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Santos - Boca: Miguel Angel Russo sigue sin enamorar a Juan Román Riquelme y estará (otra vez) a prueba en Brasil
Pasaron 117 días de la derrota ante Santos por 3-0, por la semifinal de la Libertadores 2020, que marcó un quiebre en la relación de confianza entre el dirigente y el entrenador; este martes, ante el mismo rival, el DT volverá a estar bajo la lupa
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El 13 de enero de este año, Juan Román Riquelme se desenamoró de Miguel Angel Russo. Ya lo venía mirando de reojo, pero ese día, la derrota ante Santos por 3-0 en Vila Belmiro, por la segunda semifinal de la Copa Libertadores 2020, hizo mucho más ruido interno del que entregó el abultado resultado. El vicepresidente xeneize, también a cargo del Consejo de Fútbol, entendió que ese equipo no lo representó: “No competimos”, dijo puertas adentro. “No compitieron”, fue la frase que había utilizado con el River de Marcelo Gallardo ante Barcelona de Messi en el Mundial de Clubes. Para poner en contexto la frase, lo que más le dolió a Riquelme de aquella eliminación es que Boca fue un equipo apático. No compitió. Se entregó a la adversidad, casi no atacó y ofreció una débil resistencia defensiva. Este martes, habrán pasado apenas 117 días de aquel traspié que puso bajo la lupa (como nunca antes) el trabajo y el estilo de juego de Russo. Justo cuando Boca volverá a jugar con Santos desde las 19.15, ahora en un partido clave por el Grupo C de la Copa Libertadores 2021, y en la antesala de un nuevo superclásico con River, por la Copa de la Liga.
La vorágine del calendario despista y daría la impresión de que pasó más tiempo. Desde ese día, la relación entre el dirigente y el entrenador ya no fue la misma, a tal punto que desde aquel 0-3 que Russo nunca volvió a estar firme en el puesto. Y por eso este martes el DT volverá a estar a prueba ante el mismo rival y nuevamente en Brasil. Russo recuperó parte de su imagen con las cinco victorias seguidas y la inclusión de los juveniles Almendra, Medina y Varela, los grandes artífices de haberle dado otra frescura a Boca, otra velocidad, un ritmo más cercano a lo que pretendía ver Riquelme.
¿Lo que le hizo restar puntos y retroceder a Russo fueron las dos derrotas seguidas con Barcelona y Patronato? No. Incluso en las victorias, la mirada de Riquelme no era de aceptación. ¿Por qué? Porque sigue cuestionando el estilo, las formas. Sintió que, aún en muchos de los triunfos, Boca no compitió. Puede entender que el equipo adopte una postura de espera y juegue de contraataque determinados partidos puntuales, cuando ese plan forma parte de una estrategia, pero esa postura se transformó (desde esas semifinales ante Santos hasta ahora) en un estilo de juego, en una manera de vivir. Por eso no sorprende que Boca juegue así ante River, pero también ante Defensa y Justicia, Sarmiento, Lanús y Patronato.
En este ítem tampoco tiene que ver con que Boca pierda en los duelos de la posesión del balón incluso ante Defensa y Justicia (35% a 65%), en la Bombonera, sino que teniendo una posesión del 70% del balón, como sucedió ante Sarmiento, Gimnasia y Unión, el equipo no generó situaciones de gol, suma apenas un promedio de 3,5 por juego, demasiado bajo para un equipo de las aspiraciones del Xeneize.
A raíz de los ingresos de Varela, Almendra y Medina, más la recuperación de Pavón y haber vuelto (por necesidad y contexto, no por gustos) a la dupla central Lisandro López-Izquierdoz, Boca jugó mejor y levantó su nivel colectivo ante Atlético Tucumán, Huracán, Santos y Lanús, pero aún así (en esos encuentros que ganó) generó muy pocas chances de gol. Fue muy efectivo, pero la deuda en el juego colectivo ofensivo se mantuvo. En el diccionario de Riquelme: “No compitió” como le gustaría a él. Y esta ecuación también se podría aplicar para los partidos del último título que ganó Boca, la Copa Maradona.
