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El caso Diablito Echeverri: qué hará Martín Demichelis en River con la joya entre gambetas, presiones y miradas indiscretas
Será una de las determinaciones más complejas en el River 2024: cómo administrar el talento de un jugador fuera de serie con el futuro asegurado en Europa
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Claudio Echeverri, el Diablito, cumplió 18 años este 2 de enero. Es un adolescente: la adultez, aseguran los especialistas en comportamientos humanos de este tiempo, llega luego, con los largos años. Es, eso seguro, un crack: hacía años que no ocurría en nuestro medio que el murmullo, las redes sociales y el viejo y querido “de boca en boca” no atravesaban este simbolismo. Los hinchas de River veían, admiraban, contemplaban cada destreza del pequeño como si fuera el crecimiento de su propia vida. Un diamante en bruto.
La historia es bien conocida. El crack se irá a fines de 2024 a Manchester City, en una transferencia ya acordada. O tal vez, luego del primer semestre. La cosecha no valió la espera: la idea de disfrutarlo dos o tres temporadas en el Monumental se hizo añicos. Más allá de su decisión, del mundo de los representantes, del descuido de los dirigentes o el olvido de Martín Demichelis, de si su rápida salida (casi, casi, al llegar a primera) será un negocio fabuloso o un despiste extraordinario, hay que pensar en hoy, en mañana.
¿Qué hacer con el Diablito? Aquí, se presenta un dilema interesante para el joven conductor, de 43 años, que debe hacer otro curso acelerado de conducción y liderazgo. Cualquier medida que tome va a ser juzgada con la lupa de los implacables. Los resultados (gambetas, triunfos; lagunas, derrotas) van a marcar el pulso del River que se viene. Las miradas van a posarse casi de modo exclusivo sobre sus eléctricas destrezas. ¿Cómo administrar esa pasión, con la carga del fútbol argentino sobre sus espaldas? Nada habrá nada más importante, al menos, en lo que se avizora del primer semestre, Copa de la Liga y Copa Libertadores mediante. Nuestro medio es un exceso habitual: si no pone la pierna firme en un cruce, habrá revuelo.
El entrenador fue castigado en el exitoso primer año al frente del gigante. Primero, no hay que olvidarlo: había que reemplazar a Marcelo Gallardo, el mejor entrenador de la historia millonaria, luego de un año errático, sin vueltas olímpicas y con derrotas seguidas contra Boca. Lo que nunca. Tenía mucho para perder, sin Julián Alvarez y Enzo Fernández, fuera de serie en el Mundial de Qatar. La Liga Profesional fue ganada casi de punta a punta con algunos partidos de excelencia, luego quedó afuera de la Copa Libertadores en una insólita definición por penales, le ganó a Boca los dos superclásicos del año, también cayó por penales en la Copa de la Liga y se impuso sobre Central en un final de fiesta con los argumentos del primer semestre.
Quedan en el debe algunos puntos. Como asuntos privados convertidos en públicos, la llamativa salida de Enzo Pérez, algunas decisiones tácticas (el 1-5 con Fluminense, por caso), la aceptación de la abundancia con el arribo de caciques de dudosa actualidad, ciertas frases públicas desafortunadas y, desde ya, el caso Echeverri. ¿Debió haber jugado más tiempo?
Esequiel Barco, Nacho Fernández, Manuel Lanzini, Nicolás de la Cruz (el mejor futbolista de nuestro medio de los últimos cinco años), Pity Martínez, Agustín Palavecino. De un primer vistazo, era una misión imposible mezclarlo entre tantos jugadores que representan (¿representaron?) mucho en el Mundo River. Administrar, gestionar: de eso siempre se trata. La descomunal tarea del juvenil en el clásico contra Brasil en el Mundial Sub 17 (convirtió cinco goles y dio una asistencia en siete partidos) le abrió los ojos al mundo sobre ese chico que no tenía lugar en la primera del Millonario. Fue el principio de otra era.
Lo que se sabe de última hora: River y Manchester City tienen todo acordado por la transferencia del juvenil; sólo resta el anuncio oficial. Esta semana habrá punto final para una negociación que se aceleró en los últimos días, desde que el Diablito adelantó que no renovaría su contrato más allá de diciembre de 2024, con la idea de ser transferido al fútbol europeo.
Manchester City le pagará a River 14,5 millones de euros y se sumarán 9 millones con objetivos a cumplir. La cláusula de rescisión de Echeverri era de unos 25 millones de dólares y generó el interés de Barcelona, en primera instancia, pero fue Manchester City el que aceleró las tratativas. El mediapunta nacido en Resistencia, Chaco, completaría todo 2024 en River con la ilusión de irse campeón, especialmente de la Copa Libertadores, que será el máximo objetivo deportivo del club.
El joven jugó apenas seis partidos en River (sólo uno como titular) y tuvo mínima participación en dos títulos: la Liga Profesional y el Trofeo de Campeones en 2023. Alguna vez, Abel Ferreira, el DT de Palmeiras, se refirió a Endrick, el genio que a mediados de año irá a Real Madrid, con los 18 cumplidos. “Es un futbolista de 17 años, siempre hay que recordarlo, porque en ocasiones el fútbol brasileño no tiene paciencia. Tiene que saber lidiar con las frustraciones”, aconseja Ferreira, otra vez campeón del Brasileirao.
Ese es el punto. “Hay tiempo para seguir hablando con él, acompañarlo, es un chico que desde los 8 años está en el club. Hay que aconsejarlo y no debe tener prisa en irse de esta institución enorme. No hay que irse de River”, sostenía sin éxito Martín Demichelis, el DT que había sido señalado por no darle más minutos. Algo parecido ocurre con el brasileño comparado con Romario y Ronaldo. Echeverri, distinguido como “el nuevo Aimar”, ni se plantea triunfar en River. Aunque nada más placentero que irse campeón.
¿Qué debe hacer, entonces, Demichelis? Se trata de un inciso indispensable de los entrenadores modernos. Las redes sociales son un martirio: la gran mayoría lo cuestiona con rigor. Se habla hasta de que se “quede a cortar el pasto y luego se vaya”, con la verborragia del anonimato. Lo sabe Echeverri: las gambetas van a ser aplaudidas con timidez y los pases al costado serán duramente cuestionados. Lo sabe Demichelis: si lo lanza a la titularidad (¿hay argumentos futboleros para no ponerlo?) habrá que dedicarle especial atención al factor psicológico... lo mismo si lo condena al banco de suplentes. O lo elige como el salvador circunstancial ante un partido sin brillo colectivo.
“Es el principal refuerzo para 2024″. En la intimidad, esa es la convicción del entrenador, que en una primera decisión le va a dar la camiseta número 10 (la simbólica) y le va a transmitir seguridad y confianza. La frescura y los remates de larga distancia (toda una curiosidad) son su bandera. El otro lado, cuando cometa un error no forzado y los reproches por su éxodo repentino se extiendan en la práctica, será el principal desafío para todos.
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