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Roberto Sensini: “Todos fuimos un poquito críticos de Scaloni, y hoy hay que agradecerle”
Recuerdos y ‘manotazos’ con Passarella como sparring del ‘86, los consejos al actual plantel del seleccionado y quién es el verdadero hombre fuerte del fútbol argentino
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Dos días faltaban para el comienzo del Mundial de México. Apenas dos para el debut contra Corea del Sur. Última práctica de fútbol de Bilardo, y ahí estaba Roberto Sensini marcando en los córners a su ídolo, Daniel Passarella, el capitán del único campeón del mundo… hasta el momento. ¡¿Cómo?! Sensini tenía 19 años en 1986 e integró el plantel de sparrings de Renato Cesarini que acompañó a la selección. La anécdota, primero, confirma que el Káiser iba a ser titular hasta el malestar fantasma que lo sacó de la Copa. Después, el recuerdo de Sensini abre un mundo de fantasías… “Yo jugaba en Newell´s, pero me invitaron a participar de la delegación. Al principio me pareció que daba un paso para atrás, porque estaba cerca de debutar en la Primera. Pero lo pensé bien, fui y viví algo fantástico. En el primer entrenamiento, en un momento apareció Diego, jugó diez minutos con los cordones desatados… Todo era emoción para nosotros, fue un regalo de la vida”, comparte este Sensini de 55 años, que por un instante clava la mirada vaya a saber dónde.
De alguna manera, se trató de su primer Mundial. Después, Sensini escribiría su historia. Pero entonces, los chicos no se alojaban en el predio del América, vivían a 20 minutos, en la zona de Perisur del Distrito Federal. “Conocí a Bilardo y a todos los muchachos, que se comportaron de diez con nosotros, pese a los mil mangazos que les hacíamos. No íbamos todos los días, sino cuando nos llamaban para hacer fútbol… Una tarde, uno de los defensores, no recuerdo quién, que arrastraba un golpe, salió, y Carlos me pasó del otro lado, con los titulares… Me temblaban las piernas. Íbamos a la cancha, veníamos los partidos…, estuve en el Azteca la tarde de Diego contra los ingleses, pero después de la semifinal con Bélgica nos tuvimos que volver porque se acababa la estadía y los pasajes ya estaban emitidos. Nos fuimos en el mejor momento, pero sabíamos que teníamos fecha de vencimiento. Después llego el título, la consagración, y aunque ya nos habíamos ido, yo siempre me sentí parte de algo muy lindo”.
Le quedó un recuerdo inolvidable: una camiseta de entrenamiento de Maradona. Y fotos, varias fotos. “Andaba con una cámara de rollito, de 24 o de 36 fotos. Hice dos o tres rollos, y uno no me enganchó, o lo puse mal, pero yo saqué y saqué…, y cuando lo revelé, nada, todo negro. Le contás esto hoy a los chicos y se te quedan mirando…, sienten que les hablás del hombre de las cavernas. Pero recuperé fotos con Diego porque con los otros pibes nos sacábamos entre todos”.
Después de México ‘86 cambiaría la carrera de Sensini. Al poco tiempo debutó en la Primera de Newell´s y Bilardo lo citó para entrenarse en el predio de Ezeiza de lunes a miércoles. En diciembre de 1987 debutaba en la selección –compartió la habitación con Pumpido–, contra Alemania, en Vélez. “En 14 meses pasé de sparring a jugar al lado de Diego, Burru, Ruggeri, Valdano… algo impensado, aunque en el fútbol todo es posible”, subraya. Sensini perteneció al ala renovadora de Bilardo, junto con Fabri, Troglio y Pol, simplemente Pol, como le dice a Caniggia. Fue el primer caso de un sparring que luego jugó un Mundial. Otros seis casos le seguirían: Javier Mascherano, Pablo Zabaleta, Ángel Di María, Federico Fazio, Gabriel Mercado y Nicolás Tagliafico. “En el ‘90 nos acompañó al Mundial de Italia otra delegación de Renato, y ahí yo pude contarles a los chicos mi experiencia”, cuenta junto al Paraná, en Rosario, donde vive.
–¿Y ahora qué les dirías a De Paul, Paredes, Lautaro o a ‘Cuti’ Romero, que jugarán su primer Mundial?
