir a principio de año a cada categoría y ver a los dos o tres que más pintan, y volver un año después: si a esos dos o tres el formador no los hizo crecer, falló. No los evaluemos más por si ganaron por uno o dos goles. ‘Que el técnico de la cuarta agarre Primera porque salió campeón…’, hemos escuchado, ¿no? Y generalmente desarman algo bueno que estaba abajo y no ganan en Primera, entonces lo echan. No sirve así, es toda una locura. Todos los equipos necesitan de sus inferiores para sobrevivir económicamente… ¿todavía no se dan cuenta? Yo en un momento fui a verlo a Julio [Grondona] y le dije: ´Vamos a poner una regla que implique una obligación para los clubes: que por cada venta, el 2 o el 3% se destine a las inferiores. De manera obligatoria’. Me sacaron cagando…
-¿Quién fue Grondona? Fuiste el único DT al que echó como presidente de la AFA.
-Sí, bueno… Fue uno de los mejores dirigentes que tuve. Un adelantado, un tipo rápido que sabía antes lo que iba a pasar. Vivo. Yo tuve una relación muy buena, casi de padre e hijo. Me quería muchísimo. Un tipo muy inteligente y capaz. Cuando terminó la Copa América de 2011, lo supe: perdí y afuera. Pero él no se animó de decírmelo, otra persona me lo adelantó y era esperable según esa lógica del momento. Julio sabía manejar los temas y los tiempos.
-Los campeones del 86 y del 2022 tienen diferencias y muchas semejanzas también.
-Sí, nos parecemos en los resultados. Mirá: en octavos nos costó a los dos, nosotros con Uruguay y ahora con el sufrimiento del final con Australia; en cuartos, nosotros Inglaterra y ellos Holanda, intenso, a ellos les empatan 2-2 y a nosotros nos salvó la nuca del Vasco [Olarticoechea]; en semi, dos grandes partidos bien resueltos contra Bélgica y Croacia, los más holgados. Y la final, nosotros que la teníamos controlada contra Alemania y ahora encaminada contra Francia… y después, a sufrir. Los dos estábamos tranquilos 2-0, más cerca del tercero, y de golpe todo se puso negro. La gran diferencia es que nosotros nos fuimos solos a México, ni fue a despedirnos la familia, jajaja. En cambio, estos chicos se habían ganado todo el cariño de los hinchas ya antes del Mundial.
-”Somos la mejor selección que tuvo nuestro país”, declaró De Paul...
-Respeto su opinión…, lo dijo con respeto y con sus argumentos. Yo no diría que la selección en la que jugué fue la mejor de todas, eso se los dejo a ustedes, los periodistas, y a la gente. No tiene sentido entrar en una discusión tonta: las tres selecciones fueron muy buenas y les dieron la misma alegría a los hinchas. No lo tiene que decir él, pero no lo sentí como una falta de respeto.
-Los N°5 campeones del mundo habían sido el ‘Tolo’ Gallego y vos. Después vinieron Redondo, Simeone y Mascherano. Pero el futuro campeón del mundo en ese puesto no sería número 5…
-Es que Enzo [Fernández] es todo… y el fútbol de hoy es menos posicional. Es el 5 que se busca hoy, con más movilidad. Enzo hasta podría ser enganche. Lo de Enzo y Alexis fue una tranquilidad para Scaloni. Entraron con carácter como si tuviesen 50 partidos en la selección. Yo siempre he dicho que es difícil vestir la camiseta argentina, y lo sigo pensando, pero estos pibes entraron como si nada. Y el trabajo de Scaloni ha sido tan bueno que ya tenés jugadores, por edad, para el próximo Mundial. Y con experiencia.
