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Se cumplen 30 años del 5 a 0 de Colombia a la Argentina en el Monumental: por qué es una pesadilla que jamás será olvidada
Fue una de las mayores humillaciones de la historia de la selección, repleto de figuras; Maradona, el avión, Sanfilippo...
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Largos años más tarde, Aldo Proietto, el director general de El Gráfico, la bandera histórica del periodismo deportivo, aceptaba con hidalguía la ocurrencia. Una portada oscura con vivos amarillos, que resaltaba una de las peores humillaciones de la historia del seleccionado argentino. “Durante mi época en la dirección yo hice un periodismo que me gusta, más de show. Creamos muchas secciones e hicimos un poco de ruido. Aquella tapa la hice pensando en qué le podemos ofrecer a la gente que no sea lo que ofrecieron los diarios. Pensamos en poner la tapa negra como señal de luto, porque realmente era un luto futbolístico. Se armó un gran escándalo. Me acuerdo que Sanfilippo estuvo en un programa de televisión y casi lo matan porque le dijo a Goycochea ‘pibe, se comió todos los amagues’. Esa es la tapa que volvería a hacer, aunque espero que no me den motivos”, contó, con la convicción de otro tiempo. De otro mundo.
El controvertido periodista murió el 27 de junio pasado, a los 78 años. La tapa a la que hacía referencia cumple tres décadas: un día como hoy, la Argentina perdió por 5 a 0 contra Colombia, por las eliminatorias rumbo al Mundial de los Estados Unidos 1994. En casa, en el Monumental. El equipo que conducía Alfio Basile contenía nombres de excelencia y su adversario, dirigido por Pacho Maturana, creó una obra maestra con los condimentos propios de nuestra idiosincrasia futbolera. “La nuestra”, le decían. Tac, tac, tac. Fue un festival futbolero, una “vergüenza”, como lo definió una revista que enamoró a generaciones de especialistas y lectores del mágico mundo del deporte.
Daba fundamentos, en primera persona, no siempre bien vista en el mundo de la comunicación. “Desde Suecia no hacíamos un papelón así. ¿Basile debe renunciar? Ahora nos queda entrar por la ventana. ¿Maradona es culpable o inocente? Todas las respuestas que usted exige”. Todo ello, sin una imagen deportiva que lo ratificara. Había muchas: la Argentina fue un concierto de absurdos. Y resulta todo un símbolo el recuerdo ahora, justo ahora, cuando el campeón del mundo estrena las tres estrellas este jueves, en un coloso Monumental, frente a Ecuador, por la misma competencia, con otro formato y con la sensación de que no clasificar al próximo Mundial es una misión imposible.
Se pueden tomar en cuenta una tapa negra, cinco goles y diez momentos de la derrota más humillante de la selección. Uno, es el partido en sí mismo, que obligó al equipo albiceleste, que estuvo a un gol de quedarse afuera del Mundial (Paraguay no pudo ganarle a Perú esa misma tarde, fue un eléctrico 2 a 2, con miles de hinchas escuchando la radio), a jugar el repechaje contra Australia. Dos, la repercusión de esa portada, que superó incluso el mundo del deporte. Es una de las más recordadas de la historia de los medios deportivos argentinos. Tres, el incómodo encuentro en un programa de TV, que inmortalizó la voz de Sanfilippo, un artillero inequívoco de otro tiempo.
El programa Tiempo Nuevo, conducido por Bernardo Neustadt (periodista de deportes en el prólogo de su trayectoria), nutrió al show televisivo. En la mesa del periodista se generó una discusión entre los que destacaban el juego colombiano (“Yo disfruté: fue un canto al fútbol”, afirmó Hugo Gatti) y los que estaban desconsolados. La estrella de la noche fue el exgoleador de San Lorenzo, que cuestionó a Sergio Goycochea, el héroe del Mundial ‘90, con cierto desparpajo. Más tarde, molesto al contemplar la situación en vivo desde su casa, se presentó Carlos Bilardo y lo defendió a capa y espada, en otro recordado momento.
