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Las 100 preguntas a Rogelio Funes Mori y su vida de película: fue ilegal, ama el fútbol, vive una vida melliza y golea en México
Le tocó bailar con la más fea en el reparto de nombres con su hermano mellizo y también a la hora de poner el pecho en el club del que es hincha. Aunque muchos lo fustigaron y lo burlaron, terminó dándose lo que insinuaban sus condiciones. Y un día, Rogelio Gabriel Funes Mori explotó. Lo hizo en México, donde ha metido goles espectaculares de todos los colores (chilena, taco, gambetas en espacios reducidos), ante los rivales más pesados y en instancias decisivas, para estar muy cerquita de convertirse en el máximo artillero de la historia del Monterrey. Y con la selección de aquel país como una posibilidad real.
En esta charla de 4 horas con LA NACION, el Melli que siempre se caracterizó por brindar muy pocas entrevistas y por estar a la sombra del hermano, cuenta detalles desconocidos de una vida muy particular: el exilio forzado a Estados Unidos, el trance de la deportación y los miedos por la ilegalidad, las angustias y alegrías de su hermano que siente como propias. Y la insólita familia que ambos formaron con las hermanas de un compañero de equipo. De película.
1. –¿Rogelio o Gabriel?
–Yo me llamo Rogelio Gabriel. Rogelio es el nombre de mi abuelo materno y como de chico no me gustaba, prefería que me dijeran Gabriel. De hecho, mis viejos, mis hermanos, mi mujer, todos en mi familia me dicen Gabriel. Con el tiempo me empezó a gustar Rogelio, y tanto me gustó que le puse así a mi hijo. Y sin segundo nombre, Rogelio a secas, no le di opción (risas).
2. –¿Por qué no te gustaba y por qué empezó a gustarte?
–Lo veía como un nombre de persona grande. Cuando vivimos en Arlington, a media hora de Texas, en Estados Unidos, no sabían pronunciar mi nombre, porque Roger es en inglés y a mí me decían Royilio, o algo así. Más bronca me daba y menos me gustaba. De más grande vi que eran pocos los Rogelio y eso me entusiasmó… y aquí estamos, feliz con el nombre.
3.–Digamos que saliste perdiendo en el reparto de nombres con tu hermano.
–Rami se llama José Ramiro, en realidad, y José es por el papá de nuestro papá, así que a los dos nos pusieron los nombres de los abuelos. El tema es que tiraron los DNI en la cama, después nos tiraron a nosotros, y al que le tocó le tocó, ja, ja.
4.–¿Por qué usan el doble apellido?
–Funes es el apellido de mi viejo y Mori, el de mi vieja. Nunca les pregunté por qué decidieron que usemos los dos. Recuerdo que al llegar a River me consultaron cómo quería que me pusieran en la planilla, si con los dos apellidos o sólo como Funes, y yo contesté que mejor los dos. En México se usa bastante el doble apellido y nuestros hijos son Funes Díaz.
5. –¿Son los Melli Funes Mori o los Geme Funes Mori?
–Venimos de la misma bolsa, así que somos gemelos. Todos nos dicen mellizos, pero tampoco nos molesta, eh. Nacimos por parto normal. Eso sí: mi mamá explotaba, éramos los dos grandotes.
6.–¿Quién se asomó primero?
–Tengo entendido que yo salí primero al mundo, buscaba el arco rival, ja, ja, o estaba cansado de que Rami me cagara a patadas ahí adentro. A él le encanta pegar, de hecho cuando nos enfrentábamos en las prácticas de River siempre me resultó muy difícil pasarlo. Podía pasar la pelota, pero el jugador no pasaba. No le importaba nada (risas).
7.–¿Quién es Rogelio Gabriel Funes Mori?
–Una persona sencilla, agradable, que intenta ser servicial con la gente a la que quiero. Considero que tengo valores, que nunca me olvidé de dónde salí y que en todo momento tuve la inquietud de aprender. Soy un poco tímido, jamás me gustó hablar demasiado con la prensa, soy más bien conservador en ese sentido. Y suelo estar de buen humor casi siempre.
8.–¿Tus dos hermanas también juegan al fútbol?
–Las dos, sí, pero para entretenerse. Martina es un año menor que nosotros, llegó pegadita, y Serena nació en Estados Unidos, cuando nosotros éramos grandes. Le llevamos 14 o 15 años.
9.–¿Y a quién se parecen más las Funes Mori femeninas?
–Martina es metedora, más estilo Ramiro, y a Serena le gusta atajar. Jorgelina, mi mujer, juega, ojo eh, y la Ro (Rocío), mi cuñada, también. Ha practicado básquet en Entre Ríos, son todas muy deportistas.
10.–¿Tu papá les inculcó esa pasión por el fútbol?
–Sí, por el fútbol y por River. Miguel Ruperto, todos lo conocen como Cacho, era un 8 metedor, jugaba bien, estuvo en Independiente Rivadavia y en otros equipos, siempre en la liga mendocina. Le gustaban las piñas, se peleaba seguido, nosotros lo íbamos a ver. Ya retirado, nos entrenaba siempre, todo el día con la pelota, le encantaba. Con Rami nacimos para jugar al fútbol, ya venía en la sangre el asunto, y toda esa práctica de pibes nos ayudó a tener condiciones y a crecer con el tiempo.
11.–¿Tuviste que trabajar de pibe?
–En Mendoza no, porque éramos chicos. Nosotros nos fuimos a Estados Unidos con la familia cuando teníamos 10 años. En Estados Unidos, ya casi terminando la escuela, ahí sí ayudábamos a mis viejos limpiando oficinas, para que terminaran más rápido. Nunca nos faltó nada, pero tampoco la tuvimos fácil, la peleamos. De hecho, nosotros nos fuimos a Estados Unidos por la crisis del 2001. Mi papá se había quedado sin laburo, era chofer de colectivo, primero en la ciudad y luego de larga distancia, trabajaba en YPF y lo echaron como a tantos otros. Mi madre laburaba en el registro automotriz.
12.–¿En Estados Unidos tenían algo?
–No, la recontra remamos. Primero fue mi viejo para allá, tuvimos que vender electrodomésticos y otras cosas para sacar los pasajes. En ese momento no era necesaria una visa para entrar en Estados Unidos, así que mi viejo fue, consiguió laburo y unos meses después, arrancamos nosotros. Después vino lo de las Torres Gemelas, se empezó a complicar para entrar y cuando viajamos con mi vieja, Rami y mi hermana no nos dejaron pasar. Nos retuvieron en migraciones, mi mamá decía que íbamos de vacaciones, pero no le creyeron y nos terminaron mandando de regreso a la Argentina.