–Que crean en ellos. Que lo que no tienen que perder es el valor de sentirse importantes. Si están ahí es porque ya lo demostraron. Después, en un Mundial hay que estar bien esos 30 días…, nos ha sucedido al revés y ya sabemos lo que pasa. Estos chicos tienen un muy buen grupo, me parece que Lionel Scaloni ha logrado eso, y también fue muy inteligente para saber acompañar bien a Leo [Messi]. Los chicos que no estaban en la selección llegaron y se adaptaron rápido. Veo un grupo convencido.
–¿No es un déficit no haberse probado contra las potencias europeas?
–Veamos: por lo menos 20 de los jugadores de la selección juegan en las ligas más competitivas de Europa, juegan Champions con frecuencia. Esa es una ventaja, pero sí, hay una diferencia. A la Argentina y a Brasil, acá, en Sudamérica, por las eliminatorias, los demás equipos te esperan, te dan la pelota, vos los presionás y pierden la pelota bastante rápido porque hay una diferencia de jerarquía. Cuando enfrentés a esas selecciones fuertes, que hoy son Alemania, España, Francia, Inglaterra y alguna sorpresa que nunca falta, ellos te juegan de igual a igual y te pierden ese respeto que sí te tienen en Sudamérica. Entonces no te permiten tener la pelota cómodamente cuando vos querés, en el lugar donde vos querés y cuando Messi recibe ya tiene al que lo va a marcar y a otro que está preparado para doblar la marca… Esas son las dificultades que vamos a encontrar. Y cuando esos jugadores rivales llegan delante de arco, generalmente aciertan. Mbappé, normalmente, tiene un porcentaje de aciertos más alto que… no sé, Hurtado, por citar a alguien. A mí me gusta jugar contra esos equipos porque ahí realmente te medís y ves como estás. En unos días vamos a jugar contra Italia, y aunque no irá a Mundial de Qatar, será una buena prueba. Después, ya no creo que queden oportunidades para enfrentarnos con buenos equipos europeos.
–Quizás por el origen leproso, ¿tenés trato con Scaloni?
–Yo estaba de técnico en Newell´s, en 2010/2011 y él todavía jugaba, estaba en La Coruña. Vino de visita un par de veces a los entrenamientos, tenía amigos en el plantel, estaba Lucas Bernardi… Pero en los últimos años no tuve contacto con él, no tengo una afinidad como para decir que hablo con cierta frecuencia. Pero reconozco algo: todos fuimos un poquito críticos de Scaloni y hoy hay que agradecerle, y darle el lugar que se merece, porque logró algo que muchos técnicos importantes no consiguieron.
–¿Cómo ves al Messi actual de 34 años?
–Hoy ya no es delantero. En Barcelona, el 70% de los goles los hacía él. Hoy se tira un poco más atrás, y todavía hace muchos goles, pero ya es más asistidor que definidor. Creo que advierte que alejándose un poco del arco encuentra esos espacios que necesita. Pero detenete en algo: independientemente de que el gol no lo haga él, de todos modos participa de esa jugada. En el 90% o hace el último pase o arranca la maniobra sacándose un rival de encima. En Barcelona hacía las dos cosas, pero es normal que con el paso del tiempo eso se modifique. Hoy es más una media punta.
Sensini jugó en Italia ‘90, Estados Unidos ‘94 y Francia ‘98. También pudo estar en Corea–Japón 2002. Hizo todo el ciclo de Marcelo Bielsa, incluso fue capitán y logró la clasificación. Pero una lesión traicionera en un tendón en la parte trasera de la rodilla derecha le quitó continuidad en los meses previos al torneo. “Me llamaba siempre el profe Bonini, estaba al tanto de mi recuperación, pero yo tenía 35 años, ya no era un pibe, y un día sonó el teléfono, atendió mi señora, y era Marcelo [Bielsa]… Me quiso dar explicaciones. Con los años, el profe Bonini me contó que fue al único que llamó para decirle que no lo llevaría al Mundial. Hoy lo comprendo, hemos hablado muchas veces con Marcelo desde entonces, pero en ese momento me podía decir cualquier cosa que no lo iba a entender. Y quedé afuera; viajaron Pochettino y Placente, y antes del debut se desgarró el ‘Ratón’ [Ayala]”.
