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Miguel Ángel Russo: las teclas sensibles del DT para activar a un gran Carlos Tevez, el que recuperó sus mejores números en Boca
Carlos Tevez siempre fue un jugador que se motorizó por emociones. Y esas sensaciones estaban vinculadas con los entrenadores que lo dirigían o los compañeros que tenía en cada plantel que integró, pero sobre todo –básicamente– tenían que ver con la relación de Tevez con su propio "yo". Depende de cómo se sentía Tevez en ese momento de su vida, de su contexto familiar y personal. Hoy, a los 36 años, vive un renacer futbolístico que ni el más fanático suyo imaginaba que podía volver a ver.
No porque no esté en condiciones de ser decisivo para que Boca gane un partido, pero su fuerza arrolladora superó todos los límites en la carrera final para la conquista de la última Superliga. Un certamen que Boca consiguió de la mano de Miguel Ángel Russo. Si bien es cierto que Gustavo Alfaro también fue campeón y tuvo un recorrido más amplio en proporción a los partidos dirigidos, el contexto también indicaba que... si el equipo xeneize no hubiera tenido un cambio de timón, este presente no sería tal.
Es un caso curioso. Porque si bien Tevez terminó mal sus relaciones con los últimos directores técnicos que pasaron por Boca (Rodolfo Arruabarrena, Guillermo Barros Schelotto y Gustavo Alfaro), también supo ser decisivo y tener rendimientos muy buenos de manera sostenida con los dos primeros; con el último casi no jugó, pero no haber sido clave con Alfaro ni siquiera en algunos pasajes de cinco o diez partidos seguidos es porque no tuvo la chance.
El ex DT de Arsenal fue quien menos oportunidades le dio para expresarse, pero aún así el delantero dejó su sello en algunos triunfos importantes, como en gol agónico a Athletico Paranaense (2-1), en la etapa de grupos de la Copa Libertadores 2019, el que le marcó a Defensa y Justicia (1-0) en Florencio Varela, el día que pocos pudieron explicar cómo ganó el equipo xeneize esa noche de amplia superioridad de los dirigidos –en ese momento– por Sebastián Beccacece, y la apertura de los marcadores ante Aldosivi (2-0) y Arsenal (5-1).
Con el Vasco Arruabarrena fue clave para ganar el campeonato 2015. Su último partido en Europa había sido ni más ni menos que la final de la Champions League 2015. Su Juventus perdió con el Barcelona de Messi 3-1, en Berlín. Muchos futbolistas vuelven de Europa al fútbol argentino, pero ¿alguno lo hizo en plena vigencia o luego de disputar un partido tan trascendente? Sí, el Tevez de mente y pies unificados detrás de un objetivo.
El Apache pasó de compartir el equipo con Buffon; Lichtsteiner, Barzagli, Bonucci, Evra; Marchisio, Pirlo, Pogba, Vidal y Morata, a integrar un Boca más terrenal, con Orion, Peruzzi, Rolín, Cata Díaz y Monzón; Pablo Pérez, Erbes, Gago, Palacios y Calleri; también estaban Bentancur, Pavón, Meli, Tobio y Cubas.
Quizás por eso, no bien se sumó al plantel del Vasco, Tevez no sólo se involucró en el liderazgo del plantel dentro del campo de juego, sino también en cuestiones aleatorias como pedidos para modificar la forma de entrenar, cuán alto debía estar el césped de la Bombonera y del predio de Casa Amarilla, y hasta costumbres para la alimentación del plantel. Eso que pudo verse como positivo al principio, luego tuvo un efecto bumeran.
Antes de que finalice el vínculo de Arruabarrena con Boca, Tevez no estaba conforme con determinados trabajos físicos del cuerpo técnico. En esas últimas semanas de convivencia, sus declaraciones no fueron críticas hacia el Vasco, pero tampoco de respaldo. "Lo decidirá él y la dirigencia. Nosotros cuando entramos a la cancha tratamos de hacer lo mejor", decía cuando ya se instalaba en el mundo Boca la posibilidad de que los dirigentes estaban pensando en un cambio de entrenador. Arruabarrena siempre lo trató bien, intentó darle su lugar y reconocer su trayectoria pero involucrándolo en un plan colectivo. La relación terminó fría.
Con Guillermo Barros Schelotto, Tevez fue parte de un Boca de estilo ofensivo y que había logrado jugar en un alto nivel durante varios clásicos y partidos consecutivos en la temporada 2015/2016 con Gago y Benedetto, pero el quiebre se generó cuando Tevez se fue a China. El delantero luego reconocería un error hacia el Mellizo, ya que nunca le avisó de que se iba. Si el quiebre fue la ida de Tevez en diciembre de 2016, la confirmación de que la historia no iba terminar bien entre ellos se dio cuando el Apache decidió regresar después de un año. El DT no lo quería, fue más un deseo del presidente Daniel Angelici. Guillermo tenía el equipo armado.