13.–¿Qué recordás de ese momento?
–Éramos chicos, teníamos 10 años, entendíamos algo pero tampoco tanto. Recuerdo que nos metieron en una sala del aeropuerto donde había papas fritas y comida, y eso nos gustó, pero también la veíamos llorar a mi madre, y eso nos descolocaba. Esperamos unas horas en esa sala y nos mandaron de regreso a Mendoza y ahí hubo que empezar a remar de nuevo.
14.–¿Qué hicieron?
–Estuvimos unos 6 meses en Mendoza, trabajando. Para nosotros era raro estar alejados de nuestro viejo. Nos ayudaron tíos y vecinos, son gestos y personas que siempre tenemos presentes. La remamos mucho y sacamos otra vez los pasajes para reencontrarnos. Pero esta vez, en vez de ir por Atlanta, sacamos pasajes a Miami, y dijimos que íbamos de vacaciones a Disney. Y ahí sí nos creyeron.
15.–¿No se pusieron mal por tener que dejar el país y a los amigos?
–Miedo no tuvimos nunca, ni tampoco nos pusimos mal. Nos gustó la idea de irnos, tomar nuevos rumbos y aprender. Nos costó cuando entramos en la secundaria, porque de entrada fuimos a una escuela bilingüe y ya en el secundario era todo inglés. Nos resultó muy difícil, yo no entendía nada y volvía llorando de la escuela. Teníamos una tía por parte de mi madre que era de Puerto Rico y nos ayudó mucho con el idioma.
16.–¿No te preocupaba el tema de estar ilegal?
–Eso era difícil, sí, andábamos con ese miedo de que si te agarraba la policía capaz te deportaban. Tenías que ser muy correcto en todo, no incumplir ninguna regla, andar siempre a la velocidad permitida, con el cinturón de seguridad puesto y tantas cosas más.
17.–¿De qué vivían allá?
–Mi viejo hizo de todo, primero trabajó limpiando oficinas y después de un tiempo aprendió el oficio de chapista. Se terminó comprando herramientas y consiguió un muy buen laburo en una empresa de autos. Mi vieja laburó en la cocina de McDonald’s haciendo hamburguesas y después siguió en Subway, otra cadena de comidas rápidas. Nosotros íbamos al colegio.
18.–¿Se hacían pasar uno por otro en la escuela, por ejemplo?
–Nunca. En Estados Unidos teníamos las mismas maestras, pero en diferentes horarios, y una vez una maestra me sacó de la clase diciéndome que yo era Ramiro. Le expliqué que no, y le mostré mi lunar debajo del ojo izquierdo. "Quédese tranquila que no hacemos esas cosas", le terminé diciendo. Y era verdad, nunca nos gustó ir por ese lado.
19.–¿En la escuela jugaron al fútbol y también al básquet, no?
–Al fútbol, al básquet y al fútbol americano, todo en el equipo de la escuela, y de acuerdo con la temporada de cada deporte. Allá por ahí jugás 3 meses al fútbol, después 3 al básquet y 3 al fútbol americano. Ah, y también hicimos atletismo. En ese momento nosotros éramos más bien flaquitos y no muy altos, el estirón lo pegamos ya en River, así que en el fútbol americano nos las teníamos que rebuscar para enfrentar a semejantes bestias que había. Yo era pateador y Rami, defensor de receptor. El básquet siempre nos gustó.
20.–¿Pudieron ir a ver a los Spurs?
–Nos hicimos hinchas de los Spurs, obviamente, porque además estábamos relativamente cerca, en el estado de Texas, pero no llegamos a conocer personalmente a Manu ni pudimos ir a ver un partido. Íbamos seguido a ver a los Dallas Mavericks, a esos sí los teníamos muy cerca y a los dos nos gusta mucho el básquet. El día que se retiraba Manu tenía amistoso con Monterrey en San Antonio y era la gran ocasión, pero justo nació mi hijo, así que no pude ir. En River jugábamos bastante al 21 en la antesala del vestuario y por lo general les ganábamos a todos, y se calentaban (risas).
21.–¿Cómo fue la historia del Reality que ganaste?
–Fue un concurso organizado por Univisión, la cadena de televisión latina más importante de Estados Unidos. Éramos 5.000 chicos, se jugaban partidos de 20 o 30 minutos, 11 contra 11, en las instalaciones del FC Dallas, y se iba eligiendo al mejor de cada partido, y al resto los iban cortando. Había veedores y cazatalentos del FC Dallas, era algo serio. Así fuimos avanzando y llegamos con Ramiro a la final. Lo terminé ganando yo, y al ganador, supuestamente, le daban un contrato para integrarse al equipo de primera del FC Dallas.
22.–¿Por qué "supuestamente"?
–Porque no fue así, me metieron en una especie de Reserva del FC Dallas: viajábamos, jugábamos antes que la Primera, pero no tenía chances de ser considerado en el equipo principal. En ese momento en la MLS no le daban ni bola a las inferiores. No había futuro ahí, no daba para más, y nosotros queríamos ser jugadores de fútbol.
23.–¿Cómo llegaron a probarse en el Chelsea?
–Entrenando en las inferiores de Dallas nos vio Jorge Alvial, un ojeador chileno que trabajaba para el Chelsea, una persona a la que le estoy muy agradecido y con la que mantengo contacto todavía. Nos vio, le gustamos y nos consiguió una prueba de dos semanas en Chelsea. Nos pusimos recontentos, pero había un problema: si viajábamos a probarnos a Inglaterra no íbamos a poder entrar otra vez en Estados Unidos porque estábamos ilegales, no teníamos los papeles de residencia. Eso implicaba también separarnos de nuestros padres. Era una decisión muy difícil.
24.–¿Cómo lo resolvieron?
–Nuestro sueño siempre fue ser jugadores de fútbol, esa era nuestra gran meta. Ya teníamos 16 años, el tiempo nos corría. Nos faltaba un año de secundaria, pero nos la jugamos, aunque el costo fuera separarnos de nuestra familia. A nuestros padres no les gustó la decisión, querían que termináramos el colegio, pero nunca nos obligaron y nos dejaron elegir. Y con Ramiro elegimos ir para adelante, a pesar de las lágrimas de nuestros viejos. Siempre para adelante. En el fondo, sabíamos que era nuestra oportunidad, porque era eso o terminar los estudios y quedarse a trabajar en Estados Unidos para sobrevivir. Como ilegales tampoco íbamos a poder conseguir demasiado. Era una decisión difícil, pero había que arriesgar. Y arriesgamos.
