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Exequiel Palacios se destaca en Bayer Leverkusen: marca, quita y juega, como en los viejos tiempos de River (o mucho mejor)
El volante, de 24 años, es el motor de un grande de la Bundesliga; juega de cinco clásico, marca los tiempos y hasta patea los penales
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Hace unos años, Marcelo Gallardo lo definía así: “Tiene 18, pero juega como si tuviera 30. Siendo muy chico, se convirtió en hombre”. Exequiel Palacios era verdaderamente un niño. Convertido, en todo caso, en un adolescente en la vida y en un motor sobre el campo de juego. Quite, distribución, cabeza levantada. Pase gol. Fue parte de la era gloriosa del Muñeco en el Monumental. El camino millonario siguió con otros títulos, ahora con Martín Demichelis, pero jamás se cubrió ese hueco. Ni el mejor Enzo Pérez. Ni el aplicado Aliendro, ni el entusiasta Zuculini. Ni siquiera el crack de Nicolás de la Cruz. Por el centro, por las bandas, Palacios era un volcán... del equilibrio. Sus características son distintas.
“En River me moldeé como persona y como jugador. Y con Gallardo me formé, fue muy importante para mí e influyó mucho en mi juego. Hice el clic que me pedía para que dejara de jugar como un chico. Quizás yo jugaba muy en corto, perdía muchas pelotas y Marcelo me decía que tenía que jugar como un jugador más maduro. Traté de afianzarme y hacer esos pequeños cambios: ayudar a la hora de defender y acompañar más en ataque. Ahora soy más completo, con despliegue y llegada al área. Cambié el chip para ayudar al equipo. Es un técnico que se anticipa a las cosas que van a pasar. Nosotros aprovechamos lo que sabe porque después se da en el partido”, le contó a LA NACION, alguna vez.
Lionel Scaloni solía citar a una serie de juveniles, dentro de una nómina habitual, en clásicas jornadas de eliminatorias. Pala, el Tucu, era uno de sus preferidos, aunque (hasta ahora) nunca le dio un protagonismo estelar. “Es un gran futbolista, que esperamos que siga así con nosotros y que juegue en su club. Lo apreciamos mucho y sabemos lo que nos puede dar. Encontré a un gran jugador de fútbol. Ojalá siga jugando así con nosotros. Sabemos lo que nos puede dar, así que estamos contentos”, dijo, una vez, luego de un buen examen en La Paz. Y hasta se comparó con su prestancia, en sus tiempos de pantalones cortos. “Pero él tiene más calidad”, bromeaba.
A fines de 2019, pasó a la Bundesliga. Todavía era un adolescente. El Bayer Leverkusen pagó 24.100.000 de dólares por el pase y a River le quedaron unos 18 millones y el 10% de una futura venta (el club disponía del 75%; el resto estaba dividido entre su familia y un grupo de representantes). Le costó la adaptación. Al medio, al idioma, al juego, al rigor físico. Y sufrió varias lesiones. Algunas, serias. Jugaba poco, jugaba mal. Como los buenos vinos, sacó su mejor versión con el transcurrir del tiempo. Constancia, dedicación, enfoque. La Bundesliga es una de las cinco ligas más importantes de Europa.
Tan mal estaba, que echaba de menos el Monumental. “Del Mundo River extraño todo. Hasta los entrenamientos, porque éramos un grupo de amigos”, contaba. Desde el otro lado del océano, representaba una pequeña tortura. Insistió, no quiso escaparse.
Siete partidos en la primera temporada, 13 en la segunda, 32 en la tercera, 34 en la cuarta. Y hoy es el patrón del mediocampo. Hace todo lo que hacía en River (y en destellos en la selección) pero mucho mejor. Con el sabor de la experiencia. Y recién tiene 24 años. Hasta se anima a patear los penales. Para Scaloni nunca hubo dudas: es un campeón del mundo. Tal vez, el más silencioso. Del que nadie dice una palabra, ahora mismo. Unos 21 minutos contra México, 10 ante Australia y 16 frente a Croacia. Lo justo y necesario para sentirse en la misma cúspide que Leo Messi y compañía.
Justo fue Palacios quien ante Ecuador (1-0), hace unos días, reemplazó a Messi sobre el final en el Monumental, el que tuvo el privilegio de sustituir al 10 argentino, que hacía 9 años que no dejaba el campo de juego vestido con la ropa de la selección. El capitán no terminaba un cotejo oficial en el banco desde el 25 de junio de 2014, ante Nigeria en el Mundial de Brasil.
Por el Grupo H de la Europa League, Bayer Leverkusen se impuso este jueves por 4 a 0 sobre Häcken, de Suecia. Fue el grande que mayor ventaja sacó frente a formaciones entusiastas en la segunda competencia europea. Palacios actuó todo el partido, como una suerte de faro. Xabi Alonso, el conductor, lo define con un pincel.
“Él se la está creyendo, la mejora viene de sí mismo. La experiencia del Mundial le sirvió para tener esa autoestima. Cuando sos campeón del mundo, cuando levantás ese trofeo, te da ese plus para querer más, para tener más ambición. Desde la vuelta del Mundial, Pala lleva dos meses a grandísimo nivel, la gran mejora del equipo vino del paso adelante que dieron él y todos los mediocampistas. Cuanto mejor juegan los centrocampistas, mejor lo hace el equipo”, explicó, en una charla reciente con varios medios internacionales.
El español, otro campeón del mundo, lo define a la perfección. “Pala tiene dinamismo, agresividad para recuperar el balón y cada vez está entendiendo mejor el sentido del juego, el tempo del partido. Cuándo tiene que jugar rápido, cuándo más lento, cuándo tiene que jugar en corto o al espacio. Y cuanto mejor lo interprete, mejor jugará el equipo. Yo lo invito y lo motivo para que siga creciendo, porque eso nos hará mejores”, suscribía. Lo que Daniel Passarella describía como “entender el juego”. Y muy pocos lo hacen, más allá del talento natural.
Bayer Leverkusen es el líder de la Bundesliga, con 10 puntos, al igual que Bayern Münich, aunque con mejor diferencia de gol. El viernes pasado, frente al gigante y en su casa, marcó un penal en tiempo de descuento, en un emotivo 2-2. En un 3-4-2-1, sin figuras estelares, Palacios encontró su eje. Hasta se supo que Liverpool puso su mirada en su clase, antes de contratar a Alexis Mac Allister. Pisa el área, se anima a pegarle al arco con mayor precisión.
Un campeón del mundo... reinventado en Qatar.
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