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Las 100 respuestas del Ruso Zielinski: la historia de un luchador al que canjearon por un colectivo y triunfó sin marketing
Idolatrado en Belgrano de Córdoba por ser el estandarte del ciclo más importante de su historia, adorado en Chacarita por haberlo ascendido como jugador y entrenador, valorado en Atlético Tucumán por las grandes campañas que incluyeron una final de Copa Argentina y cuartos de final de Libertadores, respetado en el ambiente, el falso Ricardo Ruso Zielinski (su apodo de infancia es Polaco) necesitó remar durante más de 20 años en el ascenso para poder tomar un equipo en Primera A. La historia poco conocida de un mediocampista que enfrentó a Maradona en los picados de Villa Fiorito, que fue comprado a cambio de un colectivo de la línea 148, que reniega del marketing con que se venden algunos entrenadores y que está seguro de que con un buen representante hubiera llegado mucho antes a la elite del fútbol argentino.
1.–¿Quién es Ricardo Alberto Zielinski?
–Una persona simple, de familia. A veces parece raro decir "simple", pero siento que es la palabra que mejor me define. Y como entrenador apunto a lo mismo.
2.–¿Quién te puso Ruso?
–Ricardo, mi viejo, era polaco de Cracovia y vino para acá después de la guerra. En Lanús Oeste, mi barrio, siempre me dijeron Pola o Polaco, lo mismo cuando fui futbolista, pero hacia el final de mi carrera, algún compañero empezó a decirme Ruso, y terminó imponiéndose ese apodo. Si por la calle alguno me dice Pola, sé que me conoce del barrio o de mis primeros años como jugador.
3.–¿A qué se dedicaban tus padres?
–Mi viejo era soldador de caños, trabajó en represas; mi vieja, ama de casa. Éramos de una clase media baja. Tenía 3 hermanos, pero la mayor se murió de cáncer hace un par de años. Ahora yo pasé a encabezar la familia, y tengo un hermano y una hermana más chicos.
4.–¿Laburaste de pibe?
–Sí, claro, laburo desde los 14 años. Empecé en una tornería, como aprendiz, me llevó un amigo del barrio. Yo iba a la escuela, jugaba al fútbol y en el tiempo que me quedaba intentaba laburar de lo que se pudiera para tener un mango en el bolsillo y no pedirle a mi vieja. Después de la tornería fui cortador de zapatos en una fábrica, y más tarde tuve emprendimientos: nunca me quedé quieto e hice cosas a la par del fútbol.
5.–¿Cuándo y dónde empezaste a patear una pelota?
–Juego desde chiquito. En nuestra época no existían los entretenimientos que tienen los pibes ahora, nuestro juego era la pelota en el campito, en la calle y en el colegio. Yo estudiaba y jugaba en la Escuela 61, de Lanús: mi único juego era la pelota. Y me destacaba, la verdad, siempre me consideré un buen jugador.
6.–¿De qué equipo eras hincha de pibe y quién era tu ídolo?
–Me gustaban San Lorenzo y Lanús, por el barrio, pero no era fanático, no estaba tan definido. Después, cuando entré a los 13 años a las inferiores de San Telmo, me hice simpatizante de San Telmo y mi referente pasó a ser Pedro Alberto Coronel, el enganche del primer equipo. Me gustaba cómo jugaba, porque yo también era enganche.
7.–¿Jugaste al baby?
–Sí, arranqué en un club llamado "6 de enero", de Villa Diamante. Después, me prendía en todos los campeonatos que se pudiera. Me venían a buscar para ir a jugar a diferentes lugares, me valoraban bastante parece. En los barrios se sabía quién jugaba bien y quién mal, y se jugaba por plata, partidos chivos de verdad. Fuimos varias veces a Villa Fiorito y enfrenté a Maradona, a pesar de que Diego es un año menor que yo.
8.–La patada más chica iba al pecho, supongo.
–Olvidate, se jugaba fuerte y no te podías quejar. Ahí dejabas la montañita de ropa camino a la salida, por si había lío y necesitabas salir de raje. Cuando jugabas por plata, se podía complicar la situación y no quedaba otra que levantar las cosas lo más rápido posible y chau. Igual, en esa época era agarrarse a las piñas y nada más, no pasaba de ahí.
9.–¿Te agarraste muchas veces?
–Y… sí, no había opción. Si no tenías personalidad, no podías ir a jugar a esos lugares. Además, los referís mucho no cobraban, las patadas que te pegaban eran bastante importantes; si no te la bancabas, mejor que ni fueras. Esos campeonatos no eran para todo el mundo. Era un barrio contra otro, 100 personas que juntaban una determinada plata y se jugaba por eso. Había delegados que iban por los barrios reclutando a los mejores para sus equipos. Jugábamos en Fiorito, Valentín Alsina, Escalada, Villa Jardín, Villa Diamante…
10.–¿Qué te acordás de Maradona?
–Lo enfrenté un par de veces, en ese momento no lo conocía, aunque se rumoreaba algo, se decía que había dos chicos que la rompían: eran él y Goyo Carrizo, su gran socio de los Cebollitas. A Diego lo conocí en el tren, nos encontrábamos en el último vagón, donde caíamos todos los colados que tratábamos de esquivar al guarda. Nos tomábamos el tren hasta Pompeya y ahí yo agarraba el 46 para ir a la Isla Maciel y Diego se tomaba el 44 o el 42, no recuerdo bien, para ir a La Paternal.
11.–¿Cómo llegaste a San Telmo?
–Yo empecé en las inferiores de San Telmo con Roberto Bandian, un amigo del barrio, pero en un momento dejé por 3 o 4 años y me fui a laburar. En ese momento no eran sencillas las cosas en los clubes del ascenso, además yo laburaba y estudiaba. Cuando tenía 17 años, este amigo me contó que San Telmo había descendido a la C, que estaban reorganizando todo y había un entrenador nuevo, Carlos Guillén, que quería ver a todos los jugadores. Me insistió de volver, me acompañó y a los cinco meses estaba jugando en la primera de San Telmo, en la C.
12.–¿En qué cruzabas a la isla Maciel?
–A veces en bote, o si no en un colectivo que entraba dando la vuelta. Era divertido, nos encontrábamos varios chicos para cruzar en bote y la pasábamos bien, entre ellos estaba Marcelo Tinelli. Nunca tuvimos problemas en la isla, no se metían con los jugadores de San Telmo; antes había otros códigos, no sólo en la isla, sino en todos los lugares. Aparte, ¿qué nos podían robar si no teníamos nada? Íbamos con la ropa y las monedas justas para el viaje.
13.–¿Cómo era el Tinelli jugador, hizo bien en dedicarse al periodismo?
