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Si Lanús y San Lorenzo siguen jugando así, no tienen futuro
El Ciclón mereció empatar, pero el hoy no tapa el porvenir: no ofrece garantías en ninguna línea; el Granate ganó 1-0, pero es un culto a la cautela
Por Ariel Ruya
San Lorenzo no debe mirar el bajo promedio, ni preocuparse por un plantel sin figuras, ni inquietarse porque en las divisiones menores no surgen caras nuevas. Debe concentrarse en encontrar un equipo. Una idea y, a partir de ella, defenderla, amarla. Identificarse con la propuesta. San Lorenzo es un manojo de nervios que van hacia adelante: eso tiene algo bueno. Quiere ganar, quiere escaparles a los últimos años de desaires. Pero no alcanza. Hay que tomar nota de que ya no es aquel poderoso equipo de Boedo, que las cuentas están en rojo y que así, con lo puesto, desnudo de estrellas y con jugadores que, en muchos casos, hoy son titulares luego de ser cedidos a equipos de la B Nacional, hacerse fuerte. Creérsela. Eso es lo que debería hacer San Lorenzo: creer que puede alimentarse con un banquete exquisito a pesar de que sólo cuenta con pan duro.
No tiene que perder el tiempo en quejas por planteos rivales. El grande, en este caso, es San Lorenzo. Que debe atropellar cualquier obstáculo que se le presente en el camino. Debe pasarlo por arriba. En el buen sentido, claro. Se perdió dos, tres, acaso cuatro ocasiones de gol realmente claras. No marcó, no tuvo lucidez en el área, si todo el tiempo fue un conjunto corajudo que fue hacia adelante, casi, casi, con los ojos cerrados.
Mereció ganar, es cierto. Hasta, si se permite el juego de las comparaciones, estuvo un escalón por encima de su adversario. Pero no debe engañarse con el hoy: el futuro es el gran problema. Lesionados Romagnoli, Aureliano y Carmona, no parecen ser la salida del laberinto. El público, al menos, entendió el mensaje: aplaudió la vocación ofensiva. Que no basta, claro, porque una propuesta no se basa en atacar porque se es grande, porque se es local, porque el promedio aprieta: hay que tener un plan integral.
Ortigoza no suele fallar ni un pase, pero debería comprometerse con el juego, ser el líder de un equipo casi sin referentes. Abandonar la mitad de la cancha, animarse a ser el conductor. San Román y Bazán no sólo retrocedieron en sus laterales: expusieron extraños criterios para tomar el balón y enviárselo a algún compañero. San Lorenzo se mantuvo vivo, en realidad, porque tuvo a Chávez, un delantero rápido, corajudo y confuso, que pasó por Godoy Cruz y por Atlético de Tucumán, porque casi nunca fue tenido en cuenta en el Ciclón. Hoy es titular casi indiscutido. Es una señal.
El rival fue Lanús. Que ganó por 1 a 0, casi una eternidad después de aquel buen subcampeonato. No tiene a Valeri, en conflicto, ni a Pelletieri, en Racing, pero la fisonomía se mantiene: los nombres son casi los mismos. Ganó porque Carranza le hizo un caño a San Román, avanzó por el sector izquierdo y envió un centro que entre Bazán (el tanto fue en contra del volante) y Regueiro convirtieron en gol.
Antes y después, se defendió. Suerte de catenaccio en esta parte del mundo, fue similar a lo ofrecido en los primeros encuentros del torneo anterior, cuando perdía más de lo que ganaba. Luego se transformó: no sólo atacaba, jugaba muy bien. Lindo, se podría decir. No salió campeón porque Vélez fue superior. Por eso, fue extraña su propuesta, porque el rival no lo llevó contra las cuerdas: fue el propio Lanús el que lo invitó a acercarse. Le abrió la puerta, lo dejó venir. Marchesín, de a poco, se convirtió en figura. Un cabezazo de Gigliotti, un disparo lejano de Méndez y un par de situaciones fortuitas. Pero Lanús no va a pelear el torneo otra vez (ni con Pavone ni con Camoranesi, que salió lesionado), si no ataca. Es básico, es esencial. Pero lo llamativo es que tiene jugadores, tiene material para recuperar la identidad que extravió en la pretemporada. ¿Por qué no volver a ser el equipo vistoso de ayer nomás? ¿Porque no está Valeri? Lanús tiene crédito, claro que lo tiene, pero debe cambiar. Transformarse en aquél. Le alcanzó, solamente, porque San Lorenzo fue un torbellino sin claridad. Un Ciclón que no debe engañarse con el empate que mereció. Porque si espía el horizonte, seguro que debe ver borroso.
Volvió el enamorado del gol
Bernardo Romeo regresó a San Lorenzo para retirarse con la camiseta con la que disfrutó sus mejores años. Ovacionado por todo el estadio (un sentimiento que hoy no logra, siquiera, el lesionado Pipi Romagnoli), Bernie ingresó a los 32 minutos del segundo tiempo por el uruguayo Salgueiro. En su primera intervención, casi anota de cabeza. Está a cuatro tantos de alcanzar los 100 goles con la camiseta de San Lorenzo.
El Ciclón no puede con Lanús
El historial es amplio para San Lorenzo: 51 triunfos, 31 empates y 36 derrotas. Sin embargo, para el Ciclón, Lanús es una sombra negra en los últimos años. Más precisamente desde el Clausura 2008, cuando ganó por 3 a 1, pero a partir de allí acumuló ¡seis! derrotas y un empate.
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