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No aprovechó su momento y Atlético Mineiro, con un solo impacto, lo dejó contra las cuerdas
El equipo de Gallardo tuvo un primer tiempo a la altura de la exigencia de los cuartos de final de la Libertadores; falló en el arranque de la segunda parte y lo pagó caro
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Película repetida. Una y otra vez. River revivió en el Monumental con Atlético Mineiro una historia muy conocida: hizo todo para abrir el marcador y dominar el partido a su gusto, pero volvió a sentir la falta de efectividad en el área rival y quedó en el piso ante el primer tropezón. Un viejo problema que le sigue dando dolores de cabeza. Imponer condiciones parece ser algo habitual en la rutina del equipo de Marcelo Gallardo, pero, cuando no puede golpear primero, todo se le hace cuesta arriba: lleva 19 partidos en fila sin poder remontar un resultado tras empezar perdiendo. Y, además, la daga la clavó una querida figura. Ignacio Fernández marcó el único gol del partido y le dio la ventaja al Galo en el primer partido de una serie de cuartos de final de Copa Libertadores que se definirá el próximo miércoles en Belo Horizonte.
Atrás quedó aquella imagen del River al que no alcanzaba darle una sola trompada para hundirlo. En otros tiempos, cuando lo cacheteaban o lo ponían contra las cuerdas no era fácil tumbarlo. Encontraba siempre respuestas o recursos para levantarse. Era natural. Hoy ya nada es igual. Esta nueva versión sabe desplegar momentos de buen fútbol, pero le cuesta por demás ser efectivo al atacar y sufre como nunca esa falencia. Porque suele tener desatenciones defensivas que le cuestan caro y porque siente mucho más que antes los golpes. Le pegan y no reacciona con facilidad. Queda groggy y todo parece costarle el doble.
Anoche tuvo un primer tiempo con el mejor repertorio que puede ofrecer en la actualidad. Dominó la pelota, aprovechó los espacios y contó con las mejores situaciones de gol. El inicio del partido fue un presagio: hubo tres córners a favor en cuatro minutos. En un partido de dinámica e intensidad constante, con el correr del cronómetro el equipo de Gallardo fue haciéndose dueño del juego.
Haciendo uso del gran rendimiento y la profundidad de sus laterales, controló la pelota, utilizó a su dupla central para salir con lucidez desde el fondo, presionó alto para forzar constantes errores de su rival en la salida y contó con el desequilibrio de sus volantes ofensivos para asociarse. Cuando encontró los huecos, lastimó. Pero, una vez más, volvió a faltarle efectividad, agigantando la figura del arquero Éverson.
En los primeros 45 minutos tuvo al menos cuatro jugadas claras: un espectacular remate de Angileri que manoteó Éverson y se estrelló en el palo; un remate de David Martínez tras un rebote en un córner que se fue desviado; un cabezazo de Braian Romero tras un desborde de Angileri; y un remate de Álvarez luego de una gran jugada colectiva que volvió a desactivar el arquero brasileño. Ninguna entró, no logró la ventaja y en el segundo tiempo la tónica cambió por completo.
Atlético Mineiro comenzó a tomar más protagonismo, River se mostró más endeble en defensa, el pivote defensivo que componen entre Enzo Pérez y Bruno Zuculini no funcionó más y la eficacia volvió a jugar su papel: después de dos grandes atajadas de Franco Armani sobre el chileno Eduardo Vargas, el propio Nacho Fernández estampó el 1-0 a los 13 minutos tras una gran jugada colectiva entre Matías Zaracho y Hulk. Un zurdazo y adentro. A partir de ahí, en un gol que se dio tan solo un minuto después del ingreso de Matías Suárez en lugar de Jorge Carrascal, al Millonario le costó encontrar su lugar en el partido. Se mareó. Quedó nublado. No encontró ni la lucidez ni la rebeldía para torcer la historia.
A puro corazón, con más ganas que ideas, buscó hasta el final el empate. Se envalentonó después de la expulsión de Fernández -por una plancha sobre Fabrizio Angileri a través del VAR- y arrinconó por momentos a Mineiro en su campo, pero nunca pudo volver a imponerse como en la primera mitad. River no aprovechó su momento en el partido y lo pagó demasiado caro, en una escena que parece repetirse una y otra vez.
Tal como a lo largo de todo el ciclo de Gallardo, un brasileño volvió a amargarlo en el Monumental: no pudo ganar en los ocho partidos por Copa Libertadores con cuatro caídas y cuatro empates. Pero, por fuera de las estadísticas, el desarrollo del partido dejó en claro que River necesita conseguir ese golpe de efecto necesario para ganar confianza y alejar fantasmas. En una semana, en Brasil, no podrá tener a su líder Enzo Pérez -tres amarillas-, esperará por la evolución de Nicolás De La Cruz -salió con molestias- y tendrá un gran desafío por delante: dar vuelta el marcador y volver a sentirse un equipo seguro. No será fácil.
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