-Dijiste que no hay muchos argentinos en clubes de la elite y se interpretó como una crítica a los campeones del mundo…
-No, no, no se entendió. Estos pibes son Gardel, son campeones del mundo, nunca dije algo en contra de ellos… Muchos están en la Premier League, nada menos. Yo no los critiqué a ellos. Lo que yo digo es que hay que seguir trabajando, formando, preparando chicos para aspirar a llegar ahí, a lo más arriba. Argentina debe tener jugadores en la elite, y eso se prepara. Quizás estos chicos, por ahora, son de una línea más baja que la generación anterior, la de ‘Kun’, de Mascherano, de ‘Pipita’, pero eso no significa nada. Nosotros en el ‘86 no teníamos muchos jugadores en la elite tampoco. Por eso la base es todo, hay que trabajar bien abajo. Es por eso que protesto, algo está pasando en nuestro fútbol si no estamos llegando más ahí, a Real Madrid, a Barcelona, a Milan, a Bayern Munich…
-No escondés todo detrás del título, estás preocupado…
-Te pregunto y te doy tres días si querés para pensarlo: ¿cuántos jugadores en la Argentina gambetean? ¿Pero gambeta-gambeta, para adelante, que se saquen un jugador…? Era Thiaguito [Almada] y se fue…, otro que es un loco, Centurión, y es una lástima… Desaparecieron esos jugadores por pensar más en lo táctico, jugadores que aceptan ponerse ahí y no tienen esa rebeldía para escaparse. A Di María, a Agüero, a Lavezzi los vinieron a buscar porque hacían eso…, encarar. Entonces, ¿por qué copiamos tanto jugar a uno o dos toques y perdimos aquello que nos diferenciaba? Eso que venían a buscar. A los chicos, y a muchos grandes también, los llenamos de miedo al error. Mi nieto juega en Argentinos, tiene 7 años. Fui a ver un partidito con mi hermano, el Chino, y en el rival había un chiquitito. La agarró en la mitad de la cancha y pa, pa, pa… se fue hasta adentro del arco. Golazo, nosotros los aplaudimos. Cuando volvía, el técnico le dijo: ‘Muy bien Matías, pero la próxima más simple’. Lo miré al Chino y le dije: “¿Lo matás vos o lo mato yo?”. Eso nos pasa, por eso nos falta esa gente de tres cuartos de cancha que decida sin miedos. Si de chico le vas quitado esa impronta, estamos mal.
-La selección parece una célula que no representa la realidad del fútbol argentino. El de los torneos desordenados, las sospechas en los arbitrajes, la violencia, la ausencia de visitantes, las deudas de los clubes
-¿Cómo si la selección fuese de otro país? Algo así, ¿no? Es como si tuviésemos lo buenísimo ahí, y después bajamos a otra realidad y… ¿qué pasa loco? Y sí, ojalá de a poco se vayan dando cuenta de que hay que arreglar un par de cosas. Ir creciendo. El fútbol argentino todavía tiene que crecer a todo nivel. Hay que ver si te dejan también, en este país todo es tan difícil… Ser campeón del mundo te abre muchas puertas, para todos. Y eso hay que aprovecharlo.
-El primero que llevó a ‘Dibu’ Martínez a la selección fuiste vos, en 2011. Se lesiona Ustari y lo citás.
-A ‘Dibu’ lo conocíamos de la Sub 15, porque estaba Martín Tocalli conmigo, y me dijo ‘vamos a traerlo del Arsenal’. Dibu fue siempre así… No está loco, es muy inteligente. Esa personalidad la tuvo siempre; quizás se excede un poquito a veces, pero el otro día Papu Gómez dijo: ‘Yo hago goles y bailo. ¿Por qué él, si ataja un penal, no puede bailar?”. Dibu tiene una gran personalidad, desde siempre. Quizás siendo más conocido se atreve a hacer otras cosas, pero ya de chico era así.
-¿Y Messi cambió? ¿Conocías a este líder?
-Impusieron que si sos el mejor jugador del mundo, también tenés que ser el líder y el capitán. Y siempre estuvo la comparación con Diego. Leo fue muy inteligente desde chico para separar las cosas: “Loco, no es mi momento para ser líder”. Nosotros teníamos a Mascherano, Burdisso, Gaby Milito, y Leo venia de la época de Ayala, del Gringo [Heinze], esos sí eran tipos lideres… Él se dedicaba a jugar y hacía lo que sabía hacer, sin meterse en cosas que lo iban a desgastar. Cuando maduró, cuando vio que le tocaba, arrancó. Espero el momento, y cuando vio que era su momento de llevar a estos muchachos para adelante, lo hizo. Muy inteligente. Cuando no lo sintió, no fue líder. Quizás pensó: “¿Y si hago lío…?”. No quería, él sólo quería jugar al fútbol…, que se arreglen los demás. Hasta que sintió que sí, que le tocaba.
