River pasó a los octavos de final de la Copa Argentina con un agónico 2-1 sobre Estudiantes de San Luis

SALTA.- River dio el paso que se propuso, pero no evitó un susto imprevisto. No haber resuelto el partido cuando debía lo expuso a un sufrimiento impensado cuando a tres minutos del final no defendió bien un centro - Alario dejó corto un despeje y Batalla se encimó con Maidana en la salida- y Estudiantes de San Luis se sintió cerca de la hazaña que lo llevaba a los penales.

River había desperdiciado muchas situaciones de gol y terminó encontrando un triunfo agónico con un tiro libre en forma de centro de Pity Martínez que al arquero se le coló por el segundo palo. Más allá del raro efecto que tomó la pelota, fue floja la respuesta de Brasca. El 2 a 1 fue un alivio para lo que debería haber sido un triunfo más tranquilo. Clasificado para los octavos de final, ahora River esperará por el gandor de la serie Arsenal-Defensores de Belgrano.

Las obligaciones y las necesidades dividen la mente de River. Juega una copa pensando en otras, afronta el presente sin perder de vista el futuro. La oferta es tentadora, pero el riesgo es grande. Sabe que buena parte del interés del semestre depende de la permanencia en la Copa Argentina, mientras mira de reojo las finales de la Recopa Sudamericana (18 y 25 de agosto ante Independiente Santa Fe de Colombia) y anhela la clasificación a la Libertadores 2017.

La mala campaña realizada en el torneo local durante el semestre anterior y la posibilidad latente de estar un año sin competencias internacionales, obligan a Marcelo Gallardo a darle una importancia a esta Copa Argentina que nunca antes la tuvo. Ganar este certamen se convirtió en el máximo objetivo de River porque otorga la última plaza de equipos argentinos para la próxima Copa Libertadores 2017.

En la visita a Salta tuvo que resolver sobre la marcha una ausencia. Horas antes del partido quedó al margen D'Alessandro por una gastroenterocolitis que ni le permitió acompañar al plantel al estadio. Lo reemplazó el juvenil Tomás Andrade, que volvió a mostrar muy buenas condiciones técnicas. Se llevó una ovación cuando salió reemplazado por Mora.

River sabe que debe mirarse a sí mismo y aceptar que de aquel equipo ganador sólo quedan vestigios y que el presente exige una rápida refundación de sus ideales. Por eso, lejos de las improvisaciones, Gallardo comenzó el semestre utilizando un esquema 4-2-2-2, formando una especie de cuadrado en el medio campo, con Ponzio, Nacho Fernández, D`Alessandro y Pity Martínez, para abastecer a Lucas Alario. Y por ahora, más allá de la jerarquía de los rivales que enfrentó, los resultados fueron buenos. Porque Sebastián Driussi, quien relegó a Mora al banco de suplentes, está cumpliendo con el rol de conector que pretende el técnico para fortalecer a los tres volantes creativos encargados de generar juego. "Driussi nos da mayor conexión con nuestros volantes, puede salir y sumarse al ataque", explicó el Muñeco.

Si bien River logró ganar y desplegar momentos de buen juego, la inferioridad de los rivales limita un análisis concreto de cuánto se mejoró en relación a lo mostrado en el primer semestre. Por ahora la apuesta ambiciosa de Gallardo es la de siempre: atacar y jugar los más lejos posible de su propio arco. Tal vez, la gran diferencia de lo que sucedió a principio de año es la búsqueda permanente de juego asociado y la dinámica que intenta imprimirle a la posesión de la pelota, incluso contra rivales como Sportivo Rivadavia y Estudiantes de San Luis, que jugaron con un entusiasmo enorme intentando disimular las grandes diferencias.

Ante un adversario de la B Nacional. que llegó sumergido en una grave crisis institucional y económica, River se llevó un triunfo lógico, pero también una lección de lo caro que le pueden costar los descuidos.

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El 1-0 de River

El 1-1, a cargo de Mosset

El 2-1 de River

Todo corrió por su cuenta: lo mejor y lo peor

Nacho, el mejor. River empezó bien gracias al manejo seguro y profundo de Nacho Fernández. El volante nacido en Dudignac fue el impulsor de la mayoría de los ataques; se conectó bien con Pity Martínez y con Andrade.

Le faltó definición. Más allá de la evidente fragilidad de Estudiantes, River estuvo muy impreciso para capitalizar las situaciones de gol que creó.

Bajó el volumen de juego. Con las salidas de Fernández y Andrade, River resignó juego y frescura en el medio. Fue un riesgo que tomó Gallardo cuando el partido todavía no estaba definido. Sin pretenderlo, el equipo se fue replegando y le dio una posibilidad a un rival que hasta ese momento se conformaba con no perder por una diferencia mayor.

Dos minutos intensos. El final no estaba en las previsiones. River se complicó en un centro -flojas respuestas de Alario y Batalla- y Estudiantes empató cuando quedaban dos minutos para el final. Los penales ya parecían inevitables, pero River encontró recompensa en la tardía reacción de Brasca para controlar un centro de Martínez que le salió al arco.

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