25.–¿Cómo les fue en Chelsea?
–Estuvimos dos semanas en Londres, nos fue muy bien, nos entrenamos con la Reserva y llegamos a convivir con los monstruos de la Primera, con Lampard y Drogba. Estaba Franco Di Santo, mendocino como nosotros, que nos recibió en su casa, muy buena gente. El problema es que al no tener pasaporte comunitario no nos podíamos quedar.
26.–¿Qué hicieron?
–A Estados Unidos no podíamos volver. Entonces fuimos para Buenos Aires. Nos recibió Walter Redondo, nuestro tío, y nos ayudó muchísimo. Estuvimos entrenando un par de semanas en Tigre, vivíamos con otros chicos en un departamento por la zona, en Virreyes, pero no nos adaptamos. Nosotros no habíamos vivido nunca en Buenos Aires. Se nos pasaron un montón de cosas por la cabeza en ese momento, pero nunca se nos cruzó desistir de la idea de ser jugadores de fútbol. Sí decidimos volver a Mendoza para entrenar con Godoy Cruz.
27.–¿Por qué vos delantero y tu hermano, defensor?
–A mí siempre me gustó jugar adelante, meter goles y mi hermano se inclinó por la marca. Antes de ir a Estados Unidos nosotros hicimos inferiores en Godoy Cruz, ahí tuvimos a Andrés Morelatto, quien fue un padre para nosotros y fuimos puliendo cada uno sus mejores características.
28.–¿Cómo llegó la chance de River?
–Estábamos en Mendoza, empezaron a surgir posibilidades de ir a probarse unos días a diferentes clubes de Buenos Aires, pero no teníamos ganas de seguir moviéndonos después de tantas idas y vueltas. Hasta que Óscar Pareja, un entrenador colombiano que habíamos conocido en las inferiores de FC Dallas y que hoy es el entrenador del Orlando City, por un contacto que tenía con directivos nos consiguió una prueba en River. Óscar es otra persona a la que me gustaría agradecer mucho, fue clave en nuestra historia.
29.–¿Para ir a River sí tenían ganas?
–Más vale. Cuando nos dijeron "River" ni lo dudamos: es el club del que somos todos hinchas en la familia. Mi viejo nos llevaba al Malvinas cuando River jugaba en Mendoza, pero yo no me acuerdo mucho porque era chico. En Estados Unidos veíamos siempre los partidos de River en casa, gritábamos los goles. Mis ídolos eran Crespo y Ortega, y después pude jugar con el Burrito, eso es algo inexplicable. Siempre soñamos con esa oportunidad de ponernos la camiseta de River y soy de los que creen en la ley de atracción: cuando deseás mucho algo, se termina dando.
30.–¿Qué recordás de esos días de prueba en River?
–Estuvimos dos semanas en la pensión del club, detrás del Monumental. Pero ahí ya era otra cosa, diferente. La pensión era increíble, un lujo. Me acuerdo de que llegamos un viernes y había asado para comer. Y otra cosa que recuerdo es que Mauro Díaz era el capo de la pensión, le prestaban la computadora. Ja, ja, hoy es mi cuñado. El mío y el de Rami, de los dos.
31.–El problema era si en River aceptaban a uno y al otro no.
–No, acá era todo en combo: o los 2 o ninguno. Esto fue en 2008, nosotros ya teníamos 17 años recién cumplidos, a esa edad es difícil entrar en las inferiores de un club como River. En mi caso, había un montón de delanteros, por lo que pedí que me pusieran de volante por izquierda. Y también había 3 millones de números 5, el puesto de Rami. Entonces, Diego Monarriz, que era el examinador, le dijo: "Zurdo, alto, andá atrás". Y empezó a jugar de 6. Le pegó. Arranqué de volante, con bastante gol, exploté en Quinta con Valiño y Astrada me empezó a poner de 9 cuando subí a la Primera. Siempre le estaré agradecido a Astrada por darme la posibilidad de debutar.
32.–En un momento estuvieron por irse a la U de Chile, ¿puede ser?
–Sí, fue al principio, cuando no se sabía si quedábamos o no en River. Teníamos dudas y entonces Jorge Alvial, el chileno que nos había conseguido aquella prueba en Chelsea, nos dijo que en la U de Chile seguro nos aceptaban. Agarramos las cosas de la pensión, fuimos a Ezeiza y al hacer migraciones nos dimos cuenta de que nos habíamos olvidado en la pensión el permiso de nuestros padres para salir del país. ¡Increíble! Volvimos a la pensión y ahí nos agarró Gabriel Rodríguez. "¿Cómo se van a ir del mejor club de Sudamérica? Ya están adentro, les damos una semana para buscar sus cosas en Mendoza y se vienen a vivir a la pensión", nos dijo.
33.–O sea que olvidarse el permiso fue clave, y eso que eran dos cabezas para acordarse.
–Es el destino, para mí es el destino. Con Rami éramos muy colgados, la verdad, pero por suerte se dio así. Quedar en River era nuestro sueño, así que nos fuimos a Mendoza una semana para despejar la mente, agarrar las cosas, y nos instalamos en la pensión del club. Al año siguiente, 2009, ya debutaba en la Primera. Y un tiempo después, el club nos dio una casa en Barrio River y ahí se volvieron nuestros viejos de Estados Unidos. Ellos estaban esperando que nuestra hermana terminara la escuela.
34.–¿Ramiro siempre pareció el mayor de los dos por el temperamento?
–Rami siempre fue el más serio de los dos y yo el más jodón, y cada tanto me gritaba si entraba medio dormido. Compartimos bastante equipo en Quinta. Fue poco tiempo en inferiores, pero la pasamos muy bien y nos marcó esa etapa. Nos costó agarrar el roce del fútbol argentino, porque nosotros veníamos de Estados Unidos, donde no se entrenaba todos los días como acá. También nos faltaba esa picardía de ir a trabar fuerte, como todo pibe de potrero. Lo primero que te enseñan en Argentina es poner la pierna firme, el roce, y esa desventaja la sentimos, pero las condiciones para jugar y el carácter para pedirla siempre los tuvimos con mi hermano.
