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Sarmiento - Independiente, por la Liga Profesional: el Rojo cambió la cara y dio vuelta la historia en Junín por Leandro Fernández
Se sobrepuso al blooper entre su arquero e Insaurralde para el gol de Femia y venció con dos goles en tres minutos
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Después de mucho, muchísimo tiempo, Independiente se dio el gustazo de ganar dos partidos al hilo. En Junín, y tras 90 minutos gobernados por el desorden, dio vuelta el marcador ante Sarmiento para llevarse un 2-1 que resultó merecido y que le devuelve la sonrisa cuando hace apenas un par de jornadas todo parecía desbarrancarse, incluida la permanencia de Julio César Falcioni en el banco.
Además, esta tarde Independiente quebró una larga racha: revirtió un resultado por un torneo local después de casi 3 años. La última vez había sido el 9 de noviembre del 2019, en Mendoza, vs. Godoy Cruz, por 2-1.
Existen pocas ciencias más imperfectas que el fútbol. Abundan los manuales y las recetas académicas que refieren a tácticas elaboradas o estilos bien definidos como los caminos más convincentes. Sobran los elogios para calificar a jugadores que han cimentado su carrera en base a la sabiduría, y también los comentarios mordaces hacia otros menos lúcidos. Y sin embargo, puede ocurrir que en una tarde cualquiera tenga que ocurrir exactamente todo lo contrario a lo que indican los libros para que un partido despierte interés y sacuda la modorra. O para que, por ejemplo, la presencia de Lisandro López solo se advierta por un puntapié desde atrás que le valió la amarilla y las protestas finales; y que Leandro Fernández sea la figura de la cancha.
Sarmiento e Independiente escenificaron uno de esos encuentros de los que suelen verse en el amateurismo del potrero y en los que el desorden es el elemento indispensable para que surjan las emociones. Mientras la pelota se movió sin control ni organización hubo que mantener los ojos bien abiertos y se sucedieron las llegadas; cuando Iván Marcone y Lucas Romero de un lado, y Emiliano Méndez y Guido Mainero del otro lograron atemperar el frenesí y poner un poco de cordura el solcito primaveral de Junín fue una invitación al bostezo.
Salió desbordado el local desde el primer minuto, aceptó la propuesta del intercambio de golpes el Rojo y durante un cuarto de hora el choque derivó en un ida y vuelta sin más juego que la búsqueda desenfrenada del arco de enfrente. Un cabezazo de Juan Manuel Insaurralde se fue apenas ancho a los 4; otro de Federico Rasmussen encontró la estirada salvadora de Milton Álvarez a los 9. Sarmiento no sabía cómo frenar las subidas de Damián Batallini por la derecha del ataque visitante; le costaba a Independiente despejar cualquier centro que caía en su área, un problema que nunca encontró solución.
Una acción fortuita -la lesión muscular de Facundo Ferreyra a los 16- obligó al técnico del Rojo a mover piezas. Ingresó Tomás Pozzo, el equipo ganó un pase en la progresión y la visita vivió sus mejores momentos. El propio Pozzo le erró al arco con todo a su favor a los 18; voló Sebastián Meza para tapar un derechazo de Fernández a los 21 y un cabezazo de Sergio Barreto chocó contra el travesaño a los 24.
Ahí se frenaron los ímpetus. En cambio los defectos -en los controles, los pases, los rechazos, las acciones individuales- continuaron a la orden del día, pero como quedaron lejos de la zona de definición el partido cayó en un pozo del que solo saldría a la vuelta del vestuario a medida que fueron los cayendo los goles, siempre acorde a la tónica del partido.
Lo mejor del partido
Iban 3 del segundo tiempo cuando Yair Arismendi, que acababa de entrar, desairó a Alex Vigo por izquierda y mandó el centro bajo; apurado por Luciano Gondou, Álvarez cortó sin detener. El rebote era suyo pero se interpuso Insaurralde, ambos se estorbaron, la pelota quedó muerta y Nicolás Femia la empujó al arco vacío.
No se achicó el Rojo, fue al frente. Sin ideas claras, sin fluidez en el toque ni criterio pero con fe, y en ese sentido, nadie iguala a Leandro Fernández. Al delantero nacido en Santa Fe, desprolijo, habilidoso, siempre impredecible, le cayó una pelota de sobrepique tras una serie infinita de rebotes en el área, su derechazo se desvió en Jean Rosso y superó a Meza a los 29. Dos minutos después, recibió de Vigo a la salida de una contra, corrió en línea recta 15 metros y con opciones de pase a ambos lados le pegó al arco: roce en Gastón Sauro y adentro. 2-1 y asunto terminado.
Hace menos de dos semanas Julio César Falcioni amagó con renunciar, pero un par de partidos después su equipo sumó seis puntos seguidos, algo que se antojaba casi una misión imposible. De manera inobjetable contra Aldosivi, con dientes apretados y rebotes en Junín. Como sea. Al fin y al cabo, por algo existen pocas ciencias más imperfectas que el fútbol.
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