–Era muy buen jugador. Defensor central, una categoría más baja que la mía, pero éramos un grupo de 15 o 20 chicos que hacíamos todo juntos; un tipo bárbaro. Obviamente hizo bien en dedicarse a lo que se dedicó, por más que hubiera sido el mejor central de todo el ascenso.
14.–¿Es cierto que pasaste de San Telmo a Argentino de Quilmes a cambio de un colectivo?
–Es maravillosa esa historia: Argentino de Quilmes estaba en la B y me quería a mí y a otro compañero de San Telmo, Magliano. San Telmo, que estaba en la C, aceptó y pidió a cambio a 2 jugadores y plata. Como plata no había, el presidente de Argentino de Quilmes, que era el dueño de la línea 148, para compensar la diferencia le ofreció un colectivo por un año. En esa época, en el ascenso, era usual que algunos clubes pagaran con pelotas y ese tipo de cosas. Y bueno, al final ese colectivo sirvió para llevar a los chicos de las inferiores de San Telmo. Son las historias que hacen que el ascenso sea maravilloso y que se valore desde otro lugar. Por eso yo quiero tanto al ascenso.
15.–¿Cómo te fue en Argentino de Quilmes?
–Fue una experiencia hermosa. El entrenador era Cacho Malbernat, campeón de América y del mundo con el Estudiantes de Zubeldía, y tuve la suerte de compartir equipo con Juan Ramón Verón, la Bruja original, que afrontaba el último año de su carrera. En ese equipo también estaba Adalberto Magallán, el padre del defensor que jugó en Boca. A pesar de la edad, la Bruja era un crack como jugador y ni hablar como persona. Yo era un pibito que recién empezaba y me enseñó un montón: cosas del juego, porque yo tenía muchas ganas y me desorganizaba, y consejos para manejarme fuera de la cancha. Mantuvimos el contacto y somos amigos. Lo quiero mucho a Juan.
16.–Para los que no te vieron, definite como jugador.
–Mediocampista, derecho, jugaba bien al fútbol, pero por lo que más me destacaba era por la personalidad. Jugaba si había que jugar y ponía si había que poner. Era un tipo complicado adentro de la cancha, agresivo para recuperar. Ya te digo: si no hubiera sido agresivo en esos campeonatos por plata, no me habrían llamado más.
17.–¿Un jugador parecido a quién?
–Yo empecé como enganche y terminé como N°5. Tenía un físico similar al de [Claudio] Marangoni, con un poco menos de técnica, pero con más rapidez. En los últimos tiempos no parece haber tantos jugadores como antes: el que juega no marca y el que marca no juega. En nuestras camadas había que jugar bien, cabecear bien, saber pegar una buena patada, de todo.
18.–¿Quién te pasó de enganche a N°5?
–El Viejo Guerra. Yo había metido 10 goles en Argentino de Quilmes, me compró Chacarita y en un momento me agarró el Viejo [Juan Manuel] Guerra y me dijo: "Pibito, necesito que usted rasquetee en el medio porque no tengo a nadie que me rasquetee". Y bueno, fui y rasqueteé. ¿Qué iba a hacer, si en ese momento lo único que quería era jugar? Con los años me arrepentí, me pareció un error irme para atrás en el campo, porque al cambiar de posición perdí cosas que me gustaban mucho, como llegar al área seguido. Tenía facilidad para hacerlo.
19.–¿Estuviste cerca de jugar en algún grande?
–De River. Y dos veces. Una fue cuando estaba en Argentino de Quilmes y me recomendó el Negro Ramos Delgado, que vivía en Quilmes y me venía a ver seguido. Ramos Delgado tenía vínculos con River, incluso en 1982 fue técnico de la primera. Recomendó a un par de jugadores del ascenso, entre los que estaban el Negro Enrique, Luis Martínez y yo: armaron un equipo y fuimos a jugar un partido al Monumental. Pero hubo un problema: me desgarré unos días antes de esa prueba. Igual, fui y quise jugar, pero el médico no me dejó. Me la perdí, y el Negro Enrique terminó yendo a River y de ahí pasó a la selección y fue campeón del mundo con los dos. Son circunstancias que a veces te pone la vida y pueden cambiar un destino. No me quejo de lo que viví, eh, pero así ocurrió.
20.–Y la otra…
–River quiso comprarnos a Luis Abramovich y a mí, el combo: en realidad el que más les interesaba era Abramovich y yo iba de complemento. Estaba dando vuelta esa chance y apareció el Puma Rodríguez, el cantante, y compró al Ruso Abramovich y ahí River desistió de la operación. Al final, el Puma lo terminó llevando a Boca.
21.–¿No tuviste más oportunidades?
–Al poquito tiempo, en un partido contra Argentinos, lo estaba marcando al Checho Batista en un córner, se me cayó sobre la rodilla y me la rompió toda. En esa época, una operación de ligamentos te paraba por lo menos un año: tenías 2 o 3 meses de yeso, se manejaban otros tiempos de recuperación, así que ahí se me fue la última chance.
22.–¿Quién fue el rival que más te costó marcar?
–Bochini. Cuando subí con Chacarita me enfrenté con los grandes. Al Bocha le hablé todo el partido, uno buscaba sacar una ventaja con eso, pero no lo encontré nunca. Yo lo quería anticipar, pero el Bocha tenía un contraanticipo tremendo y yo llegaba siempre tarde.
23.–¿El ascenso con Chacarita fue la alegría más grande como jugador?
–Todos los logros generan alegría y tienen sus particularidades. Los tres ascensos en los que participé fueron importantísimos y no me gusta ni me parece justo poner uno por encima de otro. Como entrenador me pasa lo mismo, forma parte de la valoración y el respeto que uno tiene por cada institución que te contrata.
24.–Remándola tanto en el ascenso, ¿te impactó de golpe enfrentar a River, Boca y a los grandesdel fútbol argentino?
–La verdad que no, soy un tipo que vive las cosas con naturalidad. Se podría haber dado antes, cuando me buscó River o cuando el Toto Lorenzo me pidió para San Lorenzo, pero se dio después, cuando ascendí con Chacarita. Y como tuve desde chico una personalidad fuerte para jugar al fútbol contra cualquiera, tampoco me apichoné cuando tuve enfrente a Francescoli, Alonso o Bochini.
25.–¿En Mandiyú jugaste en primera?
–Poquito. Me llevó el Viejo Guerra y me rompí otra vez la rodilla, ahora en un entrenamiento. A partir de ahí ya fue difícil remontar la situación y me fui a jugar a Laferrere, donde tuve de compañero a Carlos Landaburo, un muy buen goleador. El entrenador era Pedro González, hicimos una gran campaña y ascendimos al Nacional B. Es tremendo la gente que lleva Laferrere, fue una experiencia buenísima.
