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River: irregular y previsible, los defectos de un equipo que no define como quiere Marcelo Gallardo
Desde abril de 2021 que el Millonario no igualaba dos partidos seguidos sin poder convertir
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Previsible. River comenzó la Liga Profesional siendo previsible. Y es un claro síntoma de la irregularidad que se repitió a lo largo de todo el año y que le impidió sostener en el tiempo los buenos rendimientos que ha sabido mostrar. Dentro de esa ecuación, los rivales del equipo de Marcelo Gallardo entienden rápido y fácil cómo neutralizarlo o minimizarlo. Ya no necesitan noches perfectas para robarle puntos. En la noche del sábado lo confirmó Atlético Tucumán en otro apático empate 0-0 por la segunda fecha en el que sobraron pases y kilómetros recorridos y faltó sorpresa e ingenio. Es una alarma que en Núñez empieza a sonar.
River acumuló dos partidos sin anotar goles por primera vez en 2022. Y volvió a empatar 0-0 de forma consecutiva después de más de un año: la última vez había sido entre marzo y abril de 2021 frente a Racing y Arsenal. En medio de la búsqueda de atacantes en un difícil mercado de pases que tiene como prioridades a Luis Suárez, Miguel Borja y Diego Valoyes, ni siquiera el regreso de Julián Álvarez le permitió al Millonario tener esa chispa goleadora para ganar el partido.
Es que, más allá de los regresos de Franco Armani y el propio Álvarez, Gallardo no pudo contar aún con Paulo Díaz, David Martínez y Nicolás De La Cruz por la Fecha FIFA y tampoco tuvo disponibles a Milton Casco, Matías Suárez y Juanfer Quintero por lesiones. Sin esas cartas que suelen ofrecer rendimientos positivos, River volvió a sentir la falta de su estructura habitual. Más allá de que generó situaciones y pudo llevarse el partido en el tramo final, no tuvo esa clásica voracidad con la que suele ganar por demolición.
Sin ir más lejos, en el primer tiempo tan solo tuvo dos ocasiones de gol discontinuadas. Primero, con un remate de Esequiel Barco en el inicio del juego. Y luego, con la aparición en el área de Enzo Fernández tras un gran pase de Julián Álvarez. Pero en ambas apareció la figura del experimentado arquero boliviano Carlos Lampe para lucirse con atajadas importantes en su debut en el arco tucumano.
Más allá de esas dos llegadas, el Millonario redondeó un flojo primer tiempo. Estuvo incómodo, inconexo e impreciso. Le costó elaborar circuitos de juego y romper ese bloque defensivo de un compacto y corto Atlético que se encargó de cubrir, poblar y cerrar bien las zonas internas y obligar a su rival a abrirse y buscar más por afuera que por adentro. El equipo de Gallardo sufrió esa postura y no pudo contar con la creatividad necesaria para destrabar un clásico partido cerrado, áspero y difícil en el Monumental. Porque además, cuando pudo desbordar o encontrar el hueco para el despliegue de sus laterales Andrés Herrera y Elías Gómez, tampoco estuvo fino para la finalización de la jugada.
Y en ese juego se sintió seguro el equipo de Lucas Pusineri. No solo porque nunca se vio desbordado, sino porque también pudo encontrar opciones de peligro con su clásico juego largo. En el inicio, Joaquín Pereyra sorprendió a Armani con un remate inesperado desde campo propio que se frenó en el techo del arco y, en el cierre de la primera parte, Carrera exigió al arquero con otro disparo de media distancia. Ante la escasa profundidad del local, el Decano nunca se vio sorprendido en los primeros 45 minutos.
Lo mejor del partido
Es que, tal como ocurrió ante Defensa y Justicia en el debut sin goles en Florencio Varela, al equipo del Muñeco le faltó agresividad. A pesar de que dominó la pelota, estuvo a otro ritmo, lejos de ese frenesí ofensivo que puede y sabe mostrar. Sumado a eso, en el segundo tiempo comenzó a crecer aún más la figura de Lampe en un Atlético cada vez más refugiado. Ya en los primeros cinco minutos le ahogó dos veces el festejo a Elías Gómez en dos centros distintos: ni con la cabeza ni con una pirueta de zurda pudo vencer al arquero. Y logró lastimar por la sorpresiva aparición del lateral izquierdo como un delantero más. Una imagen poco común dentro de un equipo previsible y con referencias claras para el rival.
En un contexto adverso, y con las líneas cada vez más adelantadas, Gallardo hizo saltar al campo de juego a José Paradela y Tomás Pochettino en reemplazo de Barco y Palavecino. Y los cambios surtieron efecto porque River ajustó posiciones, mostró otra actitud, manejó mejor la pelota y encontró otros caminos con diferentes ocasiones de gol, aunque sin lucidez ni precisión en el área para poder derrotar a Lampe.
Finalmente, a falta de diez minutos, entró Braian Romero por Simón. Pero tampoco pudo quebrar el cero. El empate expuso la irregularidad que Gallardo tanto ha mencionado y volvió a dejar a la vista la necesidad de reforzar un ataque que, cuando pierda a Julián, quedará realmente sentido.
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