Hace 15 días, en un zoom que Riquelme hizo con sus ex compañeros de Villarreal de España, habló sobre su rol y la experiencia en la Copa Libertadores 2020: “Santos nos ganó la semifinal del año pasado, en la que nosotros no lo hicimos nada bien. Así que nada…, estoy con ganas de seguir compitiendo, me divierte mucho”. Y más adelante repitió como mensaje: “Estamos tratando de armar el equipo lo mejor posible y a ver si cumplimos el sueño que tiene la gente de jugar bien, competir y de que nuestro equipo pueda andar cerca de pelear por la Libertadores, que es lo que soñamos todos”.
Pasaron más de 117 días si se mira el equipo que fue titular aquella noche del 13 de enero con Santos, en Brasil, bajo un esquema 4-4-2: Andrada; Jara, López, Izquierdoz y Fabra; Salvio, Campuzano, Diego González y Villa; Tevez y Soldano. Esa noche Cardona fue suplente y no ingresó, el equipo creó apenas cuatro situaciones de gol, pero todas… cuando el marcador ya estaba 0-3. Esa noche, varios jugadores no tuvieron un esfuerzo colectivo, Boca le había regalado una situación de gol al rival a los 37 segundos, los cambios de Russo en el entretiempo (con el 0-1) fueron Buffarini por Jara y Capaldo por Pulpo González, y Fabra se hizo expulsar a los diez minutos del segundo tiempo.
En el equipo que jugaría este martes o el domingo ante River, Russo podría aplicar una línea de 3, sensación que tuvo para su nuevo Boca (a partir de la inclusión de Marcos Rojo) esa misma noche que perdió con Santos. Para determinados partidos de la Libertadores, y sobre todo “para proteger a los juveniles”, cree que la línea de 3 es lo mejor. Por eso la usó cuando tuvo a Rojo en condiciones físicas. Pero el foco no estará puesto ahí, en el esquema, sino en el juego colectivo.
Lo cierto que el equipo que jugó mejor del que lo venía haciendo lo hizo con Rossi (ingresó por estar aislado por Covid-19 Andrada); Capaldo o Buffarini, Lisandro López, Izquierdoz y Mas; Varela; Villa, Almendra, Medina y Obando o Pavón; Tevez. Un esquema más próximo al 4-1-4-1 que al 4-3-3, con repliegue y buscando transiciones rápidas para explotar los espacios y el contraataque.
Riquelme le elogia a Russo el lugar que le empezó a dar a los juveniles, pero sigue observando un gran déficit en el juego, en el plan táctico/estratégico. El DT también marcó, hace unas semanas, sus diferencias con el Consejo de Fútbol: “Tengo un plantel corto”. Es que Russo, se sabe, está poniendo más jóvenes de los que les gustaría en su once ideal, pero siente que no tiene otra alternativa, en medio de un contexto adverso por el Covid-19, las lesiones y un calendario exigente, casi sin tiempo de recuperación entre un partido y otro.
Otros nombres para un juego bastante mejorado, aunque sin estar todavía en sintonía con los gustos de Riquelme. El vicepresidente fue uno de los primeros en analizar: “Ojo con el triunfo en La Paz ante The Strongest, porque quizás en la altura también terminan ganando Barcelona y Santos…” Por eso Riquelme se enojó con lo que fue la presentación de Boca en Ecuador: una postura demasiado cautelosa ante un Barcelona que dejaba jugar en el medio campo y apenas dos remates al arco hasta que entraron (muy tarde) Tevez y Maroni. Vio que Boca empezó a atacar cuando faltaban diez minutos para terminar el partido. De nuevo, vio que Boca “no compitió” y perdió un partido ganable.
“Estoy ilusionado, quiero ver si cumplimos el sueño que tiene la gente de jugar bien, competir”. Competir. Eso le exigirá Riquelme a Russo para su Boca, como nunca antes, en los próximos dos partidos ante Santos y River. Lo que planea Russo para este martes, desde la estrategia, el esquema y los nombres, parecería ir más en dirección a sus gustos que a los del ex10. En la previa, obvio. Porque Russo y Boca pueden sorprender. Eso sí, según desde la visión del Consejo de Fútbol, esta vez –más allá del resultado- estarán obligados a “competir”.
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