26.–Y de ahí te fuiste a Ituzaingó.
–Exacto. Y con el Chulo Rivoira de compañero logramos el ascenso histórico al Nacional B, en un desempate por penales contra Los Andes, en la cancha de Independiente. Fue la primera vez que Ituzaingó llegaba a la segunda categoría del fútbol argentino. Y ahí, con ese tercer ascenso de mi carrera, con muchos dolores en la rodilla, a los 32 años preferí ser honesto y retirarme.
27.–¿En el ascenso podías vivir del fútbol?
–Siempre trabajé aparte, hice cosas en paralelo mientras jugaba: apenas pude ganar un poco de dinero tuve negocios con amigos, emprendimientos familiares, agencia de lotería, restaurantes, cervecería, siempre traté de no depender de la plata del fútbol, porque en el ascenso no se cobraba en todos los clubes. Hay clubes donde te pagaban salteado y otros clubes donde directamente cobrar era un milagro (risas), así de simple. En Chacarita, que era de los más grandes del ascenso, y aun jugando en Primera, nos llegaron a deber 10 meses de sueldo: imaginate el resto. Por suerte me fue bien en los negocios y mi satisfacción es haber podido solventar las carreras de mis hijos y hoy tener a dos profesionales en mi familia, dos médicos.
28.–Recorriste un montón de canchas en el ascenso. ¿Cuál es la más heavy?
–La de Morón era jodida; la de Chicago también. En realidad, a la mitad de las canchas del ascenso era complicadísimo ir: te hacían el pasillito, al llegar y al irte, y te cagaban a patadas, puteadas y escupitajos. Y si ganabas, mucho peor. Te defendías como podías, pero eso era más cuando jugaba, ahora no es tan así. Una bravísima fue la de Los Andes, cuando ascendimos en el 83 con Chacarita, en la final del reducido. Fue en diciembre, habíamos ganado 2-0 en la ida. Hacía mucho calor y nos habían puesto la calefacción a tope en el vestuario: estaba a 200 grados, y también lo llenaron de sal. Llegamos tirados en el piso del micro, con todas las ventanas rotas, aparecían hinchas por todos lados. Esa tarde empatamos 3-3; faltando un minuto entraron hinchas al campo de juego, fue un escándalo. El micro terminó lleno de balazos. Igual, éramos pibes y estábamos felices por el ascenso.
Descontrol en la cancha de Los Andes con el ascenso de Chacarita (1983)
Hoy juegan los Andes - Chacarita .. en 1983 ambos equipos protagonizaron un partido épico.. pic.twitter.com/asDAnAIGIT&— TERMO de ASCENSO (@TermoDeAscenso) April 13, 2019
29.–¿En Laferrere llegaste a conocer a Garrafa Sánchez?
–Con Garrafa [José Luis Sánchez] tenía una relación bárbara. Cuando yo jugaba él estaba en inferiores, era hincha, venía a ver las prácticas. Y nos hicimos más amigos, cuando después de retirarme en Ituzaingó, yo arranqué a trabajar con Carlos Landaburo en unas escuelas de fútbol que había puesto Bilardo en La Matanza, cerca de la cancha de Laferrere. Ahí hice mis primeras armas como entrenador: llegamos a tener como 1000 chicos y Garrafa venía a visitarnos. El predio quedaba sobre la ruta, estábamos con los pibes y ya se escuchaba a lo lejos la Kawasaki que hacía un quilombo infernal. "Ahí viene Garrafa", decíamos, ja, ja. Un loco lindo, que hablaba con los chicos y le mostraba algunos chiches con la pelota. ¡Qué pena que se murió tan joven!
30.–Arrancaste como entrenador en las escuelitas de fútbol de Bilardo. ¿Cuál fue tu siguiente paso?
–Ituzaingó, pero el club no seguía en el Nacional B, donde lo habíamos dejado, ¡sino en Primera C! En el primer torneo se nos escapó la chance en la última fecha con Berazategui, por un punto, y al año siguiente ganamos el campeonato de una rueda y después Ituzaingó perdió la final contra Flandria, si no me falla la memoria. Ya no estaba en el club, había recibido una muy buena oferta de Atlanta, que jugaba en el Nacional B, y me había ido. Soy malo con las fechas, creo que fue en el año 1997.
31.–¿En qué momento supiste que ibas a ser entrenador?
–Desde que era jugador, porque al terminar los entrenamientos me iba a mi casa y anotaba lo que me había parecido bien y mal, escribía los trabajos que habíamos hecho. A mí me interesaba charlar con el entrenador para que me diera su visión, sobre todo en los últimos años, cuando la rodilla no me daba para más. Entonces ya tenía clara mi meta y cuando me ofrecieron trabajar en la escuela de Bilardo no lo dudé, le puse fin a mi carrera de futbolista –me costaba entrenar por los dolores– y arranqué haciendo mis primeros palotes como DT.
32.–¿De quién sentís que aprendiste más?
–De todos se sacan cosas. Quizá del que más he aprendido es de don Juan Manuel Guerra, un tipo muy simple en sus ideas e indicaciones y eso trato de ser yo. Intento no complicarle la vida al jugador, que en líneas generales viene con un montón de problemas encima. Busco darle tranquilidad y seguridad. A Griguol también le intenté sacar cosas cuando compartíamos la playa en el Balneario 12. De Oscar López, que vive cerca, aprendí, y también de Carlos Bianchi.
33.–¿Lo trataste personalmente a Bianchi?
–Un señor, sí. Cuando ascendimos con Chacarita, en 2009, ya como entrenador, lo fui a ver a Casa Amarilla: él estaba como manager de Boca. Fui a pedirle jugadores. Y por supuesto escuché todos sus conceptos y consejos. Aprendí del Tata Martino, también de [Julio] Falcioni y [Ricardo] Gareca, compañeros en el curso de entrenador y amigos. Y con Bielsa no hablé, pero fui a ver muchos de sus entrenamientos en Vélez. Sin pedirle permiso, eh, los miraba desde la calle, detrás del alambrado. De todos saqué cosas y luego intenté darle mi impronta a los equipos.
34.–Dirigiste 17 equipos, pero sólo repetiste una vez: Temperley. ¿No te gusta tener segundas partes?
–Se dio así. Si hubiera una buena chance de repetir, lo haría sin problemas. En Temperley habíamos hecho muy bien las cosas, nos volvieron a buscar y dije que sí, sólo eso.
35.–Después de 14 años como DT en el ascenso, en 2009 ascendiste a la A con Chacarita pero duraste apenas 5 partidos. ¿No te dio bronca?
