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Ser bueno en el fútbol de elite: ¿cuánto mejora jugar con los mejores?
Cuando Paulo Dybala dijo que "era difícil jugar con Messi en la selección" el mundo futbolístico se escandalizó. Corría septiembre de 2017 y fue en la conferencia de prensa previa a un choque entre Juventus y Barcelona en España, por la Champions League. "Puede parecer raro lo que estoy diciendo. Es un poco difícil jugar con Messi en Argentina porque jugamos en la misma posición. Soy yo el que debo adaptarme algo más a él y hacerlo sentir bien en la cancha", agregó el ex Instituto.
El fútbol es apasionante, tanto que puede unir a dos o hasta tres cracks en el mismo equipo y eso no necesariamente ser sinónimo que se entiendan, que jueguen muy bien juntos. Muchas veces importa más reunir características complementarias que a los mejores. Pero la lógica es que todo entrenador pretende contar con los mejores. Y la lógica también dice que hay que ser bueno para jugar con los buenos. La elección de la revista FourFourTwo sobre los 25 mejores futbolistas de los últimos 25 años, entre los que están los argentinos Lionel Messi y Gabriel Batistuta, disparó el debate. Y el análisis.
¿Ángel Di María hubiera sido tan bueno y desequilibrante en sus clubes y en la selección si no hubiese estado rodeado de otros muy buenos? El ex Central tuvo el privilegio, en el recorrido de su carrera, de ser compañero de Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar, Rooney y Mbappé, entre otros. El zurdo tuvo, desde el arranque, características que se podían adaptar a cualquier sistema y compañero, pero también hizo su propia evolución.
Las ligas de elite exigen un plus, pero incluso dentro de esos torneos los mejores se pueden potenciar entre sí. No sólo siendo compañeros, sino también compitiendo contra los mejores. Tardaron muchos años en decirlo, pero finalmente ellos lo reconocieron: Messi y CR7 no hubieran sido tan buenos individualmente sino hubieran sido contemporáneos, sino hubieran desarrollado ese sentido de competencia para ver quién era el mejor aplicado a sus evoluciones y perfeccionamientos.
¿Cuánto mejora jugar con los mejores? Lo suficiente para ser parte de un engranaje colectivo que esté a la altura del club en cuestión, de la liga y del objetivo propuesto para la temporada por ese equipo. La principal diferencia es simple, nace desde el pase y la recepción, de cómo ganan segundos de velocidad haciendo una entrega precisa y un control orientado para empezar a decidir la próxima jugada. Jugando juntos perfeccionan la técnica individual, desde un remate a un cabezazo, hasta los tiempos para tomar decisiones o jugar mano a mano.
Un mal pase de salida en el fútbol argentino te puede dar tiempo de recuperación o la chance puede ser fallada por el supuesto beneficiario; en los principales equipos de Europa, es gol seguro.
La intensidad es otro de los "detalles". No solo en los ritmos, en poder sostener el ida y vuelta en cada jugada, sino también durante mucho más tiempo de juego real. Lucas Alario en River hacía un gran sacrificio, no solo desde el despliegue ofensivo, sino también en el retroceso y el trabajo de presión que pretende Gallardo para su equipo: era el primer defensor millonario.
Ahora como delantero de Bayer Leverkusen, Alario reconoció hace poco en Fox Sports: "No solo tenés que estar bien físicamente para rendir en el máximo nivel y responder en cada roce y esfuerzo, en cada pelota dividida, sino también en la resistencia. Mientras en la Argentina el tiempo neto de un partido es de 45 minutos, en Alemania es de 75. Sobre todo en eso me llevó una adaptación cuando llegué". En la elite hay que ser bueno y durante un tiempo más prolongado.
Javier Saviola sentía algo similar a lo de Dybala con Messi con Ronaldinho. Cuando fueron compañeros en Barcelona, el N° 10 brasileño lo asistía sin mirar, incluso a veces de espalda a la jugada, y el Conejito no podía creerlo. Luego lo agarraba en el vestuario y le preguntaba: "¿Cómo me viste? ¿Cómo hacés?". Entonces el ex River les comentaba a sus allegados: "Cuando jugás con Ronaldinho, estás obligado a no pasar vergüenza".
En una entrevista con LA NACION, Saviola dijo: "Con Ronaldinho no podías estar a su altura, entonces el desafío era acompañarlo lo mejor posible. Y lo mismo ocurrió con Messi: él va a un ritmo que no podés seguir. Messi es anormal porque hace diez años que es el mejor. Ganar un balón de Oro es tan, pero tan difícil y él lleva cinco y podrían ser más también. Messi compite contra sí mismo también".
Y hace unos días, Saviola comentó en Goal.com: "En su momento, Dybala dijo que era difícil y yo lo apoyé mucho, porque nadie entendió lo que quiso decir. El tema es que Messi tiene un ritmo tan elevado, que a veces debés tener una concentración muy alta, estar muy pendiente de cada jugada e ir al ritmo que impone el equipo. Uno piensa que es fácil, pero después van a un ritmo espectacular".
Es así: jugar con los mejores te hace mejor jugador, te potencia. Pero hay que ser bueno para jugar con los buenos. Y, además, sostenerse en el tiempo.
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