La explosión final entre ambos se dio tras las finales con River de la Copa Libertadores 2018. Tevez fue suplente en las dos, e ingresó para jugar un puñado de minutos. Ya con Alfaro en el barco xeneize, el actual capitán dijo: "Si Guillermo seguía, yo me iba. Por el bien del club, me callaba mientras iban pasando los partidos, sumaba para mis compañeros, eso hacía para sumar y no restar. Hubo muchas faltas de respeto", aseguró. Y siguió: "Yo sabía que trajo a Zárate para sacarme a mí".
El epílogo de la relación con Alfaro quedó también expuesto en las declaraciones de un lado y del otro. "Me dijiste que era tu emblema y capitán. Tardó dos partidos en ponerme en el banco. Se hace difícil. Uno empieza a querer agarrar confianza, tener ese protagonismo. Que dure dos o tres partidos se me hizo difícil", lo criticó Tevez una vez que el DT ya se había ido del club y agregó en relación al partido con River, en el Monumental, por la Superliga: "Fue la única cara de culo que le puse. Se me había faltado el respeto".
Russo, conocedor del mundo Boca, aplicó la receta del rigor con empatía. Y fue simple en el mensaje y lo que necesitaba de él. No lo puso como bandera ni le dio privilegios. Desde el día de su presentación el DT midió cada palabra y gesto. No solo con Tevez sino con cada uno de los jugadores del plantel. Tevez supo desde el primer día que, si quería jugar, se tenía que ganar el lugar. La lesión de Zárate, uno de los competidores por su puesto, le abrió una puerta, pero fue Tevez el que no desaprovechó la oportunidad.
"Somos gente de fútbol. Él sabe lo que yo quiero y yo sé lo que él me puede dar", respondía Russo cuando le preguntan por el resurgir de Tevez. ¿Sobre la posición en la que debía jugar? "Es delantero, siempre fue delantero", explicaba. Y agregaba: "El nivel de Carlos no me extraña porque uno lo viene viendo todos los días". Desde lo futbolístico, Russo lo rodeó de jugadores veloces para que puedan aprovechar sus descargas: Villa, Salvio, Pol Fernández, Soldano. El propio ex Unión, que no hizo muchos goles pero se sacrificó por su compañero y el equipo, reconoció: "En la semana entrenamos movimientos para que Tevez juegue más libre".
Ya no tiene esa aptitud física de cuando arrancó en Boca o cuando deslumbró en Manchester United o Juventus, por citar algunos ejemplos. Pero fue determinante. Sin ir más lejos, en un partido que Boca le pedía a gritos que apareciera (ante Gimnasia, con la presión de la Bombonera y con River siendo campeón hasta ese momento) aportó el gol de la consagración con esa convicción que sí supo demostrar para finalizar jugadas como lo hizo en Europa y también con todos los técnicos que tuvo en el club xeneize.
Qué dicen los números
Las estadísticas confirman algunas percepciones. Carlos Tevez disputó 135 partidos desde su vuelta a Boca en todas las competiciones y Guillermo Barros Schelotto fue el que lo dirigió en más encuentros (65). Con Arruabarrena, tuvo su mejor promedio de minutos disputados por encuentro (88,1); en cambio, con Alfaro, disputó solo 52,4 minutos por partido, según datos de Opta.
Lo dijo el propio Tevez. Ahora volvió a disfrutar de jugar el fútbol. Desde la vuelta de Russo, Tevez tiene su mejor promedio de goles por 90 minutos (0,8 goles). También tiene el mejor promedio de asistencias por 90 minutos disputados (0,3). A su vez, con Russo tiene su menor promedio de rivales eludidos por 90 minutos (0,9), reflejando su cambio de estilo de juego.
Si se toman como parámetros los primeros siete partidos oficiales con cada entrenador que lo dirigió, con Russo Tevez tuvo sus mejores registros de goles (6) y asistencias (2). Con Arruabarrena, hace 5 años, eludió 13 rivales en los primeros siete partidos, más del doble que en los primeros siete juegos con Russo (6). Este último dato, si bien volvió a jugar en los últimos metros, más adelantado en la pasada Superliga, tiene que ver con que ahora hace más diferencias desde el manejo de los tiempos y la toma de decisiones que desde el despliegue individual. Con Alfaro, apenas disputó 322 minutos (46 minutos por encuentro en promedio) y solo participó en un gol (marcó ante Defensa y Justicia, por la Superliga).
Tevez siempre dependió de Tevez. Más allá de los entrenadores, las posiciones que ocupaba o los compañeros que lo rodeaban. De 9, de doble 5, de enganche, de falso 10 o como delantero. Claro que Russo logró transmitirle a él una exigencia alta, pero desde el diálogo y la cercanía. Si Tevez está enfocado con mente y pies, es capaz de mantenerse vigente, aún con retoques en su juego. Así ganó los diez títulos que tiene en la Ribera. Russo, por ahora, camina a paso firme en Boca en todas las áreas. Incluso, en la relación que lleva adelante con Tevez. No necesitó ponerlo como bandera para sacar lo mejor de él.
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