35.–Se los ve muy unidos. ¿Alguna vez se pelearon mal o estuvieron un tiempo sin hablarse?
–Para nada, siempre nos defendimos uno al otro. Mi hermano era muy vicioso con la Play y nuestros padres nos ponían un horario límite para jugar los días de semana, y Rami por ahí se despertaba a las 5 de la mañana al otro día para seguir jugando. Se enojaba mal cuando perdía, era muy enojón, pero nos llevamos siempre bien.
36.–¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de tener un gemelo?
–Lo que menos me gusta es que nos confundan. Lo que más me gusta es que siempre nos defendimos entre nosotros: si uno viene medio tambaleando, el otro lo ayuda como sea. Siempre fue así, desde el colegio con las tareas para poder pasar, para darnos ánimo en diferentes situaciones. En la escuela de Arlington tenías que aprobar cada examen para que te dejaran entrenar, así que para nosotros era importante, y siempre le dimos para adelante para poder hacer todo juntos, siempre nos defendimos a muerte.
37.–Hace un par de semanas, Ramiro se platinó el pelo y al toque vos hiciste lo mismo. ¿Se ponen de acuerdo hasta en eso?
–Ja, ja, nosotros hablamos todos los días por facetime, y cuando lo llamé hace poco y lo vi todo rubio, le dije: "Bueno, mañana me tiño yo también". Es lo que sale en el momento. El quedó más amarillo, yo más gris. Hacemos siempre la segunda, nos bancamos en todas, ja, ja.
38.–¿Qué recordás de tu debut en la primera de River?
–Fue contra Vélez en Liniers. Cuando Astrada me dijo que iba a ir al banco, no podía creerlo. Concentré con el Kity Villagra, que es más bueno que el pan. "Mirá que van a venir a cortarte el pelo", me decían, y el Kity me quería defender, pero no hubo caso. En un momento entró el Burrito con un par más y me bautizaron, me dejaron mechones, así que después el Kity me prestó la afeitadora y lo emparejé. Igual, yo estaba shockeado: no podía caer en donde estaba, compartiendo una concentración con tipos a los que veía en la tele.
39.–¿Y del partido en sí?
–River venía mal, estábamos de mitad de tabla para abajo, ya el año anterior había terminado último, pero a mí no me importaba. Yo quería jugar, cumplir el sueño y demostrar lo que sabía. Entré en el segundo tiempo por el Tucu Pereyra, cuando perdíamos 1-0, y entré bien: al rato lo empató Mauro Díaz, nuestro futuro cuñado. Pero en los minutos finales nos metieron dos goles y perdimos 3-1.
40.–En el campeonato siguiente le metiste 3 goles a Racing en 22 minutos, después de estar 14 partidos sin convertir. ¿La confianza es fundamental para un delantero, no?
–Contra Racing en Avellaneda fue una cosa de locos, uno de los partidos más increíbles y más lindos que tuve en mi carrera. Y es como vos decís: la confianza es muy importante para cualquier jugador, y para los delanteros un poco más todavía, porque el delantero puede tener rachas muy positivas y muy negativas, y vive del gol, entonces todo se potencia.
Su noche soñada en River: 3 goles a Racing
41.–En River estuviste un año sin meter goles.
–Así es, y se cortó en el Nacional B, un gol que le metí a Defensa y Justicia sobre la hora en cancha de San Lorenzo. Pero aún sin poder meterla, siempre creí en mí mismo y aposté por mí, sabía que las condiciones las tenía y que en algún momento iba a explotar. Mis compañeros me lo decían.
42.–¿Quiénes te hablaban, qué te decían?
–Ponzio era uno que me hablaba seguido. "Estás viviendo un momento difícil, hay mucha presión, pero ya vas a volver a meter goles, porque vos tenés todo, hay que estar tranquilo", me decía. Siempre rescaté eso de mis compañeros, que me ayudaron. De River aprendí muchas cosas de esos malos momentos que me sirvieron para crecer, para hacerme fuerte de la cabeza. Además siempre quise jugar, no me escondí. Jugar más de 100 partidos en la primera de River (102 partidos, 22 goles) no es fácil y menos en esas circunstancias.
43.–¿Es cierto que te tuviste que mudar por las amenazas que sufriste en ese momento?
–Todo falso. Hubo una sola pintada en el frente de casa y nada más. Jamás me amenazaron ni hice ninguna denuncia. Me mudé de la casa en Barrio River cuando se venció el contrato, pero nos fuimos a 15 cuadras, a la calle Pampa, siempre cerca del estadio. Más allá de comerme puteadas, como le pasa a todo jugador, yo siempre sentí el cariño del hincha de River, incluso hoy mucha gente me escribe para que vuelva. Eso me genera orgullo.
44.–Encima, cuando metiste un gol clave, como a Godoy Cruz sobre la hora, para ganar 3-2, te lo anularon por una mano que no fue.
–Y bueno… son las cosas del fútbol. Fue una jugada rápida, un pase del Burrito, y a simple vista pareció que la había bajado con el brazo, porque hice el movimiento, pero me dio en el pecho, y el árbitro se puede equivocar. Igual, podíamos hacer cualquier cosa que no era el momento, no estaba para nosotros, parecía que a River le tenía que pasar todo lo que le pasó para después resurgir como el más grande del país. Las cosas pasan por algo y, viéndolo hoy a la distancia, River tenía que tocar fondo para volver a ser. Todo eso malo que nos pasó fue la semilla para volver a crecer y ser lo que siempre fue River.
45.–¿Fue un error que jugaran tantos pibes en la ida de la promoción contra Belgrano? ¿A vos no te temblaban las piernas?
–No sé si fue un error, puede que sí. Está claro que para los jóvenes no era fácil jugar ese partido, pero lo afrontamos de buena manera y el resultado obviamente no fue bueno. Después, te hablo por mí: yo quería jugar todos los partidos, no me temblaban las piernas, aunque era consciente de lo que nos jugábamos. Era todo cuesta arriba, pero yo nunca tuve miedo en una cancha de fútbol.
46.–Pasaste de ser titular en Córdoba en ese partido a no ir ni al banco en la revancha en el Monumental, un poco raro.
