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Se sacó un peso de encima
Con sufrimiento en el final, Boca ganó 2 a 1, obtuvo su primer triunfo, le quitó el invicto a Vélez y lo bajó de la punta.
Por Claudio Mauri
LA NACION
Si la camiseta de Boca pesaba dos toneladas después de la derrota con All Boys, metáfora a la que recurrió Borghi para graficar la presión que viven sus jugadores, ayer se alivianó bastante. Se quitó lastre de encima; la carga ya no le dobla la espalda ni le quita el aliento. Eso no significa que la camiseta le quede pintada, que la lleve con soltura y elegancia. No todavía, y sería aventurado pronosticar que lo conseguirá en lo inmediato.
Boca no lleva la prenda entallada porque el equipo todavía no está en línea, aunque en el triunfo ante Vélez hizo un gran esfuerzo para demostrar que no le queda grande. La hinchada es tolerante y paciente. No fue a la Bombonera con un metro para medir un desfile de gala; se conformó con que el equipo transpirara la indumentaria. En el lenguaje de la tribuna, Boca salvó la ropa, aunque sufrió bastante en el final. Por poco evitó un jirón que lo hubiera hecho sentir desnudo ante una multitud. En la última jugada de los cuatro minutos adicionados, Lucchetti, a quien todavía se lo ve bastante indeciso para asumir la responsabilidad del arco, se encontró con un cabezazo de Cristaldo que se había desviado en un defensor. Fueron segundos en los que a los hinchas de Boca se les cortó la respiración. Está claro que este equipo aún no da garantías ni es un especialista en el gobierno de un partido.
El empate quizás hubiera sido un premio excesivo para Vélez, que sólo fue peligroso en el cierre del partido, con un par de desbordes por la izquierda de Papa (en su centro se originó el cabezazo del descuento de Silva) y Bella. Vélez no pudo en todo el encuentro ubicar a un jugador en situación de gol ante Lucchetti. Moralez y Martínez anduvieron con las luces apagadas, sin chispa ni creatividad. Dependió demasiado de los tiros libres en forma de centro, en los que el uruguayo Silva se encargó de sembrar las pocas inseguridades que vivió la defensa local.
Se está haciendo habitual que los choques Boca-Vélez sean de alto voltaje, de pierna fuerte y pecho inflado. La rivalidad creció en la medida en que Vélez se siente con la autoridad suficiente para ser considerado un grande, al menos en ambiciones deportivas y potencial futbolístico.
Más allá del nivel de juego, los últimos Boca-Vélez están lejos de ser duelos livianos, insustanciales. Están condimentados con goles y hay momentos en los que se llega al clímax. Los dos cotejos anteriores habían dejado un saldo de 13 goles. El 3 a 2 en la Bombonera del Apertura 09, con el inolvidable gol de cabeza de Palermo desde 40 metros, le salvó la cabeza a Coco Basile. Más allá de que Borghi se había puesto solo en la cornisa con las declaraciones de hace una semana ("el resultado contra Vélez será determinante"), su continuidad parecía asegurada en cualquier circunstancia, lo cual no lo eximía de la urgencia de una victoria indispensable. Boca no sólo necesitaba ganar tres puntos, sino también tiempo para que el equipo se fuera encontrando y sumara confianza.
Borghi sigue tocando teclas, sobre todo del medio hacia adelante. Ante Vélez ubicó por primera vez a Clemente Rodríguez sobre la derecha (Méndez parece haber desperdiciado varias oportunidades) y Chávez ocupó el puesto de enganche por el que antes pasaron Escudero y Cañete. A la espera de que vuelva Riquelme para entregar la cuota de pausa, pase y panorama que le falta a Boca, uno de los indiscutidos de este momento es Viatri, cuya movilidad, criterio y oportunismo lo ponen varios escalones por encima de un Palermo cada vez más cerca de la leyenda que de la vigencia que demanda un club como Boca.
El conjunto de Borghi aún no tiene un patrón de juego definido. Muchas veces se apura con pelotazos y le cuesta armar una salida limpia. En momentos de duda, Battaglia siempre es un referente que muestra el camino correcto con entrega y compromiso. Se hizo valer en una zona que Vélez pretendió dominar con la laboriosidad de Somoza y Zapata. Pero Battaglia, con un par de quites y la decisión para dar un paso al frente es capaz de marcar el destino del partido. Hizo el primer gol al encontrarse con un cabezazo de Viatri que Montoya había desviado y luego dio en el travesaño. Todo se había originado en un córner que Battaglia provocó con un estupendo remate de media distancia.
En un desarrollo más intenso que claro, Viatri hizo el segundo gol tras un par de rebotes en el área en un tiro libre de Giménez. Mientras Gareca hacía cambios ofensivos, Borghi, poco intervencionista desde el banco, sólo reemplazó a Chávez por lesión. Boca ganó y quizá la camiseta le pese menos, pero aún se le nota la rigidez del almidón.
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