–Ascendimos, y como el club no tenía un presupuesto grande, los dirigentes me prometieron que iban a convocar a gente de afuera para que pusiera plata y así poder armar un equipo competitivo. Eso finalmente no sucedió y tuvimos que ir a buscar a último momento a jugadores que estuvieran acordes al presupuesto. La mayoría de esos refuerzos venían de una inactividad de varios meses, perdimos los primeros 5 partidos, me di cuenta de que eso no lo iba a poder mejorar y rescindimos de común acuerdo. Yo ya les había dicho a los dirigentes que si no podían armar un equipo medianamente competitivo, salía. ¿Para qué me iba a quemar en mi primera experiencia en la A? Por supuesto que me dio bronca, pero no veía alternativas.
El ascenso como entrenador de Chacarita en 2009
36.–Volviste a dirigir en Primera con Belgrano, pero también tras lograr el ascenso, o sea que el primer equipo que agarraste en la A fue Racing, en 2016, 20 años después de tu comienzo como DT.
–Así es. En mi época, especialmente si no habías sido un jugador de renombre, para dirigir en Primera tenías que ascender, no había muchas opciones. Desde hace unos años eso cambió y hoy encontrás más facilidades para llegar a Primera, tanto para jugadores como para entrenadores.
37.–¿Por qué creés que se dio ese cambio?
–Hay muchos motivos. Uno es que los jugadores empezaron a irse al exterior más jóvenes y en mayor cantidad. Con un veranito ya les alcanza para irse a jugar afuera, quizá no a los mercados más fuertes, pero se van igual. Otro motivo es que hoy los presupuestos en Primera son muy dispares entre 10 equipos y el resto, entonces los dirigentes de esos clubes con bajo presupuesto buscan entrenadores y jugadores en categorías más bajas, más baratos. A partir de eso, también los representantes y los empresarios fueron a buscar abajo para ponerlos en Primera. Con los ascensos masivos también se desvirtuó todo.
38.–Hace poco declaraste que hoy alcanzaba con "haber charlado con Bielsa o Guardiola" para dirigir en Primera. ¿A quién le apuntaste?
–Mi mensaje es que antes los méritos los tenías que hacer en el campo de juego y hoy con buenas declaraciones y un buen marketing te alcanza para llegar a lugares que antes no podías llegar de ninguna manera, en un contexto de fútbol que cambió, como comentaba antes. Si ves las carreras de ciertos entrenadores y los resultados que obtuvieron, no se condicen. Manejan un discurso que después es difícil sustentar en el campo de juego.
39.–¿A quiénes te referís?
–No te voy a decir nombres porque tengo códigos. Te doy ese concepto, nada más, fíjate y te vas a dar cuenta: hablamos lindo, decimos lo que todo el mundo quiere escuchar y queda en eso. A ningún entrenador le gustan los jugadores sin buena técnica individual. Sin embargo, da la sensación de que un grupo de entrenadores hablamos un idioma y otro grupo habla otro. En definitiva, es la forma de venderse de algunos. O el buen manejo de sus representantes. A mí no me interesa el marketing y tengo perfil bajo. Te aclaro que me siento muy bien siendo así.
40.–¿Durante esos 20 años como DT del ascenso pensaste que nunca llegarías a Primera?
–Fui viviendo el día a día. En ese momento tenía claro que era muy difícil dirigir en Primera, pero lo tenía como meta. Cuando uno empieza como entrenador se propone lo máximo, es necesaria esa ambición. Desde muy joven me preparé para asimilar todos los conocimientos y sabía que si se me daba la posibilidad, la iba a aprovechar, siempre dependiendo de los jugadores con que contara.
41.–¿Sentís que trasladaste tu estilo de juego como futbolista a los equipos que dirigiste?
–Con respecto a la personalidad, sí, porque uno de los factores en los que más énfasis pongo frente los jugadores de mis equipos es en tratar de ser más protagonista que el rival. Y aquí vuelvo al tema del marketing: todos los entrenadores queremos jugar bien, todos queremos contar en nuestro plantel con jugadores importantes, de muy buena técnica, pero no siempre tenés la posibilidad económica de acceder a esos jugadores. Me resulta difícil entender a algunos entrenadores de equipos grandes cuando dan cierto discurso desde la abundancia y por ese mismo motivo me parece muy meritorio lo de otros entrenadores que con poco le pelean de igual a igual al resto.
42.–¿Te molesta que te etiqueten como "técnico defensivo"?
–En Argentina, algunos periodistas nos miran nada más cuando enfrentamos a los equipos grandes y ahí nomás te meten el cartelito. Me da la impresión de que en el fútbol argentino muchos tienen el sello de "ofensivo" cuando juegan todos muy parecido y con el destello de un par de jugadores, de mayor jerarquía, te ganan un partido y listo. Acá, algunos equipos son ofensivos porque sus entrenadores hablan bien y otros son defensivos porque no hablan. Entonces te ponen la etiqueta y listo.
43.–¿Cuál sería tu sello?
–Adaptarme a los jugadores que tengo y encontrar el mejor camino para aprovecharlos. Bajarles un mensaje simple y ser lo más protagonista que se pueda. Esa es mi filosofía. Y que mis dirigidos sean mejores jugadores cuando termine el campeonato.
44.–Pero vos, en Atlético Tucumán, venís jugando con pelotazos a Toledo y a Díaz, los dos grandotes de arriba, ¿o no?
–Cuando teníamos al Pulga Rodríguez jugamos de otra manera y cuando estaba Zampedri, también. Lo fuimos modificando. Nosotros jugábamos con Aliendro de enganche, con Barbona, todos de muy buena técnica, pasa que después los mejores jugadores se van vendiendo y no tenés el presupuesto para reemplazarlos con otros del mismo nivel. En Belgrano jugamos, del medio para arriba, con Farré, Melano, Rigoni, el Mudo Vázquez, el Picante Pereyra, Zelarayán, Cuqui Márquez, jugadores con poca marca y mucha técnica. Uno se maneja de acuerdo al material que tiene, pensar lo contrario me parece ridículo. Las características del jugador siempre son más importantes que la idea del entrenador. Ese es mi pensamiento al menos.
45.–¿Por qué te duró tan poco Omar De Felippe como ayudante?
–Fue en San Telmo, el club estaba muy mal, yéndose al descenso. Me pidieron que le dé una mano y por mi historia ahí no me pude negar. Y yo le di una mano a Omar, que estaba sin laburo. Le aclaré que probablemente no cobráramos, pero que era un desafío y nos iba a servir. Nos salvamos y después Falcioni agarró Vélez y me pidió si podía llevarse a Omar y le dije que sí.
46.–Los mejores jugadores que dirigiste.
–Uh… hay muchos. El Mudo Vázquez, Olave, Farré, Zelarayán, Lucchetti, el Pulga Rodríguez, Lautaro Martínez. Uno les está agradecido a los jugadores, porque nos ayudan a ser mejores.