-¿Qué creés que hará ahora?
-En la alta competencia puede seguir jugado algunos años… La Copa América del año que viene también, está cerca. ¿El Mundial? Y, ojalá que esté. Si en 2026 está jugando, tiene que estar, tiene que ir. Al menos para preguntarles a los compañeros: “Muchahos, ¿cómo están? Miren que voy a jugar un rato”. Si él quiere, tiene un par de años más en la alta competencia. Si se mantiene en ligas que le impliquen intensidad, sólo dependerá de sus ganas.
“Irme a Japón me salvó la vida”
Dos pérdidas lo conmovieron al “Checho” a principios de los ‘90: primero, la muerte de su padre, don José, el alma del ya mítico Club Parque, y al poco tiempo, la de su madre. Batista cayó en la más profunda oscuridad: la adicción a las drogas. Japón 1993 y la necesidad de huir. “Irme a Japón me salvó la vida. Me escapé, me alejé de un entorno que no me hacía nada bien por mi adicción a las drogas. Me fui sin siquiera firmar contrato. Si me hubiese quedado, más allá de que también había mucha gente buena a mi alrededor que me contuvo, me hubiese costado mucho más salir. Ese viaje fue fundamental para olvidarme, para salir. Me salvó la vida. Y al volver [1997], el entorno tóxico ya no se me acercó. Al contrario, me veían y me echaban… me ayudaron. Me querían lejos de ellos”. Nada de rodeos para hablar.
Diego Maradona no tuvo esa suerte. “No tengo incorporada su muerte todavía… Cuando aparecen fotos o está haciendo jueguitos en la televisión, no lo miro. No, no, saco, cambio o me voy. No, no puedo verlo. No se puede haber ido tan joven…, con tantas cosas que vivimos juntos. No puede ser que no esté entre nosotros. Me da bronca, bronca… ¡Cómo no está! Me da bronca cómo se fue…”, avanza y no hay resignación.
-¿Lo podías ver…?
-No, no, yo no llegaba. La última vez que lo vi fue en la cancha de Argentinos, el día que le hicimos un homenaje a Sergio Gendler. Lo invité, vino, estuvo feliz. Era el técnico de Gimnasia y ese día había elecciones en La Plata y no se quería ir de lo bien que la estaba pasando… Esa fue la última, casi un año antes de su muerte. Los del ‘86 queríamos ir a visitarlo en la época de la pandemia, pero teníamos miedo del Covid, de contagiarlo, de contagiarnos, de hacer cagadas… Pero no había forma de llegar a Diego.
-Vos tuviste idas y vueltas. Hasta un juicio entablaron.
-Sí, sí, me cansó en un momento. Me había acusado de algo feo [en 2011, Diego señaló que Batista y Brown habían pedido coimas en su etapa de DT de la selección] y le hice juicio. Yo me peleaba varias veces con él, yo no le decía a todo que sí. Hasta que nos encontramos en una cena y pasaba uno y pasaba el otro y no nos dábamos pelota, porque yo también soy medio duro para reconocer las cosas… Hasta que en un momento pasó por atrás de mi silla y me dijo: ‘Tenemos que hablar nosotros’… Y ahí arreglamos todo en dos segundos. Diego era así…
-¿Y el DT Batista? No dirigís desde el Qatar Sports Club, en 2019…
-El entrenador Batista no está terminado, pero está más tranquilo. Trato de elegir. Me gustan esos lugares, me gustó dirigir en China, en Bahrein, en Qatar, lugares profesionales, pero más tranquilos. Estoy para eso. Quizás alguna selección de Centroamérica, lugares donde hasta podés enseñar. También te echan de ahí, pero es diferente. Acá me cuesta, estamos muy enfermos, muy histéricos. Exámenes todos los domingos, es campeón o nada. Acá no estamos bien. Puedo aceptar que me putees del otro lado del alambrado, pero en la calle no. Eso ya no es fanatismo, es enfermedad.
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