–¿Es más difícil ser entrenador que jugador, no?
–El jugador se ocupa solo de él. El técnico puede hacer mil cosas bien, pero siempre dependerá de cómo se levante el jugador. Y el técnico, además de las tareas propias de la estrategia, hoy tiene una función esencial: la gestión. La gestión es clave. Pienso en ‘Poche’ [Pochettino] y me encantaría estar en ese lugar porque es un sitio privilegiado el PSG, pero después de decidir los 11 que juegan, sabe que los otros 8, 10 u 11 que se quedarán afuera juegan en su selección. Pero bueno, es lo que elegimos, es lo que nos gusta. Pero nada se compara con ser jugador, por eso siempre les digo a los muchachos que pasaron los 30: ‘Sigan jugando hasta que puedan, física y mentalmente’. Después, ya no habrá nada igual.
–Tu carrera como técnico nace… ¿apresurada?
–En la primera participación de Udinese en su historia en la Champions nos eliminó Barcelona, que jugó sin Messi, Ronaldinho ni Xavi, pero nos ganó el partido un chiquitito cuando entró… Iniesta. Era diciembre de 2005 y decidí dejar de jugar, algo que ya venía pensando naturalmente a mis casi 40 años. Pero el presidente y mis compañeros me pidieron que tome el equipo. Yo no quería que fuera así, ni el carnet tenía..., pero me insistieron, entré en la confusión, me la creí, ‘esto es fácil’ me dije… Y me equivoqué. Al ‘Cholo’ le pasó algo así en Racing, ¿no?.. , aunque al ‘Cholo’ mal no le fue como técnico… jaja. Lo que quiero decir es que entre los jugadores hay muchos códigos, muchos secretos, y esas cosas no las podés dejar de lado de un día para el otro. Ese fue mi primer error. Y otro, que yo no tenía todavía mi cuerpo técnico. Le agradezco hasta hoy al presidente, que creyó en mí y ojalá alguna vez tenga otra oportunidad para dirigir a Udinese, pero si volviera el tiempo atrás le diría: ‘Gracias, pero todavía me tengo que preparar’.
–Jugaste casi 20 años en Italia y conociste la función de cerca. ¿Por qué la figura del manager tarda en afirmarse en la Argentina? Vos lo fuiste en Newell´s en 2015…
–Acá se presenta un error. A veces la dirigencia pone la figura de manager como escudo. A mí en Newell´s no me pasó, la dirigencia me respetó cada decisión, pero el problema es cuando el dirigente crea el cargo y después lo pasa por arriba a ese cargo. ¿Ejemplo? Vos negociás con un representante por un jugador durante 15 días, y perfilás la operación en 10 pesos, pero de golpe aparece el dirigente, desesperado por presiones de los hinchas quizás, se mete, no te avisa y lo cierra en 12 pesos. En Europa, tal vez, el dueño del club tiene otras diez empresas y está diez días en el país y te da el manejo del club, pero acá eso no funciona. En el día a día, el dirigente está más encima de los temas que el director deportivo. Ojo, también hay clubes a los que les ha ido bien, el Vélez de Bassedas–Gareca funcionaba muy bien, y hoy se está usando bastante la figura. Pero, para ejercer bien el rol también hay que prepararse, no es simplemente elegir bien a los jugadores.
–Después de dos décadas en Italia, ¿por qué volviste entonces, por qué vivís en esta Argentina?
–Yo no me quejo de haber vuelto, y eso que escucho a muchos que me dicen ‘¿qué hacés acá…?’, y están desesperados por renovar el pasaporte. Hablo con gente de Italia, y con el presidente de Udinese, y siempre que voy hay alguna indirecta y el chiste sobre cuándo voy a regresar. Pero hoy, y más allá de todas las cosas que están pasando –que no son nuevas para Argentina–, es lo que nos toca y quiero estar acá. Estuve en Everton, en Chile, un año hasta finales de 2021, es decir que puedo viajar y trabajar afuera. Mirá, estado afuera el año pasado perdí a mi vieja…, la pandemia…, son esas cosas que un poco uno se las recrimina, pero son cosas de la vida. Y le tocó a ella.