–El técnico decide y uno debe acatar. Jota Jota me dijo que no iba a concentrar, e igual traté de apoyar a mis compañeros. Recuerdo el viaje desde Don Torcuato, donde nos concentramos, con los puentes de la Panamericana repletos de hinchas. Sentimos ese apoyo, pero no pudimos. Nos tocó descender, pero nadie se murió: hay que entender que esto es un deporte. Yo vi el partido con Almeyda y Ferrari detrás de los carteles.
47.–Muchos hinchas de River te criticaban y te insultaban, pero en el Nacional B metiste el gol clave sobre la hora a Boca Unidos.
–Fue faltando 3 fechas, en el Monumental, la noche en que Ponzio terminó con los pantalones llenos de sangre. Faltando 15 minutos para terminar, Lucas Ocampos hizo el 1-0. Fue el típico partido en que llegás 10 veces y no la podés meter, y ellos te llegan una vez y te embocan. Bueno, nos empataron al toque. Había mucha desesperación, mucha presión, yo había entrado un rato antes por Cavenaghi, me la peinó Trezeguet y metí el zapatazo. Fue un desahogo increíble. Ganamos 2-1.
Su gol decisivo a Boca Unidos en la B
48.–En la fecha siguiente perdieron con Patronato, y en la última no podían con Almirante Brown. Entraste en el segundo tiempo y asististe a Trezeguet en los dos goles… con una ayudita del asistente.
–La verdad que en el primer gol me vi muy solo, sí… pero una nos tenían que dar, viste. Ese gol nace en una pelota que recupera Rami en la mitad, le pone un pase largo a David, me la da de cabeza, yo se la devuelvo también de cabeza y mete un voleo tremendo de zurda. Y en el segundo la peleé por derecha y le metí el centro atrás para que definiera. Vos sabés que el día anterior estábamos concentrados en una isla de Tigre y yo le decía a mi hermano, a Cabeza Pírez y a otros pibes más: "Mañana el rey David se va a lucir y va a clavar dos pepas".
49.–Algunos hinchas decían que River no podía festejar un ascenso. ¿Vos qué sentiste?
–¡Cómo no iba a festejar! Fue un desahogo terrible, había sido un año durísimo, de mucha presión, la pasamos mal nosotros y nuestras familias. Y para los que nos tocó descender también era una revancha. No me olvido más que en el festejo del 2-0, Trezeguet me apuntó a mí con el dedo y me dijo "todo tuyo". Eso me queda para siempre. Terminó el partido y la gente me sacó la ropa, me abracé con mi hermano, pensé en mi novia, en mi familia. En el ipad tengo el partido completo con Almirante Brown, y cada tanto lo veo.
50.–¿Tuvieron que ir al psicólogo en algún momento por tanta presión y tantas críticas?
–En River fuimos a ver a Marcelo Roffé, que había sido psicólogo en la selección juvenil, sobre todo por lo que me tocaba vivir a mí, de ser tan criticado, para no derrumbarme mentalmente. Ramiro también se ponía triste por lo que me pasaba a mí, y eso lo perjudicó un poco. Nos ayudó mucho ir al psicólogo.
51.–¿De River te fuiste en 2013 porque vos quisiste o porque Ramón Díaz o Passarella no te tenían más en cuenta?
–Fui yo el que quise irme, sentía que necesitaba un cambio de aire. Ramón me tenía en cuenta, pero en un momento nos bajaron a Rami y a mí de la pretemporada porque llegó una oferta formal de Portugal. Nos metieron a los dos en la misma bolsa, pero mi hermano no se quería ir, quería renovar con River. La verdad es que disfruté el hecho de compartir unos años con Rami en el plantel, pero no como hubiera deseado porque era demasiada la presión.
52.–¿Te perjudicó que Passarella te cotizara en una cifra altísima, al poco tiempo de aparecer en River?
–No me influyó nada, al menos eso sentí en ese momento. Tampoco tengo rencores ni problemas con él. Apenas llegué a Monterrey, estaban por inaugurar el estadio, yo comía solo en el hotel, y de golpe alguien se me paró al lado y me dijo: "¿Cómo andás?". Era Passarella, invitado por haber sido campeón como entrenador en el club. Estuvimos charlando un rato, me contó cosas del Monterrey y me dijo: "Acá te va a ir muy bien".
53.–¿Cómo asimilaste pasar de esa cotización millonaria a jugar en el Benfica B?
–Yo era joven, tenía 22 años, surgió la posibilidad de ir al Benfica y no lo dudé. Fui con la intención de adaptarme rápido y aprender. Me entrenaba con el equipo profesional, nos juntábamos todos los días con los otros argentinos, con Enzo Pérez, Salvio, Gaitán, Garay. Éramos familia, la pasábamos muy bien.
.54.–¿Pero fuiste a jugar al Benfica A o al B?
–Me tocó entrar en unos partidos de Liga y de Copa de Portugal en el equipo principal, y cuando no iba al banco jugaba en el Benfica B, en la segunda división, donde competíamos pero no podíamos ascender. Esa temporada ganamos los 3 títulos nacionales. Pasó que Tacuara Cardozo se había peleado con Jorge Jesús y supuestamente yo iba para sustituirlo, pero al final se arregló y yo jugué más que nada en el Benfica B. No me bajoneé, incluso me llamaron de varios clubes de Argentina, pero yo quise quedarme, lo tomé como un aprendizaje.
55.–Después pasaste al Eskisherispor (complicado para el cantito) y te fue bastante bien.
–Sí, después de ese primer año, cuando vi que iba a tener pocas chances de jugar en el Benfica A, quise irme a otro equipo para jugar, pero dentro de Europa. Salió lo de este equipo en Turquía, un equipo humilde, y conseguimos el objetivo de zafar del descenso. Yo jugué todos los partidos y metí varios goles. El fútbol se vive con mucha pasión en Turquía. Al terminar el préstamo me compró el Monterrey.
56.–¿No pensaste que era un paso atrás dejar Europa para irte a México?
–Esperé un tiempo a ver si aparecía otra chance en Europa, pero no pasó nada. Al fútbol mexicano lo conocía bien, porque cuando vivimos en Estados Unidos veíamos fútbol argentino y mexicano, así que conocía a todos los equipos. Sabía que Monterrey era un club fuerte económicamente, que siempre peleaba por cosas importantes, que movía mucha gente, y además estaba por inaugurar su estadio nuevo. Y nos lanzamos de una, había que arriesgar. Así fue toda mi vida, como te conté.
57.–¿Quién te pidió?
