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River disfrutó ante Boca con carácter y oportunismo, esos viejos socios del ciclo Gallardo
En un juego sin luces, los millonarios encontraron las respuestas para superar 1-0 a Boca, en Mar del Plata; el colombiano Borré, en el primer tiempo, señaló el gol para la victoria; los xeneizes completaron un recorrido sin triunfos por la pretemporada
MAR DEL PLATA.– Un festejo de verano no marca tendencia, aunque siemrpe deja imágenes para analizar. River celebró en el superclásico porque demostró contundencia en las pocas situaciones de riesgo que enseñó el partido; supo manejar el ritmo y el control de la pelota y no se enredó al momento de defenderse. Simple, pero efectivo, lo que se precisa cuando las piezas están todavía en desarrollo, después de la pretemporada. Fue triunfo 1-0, que no concede margen para la discusión: Borré estuvo lúcido y con una estocada desató el nudo.
Intenso. Muy intenso. Así fue el superclásico desde el inicio. Acelerados, con la mente volando a una velocidad más alta que las piernas, salieron a tomarse el pulso. El apuro provocó que las ideas no tuvieran fluidez. Despejar rápido o jugar la pelota sin importar la manera, un síntoma de la ansiedad por llegar rápido al campo contrario, la fórmula para intentar acechar desde la geografía al rival.
?El gol de Santos Borré pic.twitter.com/LvhBh2AKcu&— Politica en River (@PoliticaEnRiver) 22 de enero de 2018
En ese ida y vuelta, sin un dominador, River sorprendió a Boca a partir de la presión que ejercía en tres cuartos de la cancha, interceptando en más de una oportunidad el intento de los xeneizes de ensayar una salida prolija, con la pelota al ras del piso, como pretenden los mellizos Barros Schelotto. Por esa vía llegaron las jugadas de peligro más claras para River, que enseñaba a Pity Martínez muy atento para interceptar y conducir con claridad, aunque no siempre lograba conectarse con Scocco y el colombiano Borré.
Con poco, River marcaba una pequeña luz de ventaja ante un equipo que, de manera previsible, queda encandilado por la presencia de Carlos Tevez. El Apache se convirtió en una especie de imán para sus compañeros, aunque no siempre usarlo como faro es productivo. Casi todos lo buscaron, fuese necesario o no. Aunque la acción no empujaba a que la pelota pasara por sus pies, la atracción del capitán era demasiada poderosa para el resto. Su posición de mediapunta duró un suspiro, porque se movió por todo el frente de ataque; cuando notó que la pelota no llegaba limpia, se retrasó hasta el círculo central para ser el comandante. En ese sentido, asomaron interesantes las triangulaciones con Cristian Pavón y con Julio Buffarini; el uruguayo Nández fue otro punto positivo en la estructura xeneize.
Cuando Boca parecía afirmar la idea, a partir de un mejor posicionamiento más que por situaciones de riesgo sobre el arco de Lux, una combinación entre Borré y Scocco desnudó lentitud en la defensa –para anticipar de Goltz, para cubrir Magallán y para reposicionarse Peruzzi– terminó con el festejo del juvenil colombiano. Con el ajustado remate de zurda evindenció que Rossi descubrió el primer palo, el que siempre se reclama que sea propiedad del arquero.
El ensayo fue una muestra gratis camino a la gran final de la Supercopa Argentina del 14 de marzo, en Córdoba. En la búsqueda de afianzar fortalezas y espantar debilidades, los dos directores técnicos tienen más para corregir que para apuntar. El festejo le dibuja una sonrisa a River, que resguardó a sus dos contrataciones estrellas del mercado de pases, mientras los dirigentes afinan las cifras para sumar un tercer refuerzo. Entonces, pese a la enorme expectativa, Lucas Pratto y Franco Armani no integraron ni tan siquiera el banco de los suplentes. El recorrido en la pretemporada no apuró a Gallardo, siempre estratego para manejar los tiempos: el Muñeco tiene como línea de partida el debut en la Copa Libertadores.
El ensayo fue una muestra gratis camino a la gran final de la Supercopa Argentina del 14 de marzo, en Córdoba.
El trofeo internacional es el objetivo de máxima de Boca, y aunque los Mellizos en un principio iban a presentar una formación con mayoría de futbolistas alternativos, finalmente dispusieron lo mejor que tenían. El escándalo que rodea a Edwin Cardona y Wilmar Barrios –y que incluye a Frank Fabra como testigo– no sólo afectó los planes para este partido, sino también repercutió en el ánimo del plantel. Internamente es un cimbronazo más con final incierto, y dentro del campo Boca los extraña . También se notó la ausencia en el mediocampo de Pablo Pérez, que sufrió un desgarro en el sóleo de su pierna izquierda ante Aldosivi. Boca perdió juego, creatividad. Peso.
A pesar del fervor que evidenciaron dentro y fuera del campo, el resultado no prosperará más allá de la madrugada. El fin de semana se reinicirá la Superliga, el torneo que tiene a Boca como líder; los xeneizes, que no lograron triunfos en los encuentros de preparación, recibirán el sábado a Colón, mientras que River, un día después, visitará a Huracán. Anoche, Gallardo volvió a demostrar que prepara un equipo para jugar y marcar diferencia con la pelota, pero también con carácter para enredarse en la batalla y dominar el territorio. Sellos que distinguieron su ciclo, el que cada vez que necesitó reinventarse tuvo frescura y convicción.
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