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Sebastián Bertoli: "Que venga gente que se ponga a trabajar por el fútbol y no para el beneficio propio"
El arquero de Patronato, que además es concejal y técnico en laboratorio, critica a los dirigentes: “Ya nadie le cree a nadie”
PARANÁ.– Sólo tiene que asomarse a la puerta de su casa y girar la vista hacia la derecha para ver las tribunas del estadio de Patronato . Vive apenas a dos cuadras de la cancha y, cuando se entrenan en el club, va en bicicleta a las prácticas. “A veces la gente me mira raro, pensando si soy yo o no, pero ¡qué voy a sacar el auto para hacer unas cuadras hasta el club!; agarro la bici y listo”.
La palabra resignación no existe en el diccionario de Sebastián Bertoli. Luchó durante 23 años para cumplir el sueño de jugar en primera división, logrando tres ascensos con el Patrón, desde el Argentino B hasta la máxima categoría del fútbol argentino. “Todo me costó tanto y me llegó tan tarde que tengo el récord de ser el jugador más veterano en debutar en primera con 38 años, tres meses y veintiún días”, dice, y la sonrisa no se le borra de la cara al referente y capitán de Patronato. Y agrega: “El fútbol te quita tres o cuatro horas del día. Después tenés tiempo de hacer otras cosas. A mí, en un momento, no me alcanzaba el tiempo en serio: además, tenía que laburar porque no llegaba a fin de mes. Estudiaba en Ramírez, a 60 kilómetros de Paraná, de lunes a jueves: técnico de laboratorio. De sábado a lunes al mediodía, trabajaba en Paraná. Y el fin de semana jugaba. Entre semana, el club me mandaba un remise a Ramírez para que llegara a entrenarme. Hacía tres cosas a la vez, pero siempre con la convicción de que quería llegar a primera. Muchas veces también pensé en dejar todo... Hoy lo pienso y es una locura, pero mi primer contrato como futbolista lo firmé a los 32 años. Siempre laburé y jugué; recién cuando ascendimos a la Nacional B, me pude dedicar de lleno al fútbol. Antes de eso, fui taxista, trabajé en un supermercado, vendí productos de panificación a almacenes, estudié para técnico en laboratorio. Te repito: hoy lo pienso y me parece una locura”.
–Pero hoy debes disfrutar de cada segundo…
–Si, por supuesto. Cuando estábamos en la Nacional B y se dio aquél torneo de los ascensos masivos, yo me la pasé llorando en la cancha durante los partidos. Siempre estuvimos prendidos para ascender y en las últimas fechas se nos fue desvaneciendo el sueño. Pensaba que nunca más iba a poder jugar en primera. Fue terrible. Hasta recuerdo ir a patear un penal y tener que refregarme los ojos porque por las lágrimas no veía. Fue durísimo.
–¿Qué opinás de todo lo que está pasando en el fútbol argentino?
–Está viviendo un momento histórico, pero para mal. Nunca había pasado algo así. Ojalá esto se encauce y tenga una real solución. Hay un desorden tal que ya nadie le cree a nadie. Lo que necesitamos los jugadores es tener un poco de certezas. Nosotros quedamos en el medio de una situación incómoda en la que, creo, somos los más perjudicados. Nosotros y la gente, sin duda. Los dirigentes que han hecho tan mal las cosas son los responsables que el fútbol argentino esté así. Ver dirigentes que han fundido a sus clubes y, a su vez, son la voz de una categoría... Esas cosas no las puedo creer. Hay dirigentes que vienen haciendo las cosas mal hace años y tienen la caradurez de pararse en la puerta de la AFA a hablar en representación de su categoría. No entiendo cómo les da la cara. Fijate que, en general, los clubes del interior son los que mejor manejados están, y el mayor problema está en los clubes de Buenos Aires y son justamente los que quieren arreglar las cosas . Entonces hay algo que no está bien. Espero que venga gente que se ponga a trabajar por el fútbol y no para beneficio propio.
–¿Le ves una salida a esta crisis?
–El fútbol argentino mueve mucho, sus jugadores están por todos lados, es un fútbol que vende. Me duele que ahora va a ser privatizado, cuando la gente se había acostumbrado a ver el fútbol gratis. Pero son decisiones políticas. El fútbol de nuestro país es un negocio muy grande. Y no se solucionan estas cosas, justamente, porque hay un negocio muy grande atrás. Espero que esto se solucione rápido y dejen de pelearse por poder y piensen un poco en toda la gente que involucra el fútbol.
–¿Creés que los futbolistas tendrían que tener un representante en todas estas negociaciones?
–Sí, somos actores principales. Los futbolistas tendríamos que tener un representante idóneo en cada una de estas negociaciones. No hablo de alguien con el peso de la popularidad o la camiseta, sino alguien que realmente entienda las cosas como son.
Todos los días se levanta a las 7 de la mañana, prepara el desayuno a sus hijos y los lleva al colegio. Después va a su oficina, donde desarrolla su actividad como concejal. Y en Patronato no sólo es el capitán, el referente, sino también uno de sus goleadores, con 17 penales convertidos. En su casa todo está en orden, a pesar de que su esposa Paula (“Conozco a mi mujer desde los 11 años, fue fundamental en mi carrera”, dice) y sus hijos Lucas y Joaquín se tomaron unas mini vacaciones, él se ocupa de todo, hasta de su almuerzo que terminó hace un rato, luego de entrenar: “En el fútbol, por el rol que me toca, no puedo tener amigos. Sé que tengo que tener buenos compañeros, pero no amigos, A veces la amistad hace que se confundan los roles y yo en el lugar que estoy no puedo hacer que los pibes confundan situaciones”, explica.
–¿Dónde te ves en el futuro, más cerca del fútbol o de la política?
–No lo sé. Tengo aspiraciones de las dos cosas. Mi gestión en la parte política podrá marcar algo, pero soy muy respetuoso del espacio que integro y el tiempo marcará para qué estoy. En lo deportivo ya tengo el curso de técnico hecho, pero lógicamente –a ese nivel– las dos cosas no se pueden hacer. Ser DT es muy demandante. Nosotros, los jugadores, somos robots: vamos, nos cambiamos, entramos a la cancha, nos dicen lo que tenemos que hacer, después nos bañamos y nos vamos. Pero el técnico tiene un laburo muy importante durante todo el día… De programación, logísitica, los entrenamientos, la alimentación y los treinta problemas que tenemos los integrantes de un plantel. Para la parte deportiva me preparé y para la política me estoy preparando. La vida me marcará en su momento cuál es mi destino. Por el momento, de futbolista me quedan seis meses. Y de concejal, tres años. Si fuese por mí, me gustaría renovar un año más para poder cumplir los objetivos planteados y… ¿por qué no soñar con clasificar a Patronato para algún certamen continental? Pero ya no dependerá de mí.ß
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