47.–Debe ser un orgullo para vos ver que jugadores que promoviste del ascenso, como Lisandro López, Román Martínez o Hugo Campagnaro, hayan construido carreras tan importantes…
–Te da alegría. Son chicos que fuimos subiendo y pudieron consolidarse, como también Rigoni, Zelarayán, el Mudo Vázquez, Saravia, el propio Lautaro Martínez. En Racing querían traer delanteros y yo me peleé para que no lo hicieran y no taparan a Lautaro. Le veía grandes condiciones.
48.–En el ascenso también habrás dirigido a grandes talentos con potencial que no llegaron nunca.
–Los jugadores que terminan imponiéndose no sólo lo logran porque tienen condiciones técnicas sino también mentales. Yo valoro mucho la cabeza del jugador, no concibo que tenga condiciones técnicas pero que no las acompañe con profesionalismo.
49.–¿Qué le dijiste a Armando Pérez antes de Patronato-Belgrano, en el arranque del Nacional B 2010/11, cuando vos eras el DT del equipo entrerriano?
–Nada en especial, yo sabía quién era Armando. Ese día nos cruzamos en la puerta del vestuario, los dos habíamos llegado temprano, y nos quedamos charlando de fútbol 10 minutos. Ganamos 2-0 y al final de esa primera rueda me convocó para que sea el entrenador de Belgrano.
50.–¿Te fuiste mal de Patronato?
–A mí me había llamado un amigo, Sergio Urribarri, el gobernador de Entre Ríos, para que tratara de armar un equipo que se mantuviera en el Nacional B, porque acababa de subir del Argentino A. Y siempre cuesta adaptarse a una categoría nueva. Armamos el equipo, hicimos una buena campaña en esa primera ronda y cuando me salió la oportunidad de Belgrano le pedí a Sergio que me liberara. Patronato estaba encaminado, hablé como correspondía y no hubo problemas, así que no me fui mal con la persona que me llevó. De hecho, Patronato se mantuvo en el Nacional B esa temporada y unos años más tarde terminó subiendo a Primera, donde sigue hasta hoy.
51.–¿Tu carrera tiene un antes y un después de Armando Pérez?
–Para los de afuera quizás es así; para los de adentro, no. Cuando yo fui a Belgrano, el club estaba en los últimos puestos del Nacional B y con problemas de descenso, pero hicimos una campaña magnífica y pudimos llegar a la Promoción contra River. No es que llegué y Belgrano estaba en los primeros lugares. Supongo que muy pocos creían que lo podíamos lograr.
52.–¿Cuándo agarraste tu objetivo era no descender?
–En principio la meta era acomodar el equipo, pero yo ya había analizado el plantel y veía que había material para pelear el ascenso. Además, en clubes tan importantes del interior, por una cuestión de historia tenés que apuntarle a subir, no hay otra.
53.–¿Se te cruzó que podían subir tan rápido, en 6 meses?
–Sí, a mí me gusta mezclar juventud con experiencia y le tenía mucha fe al equipo. En las primeras semanas con un plantel te das cuenta si hay buen material futbolístico y humano, si los jugadores que pensabas que tenías son realmente así y ahí en Belgrano había muy buenos jugadores, que quizá pasaban por una mala racha. El buen jugador no se olvida de jugar, puede tener un semestre malo, pero si le das un ámbito en que se sienta bien, va a rendir.
54.–¿Qué fue lo primero que pensaste cuando supiste que te tocaba River? ¿Hubieras preferido a Gimnasia o a Olimpo?
–Yo quería que fuera River. Sabía que la obligación la iban a tener ellos y además sabía que le iba a pesar esa responsabilidad, porque River no estaba acostumbrado a vivir ese tipo de situaciones. Estaba convencido de que iba a sentir muchísimo la presión.
55.–Pero también se te habrá pasado por la cabeza lo que a muchos: "River no puede descender, lo van a ayudar".
–A todos se nos pasó eso por la cabeza en algún momento, es cierto, por eso digo que esa Promoción le hizo muy bien al fútbol: que un equipo humilde dentro de la cancha fuera contra un montón de cosas. A los jugadores les dije: "En la cancha se resuelve todo, la historia la escriben ustedes". También les pedí que termináramos 11 contra 11, que no diéramos esa chance de una expulsión y que era muy importante la concentración en momentos claves.
56.–¿Pensaste que se lo daban vuelta cuando Pavone metió el 1-0 a los 5 minutos del partido?
–Yo les había advertido a mis jugadores que íbamos a sufrir, porque teníamos una diferencia importante pero no definitoria. Les aclaré que debíamos estar preparados para sufrir y para aprovechar el momento oportuno. Los preparé mentalmente para lo que iba a pasar. Y eso pasó nomás. ¿Viste cuando ves una película por anticipado? Bueno, en el fútbol muchas veces se da y otras, no. En esta oportunidad, fue tal cual lo habíamos pensado.
57.–¿Cuántas veces tuviste que salir de la habitación del hotel la noche previa al partido con River en el Monumental?
–Dos: a las 3 y a las 5 de la madrugada. Así como estábamos, yo en calzoncillos, sin luces y rajando por la escalera, en mi caso estaba en el 7º piso. No nos sorprendió, sabíamos que no nos iban a dejar dormir... Quizá no que algunos hinchas de River se iban a alojar en el hotel y tirarían humo para que se encendieran las alarmas contra incendios.
58.–Parece que no los afectó haber dormido poco y mal.
–Ese tipo de situaciones a algunos equipos los debilita y a otros los hace más fuertes. A nosotros nos hizo bien, y tampoco nos modificó mucho el descanso, porque estábamos muy fuertes de la cabeza y con la ansiedad que traían los muchachos, tampoco hubieran dormido demasiado.
59.–¿Supiste de la apretada de la barra de River al árbitro en el entretiempo?
–Teníamos nuestra gente de seguridad en el pasillo, cerca del vestuario del árbitro, así que estábamos al tanto de todo, al menos de lo que podíamos manejar. Y en el entretiempo vinieron a contarnos lo que sucedía. Siempre es bueno estar bien informado.
60.–¿Fueron superiores a River?
–Siempre preparo los partidos de 180 minutos y si mirás los 180, considero que fuimos justos ganadores a pesar de las cosas que se dijeron y de jugadas puntuales. En Alberdi tendríamos que haber metido un gol más, River estaba complicadísimo y ahí entró su gente y paró el partido, lo enfrió. No sufrir en el Monumental contra River es algo que ninguna persona medianamente inteligente puede creer que va a suceder. Pero más allá de ciertos pasajes de ese primer tiempo, lo aguantamos bien y para mí fuimos justos merecedores de ese triunfo, no por mucho, pero justos merecedores.