–Tiempo después, viajando de México para Argentina en unas vacaciones, coincidí con el Turco (Mohamed) en el avión y ahí me contó cómo fue. Me dijo que le habían ofrecido a mí y a Gonzalo Bergessio. "Melli, me decidí por vos porque habías jugado un montón de partidos y porque te corrías todo, mostrabas muy buena actitud, que jugabas para el equipo, que tenías todo y el gol iba a llegar", me contó el Turco.
58.–¿En Monterrey te fue bien de entrada o tuviste que superar críticas?
–Quizá llegué un poco criticado, se recordaba que en River me hacían cantitos, pero yo estaba convencido en poder demostrar que no se habían equivocado al contratarme. Me adapté rápido, Neri Cardozo me recibió muy bien y me ayudó en todo, mismo el Turco y los profes. En mi debut perdimos 3-0 con Pumas, en la altura del DF, a las 12 del mediodía, pero al siguiente partido le ganamos 3-0 al Atlas con dos goles míos, y arranqué.
59.–¿La final de la Libertadores 2015 la disfrutaste el doble porque la ganó River y la perdió Tigres, o allá no es tan fuerte la rivalidad?
–Sí que existe la rivalidad, pero hay más respeto, no están todo el día con las cargadas ni se van para el otro lado. Yo recién llegaba a Monterrey pero la disfruté muchísimo, claro, por River, por mi hermano, y porque no quería que nuestro rival clásico fuera el primer equipo mexicano en ganar la Libertadores. Obviamente fui a visitar a Rami y a los muchachos antes del partido de ida.
60.–¿Hay chances de que juegues en la selección mexicana?
–Ya llevo más de 5 años viviendo aquí, soy residente y puedo hacer la naturalización. Había algo que impedía la chance de jugar por México: el hecho de haber disputado un Sudamericano Sub 20 por Argentina, más allá de un amistoso con la selección mayor de Sabella contra Brasil, pero eso se iba a ajustar. Así que estamos viendo si se puede dar.
61.–Parece que a Martino le gustan los Funes Mori, porque a Ramiro le dio la titularidad en la selección argentina. ¿A vos ya te llamó?
–El Tata habló con mi representante y le mostró su interés así que yo estaba a la espera de que concretara ese ajuste en las reglas que me impide participar
62.–¿A vos te interesa?
–Mi sueño siempre fue el de jugar en la selección de mi país, porque soy argentino, pero tenemos muchos jugadores top y es difícil, aunque también siento que no me han dado la oportunidad como a tantos otros. Siento un gran cariño por la gente de México y la verdad es que me gustaría representarlos en una selección. Vamos a ver, pero sí, me interesa.
63.–¿Agarraste algún hábito mexicano?
–Con el picante ya me llevo bien, ahora pasa sin problemas, pero al principio era difícil. Ibas al restaurante, estaba la salsita, preguntabas si picaba y te contestaban: "Nooo, un poquito nada más", y después te prendías fuego por dentro, tenías que tomar 20 vasos de agua con hielo para apagarlo (risas). Hoy ya me acostumbré. El tequila también me gusta, y un shot pasa, hasta ahí estamos bien.
64.–Metiste un par de golazos de chilena, uno incluso al América en la final del Apertura 2019. ¿Las practicás en los entrenamientos?
–El delantero siempre sueña con hacer esos goles espectaculares de chilena, y a mí me ha tocado un par de veces, por suerte. Son cosas que salen en el momento, pero hay que tener coordinación, obviamente. En el área, el delantero tiene que ejecutar como sea. A mí me tocó estar de espaldas, entonces coordiné, me tiré en el aire y la pelota entró. En los reducidos de las prácticas tenés que ejecutar rápido, y a veces no queda otra que levantar la pelota como sea. Yo lo hice con el pecho y salió las dos veces. Es coordinación e intentar, porque si no lo intentás, nunca te va a salir.
65.–¿Se la copiaste a Francescoli?
–Siempre me acuerdo de la chilena de Enzo a Polonia, la vi mil veces. Estuve charlando con Enzo cuando River ganó la Recopa el año pasado contra Paranaense, cuando fuimos con Rami a ver el partido al Monumental. Un tipo humilde y sencillo.
66.–También metiste un gol de taco, y a Tigres en el clásico. ¿Siempre hay un segundo más para pensar en el área?
–Y… están las dos cosas, porque el delantero tiene que definir rápido, si se demora, se la sacan. Yo pienso que sí, que siempre hay un segundo más. El de taco vino por un centro del Piri (Vangioni), quedé de espaldas, tiré el tacazo y por suerte entró.
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67.–¿Qué se siente ser campeón en el estadio Azteca con todos en contra, como te pasó el año pasado?
–Ese estadio impresiona. Habíamos ganado 2-1 la ida con ese gol de chilena y antes de entrar a jugar en el Azteca yo me imaginé como el Diego levantando la Copa en el 86 en ese mismo estadio. Así me vi, con la Copa y sonriendo. ¡Y salió! Fue durísimo, porque veníamos de Qatar de jugar el Mundial de Clubes, teníamos 90 mil personas en contra, un estadio explotado, a los 5 minutos ya perdíamos 1-0 y se nos hizo muy cuesta arriba. Pero teníamos un equipazo, con gente de experiencia que había ganado mucho. Pude descontar cerca del final y terminamos ganando por penales.
68.–¿Y qué se siente meterle un gol al Liverpool en el Mundial de Clubes?
–Tremendo orgullo. Disfruté muchísimo participar de un torneo como el Mundial de Clubes, es muy lindo, una experiencia increíble, de las mejores que viví. Nos faltó nada para llevar al suplementario al mejor de Europa, pero contra esos equipos aflojás la concentración o la actitud dos minutos y te clavan, como hizo Firmino, ya en el descuento.
69.–¿Por qué usas la 7 y no la 9?
–Cuando llegué al club, la 9 la tenía Aldo de Nigris, un jugador histórico de Rayados, que hoy está de ayudante del Turco en el cuerpo técnico. Quedaba libre la 7 y la agarré, y como me fue bien con la 7 no tenía mucho sentido cambiar.
70.–¿Por qué en el gol ante Xolos de hace un par de semanas festejaste como lo hacía Suazo?
