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Russo va al frente en Boca: busca variantes en un "falso" 4-2-4 y con Tevez de capitán y N° 9
Boca convirtió 21 goles en la Superliga, apenas cinco más que Godoy Cruz, el equipo que cierra las posiciones, con 9 puntos y 15 derrotas. El conjunto xeneize está a tres unidades de River, el líder, que además le lleva 13 tantos de diferencia. Gustavo Alfaro buscó siempre una identidad sólida y, ahora, Miguel Russo exige un vuelo ofensivo "solidario", concepto que repite más de una vez. Boca arriesga con un "falso" 4-2-4: Salvio, Tevez, Soldano y Villa son delanteros, aunque los que vuelan por las bandas tienen la necesidad de sacrificarse, marcar, subir y bajar unos 30 metros. Es una verdad a medias el dibujo táctico: hasta Soldano debe convertirse en el primer defensor, una táctica que exhibe Rafael Borré en River desde hace largos meses. El colombiano, goleador con 11 –al igual que Silvio Romero de Independiente–, es el primer defensor millonario. Con Soldano, Russo exige el mismo rigor táctico, con el convencimiento de que Boca debe ser audaz, como ocurrió en la exitosa Copa Libertadores 2007.
En realidad, Russo no suele ser un entrenador ofensivo, entiende de contextos. Es un fiel exponente de la mística de Estudiantes, pero se identificó, con el tiempo, con la pasión de Central, con la escuela de Lanús y la experiencia hizo el resto. Hoy, entiende que en la Ribera hay que cambiar la ecuación que diagramó Gustavo Alfaro. Por eso, una de las primeras decisiones –compartida por Juan Román Riquelme, vicepresidente y amigo–, fue la incorporación de Paolo Guerrero, el peruano de 36 años, que actúa en Inter, de Porto Alegre. Fracasó, como en otras intenciones de compra, pero siempre quedó en evidencia que su principal inquietud era –lo sigue siendo–, el ataque.
En sus primeros 32 días al frente de Boca, con las urgencias de alcanzar la Libertadores como una obsesión insoportable, pelea el torneo local, detrás de River y sin las certezas del líder en cuanto a la calidad de variantes en los metros finales. Tiene nombres de peso, certezas esporádicas que no alcanzan a ser soluciones definitivas. Los cuatro de arriba respondieron con decisión en el 2-1 contra Talleres, en Córdoba. Incluido Carlos Tevez, titular y capitán para el DT de 63 años, con experiencia suficiente para sacarlo del juego anterior, en el que estaba convertido en un doble cinco sin responsabilidades. Tevez se retrasa unos metros, peligrosamente cerca de Pol Fernández, va y vuelve, le cometen 7 faltas en Córdoba –todo un mérito, si se recuerda su pasado reciente– y hasta define como clásico número 9. Pudo haber marcado otro tanto, desde esa misma posición, si Villa levantara más y mejor la cabeza y acabara su explosiva velocidad con sentido colectivo.
"Es muy difícil el tema de los puestos. Porque para mí, el que juega de 9, juega de 9 siempre. Hay que buscar la forma, la manera, pero esa es la posición de él. Y lo mismo con todos los demás: con Wanchope (Ábila), con Zárate y con Soldano, hay que buscar la forma adecuada para que sean asistidos permanentemente. Nosotros necesitamos de los volantes, de los desbordes por afuera, pero que los delanteros no bajen, porque si bajan el equipo pierde consistencia y fuerza. Los 9 tienen que jugar cerca del área, no tan atrás", describe gráficamente el conductor.
"Hay muy pocos equipos que tienen dos 9 y que resuelven, se me viene a la memoria Atlético Tucumán…, son bravos, se asisten entre ellos, tienen experiencia en jugar juntos", compara Russo, en sintonía con el equipo que dirige Ricardo Zielinski, casualmente, el próximo adversario. El DT se refiere a Leandro Díaz (1,82m) y Javier Toledo (1,90m), dos pesos pesados, aunque con movilidad.
La garantía de hoy no siempre es la certeza de mañana. Tevez-Soldano seguramente será la pareja de ataque del próximo sábado, a las 21.45, en la Bombonera. Es una solución pasajera, mientras Russo exige que el equipo "termine siempre con 11 jugadores" y que no puede recibir más "dos cabezazos en el área". Es un entrenador lógico: piensa en el ataque y observa la defensa. El rubro de arriba exige planificación, sorpresa y nombres confiables, más allá de que no sean titulares. El caso Scocco, por ejemplo, si se espía la otra vereda.
"Estoy muy cómodo en el área rival. Es donde puedo hacer la diferencia, desde donde pude volver a convertir, lo que me hace feliz", advierte Tevez, que juega por peso específico y porque Russo cree que la jerarquía del ídolo que mañana cumplirá 37 años está intacta, más allá de que evita el roce con los zagueros. Soldano es un laburante, pero necesita el gol para mantenerse. Zárate, una debilidad del entrenador, está en recuperación por un desgarro –¿será capaz de marcar la salida del primer defensor?–, Wanchope Ábila no lo tiene como prioridad –¿la expulsión en un amistoso lo corrió de la escena?– y Jan Hurtado acaba de volver del Preolímpico de Colombia. El venezolano, de todos modos, tiene 19 años y todavía le falta rodaje en el mundo de las presiones. "Necesitamos que los volantes rompan, pero también gente que cubra las espaldas, asistir a los delanteros y que no dependa todo de ellos. Los volantes y laterales tienen mucho que ver, sino dejamos a los delanteros solos...". Russo va al frente.
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