61.–¿Tuvieron miedo dentro del vestuario tras el 1-1?
–No, no, teníamos monitores en el vestuario y veíamos el desastre que era afuera. Los planteles de Primera andan con suficiente custodia para que les pase algo y, además, nosotros habíamos llevado personal de seguridad propio, así que ese no era un problema. Un buen rato después, cuando salimos al campo de juego con Julio Constantín, uno de mis colaboradores, y vimos que todavía estaban los hinchas de Belgrano en un rincón de la tribuna, eso sí nos preocupó y les pedimos a nuestra gente de seguridad que cuidaran a ese grupo.
62.–En muchas entrevistas te tiran de la lengua con que mandaste a River al descenso, pero vos le escapás a eso. ¿Puede ser?
–Se trata de respeto hacia el rival, de ser un buen deportista, de saber ganar. En el fútbol competís y no deseás que al otro le vaya mal, no es tu enemigo. Querés que te vaya bien a vos, y una consecuencia de eso es que pierde el otro. Siempre estuvo y estará ese morbo de la prensa, o del hincha de Boca en este caso, pero hay que tener altura y calidad de deportista para respetar al rival. Nosotros hicimos lo nuestro, lo que deseábamos, lo que teníamos como objetivo: ascender a Belgrano. Punto. El resto vino como consecuencia.
63.–En Belgrano, esa Promoción fue el punto de partida de un ciclo incomparable.
–Logramos el ascenso y pudimos potenciar el plantel que había. Se hicieron campañas muy buenas, nos clasificamos a torneos internacionales de forma sucesiva, se vendieron jugadores por 30 palos verdes, el club salió de la quiebra y compró el predio porque no tenía, arreglaron la cancha porque no se podía jugar, se modificó toda una estructura del club. El mérito de todo eso fue de Armando [Pérez] y nosotros colaboramos muchísimo con los logros deportivos.
64.–¿De Belgrano te fuiste porque no estabas dispuesto a limpiar a jugadores históricos con los que habías logrado tantas cosas?
–Para nada. Se había cumplido un ciclo, tan simple y sencillo como eso. Y cuando se cumplen los ciclos, lo mejor es irse bien. Fueron cinco años y medio, muchísimo tiempo, consideré que era momento de irnos. Aparte, desde el primer año que estuve en Belgrano se hablaba de que no servían los jugadores de una determinada edad, todos los años se decía lo mismo, y conmigo fueron muy útiles. Yo confío en la experiencia dentro del fútbol, y no me fijo en el documento de los jugadores sino en la forma en que se encuentran.
65.–¿Se te piantó un lagrimón cuando en 2018 volviste al Gigante de Alberdi con Atlético Tucumán y te entregaron una plaqueta?
–Lagrimón no, pero sí fue muy emocionante. Yo tengo un gran sentido de pertenencia con Belgrano por todo lo que viví en esos cinco años y medio y no había visto el estadio remodelado. Yo había puesto plata de mi bolsillo en su momento para la reconstrucción del estadio: las nuevas tribunas se hicieron con aportes de los socios y desde mi lugar de entrenador compré metros cuadrados y ladrillos, entonces ver la cancha nueva fue impactante. Y si le sumás lo bien que me recibió la gente, sentí una satisfacción muy grande. Te das cuenta de que el sentido de pertenencia es mutuo, independientemente de que vuelva algún día a dirigir a Belgrano o no. Más allá de que eso suceda, siempre seré un simpatizante más de Belgrano.
66.–¿Es muy complicada la vida del entrenador que dirige en el interior del país y deja a su familia en Buenos Aires? Se comentó que dejabas Atlético Tucumán por ese motivo.
–Lo primero que me gustaría decir es que siento una gran alegría de trabajar en el interior, una zona habitualmente postergada. En la Argentina, en política y en fútbol, se habla de federalismo y es una mentira, uno ve las desigualdades. Además, es muy lindo trabajar en el interior, sin la locura cotidiana de Buenos Aires. Y te genera una satisfacción especial, porque todo cuesta más y por lo tanto todo se valora más. Tanto a Córdoba como a Tucumán no fui con mi mujer ni con mis hijos porque ellos estudiaban, y la verdad que sí, se hace muy difícil llevar esa vida, pero ahí estamos buscando el equilibrio.
67.–¿Son futboleros tus hijos, hinchas de qué equipo?
–Los dos son muy futboleros. Jugaban, y cuando tuvieron que elegir entre la medicina y el fútbol, eligieron la medicina. Son de ver todos los partidos, cada vez que juega el equipo que dirijo se juntan en casa con mi mujer y lo ven juntos y al rato de terminar nos comunicamos y lo comentamos. Uno es hincha de Lanús y el otro en algún momento fue de San Lorenzo, pero sobre todo son hinchas de los equipos que dirijo.
68.–Supongo que estarás particularmente preocupado en esta pandemia por lo expuestos que están.
–Es la preocupación que puede sentir cualquier padre con sus hijos en permanente peligro. Los dos están en guardia, hisopando casi todos los días. La situación es tremenda en el AMBA, encima hace 140 días que no los vemos. Vinieron a casa algunas veces, pero se quedan del lado de afuera y hablamos a través de la reja. Con mi mujer casi no salimos de casa.
69.–¿A los dos le pusiste Ricardo para seguir la tradición?
–Así es, seguimos la tradición de mi viejo, pero yo se los puse de segundo nombre: Lucas Ricardo tiene 30 y Jair Ricardo, 28. Jair salió, nos gustaba a los dos, y se lo pusimos, no tiene ningún significado en especial. Siempre tuvo como hobby la música, tiene todos los instrumentos: violín, guitarra, sólo le faltó la batería.
70.–¿Estás cerca de ser abuelo?
–Por ahora parece que no.
71.–¿Cómo ves el regreso del fútbol sin público?
–Es una cagada, porque distorsiona al deporte. Se pierde la esencia, se notó en estos partidos que vimos de Europa, pero bueno, algo hay que hacer, tampoco el país puede pararse hasta que venga la vacuna. En algún momento habrá que tomar riesgos.
72.–¿Tomás clases de boxeo?
–Sí, cuando ando por el barrio voy a un lugar que tengo cerca de casa donde se entrena boxeo. En la pandemia no lo pude hacer, obviamente, pero como no me gusta mucho el gimnasio, siempre que puedo vuelvo a la bolsa, a pegar, esa ejercitación me entretiene.
73.–¿El color negro es tu preferido?
–Me gusta usar ropa negra por lo general: primero, porque te disimula algún kilito de más y te estiliza; después, porque me parece ropa apropiada para un entrenador.
74.–¿Siempre fuiste medio chueco, con las rodillas que se te juntan?
