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Malcorrazo a la eternidad: dos goles en clásicos consecutivos para convertirse en el nuevo ídolo de Rosario Central
El volante definió el partido con una gran resolución
- 7 minutos de lectura'
ROSARIO.- ¿Cómo convertirte en ídolo de tu equipo? Hacerle dos goles seguidos al clásico rival para ganar 1-0 es una fórmula infalible. Ignacio Malcorra ya merodeaba esa categoría después de haber marcado el único tanto de Rosario Central en el último partido ante Newell’s, en el gigante de Arroyito. Haber repetido una hazaña semejante menos de cuatro meses más tarde, ahora como visitante, lo exalta definitivamente en la galería de los favoritos de la hinchada canalla.
Por segundo clásico consecutivo, Malcorra marcó el tanto que le dio una victoria más a Central en el clásico rosarino, algo que ningún jugador había logrado antes. El 30 de septiembre pasado, a los 45 minutos del segundo tiempo, Malcorra clavó un tiro libre en el ángulo para darle el triunfo 1-0 a Central en el Gigante de Arroyito. Este domingo, en el estadio Marcelo Bielsa, con 40.000 hinchas en contra que no pararon de hostigarlo, se encargó de aguar la fiesta que había preparado la parcialidad local con un gol fuera de contexto. Iban 11 minutos del segundo tiempo y Newell’s había generado las mejores situaciones, pero Malcorra probó verdadera la máxima que reza que los clásicos no se juegan, los clásicos se ganan.
Nacho Malcorra es la estampa del típico jugador de potrero. Flequillo adelante, rapado sobre las orejas, pelo largo en la nuca, con su corte “mullet” impuso un estilo propio en el fútbol argentino. Un fútbol donde la velocidad y el manejo de los espacios son todo, a los 36 años él desequilibra con la pausa, el pase en el momento justo, la capacidad para encontrar al compañero mejor posicionado para sacar ventaja. Y una zurda prodigiosa, claro.
Además, Malcorra evidenció tener la veteranía para controlar el clima del partido. En procura de cortar una racha de 15 años sin victorias ante Central como local, la gente de Newell’s armó una fiesta. Dos banderas gigantes coparon las tribunas cuando salieron los jugadores a la cancha, una que cubrió toda la popular donde se ubica la barra con un escudo y la leyenda “El más grande del interior” y otra sobre la platea este con imágenes de los ídolos leprosos, con Bielsa en el centro. Un sinfín de bengalas rojas y fuegos artificiales desafiaron la lluvia que en ese momento caía con intensidad. La conjunción con el viento que se arremolinaba entre las cuatro tribunas hizo que todo el estadio se inundara de humo, un espectáculo singular que se prolongó por algunos minutos y demoró el inicio del encuentro.
Al inicio la euforia se trasladó al campo de juego y los jugadores locales respondieron. Con pases rápidos y directos, utilizando todo el ancho de la cancha, Newell’s desbordó por las puntas y generó las situaciones más peligrosas. Central tardó en hacer pie. Hizo falta un poco de picardía de Malcorra para apagar tanto ímpetu. Cada vez que tocaba la pelota arreciaban los insultos. Cada vez que había un córner llovían los proyectiles, situación que aprovechaba para alejarse, hablar con el árbitro y hacer tiempo. La gente de Newell’s empezó a impacientarse. A medida que pasaban los minutos y el gol no llegaba, el aliento se transformó en impotencia. “Malcorra es mejor sin la pelota que con la pelota”, se quejó un plateísta. “Con Russo siempre pasa lo mismo, juega a no jugar”, protestó otro. En la cancha, Newell’s fue resignando vértigo, aunque mantenía el dominio.
No habría sido un clásico rosarino sin incidentes. Sobre el final del primer tiempo, Damián Martínez y Armando Méndez se cruzaron y se generó un tumulto generalizado que les costó la amonestación a ambos. En la siguiente acción, Agustín Sández fue con vehemencia a cabecear una pelota dividida y encontró el rostro de Francisco González, provocándole un corte. Otra amarilla. Hubo 10 en total por parte de Hernán Mastrángelo, incluida una a Malcorra por prolongar el festejo del gol más de la cuenta.