–¿Y por qué no dirigís acá? ¿Por qué no se estabiliza tu carrera como entrenador?
–…Me cuesta entender…, yo no soy de pasearme por los medios. Que, a veces, en este ambiente, es muy importante. El que lo quiera hacer que lo haga, yo no digo nada. Pero eso tampoco te asegura ponerte en un equipo. Yo creo que en algún momento voy a volver a dirigir acá, o será en otro lugar. O seguiré disfrutando de mi familia y de otros emprendimientos que llevo adelante, más allá de los sinsabores que nos da Argentina.
–Tenés campos. ¿Sufrís las retenciones, las cargas tributarias? Batistuta, Almeyda y otros suelen ser muy críticos al respecto.
–La actividad la inició mi viejo y después la fuimos mejorando. No entiendo mucho, pero yo trato de estar cerca en los campos que tenemos por General Lagos, de donde soy, ahí por Villa Constitución, por Fighiera, a 40 kilómetros de Rosario. Leí lo que dijo Gabriel [Batistuta].., y sí, da bronca. Pero creo que no es solamente con el campo, nos pasa un poco a todos. La pregunta que siempre nos hacemos, y mucho más se hacen cuando vienen a visitarnos extranjeros, es por qué estamos como estamos con tantas riquezas. Y le das vueltas y vueltas… y los que nos vienen gobernando hace 30 años son siempre los mismos. No hay que mirar muy lejos, son ellos, están ahí. Después, lo sabemos, Argentina no es un país fácil, acá no es 2 más 2, pero todo se podría hacer mejor.
–Vuelvo a tu carrera como DT sin continuidad. ¿No será porque no pertenecés al ‘círculo’? Hay un grupo de entrenadores que entra y sale constantemente de los clubes…
–… Qué se yo, cuando pasás los 50 años parece que el de 30 la tiene mucho más clara que vos…, o porque tiene otro vocabulario con los chicos o porque trae nuevas ideas. Yo creo que hay un círculo..., veo que hoy hay un nombre muy fuerte, que lo conocemos todos en el fútbol, que parece que pone técnicos y jugadores en cada equipo. ‘Vamos a buscar a éste porque te trae el técnico, y a partir del técnico te vienen los jugadores…’, algo así. Y hay otros técnicos que la están peleando hace mucho, y vienen de abajo. Mirá a Martínez, que hizo una gran campaña en Tigre y en Godoy Cruz no le había ido bien. No hay un técnico al que le vaya siempre bien, salvo Gallardo, salvo que hayas sido Carlos Bianchi. De Argentina, hace más de dos años que no tengo un mano a mano con un dirigente que me pregunte: ‘¿Qué te interesa del fútbol Roberto, o cómo ves el fútbol Roberto?’ Tampoco creo que uno deba tener un buen representante para poder dirigir.
–¿Cuánto cambió el fútbol? ¿Son muy distintos los jugadores actuales a los de tu época?
–No sé si cambiaron los jugadores, o lo que realmente cambió es el entorno. Hoy los chicos tienen muchas distracciones a su alcance, y muchas más facilidades al alcance de la mano. Hay que entenderlos a los chicos, y no empezar por señalarlos. Antes también teníamos problemas personales, familiares, pero hoy, además de entrenador, tenés que ser un poco psicólogo con ellos. Hoy todos sabemos todo de todos…, yo admiraba a Passarella, era mi referente, pero yo no tenía ni idea de cómo era su familia. Hoy sí sabemos todo. Hay que empezar por entender ese cambio, y cambió todo. Hoy, el diario después de media hora es viejo, el mundo gira a partir de la inmediatez de las noticias digitales. Cambió todo. Algunas cosas para bien, como la amplitud de mercados. En mi época el destino para los jugadores era muy pequeño.
–¿Que sabías de Udinese cuando fuiste en 1989?
–Poco, muy poco… que alguna vez había jugado Zico…, pero si me preguntabas por dónde quedaba Udine y…, tenía, que agarrar un mapa, pero no sabía qué población tenía ni qué dialecto hablaban. Muchas cosas las descubrí al llegar.
–¿Cómo influyen las redes sociales?
