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Claudio Echeverri: el bautismo del Diablito y una conexión con el corazón boliviano
El juvenil de River marcó su primer gol oficial en el fútbol argentino; un talento inigualable y un apodo que cruzó fronteras
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Tal vez deba pedir disculpas al aficionado de River antes de empezar. Por atreverme de hablar en primera persona. Espero que me entiendan. Soy de Bolivia, y ahora, me encuentro redactando en los palcos del Monumental, nerviosa, pero feliz. Feliz de haber presenciado un partido aquí, donde las emociones nunca faltan. Donde las alegrías se contagian y donde el fútbol nos arranca una sonrisa. Mis ojos se detiene en un lugar fijo en la frase “vivir y jugar con grandeza”. Quizá esa líneas me ilusionen más y me lleve la esperanza de la victoria. Porque sabré que un “Diablito”, de alguna manera y para nuestra gente, revindicó a una estrella de mi país.
Me contagió la hinchada del millonario. La cancha está llena. Los gritos se repiten, algo grita fuerte en mi alma. Estoy viendo al chico del momento. La jugada de Claudio Echeverri se verá tanto en la Argentina como en Manchester. Los hinchas del City, que compró su pase por algo más de 25 millones de dólares, harán viral ese primer tanto oficial de su carrera. La estampa del crack sacudió al Monumental con una gambeta endiablada y un zurdazo alto que levantó el techo del arco. De esos tiros que realzan el valor de los goles. Los convierten en golazos.
Tiene un aura especial Echeverri. Se lamentó como todos esa pifia de Paulo Díaz cuando Gimnasia se puso en ventaja. Pero unos minutos más tarde River llegó al área rival y Miguel Borja casi marca el empate. Lo tiró por arriba. Pero no fue el colombiano sino el más jovencito quién se paró de cara a la tribuna y movió los brazos hacia arriba y hacia abajo, una y otra vez. Clamó por aliento. Tiene 18 años pero el ambiente no lo intimida. Hasta se anima a controlarlo. Porque la gente bramó después de su arenga.
Son tiempos raros para el fútbol y para los hinchas. River sabe que el Diablito corre una carrera contrarreloj. En diciembre se irá a la Premier League. Tomó una decisión, la oferta es tan grande como su talento. Vio una oportunidad y proyectó un cambio de vida. Para él y para toda su familia. No debe ser fácil.
Ocho meses y medio le quedan, nada más. “No puede terminar los partidos, es chico, hay que cuidarlo”, pide el entrenador Martín Demichelis, mientras lo hinchas se enloquecen por verlo. Porque la cuenta regresiva está en marcha y desearían exprimirlo al máximo. Sacar hasta la última gota de fútbol antes de que cruce el Atlántico.
El triunfo de River por 3 a 1 sobre Gimnasia es la noticia que resuena en Buenos Aires, pero al mismo tiempo deja un rastro fronteras afuera. Por lo de Inglaterra, se dijo. Pero también el simpatizante del fútbol boliviano puede encontrar una conexión. El apodo de esta joven promesa nació en un jugador boliviano, Marco Antonio Etcheverry. Ya se retiró hace tiempo. Mucho. No son días felices los del fútbol de Bolivia. Polémicas, escándalos, resultados no muy positivos con la selección. En otro tiempo el talento se exportaba, como fue el caso de Milton Melgar, que supo brillar aquí mismo en el Monumental. Ahora parece que debe conformarse con un apodo.
Según la cultura prehispánica, la presencia de una mariposa anuncia la llegada de una alma. En Monumental hay una mariposa que vuelva reluciente. Para los bolivianos, es grato pensar que podría ser la presencia de Marco Antonio Etcheverry.
Este Echeverri no tiene nada que ver con aquel Etcheverry. Pero tan grande fue Marco Antonio que desde otro país instaló un apodo en la tierra de los campeones del mundo.
Las personas podemos ser de muchas maneras dependiendo del momento y de las circunstancias. Tanto el Diablito Echeverri como el Diablo Etcheverry son la muestra del talento futbolístico.
Siempre hay viento a favor para los jugadores que luchan por algo más que un gol. La figura del “Diablito” para nosotros es la ilusión y el recuerdo de nuestro jugador estrella. El joven jugador que brilla solo en el fútbol argentino también ilusiona a más de un boliviano. Un grito de gol que nos remonta y nos contagia. La conquista de tocar el balón es su fuerza de seguir y conquistar todo. Algo que supimos tener, que anhelamos recuperar.
El Diablito se despliega de un lugar a otro como el jugador boliviano nos hizo ilusionar en nuestro país. Son pájaros obligados a emigrar. Por su futuro, gracias a su talento. Al ingresar en los anillos del Monumental vi la fotografía de Echeverri. Me atreví a tomarme una foto. Vine al Monumental pero no dejo de pensar en mi país.
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