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River no tuvo más ambición que un empate
Luego de ganar el superclásico, el equipo de Jota Jota se conformó con el 0 a 0 ante un San Lorenzo de emergencia, poco profundo
La voluntad de triunfo de River ya no fue tan ostensible como la que lo impulsó a quedarse con el superclásico. Que haya repetido la formación (algo que nunca había ocurrido con Cappa en este torneo) no significa que la intensidad de juego haya sido la misma ni que adelantara las líneas como ocurrió cinco días antes en el Monumental. Es cierto que el calor condicionó el despliegue y que la amplitud del Nuevo Gasómetro obliga a dosificar esfuerzos. Todo tan veraz como que River arriesgó menos que lo mínimo y necesario. Estuvo contenido, pendiente de cuidar su arco, siempre con más jugadores en campo propio que en el del rival. Cumplió con su conservador objetivo, que le sirve para desterrar la vulnerabilidad que arrastraba en el último tramo del ciclo de Cappa, pero la cosecha parece insuficiente para alimentar su promedio del descenso. Tenía la posibilidad de dar un salto y alcanzar la línea de Huracán (para eso debía ganar), pero prefirió el paso corto en lo que ya es una larga peregrinación para salir de una angustiosa situación.
River no se animó ni ante este San Lorenzo que Ramón Díaz, en los albores del Apertura, equiparó a un Falcon con posible dirección al título, pero que desde hace un tiempo entró en un desarmadero. El despiece responde a diversos factores. Algunos son incontrolables, como el de las lesiones (Aguirre, Meza y Romagnoli están fuera de acción). Hay otros que apuntan a una mala gestión del plantel (Placente, Alfaro, Nelson Benítez, el colombiano López Méndez, Herner y Rusculleda nunca alcanzaron un nivel aceptable en el torneo). Y el último ingrediente lo aporta el Pelado Díaz, siempre tentado de buscar algún chivo expiatorio de peso cuando las cosas no vienen bien. El uruguayo Balsas pasó de ser el hombre de la victoria en los clásicos ante Racing y Boca a descarte para la reserva. Y el Burrito Rivero es un histórico que paga con la marginación algunos desarreglos que en su momento quedaban disimulados por los resultados positivos.
En ese contexto, la formación del Ciclón tuvo un trazo de emergencia, un tanto descompensada, con el Chaco Torres, que pierde presencia cuando sale de la zona media para atender una banda. También aparecieron jugadores que no eran tenidos muy en cuenta, como Bordagaray, Palomino, Reynoso y Rovira. San Lorenzo salió sin volantes de conducción ni creación, y con un exceso de delanteros mal abastecidos y con pocos recursos propios para arreglárselas por su cuenta. Menseguez, recostado sobre la derecha, intentó unir un poco las líneas porque sus condiciones le permiten tener más control de la pelota que el resto, pero su área de acción está más en los últimos 30 metros que en la salida desde el medio.
Aun con limitaciones para elaborar una maniobra con tres pases seguidos, San Lorenzo fue un poco más frontal y decidido. De todas maneras, ninguno de los dos tuvo profundidad y mucho les costó crear situaciones de gol. Más pobre en ataque fue lo de River, con Lamela apagado, Ortega sofocado e incapaz de imponerse en el cuerpo a cuerpo, y Pavone sin la potencia de los últimos partidos. Demasiado tibios fueron los avances de River. Como contra Boca, por poco no se puso en ventaja en una jugada de córner, que Ferrero definió desviado.
San Lorenzo trató de compensar su escasa llegada asociada con la búsqueda aérea para el cabezazo en los tiros libres. Tula, Pereyra y Bottinelli son difíciles de controlar cuando saltan en el área adversaria. Guillermo Pereyra fue el que estuvo más cerca del gol en el primer tiempo, con un tiro que dio en un palo al conectar un tiro libre de Luna.
El clásico en ningún momento pasó el umbral de lo chato. Poco juego y muchas interrupciones. La ansiedad de los hinchas de San Lorenzo bajaba en forma de recriminación a Abal por algunos fallos desacertados.
No varió mucho el panorama en la segunda etapa. El cambio de Arano por Pereyra confirmó que la prioridad de River pasaba por no desprotegerse. San Lorenzo dispuso de la ocasión más clara con una definición de Menseguez desviada dentro del área. Fue uno de los pocos movimientos que escaparon de la firmeza defensiva de Maidana, que ante Boca había sido el hombre del triunfo y ayer fue el símbolo de solidez de este River replegado y utilitario.
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Son los años de River sin ganar en el nuevo Gasómetro; el último éxito fue en el Clausura 04: 2-1, con goles de Maxi López y Lucho González
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