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River modelo 2021: la fórmula exitosa de Marcelo Gallardo está enfocada en el juego de sus volantes
El equipo volvió a transmitir confianza y seguridad: ante Platense, tuvo momentos de altísimo nivel futbolístico
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Después de buscar hasta el cansancio variantes y respuestas para regenerar a su equipo, Marcelo Gallardo encontró una fórmula exitosa para volver a transmitir confianza y seguridad y tener momentos de altísimo nivel futbolístico: le dio el protagonismo absoluto a sus mediocampistas. Esta versión 2021 de River está enfocada al máximo en el juego de sus volantes. Con cuatro o cinco según el esquema, más las habituales proyecciones de sus dos laterales, domina el eje y construye sus victorias con una abrumadora superioridad en esa zona del campo.
Este domingo lo sufrió Platense en Vicente López en otra victoria del Millonario para seguir creciendo y seguir dando pasos firmes en su camino al título de la Liga Profesional: ganó 1-0, le sacó nueve puntos de distancia a Talleres con solo 12 por jugarse y suma 16 juegos sin caer en el torneo con 13 triunfos y tres empates. Abrumador.
Si River no se llevó el partido por una diferencia mayor fue porque no pudo concretar todo lo que generó y porque en el segundo tiempo perdió parte de su intensidad y le permitió crecer a su rival. El partido lo destrabó con facilidad a los diez minutos con el gol de Julián Álvarez, quien sigue en estado de gracia y ya suma 15 festejos en los últimos 11 partidos. Pero después no lo pudo liquidar y debió sufrir hasta el final por su imprecisión en el área.
Lo mejor del partido
Braian Romero no estuvo fino en las tres situaciones claras que tuvo: remató desviado en un mano a mano, estrelló un tiro en el palo en el área y luego el arquero Luis Ojeda le ahogó el grito con otro disparo. Robert Rojas contó con dos oportunidades que no pudo aprovechar, el propio Álvarez tampoco estuvo certero con el arco en la segunda mitad en diversas aproximaciones y también se dieron remates de media distancia que podrían haber sido el 2-0.
Por fuera de eso, y de la lesión en el codo de Enzo Pérez -se retiró del campo llorando tras una mala caída-, fue otra noche perfecta para el equipo de Gallardo. Primero porque quedó más líder que nunca y podrá salir campeón el próximo jueves contra Racing en el Monumental si logra ganar y además Talleres no vence a Gimnasia en La Plata el martes. Pero, en segundo lugar, su juego sigue mostrando aristas de crecimiento constante. “El equipo no llegó a su techo”, dijo el DT en la conferencia de prensa previa. Y no se equivocó.
Los últimos partidos de River habían sido con un esquema 4-3-2-1. Pero anoche, ante Platense, el DT dispuso un 4-1-3-2 por la lesión de Benjamín Rollheiser con el que sostuvo la esencia del equipo: presión, movilidad, intensidad y precisión. Enzo Pérez ocupó el eje como volante de contención, a sus costados sorprendieron siempre Robert Rojas y Milton Casco y, delante suyo, se erigieron las grandes figuras del encuentro.
Enzo Fernández tuvo un partido consagratorio. Fue el amo y señor del partido. Con la pelota y sin la pelota. Movedizo e intenso detrás de Julián Álvarez, se volvió indescifrable para sus rivales. Jugó e hizo jugar. Pases incisivos, desmarques constantes, recuperaciones para generar contragolpes rápidos, inteligencia para ocupar espacios y mucha soltura al moverse. Completó su mejor actuación desde que regresó al club a mitad de año y demostró por qué Lionel Scaloni lo convocó a la selección mayor para entrenarse una semana con el plantel en la última doble fecha de las Eliminatorias Sudamericanas.
De su pie derecho, y tras un error de Platense en la salida, llegó el único gol de la noche: recuperó Julián Álvarez, tocó con Fernández, picó al vacío y recibió una gran pelota del volante para definir con un sutil toque de derecha ante la salida del arquero. Ese destello decisivo le permitió crecer al juvenil de 20 años para hacerse cargo del equipo.
Pero nada lo hizo solo. A su lado aparecieron Agustín Palavecino y Santiago Simón como otras llaves cruciales de juego. Con su explosión en este semestre, Palavecino está permitiéndole a River no extrañar tanto a Nacho Fernández. Desequilibrante e incisivo, logró ensamblarse al equipo para ser mucho más participativo con pases, remates y una visión de juego completamente diferencial. En tanto, Simón, con tan solo 19 años y 20 partidos en primera, juega como si fuese un experimentado. Entiende a la perfección su rol de volante interno o externo según el momento del partido y cumple un rol tan silencioso como trascendente para defender y atacar.
Por momentos, River hace parecer todo fácil. Juega con simpleza y naturalidad. Cuando despliega lo mejor de su fútbol logra una diferencia muy notoria con sus rivales domésticos. Física y futbolística. Nadie parece tener una fórmula para vencerlo. Y aunque pudo tener tramos de sufrimiento por no definir la historia en Vicente López, se retiró con una sonrisa por vencer a Platense, estirar la ventaja, quedar a tiro del título y demostrar que, aunque la vuelta olímpica está a la vuelta de la esquina, todavía tiene mecha de sobra para crecer.
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