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San Lorenzo no pudo ni con un penal: perdió con Atlético Paranaense y quedó complicado en la Copa
El equipo azulgrana perdió en el Nuevo Gasómetro; Blandi falló un penal y Lucho González, de cabeza, le dio la victoria al conjunto brasileño
"Fue el penal más importante de mi carrera. Ése y el que marqué contra Instituto en la Promoción". Néstor Ortigoza responde con firmeza cada vez que le preguntan acerca de su especialidad de patear desde los once metros. Su apellido quedó enmarcado a la hora de citar el gol más trascendente de la historia de San Lorenzo: el 13 de agosto de 2014 el volante anotó el 1-0 contra los paraguayos de Nacional en la final por la Copa Libertadores, el trofeo soñado -y hasta entonces esquivo- para el Ciclón. Fue un desahogo para un grito contenido por décadas. Lo curioso es que desde aquella noche festiva, los azulgranas ganaron apenas un encuentro como locales en la cita continental más importante.
En la primera rueda de 2015, frente a San Pablo, Martín Cauteruccio fue el encargado de sellar el 1-0. Desde el día soñado, entonces, la zona de grupos por la Libertadores se transformó en un karma, con eliminaciones en 2015 y 2016, y el panorama asoma desalentador tras la derrota de anoche por 1-0 contra Atlético Paranaense, de Brasil. Por ahora, catalogarlo como "maldición" sería exagerado, pero San Lorenzo protagoniza una película plagada de enredos, repetitiva. Y corre riesgo de que el objetivo se frustre muy pronto.
Para el Ciclón, la gran meta tras la llegada de Diego Aguirre en junio pasado es reinsertarse con éxito en el plano internacional. Se quedó en las semifinales por la Copa Sudamericana en 2016 y en el comienzo de 2017 volvió de Río de Janeiro con un 0-4 a manos de Flamengo. Algo demasiado negativo como para un equipo que tiene altas ambiciones de protagonismo.
Que se entienda: nadie le quitará a Boedo la enorme alegría por la conquista de 2014, pero el nerviosismo que anoche bajó de las tribunas dejó en claro que su público ya no se conforma con aquello y quiere una renovación de laureles.
Durante el lapso mencionado -sólo una victoria en siete encuentros, durante dos años y siete meses-, San Lorenzo fue quedándose con una espina que Paranaense se encargó de hundir algo más. Integrante de un plantel carente de nombres destacados en el nivel internacional, Lucho González manejó los hilos de un equipo que lució ordenado. De hecho, el jugador argentino pudo aumentar el tanteador cerca del final de cada tiempo, pero desperdició sendas ocasiones mano a mano con Sebastián Torrico. El futbolista nacido en Huracán fue el eje -función que cumple muy bien- y comandó los ataques del visitante, que cumplió la voluntad de sus volantes. González ya suma tres goles en esta disputa copera.
San Lorenzo, en tanto, tuvo una actuación que inquieta, porque no evidenció una mejoría futbolística. Aguirre se inclinó por la titularidad de Bautista Merlini, de buen desempeño ante Belgrano en la reanudación del torneo local. Si para los azulgranas hay un sector del campo con estilo pensante, ésa es su zona media. Pero a diferencia de 2016, ahora no logran abastecer a Nicolás Blandi y no logran asociaciones. Tampoco ofrecen seguridad los laterales: Mathias Corujo sufrió sin cesar en cada avance del conjunto Furacão, y Paulo Díaz ocupó un sector en el que no está acostumbrado a moverse. Fue tal la desesperación del Ciclón que en varios tramos de los primeros 45 minutos quedó expuesto en varios contraataques. La diferencia en el resultado pudo ser aun mayor.
En la búsqueda de respuestas, el director técnico uruguayo reformuló la formación (Rubén Botta por Corujo en la segunda parte), lo que no evitó la impericia para resolver del medio hacia adelante; permanentemente, a San Lorenzo le costó romper y desestabilizar a la defensa brasileña. La infracción a Ezequiel Cerutti, a 15 minutos del epílogo, llegó como un bálsamo, pero duró segundos: Blandi no le acertó al arco en el penal. Ni el tiro del final les salió a los de Boedo.
El clima, en el cierre de la noche, se puso espeso en el Nuevo Gasómetro. Con algunos insultos al DT, los simpatizantes locales pidieron por Leandro Romagnoli, pero el ídolo local se quedó sentado en el banco de suplentes.
En un torneo en el que todavía no consiguió goles ni puntos y marcha último en el Grupo 4, San Lorenzo está en un bache cada vez más profundo y peligroso. Acorralado, le urge recuperar puntos en la adversidad, con el objetivo de enderezar pronto el rumbo en un certamen que acaba de comenzar y ya está convirtiéndose en un dolor de cabeza.
El 1-0 de Paranaense
El penal que falló Blandi
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