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River, una formación inédita para una goleada increíble
Con ocho suplentes venció 8 a 0 Gimnasia (Jujuy) y fortificó su confianza para jugar con Vélez y Boca
De tanto revolver en el plantel, con hombres que entran y salen continuamente por lesiones, cansancio, suspensiones o bajos rendimientos, el Pelado Díaz sacó una formación que llamaba la atención. Claro, la sopresa no fue tanta como esta goleada que vino a confirmar que al fútbol todavía le quedan reservas vírgenes de imprevisibilidad. Una alineación distinta para un resultado inusual. Un equipo de emergencia para una victoria sólo programada en un par de ratos de furiosa contundencia. Un conjunto para salir del paso dio cuenta de otro que se cayó a pedazos. Este River que puso la mente en Vélez (el miércoles, por Copa Libertadores) y en Boca (el domingo, para dar pelea por el Clausura) también tuvo tiempo de pensar cómo se aprovechan los desbarajustes defensivos de un rival que ni siquiera apeló al orgullo, al amor propio o la garra. Que se dejó arrastrar por su inercia decadente.
Con ocho suplentes (las excepciones de ayer fueron Bonano, Ramos y Castillo o Angel), River hizo ocho goles. Ramón ya venía probando mucho, pero ante los jujeños aplicó una receta ya utilizada (la 3-5-2), aunque con ingredientes novedosos, sobre todo en el medio campo, compartido por dos volantes centrales (Gancedo y Gómez) y dos marcadores de punta (Martínez y Acosta), en la función de carrileros. A primera vista, parecía un mosaico raro, tan extraño como el resultado final.
Las sagradas escrituras del fútbol dicen que las goleadas, y más del tenor de la de ayer, no se discuten. El dedo índice acusador hay que plegarlo para otra jornada. El lugar común sugiere que si hubo ocho goles, también podrían haber sido diez, once o doce. El sentido común advierte que la cuenta pudo ser menor, porque River mostró una eficacia insospechada: marcó en ocho de sus once ataques a fondo. Y que Gimnasia, por cada una de las seis oportunidades que desperdiciaba en el área del seguro y solvente Bonano, regalaba otras tantas en el perímetro del desorientado Castellano. Porque la goleada no fue un goteo paulatino y anunciado; resultó una catarata sin aviso. Si la sensación más fuerte poco antes del primer gol de Angel - 29 minutos de la etapa inicial- era que River estaba muy perdido en el medio, le llegaban con demasiado facilidad y no controlaba el espacio aéreo... Se apoyaba en el muy buen momento de Bonano, con una confianza para salir a cortar que antes no se le veía.
Varios metros más adelante, Castillo se retrasaba y le robaba la función de enganche al pibe Alvarez. A veces, la pelota se le quedaba pegada en una gambeta o giro de más, pero Castillo, con su atrevimiento, tiene el mérito de haber sido uno de los primeros en descubrir el tembladeral jujeño. Lo acompañó bien Angel, que también habrá advertido que su movilidad mareaba fácilmente a la defensa rival.
El colombiano inauguró este resultado histórico, luego de tomar un rechazo demasiado frontal de Castellano. Unos minutos más tarde, la primera ráfaga de la goleada: a los 42 minutos, Castillo (error de Mencia en la salida), y a los 43, Angel empujó un centro .
Por lo general, todos los ganadores se sirven de un 8 a 0 para su beneficio personal. Por ejemplo, y para citar casos de jugadores relegados, Gancedo, autor de dos tantos cuando Gimnasia era una invitación para todos; la tarea correcta del pibe Acosta, que de vivir tapado por Sorin y Placente muchos hinchas se habrían olvidado de su existencia; algunas insinuaciones de lo mucho que Martínez le dio a Independiente, y hasta el habitualmente errático Rambert mostró otra versión con su gol de cabeza y la asistencia en el segundo de Castillo.
El único que no pudo subirse a este barco de salvación fue el Negro Gómez, que otra vez naufragó en la marca (sale a destiempo), pasó mal la pelota y encima fue justamente expulsado.
El segundo ventarrón goleador se levantó a los 19 minutos (Ramos, de penal) y tomó un impulso descomunal en los últimos 15. La gente de River vivió el banquete e hizo proyecciones optimistas pensando en Boca. Una formación que había nacido sin futuro coloreaba el presente de goles y se metía de lleno en la historia.
Antecedentes del resultado
No es la primera vez que River golea 8 a 0 en el Monumental. En el Nacional 72, se impuso a Independiente (Trelew): Alonso (3, todos de penal), Mas, C. López (2), Morete y Noce (en contra). En el Nacional 67 superó a San Martín (Mendoza): Matosas (3, dos de penal), D. Onega (2), E. Onega, Montivero y J. Solari. En el campeonato 47 (obtuvo el título) batió a Atlanta: Labruna (2), Reyes (2), Loustau, Rossi, Moreno y Di Stefano. En el 39, a Ferro: Rongo (5, dos de penal), Vaschetto (2) y Pedernera.
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