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Selección argentina en Qatar 2022: Lionel Scaloni no saldrá igual del Mundial, ya es un técnico diferente
El entrenador argentino cometió varios errores antes de la Copa del Mundo; asimiló el proceso y corrigió sobre la marcha
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DOHA (Enviado especial).- No es el mismo. En 15 días, Lionel Scaloni, el entrenador de la selección argentina cambió por completo su forma de gestionar. Se muestra idéntico hacia las cámaras, pocas risas, alguna que otra ironía cuando la situación se lo permite y amable cuando entiende que debe serlo. Pero hay otra parte que no toma el lente, el detrás de la escena, en la intimidad de su grupo, en el corazón de la Universidad de Qatar. Es el Scaloni que camina por cada rincón de la concentración, el que charla hasta cualquier hora con su staff técnico. Ese es distinto. Dejó atrás el conductor que sólo pensaba en la unidad del grupo y administraba humores en consecuencia, para convertirse en un líder de determinaciones fuertes, de golpe de timón sin contemplaciones, en un líder que aprende rápido de sus errores y sabe corregir en el andar. El caso de Ángel Di María es el último gran ejemplo, porque el deseo de uno no iría de la mano de la determinación del otro.
El primer paso que dio Scaloni en el camino hacia esta Copa del Mundo mostró a un entrenador que se confió más de la cuenta. A una parte de él, al jugador que tiene dentro, le jugó una mala pasada. Depositó todo en su instinto, en su pulso para medir a “sus muchachos” y el resultado lo expuso como nunca. Tuvo que dar un golpe sobre la mesa tras confeccionar una lista para esta Copa del Mundo con demasiados jugadores que no llegaron al cien por ciento de su condición física. Los primeros que pagaron la transformación fueron Nicolás González y Joaquín Correa. Desafectados.
Su forma en la que valora lo que escucha de los jugadores ya no será la misma de aquí en más. No tiene que ver con la amistad o con el trato. Esa parte puede seguir siendo igual. Pero a la hora de definir un plantel, de decidir quién entra en la cancha o quién sale, la opinión de los futbolistas será observada de un modo menos determinante. Desde ahora, si algo sale mal, la responsabilidad será siempre suya. Si sale bien, como siempre, se apartará para darle el lugar a los jugadores.
Aprendió, también, a medir sus palabras Scaloni. A domar sus emociones, porque el propio DT instaló un problema donde no lo había. Fue él quien. molesto, confesó delante de las cámaras que había convocado futbolistas fuera de su mejor forma, justo un puñado de días después que había asegurado que no iba a seleccionar a ningún jugador que estuviese lejos de su mejor forma física. Pero ahí tomó directamente el control, porque no dejó pasar más que una jornada, después de la experiencia Abu Dhabi y ya en suelo qatarí mandó de nuevo a su casa a los lesionados y convocó a Thiago Almada y Ángel Correa.
Solucionó una parte del problema. Esos cortes fueron “más sencillos”. Los otros guardaban un peso más grande y merecían tener el pulso de un cirujano para evitar daños mayores. Rápidamente esta competencia le dio un cachetazo de realidad con ese traspié con Arabia Saudita. Admitió demasiados jugadores fuera de forma o con poco ritmo juntos: De Paul, Di María, Paredes, Cristian Romero, Papu Gómez... En medio de ese partido vio que debía comenzar a torcer el rumbo, pero no le alcanzó. Fue más fácil visualizarlo luego, cuando tuvo la soga al cuello. No tuvo problemas para desandar sus pasos y demostrar que podía avanzar en decisiones que significaban tocar el corazón mismo del plantel.
Entonces, Leandro Paredes, un emblema de su gestión, un puntal de la comunión en el grupo, que no estaba con rodaje y lució fuera de ritmo, se quedó en el banco de los suplentes contra México. No hubo revoluciones internas. Cristian Romero, que sufrió un golpe en un tobillo, también fue excluido en el arranque del juego, y Papu Gómez, que no estaba completamente recuperado de una molestia en la rodilla, y tuvo una tarea regular, tampoco estuvo en el encuentro con los mexicanos. Como suele modificar también los laterales, no dudó ni por un segundo en discontinuar a Nicolás Tagliafico y Nahuel Molina. Aunque esos cambios son más frecuentes.
El desahogo fue completo ante México, se liberaron las tensiones y se sintieron más a gusto con lo que estaba pasando en esta experiencia Qatar. ¿Scaloni había encontrado soluciones definitivas? No todas. Volvió a tomar decisiones fuertes, demostrando que no hay “socios vitalicios” en este club (salvo Messi, con quién se negocia todo). Ahora bien, los demás, si no están dentro de su mejor performance saben que al partido siguiente descansan. Por eso el entrenador volvió a demostrar que tiene el control absoluto. Lo del arranque fue un aprendizaje. Por eso contra Polonia, cuando nadie creía posible que otro de sus bastiones pudiera salir de la formación titular, el anuncio del ingreso de Julián Álvarez como titular, en lugar de Lautaro Martínez, fue otro cimbronazo. Un mensaje directo al comportamiento del grupo.
“Necesitamos 26 titulares, así que nadie tiene el puesto comprado”, se escucha desde aquella noche en Abu Dhabi. Por lo tanto, no es ilógica la versión que circula por aquí, que indica que Ángel Di María es el siguiente en la lista. Habló con Scaloni, le dijo que se siente bien, que quiere se parte del equipo para enfrentar a Australia. Lo mismo que le habían dicho al DT Nicolás González, Joaquín Correa, Paredes... No hay garantías para el autor del gol en el Maracaná, el más importante en los últimos 28 años de la selección argentina. A no ser que se recupere y se encuentre al máximo de sus condiciones físicas, se perderá el choque por los octavos de final de la Copa del Mundo.
El DT sabe que no tiene a otro futbolista que pueda cumplir el mismo rol que el rosarino, pero no quiere volver a equivocarse en poner en el campo de juego a alguien que no está listo. Aunque lo valore, lo aprecie, sepa que son esenciales dentro del grupo... Si no están plenos físicamente, no jugarán.
No le deja margen a nadie más. O se presentan como él los necesita, o irán al banco. Pragmatismo en su máxima expresión. Una determinación saludable y a tiempo. Lionel Scaloni supo volver sobre sus pasos, aprendió y todos sus muchachos recibieron el aviso: los privilegios en Qatar no corren para nadie más (o para casi nadie).
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