–Hoy, los pibes, a veces no entienden que son profesionales. Cuando salen del club también llevan la camiseta del club puesta. Hay de todo, está el que no sale, que evita las notas, y otros que buscan las notas o se sacan fotos solos para subirlas y mostrarlas. Por eso vuelvo a la importancia de la gestión del entrenador. Antes, esa gestión, de algún modo hasta te la hacían los jugadores más grandes. Cuando yo inicié en Newell’s estaban Scoponi, Martino, Theiller, Llop… si yo me iba de joda y a la mañana siguiente no podía levantar las piernas en el entrenamiento, por ahí el técnico no se daba cuenta, pero ellos me agarraban y me decían ‘esto es así’. Hoy yo no sé cuántos líderes se permiten agarrar a un pibe y decirle ‘che, ¿qué haces?’. Antes sí pasaba, y el técnico no tenía que ocuparse de esa parte. Hoy el técnico tiene que estar mirando las redes sociales, viendo qué declaró éste, el otro y el de más allá… ¿Es más difícil ser técnico que jugador? Sí. Y es mucho más difícil ser técnico hoy que antes.
“Gallardo es más que el técnico de River”
Fueron 19 las temporadas en Italia, entre Udinese, Parma y Lazio. La propuesta es armar dos equipos entre tantos compañeros, uno de extranjeros y otro de argentinos. Se divierte Sensini buscando “equilibrio”, pero acepta que quedarán algo descompensados. Primera elección: Buffon; Nesta, Cannavaro y Thuran; Dino Baggio, Stankovic y Nedved; Zola; Enrico Chiesa, Marcelo Salas y Roberto Mancini. ¿Los criollos? El ‘Gringo’ Scoponi al arco por lo que representó en los comienzos de ‘Boquita’. Después, Zanetti, Ayala, Samuel y Chamot; Simeone y Verón; Maradona; Caniggia, Batistuta y Ortega.
Vive en Rosario, pero a Sensini es sencillo encontrarlo ahí cerquita, en Granadero Baigorria, en la Academia Jorge Griffa que ayudó a crear y hoy sostiene. La vida transcurre y ya tiene hijos grandes: Julieta, de 27, se fue de casa y pronto se recibirá de arquitecta. Federico, de 22, estudia marketing. Pero pasarán mil años y siempre volverá el penal del árbitro Edgardo Codesal, la falta sobre Vöeller, la final de Italia ‘90… Nunca más la vio. Como nunca más en su carrera uso el 17 en la espalda, sí, la desgracia, su número en el Mundial. Subraya que no fue falta: toca la pelota y con el impulso, luego barre el pie del alemán. Pero no es necio, y ahora como DT les ha aconsejado a sus dirigidos que jamás se tiren a cruzar así. “Yo era muy derecho para barrer para ese lado”, acepta. Algo de impotencia lo acompañará siempre.
Fue compañero de Marcelo Gallardo, mucho tiempo en la selección. Lo conoció desde muy pibe en la selección de Passarella y hasta compartieron el Mundial de Francia y la clasificación para Corea–Japón. “Lo que puedo decir de Marcelo, además de que estuvo a nada de ser técnico de Newell´s, es que como jugador quería ganar hasta los picados. No le gustaba perder, nunca y a nada. De esos cascarrabias, que si tenés para hacer el gol y lo errás, te dicen de todo aunque sea una práctica. El quería ganar siempre. Después, le habrá ido agregando cosas para ser este entrenador.
–¿Qué es lo que más te sorprende de él?
–Ya lleva más de siete años en River, un club que fue grande siempre, no porque esté Marcelo ahora, pero siento que él, más allá de su condición de entrenador, le puso una impronta especial al club. Hay una estructura, y me parece que Marcelo está por encima de esa estructura. Él marca la tendencia de la institución. No ha sido simplemente ganar la Libertadores, sino cambiar el césped del Monumental, ampliar el predio de Ezeiza, supervisar los juveniles..., Marcelo es mucho más que el técnico de River.
–¿Algún club le puede ofrecer eso en Europa?
–Cuando decida irse de River, será porque se marchará a un equipo grande de Europa. Porque para dejar River… Creo que se irá cuando sienta que realmente no tiene más nada para darle a River. Y en ese momento, muchos clubes importantes de Europa, que seguramente ya pusieron los ojos en él, lo irán a buscar.
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