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River gana y no sufre, pero es una moneda al aire (y Marcelo Gallardo lo sabe)
A los 36 minutos del segundo capítulo, Jorge Carrascal engancha, amaga, deja a un adversario por el camino, levanta la cabeza y envía un centro atrás. En la posición de número 9, Rafael Santos Borré, no puede rematar, porque lo tocan de atrás. Es penal. La historia es conocida: Nicolás de la Cruz remata y Bento, el juvenil arquero de Paranaense, la figura de los dos encuentros -en Curitiba, en Avellaneda-, contiene el disparo, pero la fortuna hace una parábola para el uruguayo y, claro, para River.
El colombiano hizo algo que no puede hacer River desde hace tiempo. Ya no se trata de crear un cuento de la nostalgia: hace un siglo que se fue Pity Martínez y varios meses que partió Juan Fernando Quintero. Tiene, el equipo millonario, suficiente material para la creatividad, el atrevimiento, la osadía. Para la conducción. Sin embargo, ni De la Cruz ni Nacho Fernández están en sintonía. Y un mal partido -ante un rival disminuido por los estragos del coronavirus, puede ser motivo suficiente para la despedida de un equipo que se convirtió en una marca registrada en América del Sur.
Una gambeta, un centro atrás y un par de sutiles movimientos le bastaron a Carrascal para amagar más allá del campo de juego. Huérfano de juego, con el fútbol recortado, es imprescindible un intérprete con esas características. El colombiano ingresó a los 22 minutos de la segunda mitad, en reemplazo de Nacho Fernández, peleado contra sí mismo. Nacho no es el único con el nivel por el piso, pero en la generación se nota mucho. Demasiado: la Libertadores no ofrece revancha, sobre todo, en los manos a manos, en donde el Muñeco es el Rey. Pero acepta el contexto: no ve los partidos tomando un cafecito, ni con las manos en los bolsillos. Tampoco lo sufre. Se lo ve enojado, serio. Sabe que algo anda mal.
"Nacho es un jugador de los más valiosos en el equipo, no pudo llegar a ese nivel que quiere él y nosotros, pero de a poco llegará. Ahora necesitamos de su mejor caudal futbolístico y siempre rindió a la hora de los partidos importantes", lo arropa el Muñeco. El volante pudo irse más de una vez del Monumental y siempre se quedó. Llegó a River en 2016, pero le falta dar el salto internacional, económico y deportivo. Tiene 30 años.
El resumen del partido
River es una formación con cinco defensores (Montiel, Paulo Díaz, Robert Rojas, Pinola y Casco), un modo de evitar tantos embates en los últimos encuentros (sufrió poco, verdaderamente) y, a su vez, un imán audaz por los laterales. Montiel fue un número 7 con consistencia y Casco, un 11 imaginario.
River ataca, sufre poco, pero es una moneda al aire. Y Marcelo Gallardo lo sabe.
Hace un mes que no pierde, en esta vorágine de partidos luego del regreso del fútbol, envuelto en la pandemia de un año imposible. Fue el 3 de noviembre, un 3-1 de Banfield en el estadio de Independiente. Cinco victorias y un empate, en el trayecto, es un síntoma alentador, pero el juego tiene pocas dosis de lo que River supo ser, lo que puede dar. Cuando la mejor solución son los avances de Montiel (punzantes, pero sin sorpresas), hay un problema. Borré vive del sacrificio y Suárez arranca con estampa de crack y acaba como un valor de recambio. Y no tiene gol, todo un síntoma que River no puede tolerar. Lo sostiene la pelota parada.
"Nunca jugamos de una misma manera, sí el convencimiento de una idea. Nos falta efectividad y necesitamos conseguirlo. A partir de ahí se nos hará más favorable. Nosotros dominamos en los dos partidos, no con tanto vuelo futbolístico, con altibajos, pero dominamos los 180 minutos. No sé si otro equipos puede hacer eso", cuenta el entrenador, incómodo por este momento, más allá de los triunfos en serie.
El equipo no le arranca sonrisas a Gallardo
Vamos por más [R][R][R] pic.twitter.com/41M5AOrJBh&— River Plate (@RiverPlate) December 2, 2020
"Esto es fútbol y por eso se vive de esta manera: porque puede pasar cualquier cosa", suscribe el conductor. Por lo general, pasa River. Pero tiene que tener cuidado: no lleva la magia de otras épocas, no tan lejanas.
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