Luego del gol de Malcorra en la 7ª fecha de la Copa de la Liga 2023, Central, que había arrancado mal el certamen, tomó un impulso categórico que lo llevó a ser campeón de un campeonato de primera división por primera vez desde 1987. También fue el primer título personal en la carrera de Malcorra. La sociedad que había generado con el colombiano Jaminton Campaz fue una de las claves de esta conquista. Miguel Ángel Russo lo corrió de su puesto habitual de puntero izquierdo y lo posicionó como media-punta, por el centro. En el partido previo, ante Gimnasia, volvió a jugar por izquierda, pero ayer el técnico sorprendió al ubicarlo como extremo derecho, en la punta opuesta al colombiano.
A los 11 minutos del segundo tiempo de un partido que Newell’s parecía tener a su merced, volvieron a encontrarse. Campaz, que hasta allí había pasado inadvertido, consiguió su primer desborde. Tiró un caño, fue hasta el fondo, hizo un rodeo cuando se quedó sin espacio, jugó la pelota atrás hacia el borde del área para Jonathan Gómez, quien la abrió todavía más para la entrada de Malcorra en el extremo opuesto. El 10 encaró a Ángelo Martino, enganchó para adentro y con la parte interna del pie zurdo sacó un remate cruzado, con rosca, que primero se abrió y se fue cerrando hasta clavarse al lado del segundo palo del arquero Macagno. Golazo. Malcorrazo.
COMPA QUE GOLAZO CLAVÓ NACHO MALCORRA 🔵🟡
— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) February 26, 2024
El volante de Rosario Central definió a colocar y puso el 1-0 ante Newell's#LPFxTNTSports pic.twitter.com/AX5q4cCfpW
El estadio se paralizó. “Movete Newell’s movete, movete dejá de joder” y “Newell’s ponga huevo” fue el pedido que cayó de la popular local. El juego asociado de del rojinegro se transformó en pelotazos. Central se hizo fuerte desde la defensa y las chances de empate llegaron por rebotes que los delanteros no supieron definir y por otra actuación memorable del arquero Jorge Broun, que merece tanto crédito como el goleador. Central se limitó a contragolpear y estuvo cerca de estirar la diferencia. Malcorra tuvo el segundo dos veces, pero en una definió mal (tenía pase al costado) y en otra, tras una larga corrida se quedó sin piernas y le taparon el tiro del final.
El epílogo encontró a los jugadores de Central abrazados en el centro de la cancha antes de irse a festejar rápido al vestuario y a los hinchas de Newell’s resignados tras una nueva oportunidad desperdiciada. Algunos atinaron a aplaudir a sus jugadores, pero otros los increparon. La historia se repitió. La otra mitad de Rosario prolonga los festejos del campeonato y, aún más, la seguidilla de éxitos ante su eterno rival. Se trató de la 12ª victoria en los últimos 20 enfrentamientos, contra sólo dos derrotas (más seis empates). Newell’s no gana un clásico en su cancha desde noviembre de 2008, 1-0 con gol de Rolando Schiavi.
“Es una locura”, calificó Malcorra al clásico rosarino en diálogo con TyC Sports. “En cuanto a furor y las secuelas que te deja si ganás, es el mejor”. Malcorra nació en Río Colorado, una localidad al noreste de la provincia de Río Negro, casi en el límite con La Pampa. La combinación de colores no se condice con la de su pasión. Dio sus primeros pasos en CAI de Comodoro Rivadavia, pasó por Aldosivi, adquirió fama en Unión y estuvo cinco años en México y uno en Lanús antes de llegar a Central de la mano de Carlos Tevez. A fuerza de talento e inteligencia se convirtió en un jugador indispensable.
Después del gol, bailó “el baile del látigo”, se abrazó con sus compañeros, que lo sepultaron debajo de una montaña humana, se arrodilló y señaló al cielo con las dos manos, acción que le valió una amarilla. Entró en la historia grande de los clásicos. Ignacio Malcorra se convirtió en ídolo de Rosario Central por toda la eternidad.
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