–Eso es consecuencia de mis tres operaciones de rodilla y fue uno de los motivos por los que me retiré joven, a los 32 años. La ciencia no había avanzado tanto, las operaciones no eran muy buenas y las recuperaciones, larguísimas. Medianamente todos los jugadores de fútbol hemos transitado por alguna operación y en los de mi época se nota bastante.
75.–¿Qué tareas cumplías en el bar que tenías en Lanús?
–Era una cervecería, en realidad. Berlín se llamaba, pero ya la vendí. En su momento hacía de todo un poco, como mi mujer y mis hijos, siempre intenté que los emprendimientos los lleváramos adelante en familia. Había empleados, pero nosotros estábamos ahí. Yo atendía, estaba detrás de la barra, servía, hacía de mozo, de todo un poco. Estaba en Temperley en ese momento, así que dirigía y después de los partidos me iba para la cervecería.
76.–¿Hacías esas cosas porque no te alcanzaba para vivir del fútbol o porque en tu cabeza estaba ser emprendedor?
–Siempre miré para adelante, el fútbol me ha enseñado a luchar. En algún momento las cosas se complican, pero lo que no podés es dejar de luchar por lo que vos creés importante. Ese es un mensaje que les bajo con frecuencia a mis jugadores: el que lucha nunca fracasa. Fracasar es no luchar hasta donde vos más puedas, eso es lo peor. Las cosas a mí me resultaron difíciles desde chico, pero siempre he luchado y eso me dejaba tranquilo.
77.–En los partidos se te ve siempre muy tranquilo, incluso en definiciones por penales de una Libertadores. ¿Sos así o te mostrás de esa manera para transmitirles tranquilidad a tus jugadores?
–Jamás tendría una postura que no fuera la mía, no finjo, nunca intentaría dar una imagen de lo que no soy. Me considero una persona normal, tranquila; en una definición por penales, sentado en un banco de suplentes, ya no puedo hacer nada. Después, creo que los entrenadores le deben transmitir paz a sus jugadores. Cuando miro fútbol europeo, no veo a los entrenadores dando mil indicaciones, son señores, tranquilos, salvo alguna excepción. Y está bien.
78.–También se te ve serio, por lo general cuesta sacarte una sonrisa. ¿Entre amigos o en la familia tampoco te reís?
–En general soy serio en todas las actividades. En el ámbito familiar y con los amigos me río un poco más; en el trabajo mantengo la línea, creo que el cargo amerita cierta seriedad.
79.–¿Te afectan las derrotas? Porque por esa paz franciscana que transmitís, parecería que no.
–No me gusta perder a nada. Es más: me molesta mucho perder y me saca las ganas de hacer otras cosas. Soy tranquilo, es cierto, pero también soy un mal perdedor, en el sentido de que no me la banco. Más de una vez llegué a casa después de una derrota y está la familia reunida en un asado y yo, callado. Como me conocen, nadie me habla, entonces me quedo un rato y a la media hora estoy en mi habitación viendo los videos para saber por qué perdimos.
80.–Lo que más y lo que menos te gusta de tu profesión.
–Lo que más me gusta son los desafíos grupales, llegar a un determinado lugar y buscar la superación. Lo que menos me gusta es la hipocresía. El fútbol es un ambiente donde se dicen muchas cosas por quedar bien y no por convicción.
81.–¿Tuviste representante en algún momento?
–Casi no he tenido. En algún momento unos amigos me dieron una mano, pero no más que eso. No tengo dudas de que por no tener representante todo me ha costado mucho más. Es un error mío, eh, porque el representante te ofrece, te vende mejor, tiene relaciones con dirigentes y periodistas, y con esos condimentos seguro vas a tener más posibilidades que esperando que te llamen. Ya te lo comenté: hay mucho marketing en nuestra profesión.
82.–¿Cómo analizás tu paso de 14 partidos por Racing?
–A mí me pareció que hicimos bien las cosas, a pesar de que muchos lo valoren diferente. Agarramos un Racing que venía mal, sin hacer la pretemporada ni elegir los refuerzos, porque lo agarramos en el segundo partido. Veníamos haciendo una buena campaña, incluso le ganamos 3-0 a Independiente y después de esa gran victoria, si le ganábamos a Boca quedábamos segundos, pero perdimos 4-2 en la Bombonera ante el equipo que terminó siendo campeón. Ahí sí nos caímos y perdimos los últimos 2 partidos del año jugando mal.
83.–¿Sentís que te hicieron pagar el derecho de piso por la etiqueta de técnico de equipo chico o defensivo?
–No pudimos trabajar en la pretemporada, se nos cayeron jugadores por lesiones y les dimos oportunidades a jóvenes de los que hoy Racing aprovecha sus frutos: [Juan] Musso, Lautaro Martínez y [Matías] Zaracho. Por eso digo que fue un paso bueno, nos faltó un poquito, si hubiéramos ganado esos dos partidos finales la historia hubiera sido otra. Yo estoy conforme, no fue un paso malo como muchos dicen, dejamos también gente amiga.
84.–¿Te echaron o te fuiste?
–Común acuerdo. Blanco me expresó su idea, yo le manifesté la mía, pero cuando arrancás en un equipo y siempre estás cuestionado, se hace difícil revertirlo. Y yo notaba eso. En el fútbol argentino pasa: viene un tipo sin nombre que no fue jugador reconocido, que no tiene perfil alto, que no se maneja con un representante que tenga buena llegada a los periodistas y se termina haciendo muy difícil. Tenés que ganar todos los partidos, no te queda otra.
85.–O sea: te hubiera gustado quedarte, pero sentiste que te la iban a hacer imposible.
–Nosotros le ganamos 3-0 a Independiente, estábamos entre los primeros 4 o 5 de la tabla y éramos cuestionados, es muy difícil. En casos así, la movida que noto en la prensa es que lo bueno que hacés no es tan bueno y lo regular es malo, te lo venden así. En Racing no nos han tratado como trataron a otros entrenadores que pierden un montón y les perdonan cosas. Al margen de eso, yo le estoy muy agradecido a Racing por la oportunidad que nos dio.
86.–¿Te sorprendió, siendo todavía el DT, la declaración de Lisandro López criticando los planteos del equipo?
–Lisandro hizo el mismo tipo de declaraciones antes y después de que estuviera yo en el club. No tuvo problemas con nosotros, es una forma de ser de él. Respeto sus opiniones, aunque no las comparta, pero declaró cosas similares con todos los entrenadores que pasaron por Racing: con Sava, Cocca y Coudet, sólo que algunos se las dejaron pasar y otros no, como fue mi caso. Lisandro me parece un tipo bárbaro, pero las cosas que consideré que le debía decir, se las dije en el vestuario y para mí ahí quedan.
