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Diablito Echeverri: más hábil que veloz, ¿tiene futuro en Europa, donde escasean los cracks de su estilo?
El volante de 18 años jugaría todo 2024 en River, pero luego saltará al Viejo Continente y necesitará ciertas adaptaciones en su juego
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Una reciente y entrañable charla futbolera entre Lionel Messi y Zinédine Zidane abría el manual de la nostalgia. Algo así como el entierro definitivo del enganche clásico. “Desde chiquitos todos queríamos tener la [camiseta] 10, ser el diferente. Hoy no sé si es tan importante. La posición que tenía antes, el enganche... hoy son más interiores o extremos falsos. El que caracterizaba siempre al 10 argentino, jugadores como Riquelme y Aimar, hay pocos ya. En realidad, de ésos no hay”, le contaba Leo, maravilloso en su carrera, también como enlace, a uno de los más grandes números 10 de todos los tiempos.
“El fútbol cambió mucho. La manera de jugar, los sistemas. De chiquitos empiezan a jugar 4-3-3 y por ahí el 10 no entra en ese sistema. De esa manera también se perdió la formación de esos jugadores. Antes pasaba mucho el juego por el 10... No sé si es tan importante el número como era en otra época, pero sigue siendo una camiseta especial”, insistía el capitán del seleccionado, sobre el tapiz de la melancolía, a los 36 años.
Claudio Echeverri, el ”Diablito”, el chico de moda de estos tiempos, es un enganche de los de antes. A los 18, va a intentar mostrarlo en un año vertiginoso en River, antes de su intempestiva salida rumbo a Europa, adquirido por Manchester City. Tal vez tome impulso en un club más modesto, un Girona. Sabe (debe saberlo, en realidad) que las grandes ligas ya no usan esa camiseta. Sólo bonitas excepciones a la regla. ¿Está dispuesto el Diablito, que toda la vida tiró fantasías detrás de los delanteros, a transformarse en otro con tal de triunfar?
Zidane le contestaba a Leo: “Lo que tiene que tener el 10 es un poco de magia, como vos. Porque es el líder del equipo, tiene que crear. Lo que vos tenés: el 10 tiene que ver algo que los demás no. Para mí ésa es la diferencia que vos tenés con los demás. Que los jugadores vean lo que hay que hacer antes de recibir el balón. Tu sabías lo que ibas a hacer y pocos hacen eso. El 10 tiene que representar eso. Mientras un líder pueda hacer eso, es mejor para el equipo”. Messi ve lo que los demás no vislumbran. Si no transforma su esencia, Echeverri debe tener los ojos bien abiertos.
En River, primero. En Europa, más tarde: lo esperan quizás 15 años de deseos y presiones. “Es un chico que con una jugada cambia un partido”. La descripción de Diego Placente, el entrenador en el Mundial Sub 17 en el que el chaqueño brilló con tres goles a Brasil, da en la tecla. Gabriel Rodríguez, un histórico en el arte de los descubrimientos, asume: “No es un enganche clásico como Marcelo Gallardo o Andrés D´Alessandro, sino que es más un mediapunta, juega más suelto cerca de los delanteros en los últimos metros. Ahí puede hacer la diferencia con los goles o sacar una falta, un tiro libre”. En la Premier League, la mejor liga del mundo, en la que los volantes ofensivos son velocistas y las bandas representan el éxtasis, el Diablito no encaja.
Si no cambia, claro está. Oscar Castellanos, su formador, contó alguna vez que Echeverri es la mezcla perfecta entre Ariel Ortega y Marcelo Gallardo. Dos fuera de serie... de otro tiempo. “Es desequilibrante. Hacía ganar los partidos solo, aunque con un equipo que jugaba bien; la categoría 2006 era muy buena. Es un enganche o mediapunta, como para jugar libre delante de una línea de volantes. No es sólo de hacer goles, sino también de asistir”, describió. “Los frenos y la gambeta”, de Ortega, “el cerebro” de Gallardo. Otros en el mundo River se inclinan por la semejanza con Pablo Aimar.