–Porque venía de varios partidos sin poder convertir, y Chupete me dijo que me quedara tranquilo, que el gol iba a llegar solo, me dio unas lindas palabras de aliento por las redes sociales. Entonces, como convertí, me acordé de él y festejé llevándome los dedos a la cabeza. Estoy cerca de alcanzarlo y quedar como el máximo goleador en la historia de Monterrey. Esa es mi próxima meta.
71.–Explotaste de grande. ¿Cuál creés que fue el clic?
–Yo siempre sentí que tenía condiciones para jugar bien, y mis compañeros también me lo hacían notar. Tenía que encontrar el momento justo para explotar, y también sabía que siempre existirían críticas. Cuando salió lo de Monterrey, pensé que era la última bala y se dio. Sentí confianza, que el técnico me ponía aunque no convirtiera y gracias a Dios pude meter un montón de goles.
72.–¿Qué significa Monterrey para vos? Ya pasaste los 100 goles.
–Cuando me nombran a Monterrey o al Turco (Mohamed) siento que fueron mi salvación. Estoy en una institución de primer mundo que no tiene nada que envidiarles a clubes de Europa, en un estadio increíble, te dan todo para que te entrenes y hagas las cosas bien, y siempre peleando por ganar títulos. Me siento en un momento privilegiado, sabía que esta oportunidad no la podía desaprovechar.
73.–Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.
–Felices hay muchos, siempre que ganás un título, pero si tengo que elegir uno me quedo con el día que ascendimos con River. El más triste tiene que ver con las lesiones.
74.–Vos no sufriste lesiones importantes, ¿o sí?
–Sí, sí, estuve casi un año con un problema en el gemelo: jugaba 20 minutos y se me explotaba el gemelo, no podía correr, sentía mucho dolor, jugaba horrible. Me hacía estudios en el hospital, pruebas todos los días, no le encontraban la vuelta. Hasta que viajé a Barcelona y el doctor Cugat dio en la tecla: era un quiste interno, tapado por los músculos y los nervios, y eso impedía que llegara bien la sangre. Me operó Cugat, el mismo que también operó a Ramiro y al Kun Agüero.
75.–¿El defensor más difícil de pasar?
–Recuerdo a Otamendi cuando yo recién empezaba y después me complicó Pablo Aguilar, un central paraguayo que jugó en Colón y Arsenal y al que enfrenté en México muchas veces con diferentes equipos. Típico defensor paraguayo, que te anticipa en todo momento y es muy jodido de pasar.
76.–El mejor DT que tuviste.
–De todos aprendí, de unos más que otros, pero me quedo con dos: el Pelado Almeyda, que me ayudó mucho en todo sentido, siempre nos habló y nos dio para adelante. Lo aprecio mucho. Y el Turco, claro, mi salvación.
77.–¿Y el peor?
–Peor, no, nunca tuve problemas. Sí te puedo contar una anécdota graciosa con Jorge Jesús, que me recibió en Benfica y me dijo: "Mirá que este club es como Boca, eh", y yo por adentro pensaba: "Uh, ya empezamos mal". Tiene carácter fuerte Jorge Jesús, reputeaba en las prácticas. El año pasado hablé con él, quería llevarme a Flamengo para jugar la Libertadores, pero Monterrey no quiso dejarme ir.
78.–Tus mejores amigos del fútbol.
–Con el Piri (Vangioni) nos seguimos juntando, se dio una linda relación entre las familias. Chelo Barovero es otro amigo, mi cuñado Mauro Díaz también. Después, siempre me llevé bien con mis compañeros, nunca tuve problemas.
79.–¿Cuál es el abecé de un goleador?
–Confiar en uno en todo momento, saber que podés errar varias veces, pero seguir intentando porque va a entrar, no caerte. Después, es clave el olfato: estar cerca en los rebotes, tener lectura de juego, tratar de jugar a dos toques, parar y pasar. Eso hago yo al menos. Y tener comunicación con tus compañeros, explicarles qué te gusta.
80.–¿Qué te gusta a vos?
–Te digo una: a mí me gusta anticipar mucho en el primer palo en centros rápidos. Entonces, les pido a mis compañeros que me la tiren al primer palo que yo voy a llegar.
81.–¿Qué es lo que más admirás de Ramiro?
–Como persona es muy bueno, tiene cero maldad, siempre humilde y tranquilo. Y en la cancha, ante cualquier situación adversa, va para adelante sin importarle nada. Si se equivoca, sabe que se tiene que reponer. Eso le admiro y yo siento que también he podido lograrlo: confiar en mí ante cualquier situación.
82.–¿Cómo viviste esta racha de lesiones que sufrió en los últimos años?
–Con tristeza, porque no hay nada peor para un futbolista que no poder trabajar con su físico. Obviamente le hablé, lo alenté para que le metiera con todo, no queda otra. Me encantaría que Rami vuelva a la selección, porque lo hizo muy bien cuando le tocó y las lesiones lo frenaron.
83.–¿Suelen irse juntos de vacaciones?
–Bastante, sí, tratamos de ir juntos. Casi siempre nos juntamos en Entre Ríos, ya que de ahí son nuestras mujeres, de Concepción del Uruguay. También Rami ha venido a Monterrey.
84.–¿Quién de los dos se puso primero de novio?
–Yo. Con Mauro éramos compañeros de pensión en River, de hecho nacimos con 5 días de diferencia. Y compartimos la selección juvenil. Mauro tenía auto y me llevaba a Ezeiza, pero en realidad Mauro no manejaba, así que nos llevaba Jorgelina, su hermana, que es mayor que él. Y bueno, me gustó y le pedí permiso a Mauro para salir.
85.–¿Cómo que le pediste permiso?
–Me acuerdo perfecto. Estábamos en un boliche, teníamos un parlante al lado, creo que lo hice a propósito para que no me escuchara bien, ja, ja. Yo sentía muchos nervios, así que entre el ruido de la música le dije que me gustaba su hermana y que quería invitarla a salir, que le pedía permiso. Mauro lo aceptó, invité a Jor y empezamos a salir. Al principio fue medio rara la situación, después fue fluyendo bien.
86.–¿Y cómo se dio lo de Ramiro con la otra hermana de Mauro?
–La Ro (Rocío) jugaba al básquet, se quedaba en Buenos Aires y estaba sola. Rami también estaba solo, no salía, es más conservador, medio quedado en ese sentido. Con Jor se nos ocurrió ver si tenían onda y a los pocos meses empezaron a salir. Así se dio todo. Jorgelina es la más grande, es del 89, nosotros somos del 91 y Rocío, del 93.