87.–¿Mantenés algún hábito cordobés de tus años en Belgrano: cuarteto, fernet, algún latiguillo?
–Más que hábitos me quedaron muchísimos amigos en Córdoba, a los que voy a visitar cuando puedo. No soy de tomar alcohol, por lo tanto no tomo Fernet, y el Potro Rodrigo me gustaba antes de ir a Belgrano.
88.–¿Cuánto influyó Miguel Abbondándolo para que te eligieran entrenador de Atlético Tucumán?
–Antes que nada, Miguel es mi amigo. Segundo, fue mi profe en Ituzaingó cuando arranqué como entrenador. Después se fue a vivir a Tucumán, hizo una carrera y hoy es presidente del Departamento de Fútbol de Atlético, pero por sobre todo las cosas es mi amigo. Si yo fuese dirigente de fútbol y tuviera que contratar un profe, lo llevaría a él, sin dudas.
89.–Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.
–Nah, no tengo uno en especial. Siempre cuando ganás son días felices y cuando perdés son tristes.
90.–Amigos que te dio el fútbol.
–Tengo muchos, sobre todo en Córdoba y en Tucumán, pero los primeros que me surgen decirte son Abbondándolo, Falcioni, Gareca, De Felippe, Landaburo…
91.–¿Tenés algún lazo familiar con Piotr Zielinski, el futbolista polaco de Napoli?
–Ninguno.
92.–¿Qué meta te queda por cumplir en el fútbol?
–No tengo una meta en especial, me gustaría ser cada vez mejor entrenador y tener mejores posibilidades.
93.–¿Tenés deseos de revancha en un equipo grande o no te quita el sueño?
–Ojalá se dé, pero no me quita el sueño. No pienso que haya entrenadores para equipos grandes o equipos chicos. Para mí, sos buen o mal entrenador. Y si sos bueno, podés dirigir en cualquier lado.
94.–Cerrás los ojos, ¿existe algún equipo al que soñás dirigir?
–Lo máximo sería dirigir la selección, pero nosotros estamos en otro escalón. Hay un grupo de entrenadores con posibilidades para eso, pero lógicamente me encantaría.
95.–¿Qué onda con Gallardo, al que enfrentaste en varios partidos definitorios en estos años con Atlético Tucumán?
–Tengo mucho respeto por él, lo considero uno de los mejores entrenadores de la Argentina. No soy de ir a saludarlo en los partidos porque no lo hago con casi nadie, salvo que se trate de alguien al que conozca desde hace muchos años. Pero lo felicité el día que nos ganó la final de la Copa Argentina 2017, en Mendoza.
96.–¿Te bajoneó perder esa final con River o ya estabas satisfecho con que Atlético Tucumán se hubiera clasificado a la Libertadores?
–Si de por sí yo no me banco perder, como te contaba, esa noche me quedé muy mal porque no estuvimos a la altura de la final. Me fui con mucha bronca, porque no peleamos el partido como pensé que lo podíamos pelear. Era muy importante clasificar a la Libertadores y nosotros por jugar esa final estábamos adentro, porque River tenía su cupo ya ganado, y creo que el equipo se conformó con eso. A mí me molesta mucho cuando el equipo no intenta ser mejor que el rival.
97.–¿Jugaron incentivados en la última fecha del campeonato pasado que ganó Boca? El Decano no se jugaba nada.
–Es mentira eso. Nosotros descuidamos el campeonato porque jugamos el repechaje para entrar a la fase de grupos de la Libertadores y queríamos clasificar a una copa internacional para 2021. De hecho, quedamos a tres puntos del último que lo consiguió, cuando se paró la Copa de Superliga por la pandemia. Nuestra obligación es salir a ganar siempre por el respeto al club donde trabajamos y al hincha. Todo lo que se diga fuera de eso es puro folclore.
98.–Después de ganarle la Promoción a River, ¿te ilusionaste con la chance de dirigir a Boca en algún momento?
–No me ilusioné ni tuve la chance en ningún momento. Siempre transito por la realidad del equipo en el que trabajo.
99.–¿Te merecés una estatua en el hall de la Bombonera, al lado de la de Bianchi, Riquelme, Palermo y compañía?
–No, ya te dije lo que pienso sobre esas cosas: respeto al rival, ante todo. No van a encontrar una palabra mía fuera de lugar. Ni con River ni en Córdoba con el hincha de Talleres ni ahora en Tucumán con el de San Martín. No he vivido situaciones desagradables en la calle, justamente porque cuando uno tiene perfil bajo y respeta al rival, recibe lo mismo, más allá de que siempre puede haber algún desubicado.
100.–¿Qué te dicen en un asado tus amigos de Boca y de River?
–Nada, porque saben cómo soy y que no me voy a prender en esas. Yo creo en esto que te digo, no es una postura ante los periodistas. Entonces, si estoy en un asado con un amigo de River tampoco me va a salir una chicana, porque soy respetuoso, es mi forma de vivir. Una cosa es que vos te manejes con respeto ante los periodistas y en cuanto se apaga la cámara o el micrófono, o comiendo un asado con amigos, te reís y te burlás, y otra es que lo sientas así por convicción. Y este último es mi caso. Me considero un buen contrincante deportivamente, con esos valores me crié. Y no lo voy a cambiar.
FICHA PERSONAL
- Ricardo Alberto Zielinski
- Nacimiento: 14/10/1959 en Lanús, provincia de Buenos Aires.
- Trayectoria como jugador: San Telmo (1979-80, en Primera C); Argentino de Quilmes (1981-82, en Primera B); Chacarita (1983-86, Primera B y Primera A); Deportivo Mandiyú (1986-88, Primera A); Deportivo Laferrere (1988-90; Primera B); Ituzaingó (1991-92; Primera B y Nacional B)
- Ascenso (3): Chacarita (a la A), Laferrere (al Nacional B) e Ituzaingó (al Nacional B).
- Como entrenador (desde 1993): Escuelitas de Fútbol de Carlos Bilardo, Ituzaingó, Atlanta, San Telmo, Deportivo Morón, Temperley, San Martín de San Juan, Defensa y Justicia, All Boys, Juventud Antoniana, El Porvenir, Temperley, Ben Hur, Chacarita, Patronato, Belgrano, Racing, Atlético Tucumán (desde 2017).
- Logros: Ascensos a la A con Chacarita (2009) y Belgrano (2011, mandando a River al descenso). Clasificó a Belgrano por primera vez a un torneo internacional (en total fueron 3 participaciones en Copa Sudamericana). Con Atlético Tucumán fue finalista de la Copa Argentina 2017 y clasificó a la Copa Libertadores 2018, donde alcanzó la mejor actuación histórica (cuartos de final). Fue semifinalista de la Copa Superliga 2019 y clasificó al repechaje de la Libertadores 2020.
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