Cuatro, porque el equipo argentina era una sinfonía en casi toda la primera parte de la década del 90. Había conseguido dos Copas América (Chile 1991 y Ecuador 1993, la última hasta la consagración en el Maracaná en 2021) y mantenía una serie invicta de 33 partidos oficiales (incluyen dos partidos “amistosos”). Cinco, las formaciones iniciales. Valen el recuerdo, los nombres son parte de la antología del fútbol argentino. Argentina: Goycochea; Saldaña, Borelli, Ruggeri y Altamirano; Zapata, Redondo y Simeone; Leo Rodríguez; Medina Bello y Batistuta. DT: Alfio Basile. Colombia: Oscar Córdoba; Herrera, Perea, Mendoza y Pérez; Leonel Alvarez, Gómez y Rincón; Valderrama; Asprilla y Valencia.
“Basile se emborrachó con dos copas”. Diego Maradona (siempre Diego), es parte del punto seis. Había anunciado su retiro de la selección argentina después del Mundial de Italia 1990. El doping positivo en Italia en 1991 aumentó ese alejamiento. El -en ese entonces- exjugador fue como hincha a ver el partido, pero se fue preocupado y ovacionado por el público, que coreó el famoso “Maradoooooooo Maradoooooo” y provocó un clic en el 10, que en menos de un mes se puso en forma, pasó por Newell´s, formó parte del plantel que le ganó en noviembre el repechaje a Australia y fue al Mundial de Estados Unidos. Lo que pasó después, es historia conocida: Diego de la mano de la enfermera...
Goyco contó años más tarde: “Después del tercero, no me importaba más el partido; sólo quería saber cómo iba Paraguay en Perú, porque si ellos ganaban, nosotros no íbamos ni al repechaje”. Símbolo entrañable de la selección y los penales, esa tarde noche fue un villano, aunque no fue el único, en el puesto siete. No se salvó nadie: ni siquiera, los ingresados Turco García y Beto Acosta, con un equipo descontrolado, todos al ataque. Rincón (2), Asprilla (2) y Valencia marcaron los goles. El pibe Valderrama (mereció un 10 de calificación) armó un ballet. Describió Claudio Mauri, con su pluma la catástrofe futbolera, en las páginas de La Nación. En el escalón ocho, definía en el copete: “Habrá que dejar que el tamiz del tiempo aclare las sensaciones para saber cuál impresión resultó más fuerte: si fue la consternación por una goleada lapidaria o el forzoso deleite por ver a un rival que reivindicó en su máxima expresión al juego como esencia del fútbol”.
La crónica merece un curioso punto nueve. Según recuerdan algunos relatos, la tarde comenzó efervescente en el Monumental. Poco antes del comienzo del partido, un avión pasó muy cerca de la tribuna popular visitante. Demasiado cerca. Se dijo que el piloto desvió su trayectoria para que los pasajeros disfrutaran del espectáculo del estadio lleno. La supuesta travesura pudo terminar en tragedia y el piloto fue suspendido. El cierre merece una reflexión. La voz autorizada de un mariscal, Oscar Ruggeri, el capitán de esa historia negra. Habló a carne viva en una íntima charla con Juan Pablo Sorin, en una entrevista en DeporTV. La cita (completa) no tiene desperdicio. El ser argentino, ni más ni menos.
“Los argentinos no estamos preparados. Porque vos sos Argentina, ehhh, viste. Inconscientemente, te subís un poquito ahí y decís somos Argentina y tenés estos jugadores. Y el día ese... mirá Juampi, estuve una semana sin salir de mi casa. De la vergüenza que tenía de lo que había pasado, porque casi quedamos fuera del Mundial. Los últimos 10 minutos, una cosa así, ya escuchábamos a la gente que nos decía que en el otro partido, los paraguayos con los peruanos, me parece, si hacían un gol más, quedábamos afuera. Mirá lo que la gente nos decía, nos gritaban eso, ya ni nos puteaban. Nos quedábamos afuera del Mundial. Y se levanta hablando, se levanta poniendo la cara otra vez.
“Después vino Diego y nos ayudó mucho, por supuesto. Hicimos reuniones, nos miramos a la cara y nos dijimos: ‘hay que reaccionar, porque viene Australia y hay que jugar’. Y si nos agarra con la guardia baja, no vamos a ir al Mundial. ¡Nos quedamos afuera! Con esta camada de jugadores de la puta madre. Nos quedamos afuera, así que hay que despertar. Empezamos a hablar, empezamos a hablar, empezamos a hablar. Empezamos a dejar la vergüenza un poquito de lado; nos costó. Hay que bancársela, poner la cara. Y así lo hicimos, por suerte conseguimos la clasificación. Son golpes duros que te quedan marcados”.
Para toda la vida. ¿Cómo olvidar ese 5-0?
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