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River, segunda parte de los DT: Ramón Díaz siempre se fue campeón, falló Daniel Passarella y el curioso caso Ángel Labruna
La vuelta de Gallardo invita al repaso de otros referentes del club de Núñez que cumplieron más de un ciclo en el banco; también tuvieron otra oportunidad Gallego, Astrada y Mostaza Merlo
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El reencuentro de River con Marcelo Gallardo fue más pronto y rápido de lo que todos podían imaginar cuando se despidió, en octubre de 2022. El fútbol suele hacer tambalear la lógica y las previsiones. Mientras el Muñeco nunca llegó al fútbol europeo –rechazó algunas propuestas- y su breve paso por Arabia Saudita fue irrelevante, la gestión de Martín Demichelis se consumió rápidamente tras un comienzo que prometía ser de larga duración.
La vuelta de Gallardo conmovió la fibra millonaria. Renovó expectativas y aireó la atmósfera. Hasta Demichelis, en su mensaje de despedida, dijo que con un nuevo cuerpo técnico iban a “cambiar las energías y existir una nueva sinergia”. Si detrás de esta transformación aparece Gallardo, los efectos se multiplican.
Obviamente, el Muñeco no es el primer director técnico que va por su segundo ciclo en River, aunque los antecedentes lo ponen al tope de las expectativas en la comparación con otros casos. Probablemente, Ramón Díaz haya sido el que más se le acercó en generar efervescencia y entusiasmo, con un dato no menor: se fue las tres veces siendo campeón.
Todo regreso está fundamentado en que hubo un primer ciclo positivo, en el intento de reproducir el método que dio resultados satisfactorios y obtuvo la amplia aprobación de los hinchas, más allá de que el tiempo modifique contextos y de que, como sentenció el filósofo Heráclito, “nadie se baña dos veces en el mismo río”. El cambio es inherente a la vida. El dicho “segundas partes nunca fueron buenas” es un pronóstico con reminiscencias cinematográficas y un trasfondo nostálgico por el temor a que todo no vuelva a ser tan bueno como fue.
El archivo recuerda que Gallardo vuelve tras una pausa tan corta como la que separó los dos primeros ciclos de Ramón Díaz. El Pelado empezó su carrera de entrenador a mediados de 1995, un semestre después de retirarse como futbolista en Yokohama Marinos. Fue tentado con urgencia por el presidente Alfredo Davicce para cubrir el fallido experimento con Carlos Babington. Con un equipo que tenía a Enzo Francescoli y Ariel Ortega, más la influencia de algunos caudillos a la hora de definir planteos, Ramón ganó un tricampeonato –el calendario se dividía en Apertura y Clausura-y le dio al club la segunda Copa Libertadores. Le agregó otro título local, antes de irse en un agitado verano de 2002 tras perder un superclásico ante los suplentes de Boca en Mar del Plata.
A Ramón lo reemplazó Américo Gallego, que había tenido una primera etapa en el segundo semestre de 1994, cuando pasó de ayudante de campo a técnico principal por la asunción de Daniel Passarella en el seleccionado. El Tolo ganó invicto aquel Apertura 1994, luego acompañó al Káiser en el seleccionado. Pero dejó una puerta abierta, por la que reingresó cuando decidió largarse en su carrera como primer entrenador, ya separado de Passarella. Fue presentado en febrero de 2000 y conquistó el Clausura, con la base del plantel anterior, que tenía a D’Alessandro y Saviola. Ya en 2001, con la eliminación en la Copa Libertadores y sin chances de pelear el torneo local, los dirigentes lo despidieron a cinco meses de haber renovado el contrato.
El loop de los técnicos en River trajo de vuelta a Ramón para su segundo capítulo, más corto que el anterior, de un solo año, de julio de 2001 a junio de 2002, período en el que conquistó un Clausura, con un equipo en el que se destacaban Cambiasso, Cristian Ledesma y Cavenaghi, y en el que empezaba a alternar un Demichelis con 21 años. El presidente José María Aguilar, a mediados de 2002, decidió no renovarle el contrato, buscó otro perfil de conductor con Manuel Pellegrini. El Pelado tendría un “tercer tiempo”, entre 2012, cuando el presidente Passarella lo fue a buscar pese a las diferencias personales, y mediados de 2014, ya con Rodolfo D’Onofrio en el poder. Tras otros dos títulos locales para una cosecha total de nueve en tres ciclos, el Pelado no se sentó a renovar el contrato ante la sospecha de que no iba a tener el suficiente respaldo de la nueva dirigencia. Y ahí apareció Gallardo en escena.
Hubo otros cuatro entrenadores en la historia de River que repitieron experiencia en el banco: Ángel Labruna, Reinaldo Merlo, Daniel Passarella y Leonardo Astrada.
El caso más curioso es el de Labruna, máximo goleador del club, ícono como delantero. Dedicado a la dirección técnica, tuvo dos pasos, uno efímero en 1963 y otro sin mayor suceso entre 1968 y 1970. Su fuerte identificación con River le allanó el terreno a una tercera oportunidad, que sí fue inolvidable porque en 1975 cortó la sequía de River de 18 años sin títulos. Estuvo hasta 1981 y ganó seis títulos locales. Fue una bisagra, se transformó en ídolo, sacó a River de su derrotismo.
Daniel Passarella empezó su carrera de técnico seis meses después de haber colgado los botines. A principios de 1990 fue innovador para el medio argentino con un estilo de presión alta e intensidad, con los packman Astrada y Zapata en el medio campo. Obtuvo tres títulos locales hasta que recibió el llamado del seleccionado. Su segunda incursión, de casi dos años entre 2006 y 2007, no dejó un buen recuerdo en lo futbolístico y no añadió ningún trofeo en las vitrinas.
Reinaldo Merlo, al principio en dupla con Norberto Alonso, dirigió en el segundo semestre de 1989. Cuando River estaba segundo, dio un paso al costado por el cambio de autoridades tras las elecciones. Passarella completó la obra con su primer título en 1990. Mostaza volvió en 2005, en una gestión acotada y accidentada por el cortocircuito que tuvo con Gallardo jugador, que le cuestionaba sus planteos conservadores. Renunció.
Leonardo Astrada fue otro que comenzó su andadura de DT al poco tiempo de retirarse en River. Arrancó bien, fue campeón en el Clausura 2004, con un gol para el título ante Atlético Rafaela de… Gallardo. A mediados de 2005 renunció tras sufrir una goleada contra Banfield. Volvió en 2009, en reemplazo de un Gorosito que no había conformado. No encontró el rumbo y tras varias derrotas consecutivas, el presidente Passarella, que lo había potenciado como jugador cuando fue su técnico, lo despidió con un llamado telefónico.
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