87.–Tu mamá contó que cuando te pusiste de novio Ramiro se sintió mal. ¿Puede ser?
–Un poco sí, porque somos muy unidos y él sintió como que le sacaban a su hermano, aunque estaba contento por mí. Por suerte al poco tiempo también él estaba de novio.
88.–¿Qué dijo Mauro Díaz a todo esto?
–Mauro se quería pegar un tiro, ja, ja. Al principio fue difícil, medio raro, el ambiente del fútbol es muy especial, pero en el fondo Mauro también sabía que somos buena gente, buenos pibes, así que por ese lado estaba tranquilo.
89.–¿Jorgelina y Rocío son futboleras?
–Sí, muy futboleras e hinchas de River. Les encanta el fútbol, son tremendas, te critican como todos, te exigen, ja ja. Son de esas personas que se sientan a ver los partidos porque les gusta, no por compromiso, y los ven enteros.
90.–¿Por qué jugás con muñequeras?
–De chico me gustaba mucho Cristiano Ronaldo, y cómo él se ponía muñequera, yo lo seguí. Lo usaba para darle un toque de facha (risas), para darle color, y después me acostumbré.
91.–¿Por qué usás las medias por arriba de las rodillas?
–Nos quedó la costumbre desde que jugamos en Estados Unidos. Muchos me preguntan si no nos resulta incómodo y la verdad que no.
92.–¿Llegaste a asustarte cuando te infectaste con Covid? Fuiste uno de los primeros futbolistas en dar positivo.
–No tuve miedo, sólo me preocupé por mi mujer y por mis hijos. De hecho, no tenía síntomas. Si no hubiera sido por los exámenes del club ni me habría enterado.
93.–¿No te dan ganas de volver a Europa?
–Europa siempre seduce, pero no lo tengo como una prioridad. Estoy feliz en Monterrey, me siento querido, siento que me gané un lugar a base de sudor y goles y que puedo dar mucho más todavía. Estoy en un club que me permite jugar el Mundial de Clubes y pelear por ganar todos los campeonatos que disputamos. La liga mexicana es muy competitiva, hay muchos extranjeros y argentinos. Muchos que vienen a jugar a México se terminan quedando a vivir.
94.–¿Cómo era Gallardo como compañero?
–Compartí unos pocos meses con él, pero se notaba que tenía carácter. Lo recuerdo como una persona seria que quería que hicieras todo bien, muy respetuoso y correcto. Una vez, cuando empecé a practicar con ellos y todavía no había debutado en Primera, me preguntó de dónde era. "¿Así que vos viviste en Estados Unidos?". Siguió y me contó de su experiencia en la MLS. Ya estaba al tanto de todo.
95.–¿Se comunicó con vos en estos años para tentarte con ir a River?
–Sé que hablaron con mi representante hace un año y medio más o menos, a ver si existía la chance para que volviera, pero quedó ahí. Obviamente me puso muy contento todo lo que Gallardo logró en el club.
96.–¿Te gustaría tener una segunda etapa en River?
–Como todo jugador que sale del club y que además es hincha, obvio que me encantaría volver a River, pero hoy sinceramente es muy difícil. Me debo a Monterrey, hace poco me renovaron el contrato hasta 2024. Más adelante habrá que ver cómo estoy físicamente, tampoco quiero volver y no poder moverme. Se tienen que dar muchas cosas, pero sí, es un sueño para mí volver a River algún día.
97.–¿Comentan con Ramiro la idea de reencontrarse en River?
–A veces hablamos de que estaría bueno, lo charlamos por arriba, eh. Siempre se extraña River, se extraña mucho. Sería muy lindo poder disfrutarlo juntos, porque no lo pudimos disfrutar tanto cuando compartimos el plantel. También a veces hablo con mi mujer de que sería lindo tener una revancha ahora que estoy más maduro.
98.–¿Sentís que te tocó jugar en un momento equivocado, que si hubieras debutado después, como le pasó a Ramiro, la historia habría sido otra para vos?
–Sin duda me tocó jugar en un momento muy difícil en la historia de River y me hubiese encantado quedarme para vivir lo que vivió mi hermano: eliminar a Boca, ganar la Sudamericana y la Libertadores… pero el destino me puso a jugar en ese momento. Me costó mucho. Al final me ayudó para crecer como futbolista y como persona. Y eso siempre lo rescato, a pesar de las dificultades: yo soy lo que soy ahora gracias a River.
99.–¿La explosión de Ramiro en River la tomaste como cierta reivindicación del apellido?
–Es verdad eso de que si a un gemelo le pasa algo, el otro también lo siente. Al no poder explotar yo en River, al no irme muy bien, Ramiro también lo sufría y se bajoneaba. Siempre digo que su gol a Boca le cambió la vida. Yo estaba en Portugal viéndolo por tele y lo grité como loco. Después lo agarró Gallardo y explotó definitivamente, le llegó su momento. Ganar la Libertadores era el sueño de los dos y sentí que yo también la gané con él. Cuando la gente lo empezó a reconocer y a cantar su nombre se me ponía la piel de gallina, fue muy emocionante.
100.–¿Qué creés que piensa la mayoría de hinchas de River de vos?
–Siento el cariño del hincha, muchos me dicen que si vuelvo me va a ir bien. Siempre fui respetuoso con la gente, nunca me enojé ni puteé al hincha de River porque entendí que las cosas pasaban por algo y que era un momento difícil para destacarme. Pero como te dije recién: si River no me hubiese dado la posibilidad de jugar no sería lo que soy ahora. Por eso le estaré siempre agradecido al club y no le guardo rencor a nadie.
FICHA TECNICA
- Rogelio Gabriel Funes Mori.
- Nacimiento: 5/3/1991, en Mendoza.
- Inferiores: Godoy Cruz, FC Dallas (Estados Unidos) y River Plate.
- Primera: River Plate (2009-13); Benfica, Portugal (2013-14); Eskisehirspor, Turquía (2014-15); Monterrey, México (desde mediados 2015)
- Selección Nacional: Integró la Sub 20 en el Sudamericano 2011 y jugó un partido con la Selección mayor ante Brasil en Goaiana (1-2), con Sabella como entrenador (2012).
- Títulos (7): Nacional B (River); Liga, Copa de Portugal y Copa de Liga (Benfica); Copa México, Apertura 2019 y Liga de Campeones Concacaf (Monterrey).
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