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— River Plate (@RiverPlate) January 6, 2024
¿Qué pasa en Europa? No hay lugar para un Xavi ni un Iniesta: el tiempo es otro. Hay, desde luego, excepciones irreverentes, como Jack Grealish, de Manchester City, y Bruno Fernandes, del United. Medias bajas, velocidad intermedia y pensamiento lateral. Pep Guardiola confía en su enlace. Y el crack respeta al entrenador. “Es un genio. Fui a verlo para decirle «gracias» por todo lo que ha hecho posible para mí, por mostrar tanta confianza después de comprarme tan caro”, decía. Claro: unos 115.000.000 de euros en 2021, récord para un jugador inglés en la época.
Las críticas suelen ser implacables con los distintos. Se recrimina el precio que el City pagó por Grealish y el uso que Pep Guardiola hace del futbolista e incluso se duda de su capacidad. En tiempos recientes se ha recostado sobre el sector izquierdo, incómodo tantas veces, sin oxígeno. De allí vuela al centro. Una situación que puede replicarse con el Diablito. Adaptación, idioma. Nueva vida, otra función en el campo. Lejos, todavía, de los 20 años. El Gran Jack recuerda sus primeros días. Traumáticos días.
“Siento que llevo bien la presión, y siento que puedo empezar a jugar mucho mejor. Quizá no haya mostrado mi mejor nivel desde que llegué al City. Creo que he dado muestras, pero intentaré trabajar más duro durante los próximos meses para ser más regular. Antes de llegar al City sabía que iba a jugar cada minuto de cada partido. Era el capitán de Aston Villa, siempre estaba en el equipo titular. Luego vine al City, y tenés a gente como De Bruyne, Foden... y podría seguir. Es difícil”. Vale la declaración de Grealish.
Que también habló sobre Guardiola y Gareth Southgate, el DT de la selección de Inglaterra, criticados por el uso que hacen del jugador y los minutos que le ofrecen. “En el Villa tenía más libertad, en el City todo está más estructurado. Tengo una gran relación con el entrenador, nunca he visto a nadie pensar y ver el fútbol como lo hace Pep. Sé que la gente dice que quizá esté jugando distinto a como estaba acostumbrado a hacerlo, pero creo que eso también depende de los futbolistas con los que juego. Después de jugar con futbolistas tan buenos, es normal que mi propio juego cambie. Nunca seré exactamente el mismo, porque juego en un club diferente, con otro equipo, otro entrenador”. El mensaje ideal para el joven chaqueño: adaptarse a diferentes posiciones del mediocampo, sumarse por sorpresa al ataque y tener mayor versatilidad con diversos acompañantes. Echeverri tiene, eso sí, algo estelar, que es un tesoro en Europa: saca con facilidad disparos de larga distancia. Una materia menos por aprobar en un tiempo que será de aprendizaje. Y no sólo sobre el terreno de juego.
Echeverri en la conquista del Trofeo de Campeones
Echeverri no es extremo. No tiene marca. Ubicarlo como parte de un “doble cinco” sería un desperdicio. Físicamente, cuentan en River, debe tomar vuelo. En seis meses en Manchester Julián Álvarez cambió su cuerpo. Ocurrirá lo mismo con la nueva joya del fútbol argentino.
Tópicos que Echeverri tendrá en cuenta. Hay más casos. En España, por ejemplo, Diego Simeone disfraza a Antoine Griezmann en ese rubro y Manuel Pellegrini insiste con recuperar a Isco. En la otra vereda de Manchester hay un crack parecido a Grealish, Bruno Fernandes. Debido a los cambios posicionales que hubo en los últimos meses, el portugués tuvo que adaptarse y aceptar cierta flexibilidad. “Yo ofrezco lo que el entrenador necesita que ofrezca. Me gusta ver lo que tienen que hacer otros jugadores en la cancha. Si alguien no está haciendo lo que tiene que hacer, tenemos que mandarnos entre todos y ver qué es lo que no está funcionando. Deben ser los jugadores los que den ese paso, y para mí es importante saber que puedo jugar en distintas posiciones. El director técnico puede confiar en mí para ponerme por cualquiera de las dos bandas o donde me necesite”, contó recientemente.
Bruno es enganche. Un enlace, según dice, adaptado a las normas vigentes. “Yo me siento más seguro jugando de 10, ya que es distinto moverse por las bandas, pero sé que, si tengo que hacerlo, va a darme igual. Si puedo ayudar al equipo jugando en una posición diferente... Ése siempre va a ser mi principal objetivo”, expone.
Echeverri es un chiquitín. Recién comienza y va a jugar en su puesto. En River, en el Monumental. Pero debe tomar nota: consagrase en Europa tiene sus secretos.
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